“Hoy no les pido que me crean, solamente les pido que cuiden a sus mujeres… y no solo de este tipo”: Sayari Campo Burbano
…Analizar a puerta cerrada estos casos no curan las heridas de un pueblo, agrandan la indiferencia y el rencor…
Acá compartimos este testimonio valiente, descarnado, único. Se trata de una voz que queda como un monumento imborrable para la historia de la verdad de los pueblos, es la palabra de una mujer violentada de quien se esperaba silencio y sumisión. Silencio y sumisión convertidos y proclamados como norma, reglamento y costumbre aceptada colectivamente. Un reglamento que, según queda claro en este testimonio, a nombre de la justicia de los pueblos originarios, de la justicia colectiva, de la justicia basada en la ley de origen, protege patriarcas violadores, un orden jerárquico autoritario y una estructura criminal basada en la complicidad. Pero basta esta voz, para que todo ese edifico de podredumbre quede expuesto y reducido a su mezquina y vergonzosa dimensión ante la estatura ejemplar de esta mujer-tierra-permanencia-vida-dignidad. Queda claro Sayari que al pronunciarte frente al abuso representas el tiempo pleno de la vida y de la Madre Tierra y por ello tu nombre es el futuro así y porque nos lo están negando.
Alberto Cerón Urbano, reconocido líder indígena del Huila, cometió una violación (“acto sexual abusivo con incapacidad de resistir”) contra una joven Yanakuna que trabajaba para su comunidad. No sorprende que un líder viole ni que exija complicidad. No sorprende que además manipule y evite el “castigo” ejemplar. No sorprende que la violentada sea estigmatizada mientras se defiende al violador. No sorprende que nos señalen como culpables y silencien nuestras denuncias. Nada de esto sorprende en una sociedad patriarcalizada, colonizada, estatizada, racializada donde todas las formas de poder violentan a nuestra Madre Tierra y a nuestras mujeres. Lo que sí sorprende y es un precedente fundamental para las mujeres indígenas en este territorio llamado Colombia, pese al proceso interno y al irrisorio resultado del juicio, es que Sayari tuvo la fortaleza de la tierra para actuar de inmediato y denunciar. Además, se juzgó a un líder!!! pese a que son intocables, y ella, hizo público su caso a través de redes llamando al cuidado de las mujeres: “Hoy no les pido que me crean, solamente les pido que cuiden a sus mujeres, amigas, compañeras, madres, hermanas… cuídenlas y no solo de este tipo si no de todo aquel que se muestra amable por fuera, pero por dentro tiene el cerebro enfermo”.
En este mundo abusar de las mujeres es el pan de cada día, nuestras comunidades no son la excepción. Somos expertas en contar las víctimas del Estado, la Iglesia y los actores armados y es vital seguir denunciando la sistematicidad de estas violencias, pero al mismo tiempo, necesitamos hacer eco de los gritos de las mujeres que desde los territorios están siendo abusadas también por sus autoridades, gobernadores, líderes, médicos tradicionales, profesores, padres, tíos, cuñados, primos, compadres, vecinos… Las invito a hacer eco del grito de Sayari, Claudia, Ana, Cristina, Sofía, Valentina… para que no sigamos dejando la verdad en manos de la mentira, para que no sigamos dejando la justicia en manos de la injusticia, para que no sigamos esperando reparación de los patriarcas ni del estado.
Testimonio de Sayari Campo Burbano, enero 27 de 2022
«Aunque ha sido muy difícil para mí toda esta situación y han sido meses de estigmatización y rechazo por parte de la comunidad que me vio crecer, no me voy a silenciar más. Reconozco que como mujeres es nuestra responsabilidad nuestro cuidado, pero NADA justifica un hecho de violencia tan lamentable como el que este señor tuvo hacia mí. Este señor está lejos de ser un líder de una comunidad y aunque mucha gente le respetaba por llevar proyectos a las comunidades, nunca fue una persona en quien confiar, nunca tuvo valores para enseñar…
Lastimosamente yo confíe, a pesar de los comentarios confié, hice mi trabajo como las comunidades me lo pidieron y me estrellé duro al darme cuenta de la realidad. Hoy no les pido que me crean, solamente les pido que cuiden a sus mujeres, amigas, compañeras, madres, hermanas… cuídenlas y no solo de este tipo si no de todo aquel que se muestra amable por fuera, pero por dentro tiene el cerebro enfermo.
Hago esta denuncia porque a pesar de tener las pruebas médicas, psicosociales, espirituales y que este señor ya tiene un antecedente del 2018, aún hay gente que lo defiende. Esto no es venganza ni nada de eso, aquí simplemente es poner en conocimiento y dar información que existen casos tan lamentables como éste que suceden en cualquier grupo social y en las comunidades indígenas suceden a diario y nadie dice nada, parece que a nadie le importa… por el contrario se culpa a la mujer y se responsabiliza de todo. Las personas que me conocen pueden decir cómo soy y cómo es mi familia, siempre pensé en los hilos comunitarios como espacios de vida.
Hoy ya no pienso en comunitario, por fuera las comunidades indígenas se ven perfectas pero hacia adentro hay muchas fallas y claro se están enmendando pero hasta cuándo ¿si la voz de las mujeres es silenciada?… Por denunciar este caso una mujer líder, la ex coordinadora del programa mujer de la organización regional el año pasado fue amenazada de muerte, ha Sido señalada y silenciada… ¿ Hasta dónde hemos llegado? ¿Es justo? ¿Cómo queremos defender la madre tierra sin respetar el cuerpo de las mujeres? ..Y en si la madre tierra ni siquiera necesita de nosotros los humanos ella se cura solita y sin nosotros va a estar mucho mejor. Pero eso es otro tema…
Aquí la cuestión es informativa. Este señor fue juzgado, aunque la comunidad no me permitió participar de este proceso de juzgamiento y mi familia fue señalada por «dañarle el buen nombre a este señor» el tipo fue juzgado. Las autoridades y comunidad le dieron 2 años y 8 meses de cárcel con 5 años y 6 meses de trabajo comunitario y 6 años de inhabilidad política.
Ante esto puedo decir que no es el mejor castigo por tratarse de un delito conocido como: Acto sexual abusivo con incapacidad de resistir, ya que fui puesta en estado de inconsciencia, luego de poner una sustancia tipo escopolamina en una bebida. El código penal colombiano reconoce que este delito es castigado con una pena entre 10 y 12 años en prisión a quien cometa estos hechos, entonces yo me pregunto: ¿Porqué la justicia indígena es tan frágil y leve con este tipo de delitos? ¿Porqué quedarse callados y suponer que todo está bien?
Hoy no guardo más silencio y sé que hay más casos y las mujeres no dicen nada, prefieren quedarse con su dolor precisamente porque no se hay ejercicios de justicia contundentes.
Son cosas que se tienen que revisar y analizar para el buen vivir. Analizar a puerta cerrada estos casos no curan las heridas de un pueblo, agranda la indiferencia y el rencor.
Responsabilizo a las autoridades del cabildo Yanakuna de San Agustín por lo que suceda con este señor y con el cumplimiento del castigo, ya que hasta el momento se me ha negado el derecho a la información y saber sobre el paradero del agresor. Hasta el momento no se sabe si esta persona está libre, lo cual pone en peligro mi integridad, la de mi familia y la de otras personas. Así que este es un llamado a cuidarse, NO confiar en este supuesto líder.
Agradezco a las personas que me han acompañado en este proceso, familia, amigos, compañeras, grupos de jóvenes y colectivos que me han expresado su apoyo. Hoy me siento más fuerte, porque me han demostrado que no estoy sola y que hay heridas que son colectivas.
No le deseo lo que viví a ninguna otra persona, deseo para nuestros pueblos el caminar más puro y sagrado como lo enseñaron nuestros abuelos y abuelas por la senda de la claridad y el respeto a la vida”.