«A la hora del Té», es la revolución fascista del capital
A partir de mostrar la relación entre los Tea Party (Partido del Té) de los EEUU, los Chicotazos y Ruralistas del Uruguay, en este texto sencillo y didáctico, Martín Delgado señala una recurrente dinámica histórica que fomenta movimientos fascistas abiertos, a partir de crisis generadas por el propio capitalismo. No es un texto sobre el Uruguay o EEUU, sino desde allí y sobre todos nuestros contextos actuales. En este caso, los tratados de «Libre Comercio», los vaivenes de mercados globales como consecuencia de grandes intereses y del poder económico que detentan y que determina el acceso o rechazo de productos y así, el progreso de la acumulación o la parálisis, estancamiento y catástrofe de diversos sectores, particularmente del agro en países y regiones productoras para las dinámicas del capital que controla globalmente el mercado del agro. La ruina del agro es rechazada por sectores blancos, conservadores que culpan a los gobiernos por su inversión social, que denominan gasto o desperdicio, culpan a sindicatos, izquierdas, pequeños productores, migrantes y población empobrecida y, en lugar de movilizarse contra el capitalismo que los arruina, se organizan para tomar el poder y reclamar orden. Un orden autoritario, machista, racista cuyo desprecio por los no-blancos, las mujeres, los «maricas», los «indios», los «negros», «extranjeros», etc. articulado al desmonte de todo tipo de política social, con un discurso revolucionario-moralista, los lleva a señalar como enemigos e izquierdistas a gobiernos liberales y neoliberales de derecha y facilitan la apertura del espectro político hacia un capitalismo fascista intolerante y radical, machista y reaccionario. El surgimiento de estos movimientos que una y otra vez rechazan acertadamente políticas del capital que causan su crisis, han hecho que analistas, dirigentes, partidos de izquierda, reiteradamente busquen articularse con los mismos y aún más, apoyarlos y hacer alianzas que los ayudan a fortalecer su poder. No fue este solamente el caso de Hitler y Mussolini, también lo ha sido, como lo señala Martín el de Chicotazo y otros dirigente de izquierda en el Uruguay y el de quienes señalaron a Trump y su triunfo en las elecciones como la victoria de un «movimiento anti-establecimiento» en EEUU. Justamente eso, la exigencia de un establecimiento fortalecido, sin concesiones ni restricciones es y era la revolución que proclamaban y promueven estos fascistas asumiéndose como víctimas no del capitalismo, al que defienden, sino de las impurezas introducidas por liberales y «demócratas» del sistema. Reconocer esta dinámica que amenaza y captura, captura y amenaza es indispensable para no seguir cayendo, como es el caso ahora mismo en el mundo entero, en procesos revolucionarios que promueven la toma del poder para poner orden haciendo alianzas que lejos de ser anti-capitalistas, buscan fortalecerlo «tácticamente» en nombre de levantarse por algo compartido: los efectos de una crisis generada por el capitalismo.
Estas alianzas le sirven al fascismo, nutriendo su carácter popular y populista y embarcan en la ceguera de la grandeza nacional y el chauvinismo de la superioridad a las izquierdas cuyo destino es el afán de poder a toda costa y a costa de todo. Triste constatar que esto que señala Martín, tan evidente y fácil de reconocer, a la hora del té, que es la hora actual, convoca a los pueblos, a sumarse y apoyar a sus verdugos y a restaurar el capitalismo a través del horror y la guerra en el momento mismo en que se hunde y nos hunde en su propia crisis. ¿Dónde Estamos? Análisis de Contexto. Pueblos en Camino
TRIBUNA ABIERTA/OPINIÓN
Sobre los Tea Party, los Chicotazos y otras Yerbas
Similitudes entre los «autoconvocados» del campo, los ruralistas de Chicotazo y los estadounidenses del Tea Party
El Tea Party (Partido del Té, por la acción de arrojar el té al mar en la revolución de independencia norteamericana) surgió como movimiento en el medio oeste norteamericano. Surge de los productores cerealeros, avícolas y lácteos afectados por las variables de precios y los acuerdos de libre comercio de Estados Unidos con otros países. Hay que aclarar que estos productores son todos caucásicos y pertenecientes a diversas iglesias evangélicas. Es así que dichos productores asocian los acuerdos económicos de la Globalización con la llegada de inmigrantes latinos, las políticas multiculturales, la legalización del aborto y el empoderamiento de las mujeres. Ellos no consideran las luchas históricas del movimiento feminista, del movimiento LGBT, del movimiento afro y del movimiento indígena ni las circunstancias que obligan a miles de personas latinas a migrar a los Estados Unidos. De esta manera llegan a la conclusión de que la decadencia del agro se debe a que ahora hay “gente de color” y “maricas” por todos lados.
Otra de las fuertes consignas del Tea Party ha sido en contra de los impuestos y las regulaciones ambientales a los productores agro-pecuarios. El Tea Party es uno de los movimiento pioneros del “No Tax” (anti-impuestos), movida internacional que se da en Europa, América Latina y en algunos países de Medio Oriente y el Lejano Oriente. Es así que un movimiento de protesta en contra de las políticas de relocalización de la industria y de la liberalización de importaciones termina siendo un movimiento anti-impuesto y anti-gasto público. Y por supuesto en contra de cualquier política publica multicultural y hacía sectores LGBT. Estos productores cerealeros caucásicos y evangélicos terminaron apoyando la candidatura de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos.
En los años 50 del siglo XX, en el Uruguay surgió con fuerza el movimiento ruralista. El “ruralismo” era la expresión de un sector del agro que había sido afectado por el fin del ciclo de auge económico del Uruguay por las guerras. En 1953 había terminado la Guerra de Corea y se empezaba a recuperar Europa después de la destrucción de la Segunda Guerra Mundial por lo cual los países centrales dejan de importar carne y cereales del Uruguay, produciendo una crisis de mercado en el país. Es así que comienza una movilización de los productores rurales en contra de la ineficiente captación de nuevos mercados del Uruguay, de los impuestos, de la desigualdad entre el campo y la ciudad, de la corrupción generada por el batllismo y en contra del sindicalismo (que estaba gestando su unidad además de que empezaba a expandirse al interior del país).
La fuerte desigualdad entre algunas zonas rurales y Montevideo generado por el neobatllismo fue el caballito de batalla por excelencia del ruralismo. Sin embargo este movimiento estaba más enfocado a cambiar el gasto estatal que en solucionar la desigualdad en el país. La realidad es que al sindicalismo lo veía como una gran amenaza y en sus discursos ocultaban la gran explotación que vivían los trabajadores y trabajadoras rurales además de las condiciones laborales totalmente precarizadas en que vivían. El ruralismo se alió con el herrerismo y es así que lograron derrocar al batllismo, por lo cual en 1959 llega al gobierno la UBD (alianza entre el ruralismo y el Partido Nacional).
La UBD no solo no soluciono la desigualdad campo-ciudad sino que la profundizó: no distribuyó la tierra, impuso un paquete de ajustes al gasto estatal y comenzó con los apaleamientos y detenciones a sindicalistas e izquierdistas. Proceso de violencia que desembocaría en el Golpe de Estado de 1973. La figura clave del ruralismo fue “Chicotazo”, un izquierdista montevideano devenido en productor rural y sumamente conservador. “Chicotazo” tenia una forma de hablar muy parecida a la del “Pepe” Mujica, y tenia mucha llegada tanto en la oligarquía como en el paisanaje. También es sabido que “Chicotazo” tenía diálogos con asesores norteamericanos y que firmo las primeras cartas intención del FMI. Otro personaje formado en el ruralismo pero que después hizo carrera en el Partido Colorado, fue Juan María Bordaberry.
Tanto el Tea Party como el ruralismo comienzan como movimientos de productores rurales pero que al poco tiempo se alían con partido políticos tradicionales de derecha (Partido Republicano, Partido Nacional) para llevar a la presidencia un candidato que responda a sus intereses. También han sido movimientos que se han codeado, han permitido y/o abalado el accionar de grupos ultra-derechistas y fascistas. Tanto en la campaña de Donald Trump como hoy en día, la presencia de los “supremacistas raciales” (KuKuxKlan, neo-nazis, skinheads, milicianos derechistas, etc.) ha sido constante así como también el accionar violento de estos. Bajo el gobierno de la UBD empezaron a surgir las primeras bandas de “fachos” con una retorica marcadamente anti-comunista y anti-democrática como el LOAS (Liga Oriental Anti-Semitha), el FEDAN (Federación Estudiantil de Acción Nacionalista) y el MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario), entre otros que llevarían posteriormente a la conformación de la organización paramilitar Escuadrón de la Muerte.
El movimiento de los “autoconvocados del campo” surge de los productores medianos afectados por los vaivenes del Mercado Internacional así como una política impositiva más enfocada a ellos que hacía el capital extranjero. Es así que los “autoconvocados” son parte del movimiento internacional anti-tax. Sin embargo sus planteos no son el quitar la carga impositiva a los productores medianos para llevarla a las empresas internacionales. Sino que sus planteos pasan por reducir todo gasto social. Es por eso que se han escuchado discursos en contra de los “pichis”, de las políticas para personas trans e incluso de las pensiones para expresos políticos o “los tira bombas de los 60” como los han denominado. También es curioso que algunos miembros tengan un discurso anti-inmigración cuando la gran mayoría de los productores movilizados son descendientes de colonos europeos venidos hace 150 años y beneficiarios de lo sucesivos repartos de tierras indígenas, mientras que los descendientes de indígenas son en su mayoría los peones que trabajan para ellos. Un hijo de extranjeros le dice a un extranjero que no puede venir a este país.
Todo parece indicar que los “autoconvocados” son una versión siglo XXI del ruralismo de “Chicotazo”, no es de extrañar que vuelvan a aparecer los Bordaberry en esta movida. O también podría caracterizarse como un Tea Party uruguayo. ¿La gran pregunta es si este movimiento desembocara en la colocación de un presidente que vele por sus intereses? ¿O si la aparición de este movimiento incentivara la aparición de movimientos fascistas violentos? Preguntas que la izquierda se tiene que hacer para saber como pararse de ahora en adelante. También por que cuando se habla del “campo” se habla de los productores afectados por las vaivenes del Mercado Internacional pero no de los asalariados rurales, los productores familiares o los descendientes de indígenas, entre otros colectivos. ¿Por qué solo se habla cuando son caucásicos con tierras y maquinaria? En estos momentos es sumamente importante saber quienes son los subalternos y quienes los dominantes en todos los espacios.
Martín Delgado Cultelli
Lunes 29 de enero | 23:14
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