Hugucha: Que ni siquiera en tu muerte puedan capturarte

Ya está de vuelta a lo que llaman Perú y a su Cusco natal, a su tierra de la que fue se milla y se hizo libertad. Literalmente, nunca pudo ser capturado ni en prisión, ni en cargos públicos, ni ante el general que lo condenaba a muerte por luchar por la tierra y a quien exigió matarlo personalmente y “no manchar con mi sangre a cholos e indios de mi pueblo”. Esta nota es para él y por eso se devuelve al espejo y a la conciencia. Tu ausencia es silencio reclamando dignidad, lucha y libertad con la tierra. Esa fue y es también tu presencia. Hugo Blanco: MADRE TIERRA O MUERTE.

I.

Le contaron que un niño de 12 años, estudiante de la escuela pública de La Convención, era un gran ajedrecista que quedó excluido de un campeonato nacional en el Perú por falta de dinero y de apoyo. Era noviembre de 2014, Hugucha cumplía 80 años buscando reunirse con sus compañeros y compañeras de los sindicatos campesinos con quienes hicieron la reforma agraria a partir de 1963. Los que quedaban vivos. De inmediato desafió al niño a una partida (que terminaron siendo tres en tablas). En el patio de la escuela, con la concurrencia de medios locales, Hugo Blanco jugando ajedrez con un niño campeón. Estratega: “si lo ven jugando conmigo, tal vez les llame la atención y lo apoyen para que participe en el campeonato”. Al terminar explicó: “es mucho mejor jugador que yo, pero levantaba la mirada del tablero y al verme, al reconocer que jugaba conmigo, se sentía inferior y cometía errores; por eso volví a jugar varias veces a ver si lograba derrotar su debilidad”. Se abrazaron y entonces Hugucha le recitó a Almafuerte:

Piu Avanti

No te des por vencido, ni aun vencido,
no te sientas esclavo, ni aun esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y arremete feroz, ya mal herido.
Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;
no la cobarde intrepidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.
Procede como Dios que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua y no la implora…
¡Que muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo, tu cabeza!

II.

Le contaron al Ché Guevara que Hugo Blanco había sido capturado y reaccionó ante la noticia en una entrevista diciendo: “Sí, ha caído Hugo Blanco, pero otros continuarán con su legado por el camino de la revolución”.

“El Ché asumió que ese era mi fin. Que con mi captura había terminado mi lucha. No pensó que apenas empezaba. No podía imaginar todo lo que seguiría”.

Mientras esto afirmaba el Ché, Hugo ya empezaba a reclutar-convenciéndoles libremente, uno tras otro los guardianes de distintos cuerpos de seguridad que le asignaron para vigilarlo en las distintas cárceles, cada vez más distantes de su tierra natal y de los territorios de la reforma agraria. “Como revolucionarios, asumíamos que era cuestión de tiempo para que nos metieran en prisión. La duda no era pues si nos meterían a la cárcel, sino cuándo.” … y fueron muchas veces y en muchas cárceles y en muchos países. De todas salió no sólo vivo, sino con más capacidades, experiencias y amistades. La isla prisión de El Frontón, además de organizarse con los compañeros, trabajar artesanías, organizar las visitas para compartirlas y que ninguno quedara solo, estudiar, escribir largas cartas a sus sobrinas favoritas educándolas políticamente y mandándoles cuenticos de amor, se dedicó con disciplina y rigor a “perfeccionar el quechua: la única lengua con la que en realidad puedo expresarme bien”. A Hugucha nunca pudieron capturarlo. Aprendió a liberarse siempre, aún en prisión, condenado a muerte, pasando hambre, empobrecido, tentado por cargos, promesas, recursos, exilado, golpeado, testigo presencial de horrores y derrotas. Nunca pudieron capturarlo. Siempre supo hacerse libre porque no podían quitarle su dignidad.

Sabía dormir en compañía de cucarachas y ratas, bajo las estrellas o la lluvia. Mientras organizaba sindicatos campesinos para el levantamiento por la tierra, dormía en los cementerios a la intemperie para llegar al otro día temprano a su destino. No tuvo precio y no podían comprarlo, pero también aprendió a no tenerle miedo ni a la muerte, ni a la pobreza, ni a los señalamientos, ni a las prisiones. Temía solamente no poder seguir luchando. Una noche en Celendín soñó que moría y sintió angustia porque entonces quedaría tanto pendiente.

Cantaba en los trenes y en los buses, burlándose de la época en la que como revolucionario rechazaba bailes y cantos ante la seriedad de la lucha. Con el tiempo, la única condición que ponía en cualquier lugar del mundo para un encuentro era que la música, el canto y el baile estuvieran presentes. Era el mismo en cualquier parte y en todo momento. Capaz de escuchar. Con sensibilidad y sagacidad únicas para descubrir luchas, creatividad, innovaciones en el camino de la liberación humana del sometimiento al capitalismo y a la codicia. Transitando de liberar la tierra a liberar LA TIERRA. Lo que resumía repitiendo: “no les enseñen Marxismo-Leninismo. Enséñenles a defender el agua”. Las ideas e ideologías sirven a la revolución y no al contrario. Ante la pregunta por una nueva tendencia marxista, sentado en un andén, escuchaba cuidadosamente y luego afirmaba: “Ni sé, ni me importa”. Más le costó dejar la religión católica luego de leerse la biblia tres veces: “La primera para inspirarme, la segunda para aprender más y la tercera para reconocer las mentiras y los engaños”, que dejar atrás el Trotskismo, del que sabía y aprendió como pocos. Sabía aprender a diferenciar entre fines y medios, lo que le impuso mirarse con dureza en el espejo de los dogmatismos, reincidir y volver a verse, hasta burlarse de su propio recorrido.

III.

Para Hugucha: “Las relaciones amorosas son profundamente políticas”. Cuando le pedían que hablara de sus relaciones familiares y de pareja, confesaba que esa historia era mucho más complicada y compleja que la de su lucha revolucionaria. Más complicada que cárceles, destierros, hambre, persecución, fracasos, derrotas, soledades, injusticias y masacres, movilizaciones, levantamientos, estudio, acciones, organización de la lucha. Pero advertía antes de comenzar a hacer un recuento que quien les hablaba era un viejo y por tanto, ya no el mismo joven que había vivido lo que contaba: “escucharán al Hugo Blanco que les habla hoy, con las ventajas de lo aprendido y seguramente no será el mismo que era entonces. Han dicho que soy machista y patriarcal y seguramente es cierto.”

Pocos como él se entusiasmaron tanto con el levantamiento zapatista que lo sorprendió como artesano en las calles de México y de nuevo, con la lucha Kurda y el liderazgo de las mujeres. A Gaia, artesana que lo reconoció y con quienes se cuidaron en reciprocidad y con amor, la defendió tanto como a la Lucha Indígena. Cada lucha que surja, cada levantamiento lo seguirá entusiasmando y haciendo feliz.

IV.

Yo sé por Hugucha que hubiera podido vivir esa vida o tantas otras. Que sus raíces en Cusco y quechua, en indio, cuando era una desgracia y vergüenza serlo, habrían germinado en cualquier parte. Lo sé. No nos lo contaron. Nos consta. Sé que vivió muchas vidas en una y que deberíamos ser, Nosotrxs lxs Indixs, para aprender a luchar por la libertad en todo lugar y en cualquier circunstancia. Que ello reclama enfrentar el miedo a perder y derrotarlo por no querer poseer nada, nada más que el afecto, la alegría, la mirada abierta y el compromiso. Lo mismo cuidaba a una pobre mujer rica abandonada por su familia, que a unos niños vendedores ambulantes de periódicos, que a defensores de territorios y ríos. Su coherencia y fortaleza lo hacían testarudo, grosero, insoportable. Repetía disfrutándolas las mismas memorias que uno escuchaba conociéndolas como si las narrara por vez primera cada vez. Amaba la naturaleza y la madre tierra como pocos.

Último.

Por todo esto y tanto más que no cabe pagó caro Hugucha. Soledad, empobrecimiento, rumores, mentiras y oportunismos de quienes buscaron aprovecharse de él. Por esto mismo, quienes lo quisieron y respetaron, nunca lo dejaron sólo a pesar de distancias y desacuerdos. Es allí y en la constelación del tiempo pleno de quienes no aceptan los almanaques, donde vive este maestro. Acá, unos días después de escucharlo por última vez, alegre en la cama del hospital, rodeado de quienes tanto lo quieren, entiendo que supo ser para la vida y por la libertad en rebeldía y para eso le sirvió su tiempo y su contexto. Acá queda, más allá de discursos y anécdotas, como referente y exigencia en este silencio a gritos con el que concluyo. Para reconocer a Hugucha hay que callar y caminar con amor por la vida y entrega hasta liberarnos con ella.

Por eso y siendo así, tomó la decisión de hacer su última huelga de hambre. La vida que tuvo por un tiempo, le permitió cumplir y reconocer sin temor, con alegría, que era hora de dejarla. Más acá de tanta palabra, ¿podemos luchar por la vida y hacernos semilla sin precio ni vanidad?

Manuel Eduardo Rozental Klinger, julio de 2023

También pueden escuchar el homenaje a Hugo Blanco Galdós a días de su muerte y con una edición especial y compartida de su libro “Nosotrxs lxs indixs”, acá: http://despuesdeladeriva.com.ar/programas/programa-288-como-avanzar-hacia-una-articulacion-regional/

Escuchar: https://www.relatosderesistencia.com/node/125

Ver mensaje para la despedida de Hugucha: https://www.facebook.com/100054335305443/videos/829028688587770

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