Ella apoyaba el paro. Ellos violan y matan a sus propias hijas
Hoy, 14 de mayo de 2021, la Comisión de Garantías y Derechos Humanos de la Coordinación Departamental del Paro en el Departamento del Cauca presenta un informe contundente, aterrador e incuestionable sobre los hechos atroces y criminales cometidos por agentes del ESMAD/Policía Nacional en la ciudad de Popayán. Se basa en testimonios directos, denuncias y publicaciones en redes sociales de defensores y defensoras de derechos humanos y de las propias víctimas. Poner en duda o cuestionar la contundencia de estas denuncias es sencilla y llanamente un crimen.
Ya se sabe, pero hay que gritarlo. Una de 4 jóvenes que iba a refugiarse en casa de un amigo, sin haber participado de masivas movilizaciones pacíficas y luego de que estas terminaron, junto con su otra compañera y los otros dos muchachos, todxs menores de edad, se esconde detrás de un muro para refugiarse y graba un ataque descomunal de la Policía contra ellas y ellos: ¡4 menores de edad; dos muchachos y dos muchachas!
Detrás del muro la agreden varios policías, le bajan el pantalón y la manosean abusándola sexualmente y agrediéndola verbalmente. Al descubrir que es menor de edad y seguramente porque se dieron cuenta que es hija de un policía, que los grabó, que está con el paro, como ella misma lo escribe y lo envía a sus contactos, la llevan a la Unidad de Respuesta Inmediata de la Fiscalía. Posteriormente se la entregan a su abuela, pero, como lo señala el informe, no se sabe lo que allí le hicieron.
La otra joven es víctima de agresiones similares junto con un defensor de derechos humanos al que se abraza para protegerse. Los jóvenes son brutalmente golpeados y verbalmente agredidos con el propósito directo de generar terror.
Un operativo masivo contra cuatro menores de edad solos, en horas de la noche y a pesar de que no habían participado siquiera en las protestas pacíficas. Difícil encontrar un acto de cobardía y abuso más claro y atroz. Pero los hay y muchos.
A la mañana siguiente la joven agredida detrás del muro muere. Aparentemente y pendientes de lo que informe Medicina Legal, se suicidó. Si esto se confirma, se quitó la vida unas pocas horas después de que la Policía que debe protegerla implementó con éxito un operativo en contra de su dignidad, sus derechos fundamentales, su integridad y su vida, lo mismo que los de su compañera y dos compañeros.
Un comandante de la Policía Nacional, impecablemente uniformado, respaldado por banderas institucionales, actuando un guion evidentemente ensayado, graba un mensaje de video para desmentir el informe de derechos humanos sobre la víctima fatal de esta agresión, a la que con descaro señala que entregaron “en perfectas condiciones”. Presenta la “evidencia” que rechaza aseveraciones de este informe. Dice que
1. Los hechos no sucedieron en instalaciones de la policía.
2. Que la joven fue trasladada a la URI
3. Que no murió esa noche sino al otro día
En otras palabras y de manera pública REITERA ABSOLUTAMENTE TODA LA DENUNCIA PRESENTADA POR LA VÍCTIMA Y POR LA COMISIÓN DE GARANTÍAS Y DERECHOS HUMANOS. Si señor:
1. Los hechos no sucedieron en instalaciones de la policía, porque cobardes de uniforme entrenados y bajo sus ordenes la agredieron de noche detrás de un muro.
2. Sí la trasladaron luego de bajarle los pantalones y agredirla sexualmente y maltratarla cobardemente a las instalaciones de la URI. La tenían que haber dejado en libertad. No debían haberla agredido ¿Porqué y para qué la llevaron a la URI comandante? ¿Para intimidarla y entregarla en perfectas condiciones? Esto confirma y reitera la denuncia, porque los hombres bajo sus ordenes abusaron de ella. Seguramente también porque se dieron cuenta de que era una menor de edad e hija de un policía.
3. No murió esa noche en la URI. De allí salió violada y asustada, pero “en perfectas condiciones”, seguramente porque así se lo ordenaron al entregarla. Nadie dijo que este fuera el caso. Murió al día siguiente y no hay manera de no concluir por sus propias palabras y por lo que le hicieron sus hombres que murió, como consecuencia de la cobardía de los hombres que cumplieron sus ordenes.
El comandante no rechaza de manera contundente lo que dice el informe ni los testimonios: lo ratifica a nombre de negarlo.
Hechos:
1. Luego de una protesta masiva y pacífica se ordena un operativo con tanquetas, armas, gases y muchos hombres. Un operativo desproporcionado, contra 4 adolescentes que iban a casa y no participaron en la movilización.
2. Los policías actuaron de la misma manera contra las mujeres y los muchachos de forma simultánea tanto allí, como en los cientos de casos reportados y documentados en todo el país durante el paro y desde hace décadas.
3. Se utilizaron de manera criminal e ilegal equipos y armas contra la población civil que ejercía el derecho legítimo a la protesta pacífica por policías que obedecían ordenes y ejecutaban allí y en todas partes operativos reiterados recurrentes y que siguen un patrón evidente.
4. Hay todos los motivos y evidencias para señalar que estos hombres del ESMAD/Policía, no actúan de manera espontánea ni improvisan creativamente cobardía, brutalidad y terror. El carácter sistemático es evidente. Es gente entrenada para el abuso y la cobardía y lo hace obedeciendo ordenes.
5. Quienes ejecutan los operativos, las agresiones, las violaciones, los ataques, los registran. Evidentemente estos registros no se hacen para documentar su respeto a los derechos humanos ni para negar el uso desproporcionado de la fuerza que allí queda recogido. Necesariamente lo hacen para reportar con evidencias su trabajo y el cumplimiento de las ordenes que les dieron y para fines de evaluar y corregir errores, es decir, para que la cobardía, el maltrato, el abuso se sistematicen, profundicen y repliquen a partir de acciones ejecutadas y desde las mismas. Ejecutan operativos de abuso cobardes, los registran y aprenden de estos para replicarlos con mayor efecto de daño, terror y propaganda.
6. Nada de lo anterior puede hacerse sin un componente de negación y encubrimiento también sistemático. El comandante obedece ordenes y da las ordenes que le han dado y luego de que las ejecutan procede a negar los hechos y evidencias según le ordenaron hacerlo y para lo que ha sido entrenado. El video de rechazo de este caso en Popayán es igual a los demás videos de los demás comandantes en el resto del país y frente a los demás actos de cobardía y atrocidades. La escenificación planificada y la propaganda mentirosa, pulcra tienen su mayor expresión en el discurso y en los gestos de mandos que enumeran argumentos y mentiras con firmeza y tranquilidad.
7. Mandos militares, funcionarios públicos de alto nivel, el presidente, los ministros y el innombrable Matarife con sus respaldos transnacionales civiles, militares y de medios de propaganda y poder económico ordenan, diseñan estos guiones, entrenan, arman, financian y encubren estos aparatos de terror que son iguales o peores de un país a otro. Con la misma ropa, los mismos gestos, la escenificación, luces, apoyos y respaldos, salen a hablar desde una puesta en escena de países, ordenes sociales, estados de derecho, respeto a derechos humanos, protección de la ciudadanía y señalamiento de “vándalos”. En el mejor de los casos y ante tanta evidencia prometen y ejecutan acciones disciplinarias y hasta el retiro de la fuerza a quienes detrás de un muro obedecieron las ordenes y registraron el cumplimiento y ejecución del entrenamiento. Usualmente no hace falta hacer esto último porque vestidos con el uniforme de los policías o militares los felicitan uno por uno con apretones de manos mientras aseveran que ellos, los ejecutores de operativos también tienen familias y tienen derechos humanos. Como ya se ha documentado, si hace falta que la propia fuerza pública bajo ordenes asesine uno de ellos mismos para justificar esta puesta en escena, lo hacen.
8. La gente decente: a quienes protege este aparato de terror de quienes atacan a una menor de edad y la violentan bajo ordenes detrás de un muro salen de civil a ordenarnos a las y los civiles lo que debemos saber, entender, creer y hacer. Son banqueros, empresarios, amas de casa, altas ejecutivas, congresistas. Bueno, todxs sabemos. Puesta en escena, discurso enardecido convocando a defender la dignidad, la propiedad privada, el respeto a la vida y señalando a quienes causan el desorden, mienten y destruyen además de generar el hambre que tanto les preocupa y la economía que genera perdidas. La orden es que el país, el mundo, todas y todos tenemos una función que cumplir para garantizar su privilegio, su poder, sus ganancias y su derecho a mentir, a tener fuerza pública, a odiar a pobres, indios, mujeres, trabajadorxs. Son ellas y ellos quienes con recursos y trabajo y riqueza generada por nosotras y nosotros, ordenaron a unos siervos inservibles asalariados. Que unos funcionarios del terror y de la obediencia también cayeran sobre una niña detrás de un muro en Popayán, la manosearan de oficio como manda mi comandante y la condujeran a su muerte. Eso en centenares, miles, millones de víctimas. Con lo que sale de estas tierras. Con lo que producimos con estas vidas. Con lo que nos exprimen y se enriquecen y poseen. Con todo eso nos gobiernan y organizan de manera transnacional este tinglado sumiso, obediente y poderoso que llegó al cuerpo de una niña detrás de un muro en Popayán.
Esa niña estaba con el paro, con la verdad, la dignidad, la creatividad, las ganas de vivir, la juventud, otra amiga y dos amigos y era hija de un policía.
Benedetti relató hace años cómo el hijo de un torturador que llegaba a casa agotado de su trabajo le contó que era cuestionado en la escuela por compañeras y compañeros por el trabajo de su padre. Le dijo lo que decían de él. Relató la ira del funcionario que empezó a interrogar a su hijo sobre quienes hablaban así de él. Los empezó a señalar como cómplices del terrorismo y lo que ya sabemos y luego, sospechando de las desviaciones de su hijo le empezó a apretar de oficio el cuello cumpliendo con su deber y ejecutó contra ese terrorista sangre de su sangre aquello para lo que fue entrenado. No contó cómo el comandante y los comandantes de los comandantes y los que mandan y los que obedecemos encubrieron el hecho e incitaron nuestra ira santa y justa y nuestra defensa airada de esos hombres y mujeres que defienden la decencia, la economía, la justicia y la vida.
No se puede esperar de los que acumulan ganancias con este orden de terror que lo desmantelen. La que se suicidó probablemente fue la hija violentada del policía. Ellos no se suicidan…nos señalan, nos matan y se perfuman. No se puede negociar con esa gente perversa y privilegiada. No se puede esperar de quienes a sueldo y con orgullo obedecen en todos los cargos y a todo nivel. Se puede esperar que raras veces dejen de ser lo que son y que dejen de hacerlo por dinero y seguridad y la pierdan para descubrir que la dignidad que tenía esta niña manoseada existe; incluidos policías, sicarios y militares. Se puede esperar de nosotras y de nosotros. De Lucas Villa, de esa niña y de quienes no tenemos precio y estamos de pie: en paro. Si dejan de obedecer es que ya no están allá. Dejaron de funcionar y obedecer y creerles. Dejaron de cuidar su miseria y su propiedad y sus ganancias. Abandonaron su cobardía normalizada y cómplice.
Ahora mismo, que vengan los que no son ellas y ellos y nos acompañen en las calles, en el campo, en el paro. Que vengan de todo el mundo a estar acá recogiendo nuestras voces, conociendo nuestros barrios, memorias, contradicciones y cuerpos. Que vengan para tejernos, para conversar, para resistir. Para que nos paremos, sigamos de pie y ella, una orden cumplida bien, no sea otro dolor para el olvido.
Emmanuel Rozental
Una niña muerta por el orden decente
Pueblos en Camino
14 de mayo de 2021
Día 17 del Paro Nacional