Aparicio Quitumbo…la autoridad y la tierra

PIEDRAS
No es que las piedras sean mudas:
Sólo guardan silencio

Humberto Ak´abal

Estuvo sólo los últimos días rodeado e invadido por equipos y tubos que prolongaron su muerte en una desolación aterradora, aislado, querido por su pueblo, sus colegas profesores y profesoras, sus alumnos de ahora y de décadas, su familia, la comunidad toda, su pueblo, su tierra, la Uma Kiwe de su entrega, su resguardo y su coherencia con el mundo de un Nasa dedicado a custodiar, sembrar y germinar semillas. Aparicio Quitumbo, señor rector, indígena Nasa, señor de la tierra, padre, maestro y hermano de tantas y de tantos a quienes dedicó su vida. Se entiende y se sabe que el pueblo Nasa, que los pueblos de hijas e hijos de Uma Kiwe, de la Madre Tierra, lo son cuando colectivamente tienen una palabra que reconoce desde el saber ancestral y en coherencia con este, el contexto que se vive, los cambios, las demandas y la dignidad que orienta y reclama el horizonte y da rumbo a la lucha. Porque hay que luchar sin descanso, siempre, hasta hacernos libres y esa palabra que nombra el camino es el rumbo de la libertad. Señor rector, usted siempre fue maestro entre maestros y en comunidad, la comunidad del educar para la vida tejía tejiendo palabra al hacer camino, a la tierra, a la lucha, a las Mingas. Sembrar alimentos, salir al trabajo colectivo, defender el territorio, recuperar lo que enterraron y entierran en el olvido. Nombrar lo que se hace para que no se pudra en el aire vacío y hacer lo nombrado para que la ceguera del activismo no nos pierda. Pero todo esto, maestro Quitumbo, en lo que usted supo hacer mejor que nadie. Fue… ¡NO!: ES usted ahora también bajo el abrazo de la tierra que espera su siembra; ES usted autoridad como pocas y pocos, seguramente sólo como usted mismo, ejemplo y orientador. Lo es porque su mayor cualidad ha sido escuchar, generar esa palabra para la acción siempre en el espíritu de todas y todos. Aparicio Quitumbo, su vida, su carácter, su manera de escuchar atento, de tejer propuestas y miradas en silencio a su enorme experiencia con humildad, lo hicieron esencial al espíritu colectivo, al mandato del territorio y los ancestros siempre en ese transcurrir del aquí y el ahora que solamente un sabio de su pueblo podía aportar.

Lo arrancó el virus de su casa, el sucio, ese mal que nos sume en la pandemia asesina y que usted entendió. Porque el sucio, éste sucio, es otro resultado del proyecto de muerte que la insaciable codicia provoca al destruir la armonía y el equilibrio, al distanciarnos destruyendo la tierra en el afán de acumular matando para ganar más en menos manos. Sucio que surge por el afán de alejarnos aún más del tejido de territorios que es la vida a la que nos debemos. Tejernos a la vida, su labor como maestro que lo hizo autoridad, rector, maestro. Sirvió desde algo que gracias a su labor de tejedor y maestro ha sido mucho más que una institución, más que un Bachillerato Técnico Agrícola de Jambaló. Gracias a usted, que es entregándose a lo colectivo, a sus silencios tejedores de palabras, gracias, muchas y eternas gracias a su vida desde el Nasa Üs (Corazón Nasa) desde saber-saber y enseñar y cuidar, la autoridad surge del respeto, no del poder, ni del cargo, ni de la fuerza. Acá lo vimos pensando en el futuro. Siendo el orientador, escuchó horas, atento, silencioso, creyendo en la propuesta de sus compañeras y compañeros para proyectar la educación ante los desafíos de estos tiempos de despojo donde domesticar, someter y mentir son la ley de educar desde el estado. Tejían la grieta y abrían-abriendo camino y usted, aportaba escuchando con una entrega tal que cada palabra y voz debían llenar el sentido y la expectativa de su presencia.

Señor profesor, maestro, compañero, rector, Aparicio Quitumbo. Nos imaginamos la soledad de su sufrimiento, el horror de la desolación en un lugar ajeno, lejos de su tierra, el terror que causa esta enfermedad que expresa matando lo que anda mal en este mundo enfermo de codicia y terror y no podemos dejar de sentir desesperación y tristeza. No merecía usted morir así. Queremos haberle acompañado en un huerto de nuestra escuela del aula grande el territorio y sembrarlo como usted sembró y que germine, que sepa usted que germinamos tantas y tantos, alimento y vida, acá estamos y seguimos, porque usted supo con su entrega ser Nasa, colectivo, humildad y fortaleza, educador y tierra, pueblo y silencio-camino. Su siembra no nos dará paz. Solamente lo hará que su ejemplo, su autoridad y el camino de retorno a casa, siempre el retorno y el cuidado de la casa, nos haga defendernos en comunidad y salir de la opresión y del equivocado mundo de un mal-pensar para ganar que nos hace tanto daño. Queremos ahora más que nunca aprender con usted, de usted, entre nosotras y nosotros, a ser con y de la tierra y a aprender para liberarnos con ella. Don Aparicio Quitumbo, señor rector, cómo nos duele su ausencia física y cuánta falta irreparable nos hace. Encontramos consuelo para este inmenso dolor únicamente haciendo que el rumbo de su entrega y compromiso nos oriente y se multiplique aún más desde nosotras y nosotros. Que su espíritu no nos abandone y que no abandonemos nunca este amor enorme por la vida que tiene su nombre y su persona. Gracias, Don Aparicio por su vida.

Pueblos en Camino. Así Sí. Planes y proyectos de vida
Julio 31 de 2021
Norte del Cauca

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