Liberarnos por fin para no seguir siendo un país de mierda
Flagrancia: El ciudadano Álvaro Uribe Vélez, ha ordenado homicidios y masacres, ha robado, ha convertido instituciones de inteligencia, policía, fuerza pública, cortes, ministerios, órganos de control y más en estructuras criminales, ha fomentado, participado y se ha lucrado con el narcotráfico, amenaza, persigue y ejecuta individuos aún cercanos a su carrera y recorrido y a muchas y muchos otros en todo el país que luchan por sus derechos o afectan sus intereses. Ha mentido y miente públicamente y en privado. Se ha aliado y dirige organizaciones mafiosas y criminales. Ha conformado, legalizado, armado y financiado ejércitos asesinos de paramilitares, oficinas de sicarios entre otras. Está vinculado al diseño de seguimiento, amenaza y masacre de personas y colectivos. Compró congresistas para modificar la constitución y ser reelegido. Ha organizado fraudes electorales y mucho más. Este capo mafioso criminal organizador y personificación de un Estado-Criminal-Mafioso-Fascista tiene las instituciones y los funcionarios de justicia a su servicio de modo que los peores criminales son resarcidos como víctimas garantizándoles impunidad, protección y reconocimientos al punto que los peores criminales y quienes cometieron crímenes de lesa impunidad como los Falsos Positivos diseñados bajo su orientación, reciben remuneración, ascensos y protección. Ese mismo sistema de (in) justicia a su servicio se ha ocupado de conducir un proceso que lo declara inocente a pesar de pruebas, testimonios y un impecable trámite en su contra.
El presidente de Colombia, actuando bajo el mando del criminal Álvaro Uribe Vélez quien es su padrino político y jefe absoluto y único del partido de gobierno, ha gobernado para empobrecer a la población, generar desempleo y hambre, transferir recursos de manera legal e ilegal a los más ricos y poderosos del país y sus contrapartes transnacionales, encubrir mafias y narcotráfico, consolidar la transformación y acción de la fuerza pública en asesinos y reconocerlos públicamente por esta labor. Iván Duque Márquez se niega siquiera a dialogar con quienes exigen derechos y protestan ejerciendo su derecho. Promueve e impone políticas públicas para acabar de hundir a la gente en la miseria y con ello obliga a todo un país al estallido social más grande y amplio en toda la historia el cual reprime de manera orquestada bajo teorías neo-nazis que difunde su mentor con el Ministro de Defensa y el comandante de las fuerzas armadas conduciendo a la desaparición de 550 personas que están siendo asesinadas en fábricas de cadáveres por la fuerza pública, a la ejecución de masacres en barrios populares y calles contra civiles que protestan, a vestir policías de civiles para que cometan actos vandálicos que luego él mismo presenta como justificación de la represión asesina. Ordena la coordinación criminal entre élites y policías para disparar contra indígenas y civiles y orquesta todo un aparato de propaganda para mostrar a los victimarios como víctimas. Se sustenta en las instituciones criminales del Estado para encubrir todo esto como defensa de la ciudadanía y del estado de derecho, ordena el gasto de millones en terror, persecución y muerte y en alianza con medios comerciales de propaganda. Los gremios económicos que se han lucrado con la miseria y las masacres que ordenó incrementar durante la pandemia sirviéndose de ésta como pretexto para además transferirles recursos públicos y garantizarles exenciones y beneficios financieros, son ahora presentados como defensores de las víctimas del empobrecimiento generado según ellos por el paro, de la falta de abastecimientos y suministros, de la amenaza a una economía que garantiza un pretendido bienestar cuando en realidad el desabastecimiento, la miseria y la catástrofe económica son políticas de estado que ejecuta el presidente para beneficio de estos criminales que ahora ordenan el desabastecimiento y la estrategia criminal de propaganda para promover el señalamiento de indígenas, jóvenes, gente movilizada por sus derechos para legitimar el terror, el genocidio y la represión. Este criminal que se ha negado a hablar con voceras y voceros en las calles de por lo menos 15 millones de personas de 800 (de 1120) municipios movilizados y que anuncia un diálogo con partidos de la mafia, represión, terror, señalamientos y más miseria, en un mismo día, el 11 de mayo de 2021, en la ciudad de Cali tiene dos discursos opuestos que pronuncia ante los medios con el mismo gesto inerte de actor pulcro, ecuánime. De protagonista de una farsa sangrienta. En la mañana a nombre de la protección a la ciudadanía se niega al diálogo, impulsa represión, señala como criminales a quienes protestan y ordena terror. En la tarde, luego de reunirse con empresarios aparenta decir lo contrario y promete diálogo en las calles, programas sociales, educación gratuita y procesos de investigación disciplinaria contra policías que han sido captados en flagrancia bajo sus órdenes cometiendo actos criminales y atroces. Los dos Duque mienten. Además de asesino, corrupto y ladrón es un mentiroso.
Ambos además son traidores de su pueblo de otra manera que articula todo lo anterior. Fomentan la acumulación de riquezas y ganancias para beneficio de intereses transnacionales y obedecen a gobiernos imperiales, particularmente el de EEUU a cambio de su poder y recursos para ejecutar políticas de terror y despojo para garantizarles acceso a territorios, recursos y ahorros. Convirtieron bajo ordenes y con fondos del Pentágono a la fuerza pública de Colombia en instrumento de colonización, terror y protección del despojo para intereses extranjeros y se arrodillan a las ordenes del conquistador.
Ninguno de estos personajes y sus siervos y cómplices puede permanecer en libertad. Son hampones. Asesinos. Mafiosos. No han reconocido ni pagado por sus delitos.
Acostumbrados a estar sometidos al poder del estado, nuestros deseos y aspiraciones, pero también nuestras miserias, dolores y frustraciones tienen un interlocutor establecido: el Estado, el gobierno de turno, su presidente, su partido de gobierno, el capo Uribe, las instituciones y los gremios económicos. Aún cuando nos levantamos en paro es para que el gobierno y el estado nos respondan, nos reconozcan y nos resuelvan. Queremos…exigimos dialogar con esta mafia y sus cabezas. Cuando la revolución de los comuneros exigió libertad; expulsar al conquistador, el Arzobispo Caballero y Góngora prometió retirar los tributos a cambio de dialogar y levantar la insurrección. Descuartizaron y asesinaron a José Antonio Galán, Policarpa Salavarrieta y aplastaron a sangre y fuego a quienes participaron de la revuelta. De esta misma revuelta, contra los mismos criminales, por los mismos motivos. De la misma manera hoy casi trescientos años y mucha más sangres y miseria más tarde, seguimos exigiendo y buscando que sean nuestros verdugos quienes nos resuelvan y respondan a nuestras exigencias. Los seguimos respetando. Seguimos asumiendo obediencia a ese orden intocable. Por eso, por ellos, por ese estado y esas mafias actualizadas y peores, este es como lo recuerda Humberto Cárdenas Motta, un país de mierda.
Para dejar de serlo tenemos todo el derecho de manifestar y levantarnos para expresar, formular, gritar, compartir, protestar por nuestros derechos. Plantear nuestras peticiones y aspiraciones. Lo que no podemos seguir haciendo es reconocer como interlocutores a quienes nos desprecian, nos explotan, nos niegan, nos asesinan, nos compran, nos mienten y nos poseen. Una cosa es saber lo que queremos y otra muy distinta es asumir que el estado colombiano, que el gobierno, que la mafia, tienen el derecho y la autoridad para escucharlas, aceptarlas o negarlas. Todos los recursos del estado son nuestros, de quienes estamos de pie y en paro. Todas las instituciones, todo el poder que nos han robado. Esa estructura existe para explotarnos, someternos, engañarnos, causarnos daño, matarnos, negarnos, y a veces, a punta de valor, dignidad y lucha, de tirarnos un huesito con carne.
No le sigamos pidiendo al asesino, al orden criminal que nos escuche. Manifestemos nuestros deseos. Ordenemos nuestras peticiones, organicemos las prioridades comuna por comuna, aldea por aldea y en asambleas, con los recursos recuperados de lo que nos han robado, rescatemos la riqueza de este país y aprendamos a gobernarnos sin esa mafia y ese orden de la codicia, la mentira, el terror y las leyes del despojo. Lo imposible es seguir aceptando el estado. Lo vergonzoso es querer hablar y admirar a estos asesinos y mentirosos. Ellos no tienen legitimidad ni autoridad. Solo tienen fuerza y poder que les hemos dado, que nos han robado. Tienen que someterse a la justicia del pueblo y devolver lo que no es de ellos ni de quienes nos han robado todo durante siglos. Que paguen ellos la deuda que ellos han creado. Si queremos libertad tenemos que dejar de ser un país de mierda y eso empieza por estar de pie y no seguir arrodillándonos frente a al estado, sus Uribes, sus Duques, sus élites racistas que saben que seguimos respetándolos y obedeciéndolos hagan lo que hagan.
El paro nacional en Colombia es una expresión ejemplar, valiente, hermosa de dignidad, de soberanía, de desobediencia, de libertad. Somos un pueblo enorme, de una tierra rica y bella. Somos fuerza, afecto, solidaridad, ternura. No cabemos, no hemos cabido nunca en un país de mierda. No somos lo que nos han querido imponer: machismo, patriarcado, autoritarismo, racismo, odio, obediencia, complicidad, servidumbre. Somos dignidad. Podemos y queremos serla. No somos ni siervos ni cómplices de quienes nos han sometido. Eso nos tiene en la calle, nos tiene cantando, gritando, resistiendo, tumbando estatuas, haciendo Minga y reconociéndonos en los hijos e hijas de esta tierra y en quienes fueron esclavizadxs y son renacientes que siguen abriendo el camino. Somos lo que vamos a ser, lo que siempre hemos querido ser y queremos regresar a casa, a estas tierras, a tejer territorios y vida. Somos y vamos a ser la fiesta de la muerte del patriarca. La de nuestra libertad que es la de la tierra y que nunca hemos dejado de defender y llevar en nuestros corazones. Somos, como se ve en las calles una fiesta que ahora, por nuestra propia mano, con nuestra lucha se quiere convertir en la celebración permanente de nuestra liberación.
Emmanuel Rozental
Pueblos en Camino
12 de mayo de 2021
Día 15 del Paro Nacional