Ayahuasca, compra-venta y muerte. El ritual de la conquista… y el olvido
Olivia Arévalo Lomas tuvo que cantar un mariri mientras Sebastián Woodroffe le apuntaba con un arma que luego disparó asesinándola, para ser linchado de inmediato por la furia de la comunidad. Este reporte de Róger Rumrrill presenta, además de lo que se conoce de estos hechos, información relativa al turismo de la Ayahuasca. Más allá de la información que expone la búsqueda de curas mágicas para la degradación mental-mercantil de «occidente» entre chamanes, rituales y plantas medicinales y la mercantilización reiterada y reactivada de rituales, saberes, «drogas», chamanes y comunidades enteras, los hechos exhiben de manera dramática la persistencia de la conquista. No podrá resolverse este ni otros viajes de aventuras al territorio físico, corporal, imaginario, mental -para someterlo a través de la mediación mercantil y del dinero que exige resolver en una transacción un vacío, una necesidad-, mientras que el otro -el que la colonia para la acumulación produce como olvido- no siga habitando la penumbra a la que acceden los habitantes adinerados de la historia que la produce, cuando quiera que someten -en su fantasía, con su dinero- a sus deseos y alucinaciones lo que no comprenden y no poseen, justamente para poseerlo en sus términos. Woodroffe no es víctima de un engaño, Olivia no es una falsa chamán. El es victimario y ambos son víctimas de esta historia, de esta lógica, de esta «realidad» mercantil que fabrica sus fetiches en las selvas del Perú y les impone, por vía de la ganancia y el pago, la compra-venta de lo que no cabe en el mundo del capital sino como despojo y fantasía denigrante. Están comprando la cura a sus males, cuando la enfermedad es la compraventa y la consecuente negación e ignorancia que genera, impone y explota el olvido. Woodroffe no podía entender ni aceptar que lo «engañaran» al incumplir un préstamo, una promesa de compra-venta. Que no le pagaran en especie aquello por lo que había entregado dinero. Que no pudiera ser suyo lo que pretendía adquirir con el dinero ¿Qué hay de extraño y desconocido en este guión al de la conquista toda? ¿No asume el conquistador que lo que existe le pertenece a cambio de su civilización? La enfermedad es la conquista y conquistar comprando desde la superioridad del poder. Pero hay mundos otros, allí, en el olvido, que no responden a esta lógica y ritual de despojo. Que allí no caben y por ello «engañan» al comprador. En el olvido habita, para el comprador-hecho-adicto, lo que puede mercantilizarse o triunfar; lo que puede ponerse de moda, folclorizarse, capturarse como lo extraordinario que provoca la insaciable necesidad de sentido sometida y negada a la misma vez en la vida reducida y condicionada a la compra-venta imparable, naturalizada. Una vez que se somete lo olvidado y negado a la transacción mercantil, deja de ser semilla y germinal de un mundo otro y se convierte en mercancía (objetos, pueblos, rituales, territorios…todo) mentira, como lo que llevó a Woodroffe y a tantos al vacío del éxito del sistema, como lo que lleva a consumir y poseer como condición para la salvación que nunca se alcanza, como lo que mercantiliza pueblos, procesos, chamanes y todo. Al otro lado del éxito consumista, en el olvido que promete lo que falta, lo imposible, están los territorios para la conquista. Siguen estando allí, aunque el ámbito del planeta, pueblos y semillas se vaya agotando al ser extinguido en esta aventura codiciosa, destructiva y suicida. Woodroffe y Olivia Arévalo, no son casos aislados, ni aislables. ¡Así No! Dominación y Despojo. Pueblos en Camino
La muerte de Olivia Arévalo: la mercantilización de la ayahuasca y el turismo shamánico
El asesinato de la maestra curandera Shipibo-Conibo-Shetebo, de la familia etnolinguística Pano, Olivia Arévalo Lomas, en Yarinacocha, Pucallpa, el jueves 19 de este mes, ha puesto en el centro de la atención nacional e internacional temas como el shamanismo o curanderismo y el uso de la ayahuasca (Banepteriosis caapi), la mercantilización de este alucinógeno ritual y de uso milenario y ancestral en las culturas amazónicas y un contexto de violencia que en Ucayali ha costado ya la vida a decenas de líderes y lideresas indígenas.
Existen varias hipótesis sobre las razones o motivos que llevaron al presunto asesino de Olivia Arévalo, el canadiense Sebastián Woodroffe, linchado y muerto en la comunidad religiosa intercultural “Victoria Gracia”, cerca de Yarinacocha.
Una de las hipótesis, entre otras que las autoridades investigan, es que uno los hijos de Olivia, Julián Vásquez Arévalo, recibió un préstamo de 1000 dólares y una computadora laptop de manos del canadiense Woodroffe. El préstamo, según la versión, debería ser pagado con la entrega de un niño o niña.
El hijo de Olivia, de acuerdo a la misma versión, nunca pudo cumplir su compromiso y por ese motivo el canadiense visitaba frecuentemente la comunidad evangélica de “Victoria Gracia”, de día y de noche, provocando la cólera y rabia de los comuneros que, en tres ocasiones, lo habían capturado y entregado a la policía que siempre lo dejaba libre.
Hasta que el jueves 19 de abril llegó en una moto lineal a “Victoria Gracia” a mediodía en busca de Julián Vásquez Arévalo y al no encontrarlo, enfurecido, fuera de sí, obligó a Olivia Arévalo Lomas a cantar un mariri, una canción ritual que interpretan los curanderos o curanderas cuando hacen curaciones con la purga, una combinación de ayahuasca y chacruna, y que luego la disparó en el pecho, matándola.
Los disparos fueron escuchados por algunos pobladores que, al ver a la maestra curandera sangrando en el suelo, llamaron a gritos a otros pobladores y cercaron y atraparon a Woodroffe que, para su mala suerte, no pudo huir porque su moto lineal no arrancó. Lo lincharon y enterraron. La muerte del canadiense se mantuvo en secreto hasta que un video registrado por un celular fue transmitido en un medio de comunicación de Pucallpa y puesto en las redes.
Mercantilización de la ayahuasca y violencia en Ucayali
La muerte del canadiense Sebastián Woodroffe revela, además, una serie de cambios que se están produciendo en la cultura y el sistema de la medicina tradicional: el turismo shamánico y la mercantilización del uso de la planta maestra de la ayahuasca y otras plantas curativos.
Tanto Olivia Arévalo Lomas como el canadiense Sebastián Woodroffe fueron víctimas de este proceso que ya ha costado la vida de decenas de curanderos amazónicos en las últimas décadas. De acuerdo a las versiones que se han hecho públicas, Woodroffe era un adicto a las drogas que llegó a la Amazonía con la intención de curarse de su adicción a las drogas con la planta maestra de la ayahuasca.
Como Woodroffe, muchos europeos y estadounidenses y ciudadanos de otras nacionalidades y lugares del mundo, víctimas de las mayores y peores enfermedades de la sociedad humana del siglo XXI, atrapados por la pandemia del consumismo y la soledad por el vacío que genera una sociedad sin paradigmas, sin valores y obsesivamente individualista y materialista, llegan a Amazonía para curarse.
Algunos de ellos, luego de algunas experiencias, intentan convertirse en shamanes o curanderos sin cumplir las reglas tradicionales y rigurosas que impone el ritual ayahuasquero: la dieta, es decir, las severas restricciones y prohibiciones sexuales y alimenticias. Otra de las causas del fracaso de los aprendices de shamanes es su persistencia en seguir usando las drogas de mayor consumo en las sociedades industriales: cocaína, marihuana, mescalina, éxtasis, heroína y otras.
Además de estos intentos de aprendizaje frustrado del curanderismo o shamanismo, también muchos de estos usuarios de ayahuasca procedentes del Primer Mundo e incluso de países de África y Asia, son víctimas de los falsos shamanes o curanderos, sujetos inescrupulosos e inexpertos-con excepciones-que operan en las decenas y centenares de albergues turísticos a lo largo y ancho de la Amazonía y cuya principal oferta turística es un vuelo o viaje shamánico.
El autor de esta crónica y la famosa antropóloga estadounidense, una de las pioneras mundiales del estudio de la ayahuasca, Marlene Dobkin de Ríos, recientemente fallecida, estudiamos el turismo shamánico y la mercantilización del ritual de la ayahuasca durante las dos últimas décadas. El estudio ha sido titulado A Hallucinogenic Tea, Laced with Controversy. Ayahuasca in the United States, publicado en el año 2008 por Praeger Publisher en EEU.
En ese estudio, los autores anticipan de lo que viene ocurriendo en la Amazonía con la mercantilización del alucinógeno y el turismo shamánico: falsos e inescrupulosos shamanes que alteran la combinación bioenergética ideal entre ayahuasca (Banisteriopsis caapi) y chacruna (Psychotria viridis) con otras sustancias extrañas provocando reacciones psicológicas extremas en los usuarios que los pueden llevar al crimen o al suicidio.
Ya hay una larga lista de muertos entre los usuarios extranjeros víctimas de este tráfico y mercantilización de la ayahuasca.
El otro gran riesgo es que, tal como lo planteamos en el libro citado, en el capítulo El poder de las plantas y las plantas y el poder, los prohibicionistas a ultranza que se multiplican en el mundo con la oleada conservadora, inicien una campaña mundial del uso del ayahuasca, comparando al uso ritual de la planta con el tráfico de la cocaína y la heroína.
El asesinato de Olivia Arévalo se ha producido como parte de este proceso de mercantilización de la ayahuasca, de los riesgos del turismo shamánico y de un nuevo ciclo de violencia en Ucayali y la Amazonía.
Róger Rumrrill
Otra Mirada OM
Abril 30 de 2018
http://www.otramirada.pe/la-muerte-de-olivia-arévalo-la-mercantilización-de-la-ayahuasca-y-el-turismo-shamánico
Una planta de poder, de uso milenario de mis hermanos y ancestros, hoy mercantilizada por las ansias de llenar los vacíos existenciales de una humanidad agobiada por los valores mismos que ha inventado y que se le han devuelto para su exterminio, busca en este poder sabio y natural una salida. Pero olvida que el PODER, no es para dominar, sino para curar, el poder no se puede dominar, solo puede ser usado para curar.
Saludos desde el Sur de Colombia, Tierras milenarias de uso de medicinas ancestrales y de familias lingüísticas que aún hoy sobreviven y resisten al extermino!
Lamento con tristeza la muerte de la mujer curandera, cuanta miseria y cuanto dolor en este mundo. Aún pervivo en la esperanza del cambio.
Sucede cuando no están preparados para curar, y lo hacen por negocio la misma planta sagrada los castigará si no son respetuosos. Hay reglas y estrategias de mucho cuidado por eso cualquiera No es médico tradicional ancestral.