¿LA TRAMPA…?

He titulado esta columna: ¿La Trampa …? Con signo de interrogación, no porque me pregunte si lo es o no, sino porque quiero preguntárselo a ustedes. Preguntarlo como un mensaje en una botella al mar. Quisiera que fuera un caleidoscopio de lo que han dicho otras y otros, cuya palabra asumo. Es mi lugar y mi postura.

Empiezo con esto:

  1. “El estado nación puede ser definido esencialmente como la identificación de la sociedad con el estado y la del estado con la sociedad; lo que es la definición del fascismo” . Dice Abdullah Öcalan, el líder kurdo que lleva 25 años en la isla prisión de Imrali y años ya sin ninguna comunicación, ni siquiera con sus abogados. Lo que demuestra el miedo que le tienen a lo que propone. Pero esta frase ya define la trampa. El estado es la sociedad y la sociedad es el estado. Esa es la definición del fascismo: pensamiento único. Y luego dice:
    “No sólo vivimos una sociedad una sociedad más problemática, sino también vivimos en una sociedad que no da nada a sus individuos. Las sociedades en la que vivimos no sólo tienen perdidos sus tejidos éticos y políticos, sino también están en peligro, aún sus propias existencias. No viven problemas sino el peligro del exterminio. Si los problemas continuamente crecen y causan la cancerización, a pesar de toda la potencia científica, entonces significa que el exterminio de las sociedades no sólo es una suposición sino también un peligro real. Y el argumento de que el poder del estado-nación protege a la sociedad crea la ilusión mayor y hace más real el peligro paso a paso. La sociedad no sólo se enfrenta a problemas, enfrenta su propio exterminio.”

Me parece que ahí hay una trampa expuesta.

  1. Luego quisiera referirme al hecho de que las reformas, económicas, políticas, legales, etcétera, que se quieren hacer a partir de lo político-electoral suceden bajo una trampa, y la trampa es la reducción del ámbito de lo político a lo político-estatal, es decir a lo político-electoral. Si ese es el único ámbito para la transformación, entonces David Graeber tenía razón cuando dijo (parafraseándolo) con toda claridad en la introducción a uno de sus libros que
    Cuando el neoliberalismo lanzó un ataque violento para imponerse contra los estados, el ataque lo lanzaron quienes son dueños, han diseñado y se han servido del estado. Los beneficiarios del estado, las élites, el capital transnacional, el capital en general y el patriarcado, dueños de la burocracia estatal y del estado y su sentido, de pronto lo atacan con argumentos pueriles como el de la ineficiencia y la ineficacia, proclamando la necesidad de transferir -privatizando- las decisiones al sector más eficiente: el sector privado. Con ese argumento hacen dos cosas, pero la que quiero señalar, la fundamental, es que generan una trampa. La otra es que privatizan y siguen robando y siguen siendo el estado. Pero la trampa consiste en que atraen a los sectores de izquierda y en particular a los partidos políticos y con ellos, sindicatos, organizaciones y pueblos, hacia la burocratización y la toma del poder del estado. Toma del poder del estado que parecía ya haberse superado ante el fracaso de las insurrecciones armadas por el propósito de convertirse y de ser estado donde quiera que estuvieran. El afán de la conquista del poder. Entonces, ahora, con esta trampa, el neoliberalismo consigue que lo público sea lo estatal.

Que lo público sea lo estatal es una trampa.

  1. Hablando de la trampa decía que David Graeber señaló cómo el neoliberalismo a través de su ataque al estado atrajo a las izquierdas hacia procesos político-electorales que los convirtieron en burócratas y administradores del estado por confundir lo estatal con lo público. Argumento que venía debilitándose por el debilitamiento de los estados mismos.

Este contexto que estamos viviendo hoy en día, el de la “nueva ola rosada”, está poniendo en evidencia la trampa. No sólo porque los levantamientos populares que utilizaron como pretexto el incremento del costo del transporte público, del costo de la gasolina por imposición del Fondo Monetario Internacional, las reformas tributarias, golpes de estado, etc… No sólo porque convirtieron las luchas populares en luchas por ganar unas elecciones, sino, sobre todo, porque lo evidente se encubrió y sólo se hace visible ahora en el contexto de una catástrofe:
Cuando se entra a gobernar a nombre de la izquierda progresista un estado capitalista neoliberal o liberal, patriarcal-colonial, se entra a administrar ese estado. Es decir, las reglas del juego, las leyes, la constitución, la estructura, la dinámica, la cultura del estado, existen para defender la propiedad privada y la acumulación. Esa es su razón de ser.
Cuando el presidente Gustavo Petro recién electo, anuncia que va a “desarrollar el capitalismo” , aunque no le guste, lo que está anunciando es que no tiene más remedio que someterse a la trampa. Y entonces, tendrían que esperar a derogar todas las leyes y normas del orden establecido para poder hacer cualquier transformación. Las reformas que presentan, cuando las presentan, como en el caso de Gustavo Petro, para transformar un país, o, por lo menos, reformarlo iniciando con asuntos profundos como salud, educación, tierras, etc., tienen que esperar a que estas sean aprobadas por la misma maquinaria que no las aprobará, para poder gobernar sobre algo distinto a la burocracia del orden del despojo y del abuso.
Entonces, terminan siendo administradores del despojo y del abuso.
Ahora, desde el balcón, el presidente Petro llama al pueblo para gobernar con el pueblo, pero instala a un ministro del interior liberal, expulsa de su gabinete a la ministra de salud que se plantó firme contra la mercantilización de la salud que mata gente y un largo etcétera. Boric militarizó el Wallmapu como no lo habían hecho otros y les promete seguridad a las élites que a nombre de la seguridad pusieron a Pinochet en el poder y así muchos otros ejemplos.

Es decir, son burócratas. Todos los gobiernos progresistas en los últimos 30 años no han hecho nada distinto a administrar el estado como si fuera lo público y los pueblos hemos perdido la posibilidad de construir desde nuestras propias agendas.

  1. ¿Culpamos a los candidatos, a los gobernantes a los presidentes que prometieron sólo para llegar y no poder cumplir? Sólo en parte. Porque la trampa nos involucra a todas y todos. No tenemos capacidad, ni visión, ni compromiso colectivamente para construir agendas autónomas por fuera de las maquinarias de las élites. Queremos el poder. Mientras queramos el poder, queremos el estado, y si queremos al estado caemos en la trampa. La pregunta es: ¿Cómo salir de allí? Construyendo autonomías, tejidos de autonomías entre pueblos y procesos.
  2. Debo terminar diciendo que recuerdo un texto que Hannah Arendt le dedicó a Martín Heidegger y que se llama “Las gentes dicen que Heidegger es un zorro” . Comparto sólo una parte para terminar:
    “Pero él resolvió volverse astuto a su manera y aparejar como trampa para todos la trampa que se había hecho para sí y a la que sólo él mismo se acomodaba. Esto atestiguaba de nuevo gran ignorancia acerca de la trampería, en realidad nadie podía caer en su trampa porque él mismo la ocupaba. Lo cual no dejó de enojarle pues es cosa sabida desde luego que aún con toda su astucia todos los zorros caen ocasionalmente en trampas. ¿Por qué no habrían de competir una trampa de zorro y una construida por el más experto en trampas de todos los zorros con las trampas de los zorros y cazadores? Obviamente porque esa trampa no se daba a conocer como tal con la suficiente claridad. Así que a nuestro zorro se le ocurrió decorar con la máxima belleza su trampa y fijar en ella por todos lados señales inequívocas que decían a las claras “Vengan, vengan todos, que aquí hay una trampa, que es la trampa más bella del mundo.”

Un abrazo

Emmanuel Rozental-Klinger
Pueblos en Camino
Acá podrá escuchar el programa completo: Relatos de Resistencia
En La Tribu, Buenos Aires, mayo 9 de 2023.

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