Una mirada a la narración audiovisual: pueblo nasa del norte del Cauca

No podemos seguir siendo espectadores,

somos víctimas ahora, seamos libres

por nuestros propios actos.

Tejido de Comunicación ACIN

Octubre de 2008[1]

Octubre de 2005. Cientos de comuneros indígenas del pueblo nasa entraron para “liberar la madre tierra”[2] a la finca de “El Japio”, ubicada en Caloto y convertida en un símbolo de las haciendas coloniales del valle geográfico del río Cauca. El Escuadrón Móvil Anti Disturbios (ESMAD), enviado por el gobierno del entonces presidente Álvaro Uribe Vélez, acampó dentro de la finca para desalojar a la comunidad allí asentada. Las confrontaciones entre los comuneros indígenas y el ESMAD se presentaron casi a diario durante un período mayor a dos meses. En algunos momentos, parecía incluso un juego del gato y el ratón, en donde los policías perseguían y disparaban gases, mientras la comunidad, que se encontraba viviendo en cambuches, corría para no dejarse atrapar.  Por supuesto, para nada fue un juego lo que allí se vivió porque el ESMAD comenzó a usar armas de fuego, primero para amedrentar, pero luego para herir e incluso asesinar con un disparo en la cabeza a un comunero perteneciente al resguardo de Caldono: Belisario Camayo Güetoto. Como ya era costumbre, la policía negó los hechos afirmando que fue un infiltrado o incluso alguien de la misma comunidad quien disparó con el propósito de afectar el nombre de la institución policial. Los hechos sin embargo eran evidentes, todo sucedió a la luz del día y decenas de testimonios describieron paso a paso cómo los policías habían utilizado armas de fuego. Sin embargo, no hubo ninguna imagen en fotografía o video que pudiera mostrar la perspectiva que la comunidad estaba testimoniando. En aquel entonces, los medios tecnológicos para el registro visual y audiovisual eran un privilegio de quienes trabajaban en las áreas de comunicación.

Después de aquel asesinato, los policías del ESMAD fueron más cuidadosos en no mostrar las armas de fuego utilizadas en los intentos de desalojo de la finca. En uno de esos momentos, un grupo de cerca de diez policías persiguió a tres comuneros pertenecientes al resguardo de Huellas hacia una zanja. No había posibilidad para escapar de ahí, tampoco de ser auxiliados por el resto de la comunidad puesto que se encontraba lejos.  Dos policías sacaron sus pistolas y empezaron a disparar mientras avanzaban hacia la zanja. Entonces, uno de los comuneros que estaba tendido en el suelo, se quitó una de sus botas de caucho y la envolvió alrededor de su mano. Luego, amarró a esa bota un pequeño espejo que usaba para afeitarse. En seguida puso este artilugio junto a su rostro para simular que se trataba de una cámara de video y que estaba grabando a los policías. Inmediatamente, los policías guardaron sus armas y se retiraron. Esto permitió a los comuneros escapar del lugar y proteger sus vidas[3].

Parece metafórico afirmar que el video es una herramienta que permite cuidar la vida, pero para el caso del pueblo nasa al parecer eso sí es una realidad. Las cámaras de video se han utilizado con frecuencia en las últimas décadas para documentar los procesos de resistencia y para ser un testimonio de las agresiones que han obstaculizado su caminar. Los videos realizados para retratar las movilizaciones hechas en contra de las políticas gubernamentales han servido como testimonio no solo de la organización y de la lucha popular sino también de la represión violenta perpetrada por parte de las fuerzas del estado.  Por supuesto, no es una labor testimonial propiciada solamente desde el uso del audiovisual puesto que se hace desde otros medios como la radio, la internet y las publicaciones impresas. Tampoco ha sido una labor exclusiva de los medios tecnológicos de comunicación. Para el pueblo nasa su organización comunitaria es una “palabra que camina” en donde las asambleas, las mingas, los recorridos territoriales y la relación con la naturaleza son espacios y medios de comunicación quizás más importantes que aquellos que dependen del uso de instrumentos tecnológicos. Sin embargo, el interés del presente texto es reflexionar sobre la narración audiovisual indígena por medio del testimonio de los procesos de elaboración de tres documentales elaborados como parte del proceso comunicativo del Tejido de Comunicación de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN).

La conformación del Tejido de Comunicación ACIN

Las comunidades nasa del norte del Cauca están organizadas políticamente en estructuras de gobierno tradicional llamadas cabildos. Estos cabildos son la autoridad jurídica, económica y política de los resguardos o territorios colectivos de la región. La Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca – (ACIN) CXAB WALA KIWE (Territorio del Gran Pueblo), está conformada por veintidós cabildos indígenas[4] y a su vez está organizada en áreas de trabajo llamadas Tejidos de Vida. En el año 2005 se conformó el Tejido de Comunicación y de Relaciones Externas para la Verdad y la Vida. El objetivo que se planteó para la creación de este Tejido en términos operativos fue la articulación de las diversas experiencias en comunicación ya existentes en el momento, principalmente las emisoras de radio indígenas y el sistema de relacionamiento a través de internet llamado Nasanet. Este último era el encargado de la relación con actores internos y externos por medio de la página web de la ACIN y de la administración del correo electrónico institucional.

Más allá de articular las experiencias comunicativas existentes, el sentido del Tejido era servir de puente entre los saberes de la comunidad con la comunidad misma y con el contexto nacional e internacional con el firme propósito de proteger y defender el Plan de Vida[5] del pueblo nasa del norte del Cauca. Por eso la importancia de reconocer la sabiduría de la comunidad para aprender de ella y también para dinamizarla por medio de estrategias de comunicación propias (como son las mingas, los rituales, la comunicación con la naturaleza, etc,) y también con aquellas estrategias llamadas “apropiadas” como la radio, la internet o el video[6]. El Tejido lo expresó de la siguiente forma en el documento base de conformación:

En este momento dependemos más de nuestra capacidad de comunicación que nunca antes. La posibilidad de reunirnos, compartir, decidir colectivamente, intercambiar, orientar la acción informada desde la reflexión colectiva y el saber compartido, denunciar y movilizar respaldos y solidaridad, saber de otras luchas, comprender los contextos, se encuentra seriamente amenazada. Los agresores atacan nuestro derecho a la comunicación para aislarnos. Esta es la única forma de destruir nuestro proceso. Para hacerlo combinan acciones de guerra con propaganda y medidas legales y jurídicas. Intimidan, promueven conflictos y desconfianzas, cierran y restringen nuestros medios de comunicación y los reemplazan con medios masivos de distracción y propaganda, emisoras militares y perifoneo constante, emiten mensajes convocando a la guerra en nasa yuwe y guambiano, restringen la movilización de la gente, entre otras muchas acciones cívico- militares y de propaganda cuya intención es impedir la marcha normal del proceso y el ejercicio de nuestro derecho a la comunicación autónoma. Resistir y pervivir como pueblo y proceso depende de fortalecer y proteger el derecho a la comunicación y de servirnos de la comunicación para hacernos cada vez más visibles. (Tejido de Comunicación ACIN, 2005)

El Tejido comenzó a operar desde la sede de la emisora Radio Payumat en Santander de Quilichao. Al equipo de producción radial ya consolidado se le sumaron integrantes en las áreas de Nasanet y de producción de videos. Luego se conformaría también un área de producción de impresos. A pesar de que las comunicadoras y los comunicadores de cada área de trabajo continuamos ejerciendo las labores con una óptica focalizada desde nuestra área, con el paso del tiempo comprendimos que debíamos desarrollar estrategias de comunicación con una perspectiva integral, más allá de los medios y de las categorías creadas.

El área de video se proyectó en tres frentes de trabajo. El primero de ellos fue la recopilación y digitalización de material audiovisual existente en el territorio. El objetivo principal fue preservar aquellos videos realizados en territorios indígenas del Cauca tanto por comuneros de la región como por realizadores externos. Otro de los objetivos fue la adquisición de documentales que mostrasen las luchas y los desafíos de pueblos y procesos en varias partes del mundo.  Lo anterior permitió la creación de una videoteca con más de trescientos títulos cuyo principal enfoque fue el contenido informativo y reflexivo de los mismos.

Gracias al ejercicio de recopilación de material audiovisual se diseñó el segundo frente de trabajo que consistió en el sistema de videoforos[7]. La labor se basó en la presentación de documentales y películas en diversas comunidades para reflexionar sobre el contenido de los mismos. Se agruparon los videos en temáticas de acuerdo a sus contenidos para realizar proyecciones y cuyo propósito fue ayudar a las comunidades a entender su propio contexto. Las temáticas se categorizaron pensando en las situaciones que afectaban a cada comunidad, por ejemplo, los monocultivos, la minería a gran escala, el narcotráfico o la presencia de grupos armados.

El tercer frente de trabajo se fundamentó en la grabación audiovisual de diversos hechos que sucedían en el territorio. En algunos casos, se requería grabar ciertos sucesos a manera de testimonio. Por ejemplo, cuando después de un bombardeo del ejército, la guardia indígena hacía recorridos territoriales para detectar munición sin explotar. Muchos de estos recorridos quedaron grabados y son testigos de las huellas de la guerra en el pueblo nasa a pesar de que estos materiales quedaron sin editar. En otros casos, se requirió la presencia de camarógrafos para documentar procesos de largo aliento, como es el caso del acompañamiento requerido durante las jornadas de movilización. Durante éstos últimos, se realizaron algunos documentales que ahora son la memoria de procesos de organización y resistencia que muestran la perspectiva que la comunidad proyectaba de sí misma.

La realización de “Pa´ poder que nos den tierra”

El Tejido de Comunicación tenía como propósito acompañar a la mayor cantidad de encuentros comunitarios que fuese posible. En esos espacios se hizo una labor tipo “reportería periodística”, aunque se tuvo la consciencia de que no éramos periodistas sino comunicadores comunitarios. La diferencia radica que en teoría, un periodista busca contar desde una posición neutral[8], en cambio un comunicador comunitario se compromete con el proceso al cual pertenece sin ambages para narrar los hechos con ese criterio establecido.

Las labores de reportería las hicieron generalmente los integrantes de las áreas de radio y de video. Para ello dependían de los transportes comunitarios puesto que no se tenía fondos destinados para eso[9]. Desde cada lugar el trabajo del Tejido consistía en recolectar los testimonios de la gente para entender lo que estaba sucediendo y para transmitirlo por la radio. Además, al anochecer, se organizaba un videoforo para contribuir con la reflexión de temas coyunturales y se provocaba reflexiones colectivas que permitieran entender con mayor profundidad lo que estaba sucediendo en el país y en comunidades del exterior.

Durante el proceso de liberación de la madre tierra producido en la finca de El Japio entre octubre y diciembre de 2005, la labor del Tejido de Comunicación consistió, por un lado, en dar a conocer las acciones perpetradas por miembros de la fuerza pública a la comunidad asentada en la finca. Esto se hacía por medio de la página web a través de comunicados e informes periodísticos escritos por los integrantes del área de Nasanet. Por otro lado, desde la finca y en medio de los cambuches, se hacían transmisiones radiales diarias para dar a conocer la voz de la comunidad. El área de video replicó lo que hacían las otras áreas: el registro de los testimonios de la gente presente en el lugar de los hechos.

En aquel momento el objetivo fue construir una memoria de lo sucedido cada día. Eso incluyó el registro audiovisual y testimonial de la vida diaria de la gente en los cambuches y también las confrontaciones que se producían periódicamente con la fuerza pública.  La elaboración de un documental sobre aquellos sucesos no estuvo en nuestros planes, o tal vez, no pensamos que tendríamos la capacidad de hacerlo. Lo que se pretendía era conservar las imágenes ante un posible escenario en donde pudieran ser utilizadas para confrontar las versiones oficiales del gobierno. Por eso todo el registro se hizo con la técnica de “cámara en mano” y “entrevista en caliente”[10] en donde siempre se privilegió el contenido de lo que se estaba atestiguando y no los elementos estéticos de la imagen como la composición de los planos o la dirección de fotografía.

En un videoforo realizado alguna noche en la liberación de la finca, un comunero sugirió que se mostrasen las imágenes que ahí se habían grabado.  Hasta ese momento los videos proyectados tenían un enfoque orientado a la reflexión sobre determinados temas. No obstante, aquellos videos pertenecían a experiencias de tipo nacional o internacional pero no había ninguno que fuese local. Por supuesto que en la videoteca que se estaba conformando existían videos realizados en comunidades y pueblos del Cauca, pero éstos no respondían a los criterios definidos al interior del Tejido, orientados a la reflexión política y social del contexto. Al escuchar aquel comentario nos dimos cuenta que la comunidad quería verse a sí misma y era nuestro deber corresponder a esa necesidad. Por eso adquirimos el compromiso de seleccionar algunas imágenes para presentarlas en un próximo videoforo.

Aquella percepción de que no teníamos la capacidad de elaborar un documental fue desplazada por la urgencia y el compromiso de hacerlo. Por eso la selección de imágenes fluyó naturalmente hacia un proceso de edición para presentar una crónica documental. Decidimos además incluir imágenes y testimonios de los heridos que llegaron al hospital de Santander de Quilichao y a la Casa de Paso[11] de la ACIN. Puesto que hubo la urgencia por llevar las imágenes de regreso a la comunidad asentada en la finca, la edición se hizo solamente en cinco días y dio como resultado el documental denominado “Pa’ Poder que nos den Tierra”. Este audiovisual presenta diversos errores de tipo técnico[12] y su narrativa no se pensó para un público externo, por eso carece de una contextualización amplia que dé a conocer profundamente los acontecimientos. A pesar de lo anterior, el documental tuvo una característica: narró los acontecimientos a partir de los testimonios de la gente que los estaba protagonizando. No hubo una narración por medio de una voz en off[13] que explicase los hechos, tampoco contó con opinión de expertos o de académicos que ofreciesen una mirada que analizase lo que ahí se vivía. El documental muestra la perspectiva desde adentro del proceso de liberación con los testimonios de sus protagonistas.

“Pa’ Poder que nos den Tierra” se presentó en la finca de El Japio con la comunidad que ahí se había organizado, lo cual provocó la difusión inmediata a través de diversas comunidades del territorio. Esto suscitó que el interés en la realización de videoforos creciera aún más. En cada presentación del video la gente reaccionó con comentarios favorables afirmando que lo que se estaba presentando “sí era la realidad” refiriéndose al contraste que veían con respecto a los medios masivos de comunicación en donde se presentaban informes periodísticos con posiciones difamatorias y racistas sobre lo que ahí estaba sucediendo. También surgieron comentarios llenos de rabia y desilusión porque en el documental se incluían testimonios dramáticos como cuando alguien describe que fue torturado por parte de la policía o cuando una mujer narra entre gritos que un comunero estaba a punto de perder un ojo por una bala disparada por el ESMAD. Estas escenas provocaron que muchos comuneros afirmasen que la solución ante esa situación era la venganza e incluso la lucha armada. Lo anterior confirmó que nuestra labor no solamente consistía en denunciar lo que se estaba produciendo sino en contextualizarlo y narrarlo de tal forma que promoviese la comprensión del contexto más allá de lo que las imágenes grabadas lo permitían. Esa reflexión nos permitió tener nuevas perspectivas en la realización de los documentales posteriores.

La realización de “Somos alzados en bastones de mando”

Durante la denominada “Cumbre Nacional Itinerante” que se llevó a cabo en mayo de 2006, diversas acciones se realizaron a lo largo y ancho de Colombia para protestar contra el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos. En el Cauca, la mayor concentración se produjo en el resguardo de La María – Piendamó. En ese punto, miles de comuneros indígenas agrupados dentro del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) junto a diversas agrupaciones sociales, bloquearon la vía panamericana durante una semana. El Tejido de Comunicación hizo el cubrimiento de tipo periodístico, pero además fue una pieza clave durante los meses previos a la Cumbre para llevar información y análisis de la realidad colombiana a los resguardos de la zona norte del Cauca. El trabajo del Tejido consistió en explicar los motivos por los cuales se había decidido hacer una movilización.  En ese sentido, se dinamizó lo expresado por la misma comunidad en asambleas y en otros espacios de encuentro y reflexión. Esto se logró en gran medida gracias al trabajo que hicieron los integrantes del área de radio, puesto que además de reportar en vivo lo que se discutía en las asambleas, también se elaboraron programas periodísticos de análisis de coyunturas, lo cual contribuyó al fortalecimiento de la consciencia comunitaria. Así mismo, el área de Nasanet se encargó de proyectar la movilización más allá del Cauca y convocó solidaridad con pueblos y procesos de diversas partes del mundo.  A través de la página web y de los comunicados que se enviaron por correo electrónico, ésta área se convirtió no solo en la voz del Tejido ante el mundo sino en la fuente primaria de lo que sucedía al interior de la organización comunitaria.  El Tejido desde su conformación se proyectó como una herramienta del proceso organizativo del pueblo nasa del norte del Cauca para tener una comunidad informada, consciente y movilizada[14].

Para ese entonces el grupo del área de video contaba con cuatro integrantes[15]: tres encargados de la producción de videos y una compañera encargada de la videoteca y del monitoreo de medios audiovisuales. Quienes teníamos la labor de grabar estuvimos dentro de la movilización conviviendo y compartiendo con la comunidad protagonista de la lucha. Mujeres y hombres aportando desde las cocinas, desde la guardia indígena o desde las asambleas en donde se decidían las acciones por realizar.  Eso permitió tener un registro audiovisual de todos los momentos acontecidos y mostraron además el tono con el cual respondió el gobierno nacional ante la lucha social. Apenas inició la movilización se produjeron confrontaciones violentas entre el ESMAD y la comunidad, cuyo resultado fue más de un centenar de heridos de gravedad (muchos de ellos con pérdida del globo ocular) y la muerte del comunero nasa Pedro Poscue. Luego, se presentó el desalojo de la carretera y el posterior ingreso de la fuerza pública al sitio de concentración comunitaria en La María – Piendamó. Este último suceso evidenció la represión violenta que contra los manifestantes ejercieron los policías puesto que éstos no se limitaron a desbloquear la carretera, sino que avanzaron hasta el resguardo indígena y quemaron todo lo que encontraron a su paso.  Estos sucesos en sí mismos fueron visualmente impactantes y las imágenes que se grabaron de ellos también. Sin embargo, gracias a la experiencia de realización de “Pa’ poder que nos den tierra” sabíamos que no podíamos realizar otro documental orientado únicamente en señalar y denunciar el accionar desmedido de la fuerza pública. Las entrevistas se encaminaron en describir lo sucedido, pero también en reflexionar sobre el papel de los actores políticos y económicos ocultos detrás de la represión.

La movilización tuvo un objetivo claro: rechazar la implementación del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos. Esa fue la motivación para que decenas de miles de personas salieran de sus veredas y resguardos para levantar su voz y realizar las acciones de hecho. Por eso, el documental que resultó de este proceso recibió el nombre de “Somos alzados en bastones de mando”. El propósito que el Tejido se planteó con el documental en ese momento fue mostrar la resistencia del pueblo nasa, las voces que la gente empobrecida levantaba ante las políticas del gobierno que favorecían intereses corporativos de tipo transnacional.

Además, consideramos prioritario presentar sin ambigüedades la manipulación que sobre la movilización se hizo por parte de los medios de comunicación pertenecientes a grandes grupos económicos. Estos medios, insistieron diariamente que la comunidad congregada estaba manipulada por grupos armados y que a ellos la gente obedecía sin consciencia propia. Cuando la fuerza pública ingresó al resguardo y quemó casas, cambuches y vehículos como represalia por el bloqueo a la carretera, estos medios dijeron que la misma comunidad fue quien causó los destrozos. Las imágenes por sí mismas fueron testigo de los hechos y pudieron evidenciar la manipulación que se estaba haciendo con la información. En un momento del documental se puede ver a un periodista del canal de televisión RCN diciéndole a un guardia indígena después de realizar una entrevista: “Nosotros como periodistas tenemos que permanecer neutrales. Es decir, nosotros no podemos estar ni de acá ni de allá, sino en la mitad. Por ejemplo, nosotros decimos: así quedaron las instalaciones del resguardo La María después de los disturbios, pero nosotros no podemos entrar a juzgar porque nosotros no somos jueces. Nosotros no podemos decir: fue la policía, fueron los indígenas, fueron los campesinos. No. Eso no nos corresponde a nosotros porque nosotros no somos autoridad” (Somos alzados en bastones de mando, 2006). Inmediatamente después de estas palabras el documental presenta un fragmento del reportaje emitido por el canal RCN en donde se califica a la comunidad de ser autora de los destrozos presentados en el resguardo. El reportaje señala además que la gente desalojada “amenaza con desbandadas iracundas” lo cual evidencia un discurso contradictorio al manifestado por el periodista y ningún asomo de neutralidad ni de vergüenza.

“Somos alzados en bastones de mando” afianzó la confianza de los integrantes del Tejido de Comunicación en la narración audiovisual. Se convirtió de igual forma en el testimonio audiovisual de los sucesos de la Cumbre Nacional Itinerante y contribuyó a difundir la voz que la comunidad nasa pretendía dar a conocer al mundo y que había sido distorsionada por los medios masivos de comunicación. La labor de los tejedores[16] en cada una de sus áreas consolidó el sentido que se había propuesto: comunicación para la reflexión y la acción. El documental solamente fue una pequeña pieza dentro del conjunto de acciones que el Tejido estaba consolidando y no se puede entender en solitario sino como parte de una estrategia comunicativa orientada a la defensa del Plan de Vida del pueblo nasa.

Además, este documental y el anterior permitieron contribuir con la difícil situación económica del Tejido, que dependía principalmente de la venta de publicidad en la emisora y del desarrollo de proyectos apoyados por cabildos y agencias de cooperación[17]. Decidimos vender copias en formato DVD de los dos documentales en diversos espacios de encuentro comunitario como asambleas o congresos. La respuesta de la gente desbordó las capacidades técnicas disponibles y hubo que comprar varios sistemas de copiado múltiple de DVD. Los documentales se vendieron como “pan caliente” (solamente en un Congreso del CRIC se llegaron a vender cerca de tres mil copias) y comenzaron a ser apreciados y utilizados por la comunidad en sus actividades diarias. Muchos profesores, promotores de salud y guardias indígenas llevaban una copia de los documentales en sus mochilas para proyectar y reflexionar sobre ellos en escuelas, colegios y espacios de reunión asamblearia.

La realización de “País de los pueblos sin dueños”

El movimiento indígena del Cauca fue uno de los actores sociales que confrontó con mayor contundencia las políticas de los gobiernos de Álvaro Uribe. Además de manifestarse en diversas ocasiones en contra del modelo económico y de los tratados de libre comercio también lo hizo contra otras políticas que afectaban el buen vivir comunitario. Particularmente el ejercicio de resistencia se hizo contra la política de Seguridad Democrática, la cual incrementó la presencia de la fuerza pública en territorios indígenas y produjo un incremento en violaciones de derechos humanos y en ejecuciones extrajudiciales llamadas “falsos positivos”.[18]

El Tejido de Comunicación había consolidado con mayor arraigo su participación en los espacios asamblearios contribuyendo al análisis de coyunturas y a la toma de decisiones. En ese momento teníamos claro que nuestra labor no solamente era periodística, sino que debíamos participar en cada espacio asambleario para contribuir en la generación de consciencia al servicio de la movilización. Por eso, los tejedores participábamos activamente en los “barridos territoriales” que eran recorridos que diversas instancias de la organización hacían para hablar casa por casa, vereda por vereda, en los resguardos de la zona norte. Esos “barridos” tenían el propósito de llevar información del contexto, por ejemplo, sobre las políticas que el gobierno se disponía a implementar o sobre los proyectos geoestratégicos instaurados en otros lugares del mundo. Una vez se exponía cada tema coyuntural, se procedía a recolectar las opiniones y reflexiones que la gente tenía acerca de las problemáticas de sus territorios, las cuales representaban la mirada que cada comunero tenía de su propia realidad [19].  

El resultado de los recorridos y de las asambleas hechas para analizar y reflexionar sobre el contexto regional y nacional fue la decisión de hacer una movilización para manifestarse en contra de las políticas del gobierno. Procesos similares anteriores tuvieron como bandera la reivindicación de derechos adquiridos o el rechazo sobre políticas que la gente consideraba lesivas. Sin embargo, para éste proceso de movilización se planteó además un objetivo concreto: caminar el país para crear una agenda de trabajo desde y para los pueblos[20], por eso recibió el nombre de “Minga Social y Comunitaria”.

La Minga comenzó con un bloqueo a la vía Panamericana en La María – Piendamó. Nuevamente, la respuesta del gobierno fue enviar al ESMAD para desalojar a la comunidad. Sin embargo, en esta ocasión también fue enviado el ejército, la excusa para hacerlo fue que supuestamente la guerrilla de las FARC[21] estaba rodeando e infiltrando la movilización. Como era de esperarse, los heridos de bala comenzaron a producirse por decenas. Hubo dos muertos, ambos por arma de fuego.

Los medios de comunicación comunitarios, incluyendo el Tejido, reportaron los hechos desde los testimonios de la comunidad que allí se encontraba. Se denunció una y otra vez el uso de armas de fuego por parte de la fuerza pública. Los medios de comunicación corporativos desde el ámbito nacional en cambio, replicaron el discurso producido por el gobierno en donde se afirmó que la guerrilla supuestamente infiltró la Minga, disparó contra los manifestantes y que uno de los muertos había sido producido por disparos de la misma comunidad.

Una imagen grabada por un guardia indígena cambió por completo los hechos. Algunas cámaras de video fueron adquiridas por la Guardia Indígena de la zona norte del Cauca porque reconocieron la importancia del testimonio visual para contar su versión de la historia. Cuando uno de ellos le entregó al Tejido lo que había grabado durante el día no imaginamos que encontraríamos la imagen que le dio la vuelta al mundo: un policía encapuchado, protegido por otros policías, disparando contra la comunidad con un arma de largo alcance. Esa imagen desmentía por completo las declaraciones del gobierno y corroboraba las versiones que la comunidad había afirmado con insistencia.  Ante semejante hallazgo el Tejido decidió desarrollar una estrategia para que la imagen tuviera mayor difusión e impacto internacional: entregarle en exclusiva el video a un periodista del canal internacional CNN que estaba haciendo un reportaje de la Minga. La entrega se hizo condicionada por tres requisitos: el video no debía ser distorsionado, tenía que entregarse el contexto de lo que estaba sucediendo y tampoco podía recortarse.

El reportaje de CNN logró que la imagen del policía se difundiera ampliamente y con mucha rapidez. El impacto fue tan grande que esa misma noche tuvo que salir el presidente Uribe en una alocución presidencial para confirmar que la policía sí había disparado. Sin embargo, afirmó que solamente lo había hecho al momento de la grabación de ese video y que el disparo no había causado heridos. Una declaración completamente inverosímil que propició el rechazo de diversos sectores de la sociedad y confirmó que la Minga no podía confiar en las palabras del presidente de la república.

Para detener la violencia producida hasta ese momento durante el desbloqueo de la carretera, la comunidad asentada en el resguardo La María decidió cambiar su estrategia: organizó una marcha hasta la ciudad de Cali y convocó al presidente Uribe a un debate público. Aunque éste llegó a la ciudad, no se presentó donde estaba la gente reunida, sino que envió el mensaje de que únicamente se reuniría con delegados de la Minga en las instalaciones del canal Telepacífico. La gente no aceptó esas condiciones y se marchó. Finalmente, se produjo el debate con el presidente unos días más tarde en el resguardo de La María en donde el presidente no cedió a ninguna de las exigencias que la comunidad planteó. Por eso la gente marchó hasta la ciudad de Bogotá para encontrarse con otros sectores sociales y construir una agenda de los pueblos por fuera de las estructuras estatales representadas por el gobierno de turno.

El resultado de todo este proceso quedó retratado en el documental que nombramos “País de los pueblos sin dueños”. Este trabajo tuvo un proceso con mayor consciencia narrativa. Gracias al trabajo articulado con todos los integrantes del Tejido sabíamos que el video además de denunciar las agresiones cometidas por la fuerza pública debía representar el “sentido” de la movilización. Es decir, mostrar que la Minga tuvo el propósito de encontrarse con el país para construir una agenda de lucha colectiva. Por supuesto, el documental también mostró el uso desmedido de la fuerza durante la represión y la manipulación discursiva de los medios de comunicación. Sin embargo, el corazón del documental fue el espíritu de trabajo comunitario del pueblo nasa para encontrarse con las luchas de otros pueblos marginados y excluidos del país.

“País de los pueblos sin dueños” se estrenó en un congreso del CRIC en el resguardo de Tacueyó en febrero de 2009 ante cerca de cinco mil personas. La respuesta de los asistentes fue conmovedora. Algunos lloraron por los muertos y por la violencia que se vivió durante la Minga. Otros vislumbraron con ilusión un futuro promisorio para la resistencia indígena, sabían que confrontaron al gobierno que había militarizado los territorios y lo habían hecho con argumentos y sin armas. Hubo quienes se quejaron por la duración del documental: ¿Cómo es posible que un proceso que duró más de dos meses quede resumido en tan solo 43 minutos? expresó un comunero. “País de los pueblos sin dueños” se convirtió en el video oficial de la Minga y su amplia difusión contribuyó a que el proceso de resistencia social y comunitaria que se había originado en el Cauca extendiera su palabra a otros pueblos del mundo.

La construcción de una narrativa audiovisual propia

“Pa’ Poder que nos den Tierra” abrió las puertas que le permitieron al Tejido conocer otros procesos de realización audiovisual indígena en América. Diversas invitaciones llegaron para participar en festivales de cine y en encuentros de comunicación y realización audiovisual comunitaria. El primero de ellos fue el VIII Festival Internacional de Cine y Video de los Pueblos Indígenas realizado en México y organizado por la Coordinadora Latinoamericana de Cine y Comunicación de los Pueblos Indígenas (CLACPI). En este festival tuvimos la oportunidad de conocer a colectivos indígenas que también utilizaban el video como una herramienta de denuncia. Lo hacían en condiciones similares a las nuestras: con mínimos recursos económicos, pero con completa convicción por contar historias. La lucha que el pueblo nasa tenía para liberar la tierra se veía reflejada en las acciones que otros pueblos hacían en contra de la minería, el desplazamiento, la explotación maderera, los monocultivos y un largo etcétera. Cada pueblo indígena confrontaba con diversas maniobras las agresiones de quienes ocupaban sus territorios. El video era una acción más que formaba parte de su estrategia para defender sus vidas.

En América Latina las apropiaciones de las herramientas de comunicación por parte de diversos pueblos indígenas se han hecho con un enfoque militante en función de su proyecto organizativo[22]. En el caso del Tejido de Comunicación la militancia se produjo con el propósito de defender el Plan de Vida nasa, pero no para defender los liderazgos personales dentro de la organización indígena. Es importante señalar esto porque desde un comienzo el Tejido privilegió la voz asamblearia de la comunidad, en contraste con otros documentales con temática indígena que plantean narrativas protagonizadas por líderes de cada organización. Por supuesto, esos audiovisuales pudieron haber tenido tal criterio para estar al servicio de la estructura narrativa del documental de “modo expositivo”[23], donde la historia se cuenta a través de personajes que explican los hechos y se complementa o contrasta la información con imágenes de apoyo. Lo cierto es que la decisión de utilizar pocos personajes que conduzcan la narrativa del documental, termina dándole protagonismo a los entrevistados y restándosela a las acciones hechas en colectivo.

En ese sentido, los documentales hechos por el Tejido se acercan a la estructura narrativa tipo relato coral[24], en donde múltiples testimonios se tejen para acompañar la historia que es contada por las imágenes. No hay protagonismos. Por lo general se presenta el testimonio de cada persona una única vez y cada intervención se hace para explicar el actuar colectivo del momento y no para resaltar las acciones individuales de quien brinda la entrevista. Es el coro de testimonios quien realmente compone el relato. Esto, sumado a las acciones que componen la narración y que son el resultado de los procesos de resistencia comunal, definen en cada documental del Tejido a un único protagonista: la comunidad.

El Tejido obedecía a los mandatos comunitarios en donde las voces de todos tenían igual importancia. Las palabras de quienes ocupaban cargos de liderazgo no eran más importantes que las opiniones de una comunera dedicada a sembrar la tierra de su parcela. Por eso cada área del Tejido hizo producciones comunicativas que recogían las expresiones diversas que la gente tenía de su realidad. En el caso del área de video esto supuso una ruptura con el tipo de documentales que se hacían en el territorio (por lo general hechos por organizaciones o medios de comunicación externos) puesto que en estas producciones primaban las entrevistas a las autoridades indígenas como gobernadores, consejeros o coordinadores de las estructuras organizativas zonales. En los videos del Tejido, en cambio, los testimonios presentados son de la gente que vivía la historia que se estaba construyendo, aquellos que transportaban piedras en un bloqueo a la carretera, curaban los heridos producto de la confrontación con la policía o cocinaban los alimentos para las decenas de miles de personas reunidas. El Tejido de Comunicación tuvo la claridad de tener como máximo referente y como autoridad mayor a la asamblea comunitaria y eso fue lo que plasmó en los documentales. Eso por supuesto no desconoce la legitimidad de las autoridades territoriales, sino que señala la necesidad de reconocer que los individuos cometen errores y pueden actuar en favor de sus propios intereses, por eso nuestra labor se inclinó por el reconocimiento de los esfuerzos colectivos y no de los individuales[25]. Este tipo de perspectiva comunicativa hizo que tuviéramos diferencias irreconciliables con ciertas autoridades de la ACIN puesto que algunas llegaron a afirmar que éramos una “rueda suelta” del proceso y que negábamos la autoridad de los líderes de la organización. Pero esa es otra historia[26].

Además de tener un relato tipo coral, los tres documentales del Tejido se caracterizaron por no tener un guion establecido para su elaboración. La urgencia de las situaciones que se presenciaban cada semana en los territorios de la zona norte del Cauca obligaron a grabar lo que sucedía sin mayor planeación en su ejecución técnica. Eso significa que en términos narrativos el guion audiovisual se construía mientras se experimentaba cada suceso, algo muy cercano a lo visto en el cinema verité o según la clasificación de Bill Nicholls en la “modalidad de observación”, en donde el realizador no interviene en la producción de los hechos, sino que los observa. Nicholls señala que “Este tipo de películas ceden el «control», más que cualquier otra modalidad, a los sucesos que se desarrollan delante de la cámara. En vez de construir un marco temporal, o ritmo, a partir del proceso de montaje…,las películas de observación se basan en el montaje para potenciar la impresión de temporalidad auténtica”. (Nicholls, B. 1997, p. 72).

La modalidad de tipo observación en el género documental exige en su visión más purista la mínima intervención de recursos que expliquen los sucesos narrados. En ese sentido, los documentales hechos por el Tejido no cumplen con esa categoría puesto que recurren al uso de entrevistas y de intertítulos. Sin embargo, el proceso mismo de realización apela a la técnica del cine directo, en donde no se hace uso de un guion, sino que se recurre a la observación participante hecha desde adentro[27].  De esta forma, las acciones ejecutadas por la comunidad se convirtieron en el hilo narrativo de la historia. El proceso de montaje les dio una cronología a los hechos, pero el espíritu de la narración estaba contenido en las acciones comunitarias. Podría decirse que el guion general de todos los trabajos que se hicieron en el Tejido en aquel momento fue el proceso organizativo caminando en función de su propio Plan de Vida.

Este arraigo con la organización indígena no fue una característica exclusiva de la realización audiovisual nasa. Al hacer un análisis de los trabajos audiovisuales hechos en comunidades indígenas de América Latina, se puede identificar que hubo un compromiso adquirido de estos pueblos con posiciones ideológicas ligadas a su organización social pero también a partidos y pensamientos políticos. El llamado “Nuevo Cine Latinoamericano” (conocido también por algunos teóricos como “Tercer Cine”) que floreció en las décadas de los sesenta y setenta, evidenció la necesidad de muchos cineastas por promover reflexiones en sus películas sobre las condiciones sociales de pueblos marginados y empobrecidos por el sistema económico y por los efectos de la colonización. En particular, en aquel momento, por la colonización representada por los Estados Unidos a través no solamente de la presencia militar y la incidencia política sino también de la hegemonía estética presente en las producciones de Hollywood.

Las películas del Nuevo Cine Latinoamericano, muchas de ellas hechas en comunidades indígenas[28], privilegiaron la denuncia social por encima del perfeccionamiento técnico o narrativo de sus obras. Para Freya Schiwy (2009) ciertas condiciones de elaboración de éstas películas, como la escasez de recursos económicos, produjeron ventajas de tipo narrativo, acercando las producciones a un realismo con un trasfondo de denuncia.

Aunque no fue un movimiento unificado que defendiera una solución estética ante el imperialismo cultural estadounidense, los cineastas del tercer cine de toda América Latina y África coincidieron en que la forma narrativa hegemónica y el estilo visual del cine de Hollywood atestiguaron la relación inseparable entre capitalismo y (neo)colonialismo. El modo de producción del cine industrial y sus agresivas formas imperialistas de distribución parecían exigir una respuesta basada en una estética revolucionaria. Algunos lo llamaron “estética del hambre” (Glauber Rocha), otros un “cine imperfecto” (García Espinoza). Al convertir la escasez de recursos en una ventaja, optaron por un crudo realismo documental, a veces con películas en blanco y negro y el uso de cámara en mano. Estas películas, parte clave del fervor revolucionario de los años sesenta y principios de los setenta, denunciaron la opresión de clase y de raza junto con la dependencia económica y a menudo terminaron con llamados a levantamientos armados. (Schiwy, F. 2009, p. 11-12)

El compromiso con la organización comunitaria no excluyó la exploración sensible de la narrativa documental. Más bien, la realización audiovisual que se hizo en el Tejido reflejó la sensibilidad de quienes participaron en el proceso de producción, la mayoría de ellos, indígenas de los resguardos de la zona norte. Por eso, las imágenes fueron construidas no solo con una intención comunicativa sino como resultado del dolor, la tristeza y la rabia vivida durante cada momento que se atestiguaba un hecho que violentaba a la comunidad. Eso marcó una diferencia en el criterio para escoger aquello que se grababa y cómo se grababa. Por ejemplo, cuando el 9 de julio de 2011, Las FARC hicieron explotar una “chiva bomba”[29] en el municipio de Toribío, gran cantidad de medios de comunicación nacionales e internacionales llegaron al sitio para grabar los hechos. Principalmente, el enfoque de esos medios fue retratar el destrozo de las casas y los heridos que permanecían en el hospital. Edgar Yatacué, integrante del Tejido y encargado de registrar ese momento, grabó el dolor presente en Toribío por medio de escenas que las miradas externas tal vez no alcanzaron a identificar. En un momento del caos en donde la gente estaba todavía recogiendo los escombros del atentado, Edgar se concentró en grabar a un músico cantando al pie de una casa semidestruida. Las canciones que surgieron en la voz de ese artista tocando en medio de tal escenario de terror, fueron quizás un símbolo de la poesía que se expresaba en las acciones del pueblo nasa y que Edgar había podido identificar. Así lo describe en sus propias palabras:

Don Inocencio Ramos estaba solo, solo. Tocando la guitarra ahí, unas cuadras más arriba del parque. Entonces empecé a grabar y a grabar y la gente fue arrimando. En medio de ese desastre y verlo a él cantando esas canciones con esa letra tan bonita a mí me conmovía. Yo lo grabé unas quince canciones, pero él seguía tocando, parecía que no se cansaba… Yo siempre me fijaba en los instrumentos musicales y en la forma de cantar de las personas. A mí siempre me gustaba darle vida a las personas que cantaban eso. Me gustaba mostrar cómo se hacía música desde las comunidades. (Yatacue, E. Entrevista personal. 2023)

Esa capacidad de Edgar para conmoverse ante lo que estaba grabando permite reflexionar sobre el compromiso que se tenía con respecto al trabajo comunicativo, el cual no se limitó a responder los requerimientos del movimiento indígena. Eso también se observó en la realización de los tres documentales del Tejido citados puesto que, durante la realización de los mismos, los camarógrafos incluso pusieron en riesgo sus vidas al grabar imágenes en medio del cruce de balas. Por supuesto, no solamente quienes estuvieron detrás de las cámaras de video estuvieron en riesgo en ese momento. Todos los integrantes del Tejido enfrentamos amenazas que en algunos casos incluso provocó el exilio. Pero a pesar del riesgo permanente y de las adversas condiciones económicas y políticas que tuvimos al desarrollar nuestra labor, había un compromiso inquebrantable con el tipo de comunicación que estábamos haciendo. Ese compromiso fue más allá de los requerimientos en función de la búsqueda de información, había un verdadero interés por la vida de la gente y por el territorio.  Por eso las producciones comunicativas hechas por el Tejido reflejaron la preocupación por las acciones que agredían la vida en su conjunto. No solamente las acciones producto de la guerra o de las confrontaciones con los grupos armados legales e ilegales, sino todas aquellas que ponían en peligro la armonía profunda con la Madre Tierra.

A modo de conclusión

El Tejido de Comunicación de la ACIN construyó un arquetipo para la realización de audiovisuales desde el norte del Cauca. Esto fue producto de la filosofía comunicativa desarrollada por todas sus áreas de trabajo, que consistió en el acompañamiento comunitario con el firme propósito de defender el territorio. Esa defensa se hizo ante las agresiones cometidas por parte de los grupos armados, los proyectos con intereses económicos geoestratégicos y la legislación orientada a la implementación de leyes y normas contrarias a los intereses de los comuneros de la región. La comunicación ante esos escenarios no se planteó para entretener (como era el caso de las emisoras de radio comerciales o los canales de televisión nacionales) sino para informar y movilizar a la comunidad. El Tejido fue el puente para que las voces de quienes habitaban el norte del Cauca, aquellas voces tantas veces silenciadas y distorsionadas, se abrieran paso y le gritaran al mundo que existían y que merecían ser escuchadas.

Al igual que con el uso de la radio o de la internet, el video tuvo que aprenderse en la práctica. No había otra opción. Por eso las reflexiones sobre las particularidades narrativas y estéticas tuvieron que dejarse para después. Cada documental fue una escuela para aprender sobre teoría de la imagen y sobre los usos narrativos del montaje[30]. Por medio del ensayo y el error fuimos dándole forma a una manera particular de narrar que respondía (con aciertos y desaciertos) a aquello que la gente desde el norte del Cauca necesitaba expresar. Pertenecíamos al proceso y eso nos permitía contar las historias desde adentro. Todo lo contrario sucedió con documentalistas y periodistas que llegaron desde ámbitos externos en donde en sus producciones se hizo evidente la posición editorial del medio al cual pertenecían o la búsqueda estilística de los autores por encima de los requerimientos narrativos comunitarios.

El video fue una herramienta esencial para que la lucha del pueblo nasa fuera escuchada en otros territorios. Permitió que mujeres y hombres indígenas, conectados con los saberes de la tierra y defensores de la misma, acostumbrados a ver su imagen distorsionada y manipulada en el cine y la televisión, reconocieran que también tenían el derecho a contar su propia historia por medios audiovisuales.  Con la apropiación de las radios comunitarias se había aprendido a valorar la música hecha por artistas de la región y a reconocer la importancia de la elaboración de material informativo y educativo propio. Con el uso del video se empezó a tener conciencia de que la imagen podía ser testigo de la lucha y ser huella de la memoria.

El camino recorrido después de la realización de los tres documentales aquí citados ha estado lleno de desafíos. En primer lugar, el Tejido se enfocó en ser una escuela para la formación en comunicación[31] y eso redujo el tiempo disponible para la producción audiovisual[32]. Además, las contradicciones propias de las organizaciones no fueron ajenas a la ACIN y eso deterioró la relación existente con quienes acompañamos al Tejido desde su nacimiento, lo cual obligó a que la mayoría de integrantes diéramos un paso al costado. Pero quizás, hay que reconocerlo, el mayor desafío que hay en el momento es la superación de la folclorización y el escencialismo[33] de la lucha indígena que convierte a la resistencia comunitaria en un espectáculo para el consumo. Así lo señala Manuel Rozental:

Ahora hay comerciantes nasa y de otros pueblos indígenas que salen a mostrar folclorizados a los pueblos indígenas: los colorcitos, los collares, las pañoletas, los bastones, para vender una imagen como mercancía. Pero el cuestionamiento, el desafío, la lucha por la libertad, la defensa de la identidad y el ser siendo territorios con la Madre Tierra se está perdiendo. Hacemos documentales o hagamos lo que sea, si no es para exigirnos, para contar y denunciar lo que está pasando y para construir el mundo que hace falta siendo territorios no tiene sentido. El documental indígena es la Madre Tierra hablando o no tiene sentido. (Rozental, M. Entrevista personal, 2023)

La folclorización en la representación de los pueblos indígenas no es algo reciente. Tampoco la manipulación mediática para mostrar a estas comunidades como parte de un “espectáculo etnográfico”[34] al servicio del consumo. La enseñanza que deja la elaboración de los documentales “Pa´ poder que nos den tierra”, “Somos alzados en bastones de mando” y “País de los pueblos sin dueños” es que la realización audiovisual en pueblos indígenas debe originarse desde adentro, para que sean las propias comunidades quienes se narren a sí mismas. Esta narración debe procurar un arraigo con la gente, con la tierra, con el espíritu comunitario.  El Tejido de Comunicación lo hizo desde cada área de trabajo con la convicción de materializar el sueño colectivo del pueblo nasa y de servir como testigo de su lucha y su memoria.

Autor: Mauricio Acosta Rangel

Realizador audiovisual con estudios de pregrado en Diseño Gráfico y de maestría en Dirección de Cine y Televisión. Candidato a Doctor en Ciencias Humanas de la Universidad del Cauca, Colombia.

Nota del autor: Aunque este artículo se presenta a título personal, es el resultado de reflexiones colectivas hechas con integrantes del Tejido de Comunicación de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca entre los años 2005 y 2012 y más recientemente con compañeras y compañeros del colectivo Pueblos en Camino.

Referencias bibliográficas

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Almendra, Vilma. (2017). Entre la emancipación y la captura. Memorias y caminos desde la lucha nasa en Colombia. México. Pueblos en Camino, Grietas, Pensaré Cartoneras, En cortito que´s pa´largo.

Castellanos, Gonzalo. (2023). Cinematografía en Colombia. Tras las huellas de una industria. Colombia. Icono.

Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición. (2022). Hay futuro si hay verdad. Informe Final. Hallazgos y recomendaciones de la Comisión de la Verdad de Colombia. Colombia. Sistema Integral para la Paz.

Gumucio, Alfonso. (2014). El cine comunitario en América Latina y el Caribe. Colombia. Friedrich-Ebert-Stiftung FES.

Mondragón, Héctor. (2008). Cómo encadenaron a la madre tierra y a la gente. Una historia del norte del Cauca. Revista Semillas. Consultado el 30 de octubre de 2023. https://www.semillas.org.co/es/cmo-encadenaron-a-la-madre-tierra-y-a-la-gente-una-historia-del-norte-del-cauca

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Schiwy, Freya. (2009). Indianizing film. Decolonization, the Andes, and the Question of Technology. E.E.U.U. Rutgers University Press.

Tejido de Comunicación ACIN. (2005). Hacia una estrategia de comunicación para la resistencia, el fortalecimiento del plan de vida y la reparación integral. Proyecto. Junio de 2005.

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Tobing, Fatimah. (1996). The third eye. Race, cinema and ethnographic spectacle. E.E.U.U. Duke University Press.

Entrevistas

Almendra, Vilma. Ex integrante del Tejido de Comunicación ACIN. Activista y escritora nasa- misak. Entrevista virtual realizada el 29 de octubre de 2023.

Cuetia, Constanza. Ex integrante del Tejido de Comunicación ACIN. Luchadora social y comunicadora nasa. Entrevista presencial realizada el 14 de octubre de 2023.

Rozental, Manuel. Excoordinador del Tejido de Comunicación ACIN. Promotor del pensamiento crítico en diversos pueblos y procesos de América Latina. Entrevista virtual realizada el 30 de octubre de 2023.

Yatacue, Edgar. Ex integrante del Tejido de Comunicación ACIN. Realizador audiovisual indígena. Entrevista telefónica realizada el 3 de noviembre de 2023.

Pie de notas:


[1] Fragmento de un intertítulo del documental “País de los pueblos sin dueños” (2009).

[2] El proceso de “Liberación de la Madre Tierra” es un concepto que se refiere a la lucha de comunidades indígenas por obtener las tierras para liberarlas de los monocultivos y de las acumulaciones del gran capital. En el Cauca, la lucha inició en los años 70 y en ese entonces se llamó “Recuperación de Tierras”, lo cual permitió arrebatarles las fincas a grandes terratenientes para que pasen a ser de propiedad colectiva. Para comprender este proceso se recomienda el artículo “Cómo encadenaron a la madre tierra y a la gente. Una historia del norte del Cauca” (2008) de Héctor Mondragón.

[3] Esta historia fue narrada por los protagonistas del hecho durante la realización del documental “Pa´ poder que nos den tierra”, sin embargo, no fue utilizada en el corte final del documental.

[4] Al momento de creación del Tejido de Comunicación la ACIN estaba conformada por diecisiete cabildos indígenas.

[5] El Plan de Vida nasa es el sueño colectivo para vivir en armonía que construyó la comunidad nasa para orientar su propia organización. Desde ese planteamiento se pueden entender por ejemplo las estrategias para tener una educación propia o una economía comunitaria. En términos operativos puede entenderse como un Plan de Desarrollo, pero abarca además la cosmovisión propia, la espiritualidad y la relación con la naturaleza.

[6] Para profundizar en el tema de la creación, sentido y funcionamiento del Tejido de Comunicación desde su origen y años posteriores se recomienda la monografía “Encontrar la palabra perfecta: experiencia del Tejido de Comunicación del Pueblo Nasa en Colombia. Colombia: Universidad Autónoma de Occidente” de Vilma Almendra (2010)

[7] Los videoforos no fueron una invención del Tejido. Esta estrategia se utilizó desde muchos años atrás para generar consciencia sobre diversos temas y la realizaron algunas instancias de la organización indígena como el Movimiento Juvenil o la Cátedra Nasa – Unesco. El Tejido de Comunicación consolidó la estrategia de los videoforos como un momento necesario de los encuentros asamblearios.

[8] En Colombia por supuesto esta afirmación queda en entredicho puesto que los medios de comunicación pertenecen a emporios económicos con intereses empresariales, lo cual provoca que haya censura y autocensura en muchos periodistas que forman parte de estos medios.

[9] De hecho, en ese entonces, todos los integrantes del Tejido hacíamos nuestro trabajo de forma voluntaria o con un mínimo apoyo económico puesto que la ACIN no nos financiaba, era labor de cada Tejido buscar su propia financiación.

[10] La “cámara en mano “es una técnica audiovisual que hace referencia al movimiento irregular de la imagen producido por sostener precisamente la cámara con la mano y no con un trípode o un estabilizador. La “entrevista en caliente” es una técnica que se refiere al proceso de grabar testimonios mientras están sucediendo los hechos.

[11] La Casa de Paso de la ACIN es un lugar en donde se pueden quedar los comuneros que no tienen recursos económicos para permanecer transitoriamente en Santander de Quilichao. Generalmente es utilizada por personas que acaban de salir del hospital y/o por sus familias.

[12] Por ejemplo, la mezcla de sonido no se hizo de acuerdo a los estándares mínimos de emisión y transmisión, por eso en algunos momentos el documental sonaba solamente por un canal. Algunos errores fueron corregidos con el paso del tiempo, otros sin embargo no se pudieron solucionar debido a que los archivos de video originales se borraron.

[13] La “voz en off” en el ámbito audiovisual es una estrategia narrativa en donde no se observa, pero se escucha a un narrador que explica, reflexiona o contextualiza los hechos que se están presentando.

[14] Dentro del Tejido se proyectaban diversas estrategias para analizar el contexto. Por ejemplo, las salas de redacción -reacción, en donde se hacían análisis de temas coyunturales para desarrollar estrategias comunicativas. El documento “Hacia una estrategia de comunicación para la resistencia, el fortalecimiento del plan de vida y la reparación integral” elaborado durante la conformación del Tejido de Comunicación lo expresa de esta forma:

1.Definición de un tema o problema prioritario para el proceso y que requiera de una acción comunicativa (análisis de proyectos de ley que afecten el Plan de Vida, hechos relacionados con la seguridad y el conflicto armado, temas prioritarios como salud, educación, justicia, etc.) y convocatoria zonal.

2.En la Sala se desarrolla la presentación, debate, análisis y definición de acciones, responsabilidades y tiempos. El propósito es establecer una dinámica eficiente que avance de la socialización de un tema hasta la toma de decisiones y el diseño de actividades en un tiempo corto. El espacio es simultáneamente pedagógico, de intercambio, de planeación para la acción y de seguimiento a decisiones y acciones.

3.Implementación, seguimiento y evaluación. Incluye la elaboración de materiales y estrategias de comunicación y acción hacia adentro y hacia fuera y la evaluación del impacto de las mismas frente a los objetivos propuestos. El desarrollo de esta dinámica busca educar sobre temáticas y sus impactos, a la vez que generar conciencia y acción con participación amplia de las comunidades, los programas, los tejidos y las autoridades. En la medida de lo posible se buscan aportes de expertos sobre los diversos temas.

4.En promedio, se propone que las salas se lleven a cabo a intervalos semanales. Los diversos medios de comunicación se pondrán al servicio de desarrollar actividades en coordinación con los tejidos y programas a partir de los objetivos definidos en las salas.

[15] En esa etapa (2005 – 2010) el Tejido de Comunicación estuvo conformado por quince integrantes. En el área de radio: Emilio Basto, Ismael Jumbe, Nancy Guerrero, Dora Muñoz y Hugo Dagua. En el área de Nasanet: Vilma Almendra y Gustavo Ulcue. En Video: Edgar Yatacue, Harold Secue, Isadora Cruz y Mauricio Acosta. En la coordinación: Mauricio Dorado y Manuel Rozental. En apoyo logístico: Elvira Campo y Olmedo Quitumbo. Luego se integraron al equipo Constanza Cuetia, y Juan Manuel Camayo en apoyo al área de Nasanet y Yuranni Mena en el área de impresos.

[16] Así nos llamábamos a nosotros mismos quienes trabajábamos en el Tejido de Comunicación.

[17] También con diversos tipos de actividades como la venta de rifas o la realización de bingos.

[18] “En algunos casos las ejecuciones se planearon con un alto grado de sofisticación, y existían aparatos criminales para perpetrarlas, como en el caso de las ejecuciones extrajudiciales cometidas por la fuerza pública, bajo la modalidad de presentar a civiles como si fueran miembros de grupos armados ilegales muertos en combate. Estas se llevaron a cabo con un grado de organización que implicaba la planeación cuidadosa y una distribución de funciones en una estructura de mando. Los autores se sirvieron de la complicidad de paramilitares y algunos civiles y, para ocultar los crímenes, de la colaboración de algunos funcionarios del Estado (como de la Fiscalía, de la Justicia Penal Militar y de Medicina Legal). La JEP determinó que entre 2002 y 2008 se registraron por lo menos 6.402 víctimas de ejecuciones extrajudiciales en 31 departamentos del país, perpetradas bajo esta modalidad. A pesar de que existe un subregistro de épocas anteriores, según la JEP, ese periodo agrupa el 78 % del total de las ejecuciones extrajudiciales de las que hay registro en el periodo comprendido entre 1978 y 2016 (8.208 personas asesinadas en ese tipo de acciones.)” (Informe Final. Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición. Comisión de la Verdad, Tomo dos. 2022. P. 131.)

[19] Aunque todos los integrantes del Tejido participábamos en los “barridos” y en los análisis de contexto de las asambleas, quien lideró esta estrategia dentro del Tejido fue Manuel Rozental, miembro fundador y primer coordinador del Tejido. Manuel tuvo que exiliarse en el año 2005 por amenazas contra su vida, pero a su regreso recorrió los territorios para contribuir a la generación de consciencia colectiva al servicio de la movilización. Manuel fue quien además impulsó la crítica y la auto crítica dentro del Tejido para que el trabajo comunicativo no fuese condescendiente con las autoridades indígenas cuando éstas actuaban en contra del Plan de Vida Nasa.

[20] La agenda con la cual la comunidad salió a la movilización quedó expresada en los siguientes cinco puntos:

1.No aceptamos “Tratados de Libre Comercio” porque tienen el propósito de despojarnos de nuestros derechos, culturas, saberes y territorios.

2.Rechazamos y exigimos la derogatoria de las reformas constitucionales y legales que sirven a los intereses del modelo económico y a la codicia transnacional.

3.Denunciamos el terror y la guerra como estrategias de despojo que en Colombia se implementan a través del Plan Colombia y la política de Seguridad Democrática.

4.Exigimos el cumplimiento de normas, acuerdos y convenios que se ignoran de manera sistemática. Pero no exigimos solamente como indígenas. Todas las causas son nuestras.

5.Construyamos la Agenda de los Pueblos. Nos comprometemos a compartir y sentir el dolor de otros pueblos y procesos. Tejido de dolor que se haga camino para que esta institucionalidad ilegítima al servicio del capital transnacional sea reemplazada por un Gobierno Popular Sabio. (Revista Carpintero, Tejido de Comunicación ACIN, 2010)

[21] Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.

[22] Hay casos emblemáticos como el de Video de las Aldeias en Brasil, comunidades Sarayacu en Ecuador, Inuit en Canadá y diversidad de etnias en México y Guatemala, solo por mencionar unos ejemplos.

[23] Así explica Bill Nicholls esta modalidad de documental: “El modo expositivo hace hincapié en la impresión de objetividad y de juicio bien establecido. Esta modalidad apoya generosamente el impulso hacia la generalización, ya que el comentario en voice-over puede realizar extrapolaciones con toda facilidad a partir de los ejemplos concretos ofrecidos en la banda de imagen. De un modo similar permite una economía de análisis, así como establecer cuestiones de un modo sucinto y enfático, en parte a través de la eliminación de la referencia al proceso a través del que se produce, organiza y regula el conocimiento de modo que éste también esté sujeto a los procesos históricos e ideológicos de los que habla la película”. (Nicholls, B. 1997, p. 68-69)

[24] El relato coral es un tipo de narración en donde múltiples testimonios son los que llevan el hilo conductor de la narración.

[25] A pesar de eso, fue inevitable (por efectos narrativos) presentar algunos fragmentos de los discursos de líderes indígenas mientras se dirigían a la comunidad en una asamblea. Precisamente uno de esos momentos ayuda a ejemplificar el hecho de que los líderes pueden perder credibilidad al contradecir con sus acciones lo que han manifestado en palabras. Al final de “País de los pueblos sin dueños” se observa al líder indígena Feliciano Valencia diciendo: “…esta Minga no puede terminar en una coyuntura electoral. No señores. Esta Minga no es trampolín para candidatos que utilicen esta Minga y echar sus discursos para llegar a esos espacios. No señores. Que este esfuerzo no se prostituya en cosas pequeñas”.  Feliciano Valencia tiempo después se postuló al Senado de Colombia y fue elegido para el período 2018 – 2022”

[26] Para entender las diferencias del Tejido con la ACIN y las contradicciones que se dieron al interior del movimiento indígena se recomienda el libro “Entre la emancipación y la captura: Memorias y caminos desde la lucha Nasa en Colombia”. (2017) de Vilma Almendra.

[27] Al manifestar que se hacía “desde adentro” nos referimos al hecho de que el Tejido era parte de la movilización social sobre la cual se estaba haciendo el documental. Eso permitió retratar los hechos con paciencia, a diferencia de reportajes que se hicieron por parte de medios de comunicación externos y que tenían que responder a unos tiempos de producción establecidos.

[28] Destaca particularmente en este período las producciones audiovisuales hechas por Jorge Sanjinés y el grupo Ukamau en Bolivia. En Colombia tuvo especial relevancia el trabajo de Martha Rodríguez y Jorge Silva quienes en el Cauca hicieron entre los años 1974 y 1980 el documental “Nuestra voz de tierra, memoria y futuro”.

[29] La chiva, también conocida como «bus escalera» es un vehículo utilizado para el transporte de personas y mercancía en Colombia y otros países de América. Las FARC llenaron de explosivos uno de estos vehículos y lo hicieron detonar junto a la estación de policía de Toribío, lo que causó la muerte de 3 personas y la destrucción de 460 casas.

[30] Eso no significa que esas teorías eran desconocidas para los integrantes del Tejido. Lo que se señala aquí es que el ejercicio de realización en ese contexto representó un aprendizaje completamente novedoso.

[31] El Tejido realizó el proceso de formación denominado “Escuela de Comunicación. El camino de la palabra digna”. También acompañó diversos procesos de formación a lo largo y ancho del país.

[32] No obstante, sí se hicieron más producciones audiovisuales, entre las que se destaca por ejemplo “Y siguen llegando por el oro” (2013).

[33] La folclorización hace referencia al despojo de los elementos culturales y simbólicos de la producción artística y artesanal de una comunidad indígena para ponerla al servicio de la mercantilización consumista. El escencialismo, desde su concepción antropológica, se refiere a la interpretación que se hace de una comunidad encasillándola como homogénea y sin matices.

[34] Este concepto, acuñado por Fatimah Tobing Rony, se refiere a la banalización de las prácticas culturales de una comunidad por medio de documentales de tipo etnográfico.

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