Mario Paciolla y el Patriarca. Movidas y verdades en «el tiempo incontable de la eternidad».
Anoche se despidieron de Mario en Nápoles y acá nos comparten las imágenes. Claudia Julieta Duque busca verdades y empieza a compartirlas, Lorena Cotza nos cuenta más sobre quién era Mario. Colombia, el Estado Colombiano, el Patriarca, (del que las instituciones son apenas unos dispositivos) es un aparato de muerte, engaño (propaganda), encubrimiento, complicidades, corrupción y despojo, elegante, perfumado y de buenos modales. Siendo así, en Colombia se amenaza, se intimida, se viola y se violenta, se masacra, se asesina, se roba….y claro, se encubre. Siempre se encubre. Encubrir, mentir, engañar a nombre de la honestidad, de la democracia, de la justicia, de «todo el peso de la Ley«, de la libertad, de la verdad, de la paz, no sólo es absolutamente normal y cotidiano; ¡NO! Colombia, el Estado en Colombia, el Patriarca, (no sólo las instituciones) es un dispositivo criminal de despojo y encubrimiento articulado a un orden transnacional que se sirve de este dispositivo en función de quienes explotan beneficios. No es el único Estado así, pero ciertamente es un ejemplo de todo esto. Es su naturaleza, su función, su experiencia, su sofisticación, su historia. Siempre ha sido así y con el tiempo, seguramente, es el mayor cúmulo, potencial y capital que ofrece ventajas comparativas y competitivas a costa de pueblos, territorios y vida.
La otra Colombia, la invisible, la sometida a este Estado, pervive a pesar de todo en el olvido. ¡SÍ!, pero es un olvido rico, diverso, dolido y dolorido, sangrante y hermoso, pleno de memorias y experiencias que cuesta cada vez más sangre, muerte, amenaza, leyes, mentiras contener y comprar (aunque comprar, compran y venderse se venden). El manual de matar y encubrir, matar y declarar, matar y manipular autopsias, informes, lágrimas. Matar y mentir de escándalo en escándalo, de masacre en masacre para que nada pase, para defender y proteger el orden establecido y sus beneficiarios locales, multilaterales y transnacionales legales e ilegales del sistema criminal global (legal e ilegal): esa es la función esencial del Estado. Lo demás es dejarse manosear por un precio o un puesto y cumplirle a las mafias (legales e ilegales) y mantener la mentira oficial como si fuera «la verdad histórica» por lealtad «omerta«.
Ahora, hoy mismo, a partir del asesinato de Mario Paciolla la noche del 14 al 15 de julio de 2020, éste Estado de cosas multilateral y transnacional, el Patriarca, enfrenta el desafío de encubrir, necesita poner en marcha el dispositivo de engaño que pone a prueba toda su capacidad y que además involucra, según parece evidente, todo el aparato diplomático, político, de propaganda, de muerte y de despojo…TODO.
No es que la vida y el asesinato de Mario Paciolla, por ser Italiano y ser operador de la ONU sean más valiosos e importantes que las vidas y muertes cotidianas, centenarias y encubiertas de cientos de miles. Es que Mario estaba comprometido con esas vidas, con esas muertes y contra todo ese andamiaje de engaño…contra todo el Estado de terror y muerte para la acumulación. Es que Mario, el poeta, el hombre con una década de experiencia por el mundo acompañando a quienes eran y son sometidos al terror y al despojo, el deportista que llevó al equipo de desmovilizados «remando por la paz» al mundial de canotaje en Australia, el apasionado de la salsa, de cine clásico, de la alegría…es que Mario Paciolla reconoció el olvido y asumió (no estaba sólo) que la paz no era ni es esa farsa con observadores que deben callar, sino justamente el mundo del olvido, de las y de los olvidados, el de sus memorias, ilusiones, recursos y amor por la vida. A Mario lo mataron por vivir entre nosotras y nosotros y por exigir, aún a gritos frente a sus «superiores» de la ONU que la vida tiene derecho a vivirse como a la gente le de la gana sin que por los tráficos, las rutas, las ambiciones, los cargos y siempre las ganancias, esa vida deba seguirse sometiendo al silencio, a la amargura y a la muerte. Para nosotrxs, de esta lado, el negado, Mario Paciolla, supo que la ¡paz!, la nuestra, la del olvido, está siendo manoseada como ilusión y engaño por quienes gritan «paz» para defender el Estado.
¡Qué amenaza te volviste Mario Paciolla! Hacerte nosotras y nosotros en el olvido y no poder vivir sino acá, en el mundo que no permiten que sea y niegan: existen y son Estado , el patriarca, para negar este mundo…y tu supiste quienes, cómo, cuando, por qué, para qué, dónde y cuanto y recogiendo la voz de tanta muerte y silencio, de tanta alegría y futuro perviviendo, gritaste la palabra y la presencia de todo esto que sangra y ahora, porque tuvieron que matarte y encubrirte desde el estado nacional, transnacional, multilateral mafioso, hay órdenes de suicidio, discreción, prohibición de pronunciarse, manipulación de hechos, control de daños y el afán de que en últimas, se sepa lo que se sepa, el estado, el patriarca y sus cómplices, sus patrones, sus apéndices, se preserve con el mínimo sacrificio indispensable.
Claudia Julieta Duque, tu amiga, la periodista, ejemplo reiterado de valor, lealtad y compromiso desde el rigor de la verdad, empieza a contar lo que sabe: «Las movidas de la Misión de la ONU en caso Mario Paciolla«. Lorena Cotza cuenta más de ti habitante del olvido y de nuestros recuerdos convertidos en camino y compartimos su palabra y la verdad de muchas verdades que irá convocando otros crímenes, otras «verdades históricas» y desafiando, ojalá destapando la olla podrida toda.
Porque Mario, con tu muerte, volvieron a matar a todas y todos. Volvieron a someter, a encubrir. Volvieron contra ti a activar el Estado de terror y de mentira, el Patriarca, contra todas y todos. Aunque la siguen negando y matando, la verdad sigue allí y en el olvido habita tejiendo memorias que ahora mismo gritan ¡Libertad y Justicia para Mario Paciolla! que es ¡Libertad y Justicia para todxs en esta tierra del olvido y de la soledad! que nos siguen negando.Esa que con su ejemplo y sacrificio debemos habitar.
No sabemos si esta vez saldrá la verdad de verdades y menos si será por fin, el fin del Estado, el «Otoño del Patriarca» que tanto dolor y miseria nos causan. Lo que sí sabemos, con absoluta certeza es que cuando ese día llegue, allá nos encontraremos y entre los gritos y bailes de alegría de quienes estén vivas y vivos, allí, bailarás con la multitud, con las y los muertos que habitaron desde antes con sus vidas y actos anticipadamente ese día en el que finalmente saldremos del olvido, sin someternos a las condiciones del poder, porque será para por fin vivir. Ese día Mario, serás uno más y nos dolerá tanto tu ausencia, más que hoy, cuando el mundo que querías gozarte con tantas y tantos otrxs también ausentes, se haga por fin libre, camino y alegría. Ese día Mario Paciolla, el primer día de nuestra libertad con nuestras y nuestros muertos, te habremos cumplido y estaremos «frenéticos de júbilo» por nuestras propias manos y con la frente en alto. Acá recordamos ese día, el de la muerte del estado, del patriarca, de ese «anciano sin destino que nunca supimos quién fue, ni cómo fue, ni si fue apenas un infundio de la imaginación, un tirano de burlas que nunca supo dónde estaba el revés dónde estaba el derecho de esta vida que amábamos«:
«…los nudos de la urdimbre del gobelino de ilusiones de la realidad sin sospechar ni siquiera demasiado tarde que la única vida vivible era la de mostrar, la que nosotros veíamos de este lado que no era el suyo mi general, este lado de pobres donde estaba el reguero de hojas amarillas de nuestros incontables años de infortunio y nuestros instantes inasibles de felicidad, donde el amor estaba contaminado por los gérmenes de la muerte pero era todo el amor mi general, donde usted mismo era apenas una visión incierta de unos ojos de lástima a través de los visillos polvorientos de la ventanilla de un tren, era apenas el temblor de unos labios taciturnos, el adiós fugitivo de un guante de raso de la mano de nadie de un anciano sin destino que nunca supimos quién fue, ni cómo fue, ni si fue apenas un infundio de la imaginación, un tirano de burlas que nunca supo dónde estaba el revés dónde estaba el derecho de esta vida que amábamos con una pasión insaciable que usted no se atrevió ni siquiera a imaginar por miedo de saber lo que nosotros sabíamos de sobra que era ardua y efímera pero que no había otra, general, porque nosotros sabíamos quiénes éramos mientras él se quedó sin saberlo para siempre con el dulce silbido de su potra de muerto viejo tronchado de raíz por el trancazo de la muerte, volando entre el rumor oscuro de las últimas hojas heladas de su otoño hacia la patria de tinieblas de la verdad del olvido, agarrado de miedo a los trapos de hilachas podridas del balandrán de la muerte y ajeno a los clamores de las muchedumbres frenéticas que se echaban a las calles cantando los himnos de júbilo de la noticia jubilosa de su muerte y ajeno para siempre jamás a las músicas de liberación y los cohetes de gozo y las campanas de gloria que anunciaron al mundo la buena nueva de que el tiempo incontable de la eternidad había por fin terminado.» (Así termina El Otoño del Patriarca de Gabriel García Márquez).
Lejos, muy lejos estamos de ese día, habitantes como somos, en la confusión y la angustia de este tiempo incontable de la eternidad. Más lejos aún con tu muerte y esta soledad que se vuelve desolación. Pero esa distancia se vuelve grito y quienes te quieren y te cumplen anuncian con verdades lo que falta. ¿Dónde Estamos? En tiempo real. Pueblos en Camino
Las movidas de la Misión de la ONU en caso Mario Paciolla
La enigmática muerte del italiano que laboraba como oficial de terreno de la Misión de Verificación de las Naciones Unidas en San Vicente del Caguán ha tenido extrañas coincidencias que dejarían ver una intención de mantener en silencio datos clave para esclarecerla.
De Mario Paciolla, el italiano que laboraba como oficial de terreno de la Misión de Verificación de las Naciones Unidas en San Vicente del Caguán, no queda vestigio alguno. Sin la presencia de funcionarios de la Fiscalía General o de policía judicial colombianos, las pertenencias del voluntario fueron recogidas el 16 de julio, un día después de su muerte, por un equipo de la Unidad de Investigaciones Especiales (SIU) del Departamento de Salvaguarda y Seguridad de la ONU.
Los miembros de la ONU limpiaron el lugar donde vivía Paciolla, recogieron sus efectos personales y devolvieron las llaves al dueño, Diego Hernández, el 17 de julio. Hernández firmó un recibo del inmueble a satisfacción sin siquiera leerlo y se deshizo de los pocos enseres que le había prestado al voluntario. Según él, sólo quería “pasar la página” de la muerte de Paciolla, con quien mantenía un contrato verbal desde hacía 13 meses, y casi de inmediato puso el apartamento en alquiler.
De esta manera, tan sólo dos días después del fallecimiento, se perdió toda posibilidad física de reconstruir las circunstancias en las que murió el italiano, o de recolectar con la debida cadena de custodia aquellas evidencias materiales no tenidas en cuenta durante el levantamiento del cadáver.
Asimismo, la Misión ordenó la evacuación hacia Florencia de todo el personal que laboraba en su hub de San Vicente, incluidos la jefa de la Oficina, el oficial de Seguridad, las voluntarias y los observadores militares y policiales, dos de los cuales se encontraban fuera del país desde antes de los hechos.
Algo similar sucedió con el personal de la Oficina Regional (OR) en Florencia, donde a la fecha sólo quedan el director y varios observadores militares y policiales. En todo el país, la Misión anunció que otorgaría bajas médicas y permisos a los voluntarios que lo solicitaran (tal y como Mario Paciolla reclamó durante la pandemia), y puso a su disposición un equipo de expertos en manejo de crisis y apoyo psicosocial.
El mismo 17 de julio, la Misión envió a Florencia a Jaime Hernán Pedraza Liévano, jefe de su Unidad Médica, quien pese a no ser legista estuvo presente en la autopsia de Paciolla realizada por el Instituto de Medicina Legal en la capital del Caquetá. La autorización para la presencia de Pedraza fue firmada por la familia del verificador, a la que erróneamente se le dijo que sería un médico forense asignado por la Embajada de Italia en Colombia.
El 24 de julio, la ONU envió a Roma junto al cuerpo de Paciolla un inventario sin firma alguna de las cosas recolectadas en la residencia de éste en San Vicente del Caguán, y le informó a la familia Paciolla que éstas se encontraban bloqueadas en Colombia por orden de la Fiscalía, entidad que este jueves 30 de julio logró el levantamiento de la inmunidad para los elementos digitales de propiedad de la Misión que habían sido asignados a Mario.
A estas acciones que según el abogado de la familia Paciolla Motta, Germán Romero, implican la vulneración por parte de la ONU de los derechos a la intimidad y la privacidad del voluntario y del derecho de acceso a la justicia de la familia, se suma una serie de mensajes que han reforzado la sensación de silenciamiento al interior de la Misión y que, pese a las disposiciones institucionales de apoyo, han impedido en la práctica realizar el duelo en forma apropiada a varios de los compañeros de Mario, quienes se han visto imposibilitados para hablar abiertamente de sus temores o dudas frente a lo sucedido con su compañero fallecido en la madrugada del 15 de julio.
Durante los cuatro días siguientes al deceso del voluntario de la ONU, la jefatura de la Misión en Bogotá envió tres correos electrónicos en los que recalcó a sus más de 400 funcionarios y contratistas nacionales e internacionales la obligación de guardar reserva y la prohibición de conceder entrevistas y declaraciones a medios.
“Mario se unió a la Misión en agosto de 2018. Sus colegas lo recuerdan como una persona cálida y empática que estaba totalmente comprometida con el mandato de la Misión y la agenda más amplia de derechos humanos. Cumplió sus tareas con dedicación, entusiasmo y una mente analítica brillante. Su contribución a nuestro trabajo es invaluable. Le echaremos mucho de menos”, aseguraba el mensaje del 15 de julio, firmado por Carlos Ruíz Maisseu, jefe de la Misión, quien a renglón seguido solicitaba “tratar esta terrible noticia [el fallecimiento de Paciolla] con discreción y consideración, en respeto a su memoria y a la de su familia, mientras se realizan las investigaciones correspondientes”.
El 16, un nuevo correo electrónico emanado desde la jefatura administrativa de la Misión a cargo del australiano Eric Ball, le recordó a todo el personal que “de acuerdo con la regla 1.2 del Reglamento del Personal de las Naciones Unidas, los funcionarios no podrán (…) i. Dar declaraciones a la prensa, la radio u otros organismos de información pública; ii. Comprometerse a hablar en público; iii. Participar en producciones de cine, teatro, radio o televisión; iv. Presentar artículos, libros u otro material para su publicación o difusión electrónica”.
“Por favor, recuerden que la Jefa de Información Pública es la única portavoz oficial de la Misión. Los miembros del personal no deben interactuar con/hablar con los medios de comunicación sin la aprobación previa del Representante Especial del Secretario General”, recalcó el funcionario.
El viernes 17 de julio, en una reunión con los coordinadores de la Misión en las diferentes regiones del país presidida por Ruíz Maisseu, hubo minuto de silencio en homenaje a Paciolla y de nuevo se llamó a la “discreción”.
En un último mensaje del 19 de julio, más largo y detallado que los anteriores, Ruíz Maisseu aseguró que la súbita pérdida de Paciolla fue un “duro golpe” que causó desazón entre los miembros de la Misión, y que desde el mismo momento de la muerte de Mario se estaba haciendo “todo lo que está en nuestras manos para avanzar en todos los aspectos necesarios en este caso: judiciales, operativos, logísticos y, especialmente, humanos”, y agregó: “estoy seguro que sabrán tratar esta información y la situación con la mayor responsabilidad y discreción”.
LA LLAMADA AL JEFE DE SEGURIDAD
Aunque hasta ahora es poco lo que se sabe de las horas y días precedentes a su muerte, esta periodista pudo establecer que el 14 de julio a las 10 de la noche, es decir, pocas horas antes de morir, Mario Paciolla estableció comunicación telefónica con el enlace de Seguridad de la Misión de Verificación en San Vicente del Caguán, Christian Thompson. De acuerdo con varios funcionarios del Sistema de Naciones Unidas, una llamada de ese tipo de por sí es alarmante, pues implica la activación de protocolos de alerta que son inusuales en situaciones normales.
Al ser consultado en forma directa sobre este particular, el jefe de la Misión, Carlos Ruíz Maisseu, guardó silencio y delegó a su jefa de prensa, Liliana Garavito, quien evadió responder esa y otras preguntas sobre las acciones de la Misión durante los días posteriores al deceso de su voluntario, pero recalcó la disposición de la ONU de colaborar “plenamente” con la Fiscalía General de la Nación, que está a la espera de los resultados de las dos necropsias de Mario Paciolla, la última de ellas realizada el 27 de julio en Roma. Por ahora, la Fiscalía 8ª Especializada de Florencia no descarta ninguna hipótesis.
Claudia Julieta Duque, especial para El Espectador
Nacional30 jul. 2020 – 8:08 p. m.
@julieduque1
https://www.elespectador.com/noticias/nacional/movidas-de-la-mision-de-la-onu-en-muerte-de-italiano/
Despedida a Mario Paciolla
en Nápoles
Jueves 29 de julio de 2020
Chi era Mario Paciolla, a cosa stava lavorando in Colombia, le indagini sulla sua morte
“Continuiamo a lottare, affinché quello che è stato e quello per cui ha lottato Mario non si perda”.
“Insieme a lui continueremo a impegnarci affinché i suoi sogni di giustizia e libertà possano essere, un giorno non molto lontano, la coperta che ci scalda, lo specchio in cui ci guardiamo.”
«Ci hanno privato di un amico meraviglioso, ma non potranno privarci dei nostri ricordi. Hasta siempre, Mario. Ci verimm’ a Napule.»
Da ogni angolo della Colombia e dell’Italia arrivano messaggi, appelli, poesie, disegni per ricordare Mario Paciolla, l’operatore delle Nazioni Unite trovato morto lo scorso 15 luglio nella sua casa di San Vicente del Caguán, alle porte dell’Amazzonia colombiana. A gran voce si chiede verità e giustizia, perché diversi elementi portano a scartare l’ipotesi di suicidio avanzata dalla polizia colombiana.
Mario Paciolla, 33enne di Napoli, viveva in Colombia dal 2016. Dopo due anni come volontario per l’organizzazione non-governativa Peace Brigades International (PBI), dall’agosto 2018 collaborava con la Missione delle Nazioni Unite sulla verifica degli accordi di pace tra il governo e le Farc (Forze Armate Rivoluzionarie della Colombia). Una missione delicata, in una regione martoriata da oltre 50 anni di guerra civile e dove la pace continua a essere una promessa lontana.
Il 20 luglio, Mario sarebbe dovuto tornare a Napoli. Come scrive sulla rivista colombiana El Espectador la sua amica giornalista e attivista Claudia Julieta Duque, era pronto a “bagnarsi nelle acque del Tirreno, per ripulirsi da tutto lo sporco che aveva macchiato le sue ultime settimane”. Ma a tornare – con un volo atterrato a Roma il 24 luglio – è stato invece il suo corpo senza vita, accolto dal dolore e dalla rabbia della famiglia e degli amici.
Le indagini
In attesa del risultato delle due autopsie, quella condotta dalla polizia colombiana e quella della polizia giudiziaria italiana, le autorità e gli avvocati che seguono il caso stanno mantenendo il massimo riserbo.
Il corpo di Mario Paciolla è stato ritrovato senza vita la mattina del 15 luglio (19.40 ora italiana) da una sua amica e collega, che non vedendolo arrivare in ufficio, si era preoccupata ed era andata a cercarlo a casa. L’ultima connessione su Whatsapp risale alla sera prima, alle 22.45 ora locale, e il certificato di morte indica che il decesso è avvenuto intorno alle 2, ma ciò che è successo quella notte è ancora da chiarire.
La polizia locale ha inizialmente riferito che Mario era stato ritrovato impiccato e con ferite di arma da taglio in varie parti del corpo, ipotizzando un suicidio. L’indagine è ora coordinata dalla vice-procuratrice generale Martha Mancera che – secondo quanto riporta l’Ansa – ha affermato di stare “esplorando tutte le ipotesi” e di aver dato massima priorità a questo caso. Parallelamente, anche le Nazioni Unite hanno avviato una propria indagine interna, lavorando da vicino con la procura colombiana e con l’ambasciata italiana a Bogotà.
L’ipotesi del suicidio è stata immediatamente scartata da chi conosceva Mario e il difficile contesto in cui lavorava. In un’intervista a Repubblica, la madre ha detto: “Vogliamo la verità. Nostro figlio era impaurito, molto. Non mi rassegno alla scena del suicidio di mio figlio in Colombia. Lo Stato italiano deve ascoltarci, deve aiutarci a scoprire la verità. (…) Non è possibile che il nostro Mario, un brillantissimo viaggiatore del mondo e osservatore dell’Onu, si sia tolto la vita«.
A rifiutare in maniera categorica questa ipotesi è anche la giornalista investigativa Claudia Julieta Duque, che aveva avuto modo di stringere amicizia con Mario quando il giovane faceva il volontario per l’ONG PBI, organizzazione che accompagna difensori e difensore dei diritti umani a rischio in zone di conflitto. Duque, una delle attiviste accompagnate da PBI, è da anni sotto costante minaccia, presa di mira dai servizi segreti colombiani da quando aveva iniziato a investigare sull’omicidio di un giornalista nel 2001.
“L’ipotesi del suicidio è inverosimile per chi conosce la tua vitalità, il tuo sorriso, e le tue critiche verso la Missione Onu”, scrive Duque rivolgendosi all’amico. “Il tuo amore verso la vita si contraddice con l’idea che possa aver scelto di suicidarti in un luogo così lontano dai tuoi amici, dalla tua famiglia, dagli affetti e da Napoli, la terra della tua anima”.
Secondo quanto riportano Duque e altri media, nelle ultime settimane Mario avrebbe confidato alla madre e agli amici di essere seriamente preoccupato. Il 10 luglio aveva avuto un’accesa discussione con i suoi capi, si sentiva “disgustato” e aveva detto di non sentirsi al sicuro, tanto da aver rafforzato le misure di sicurezza nella propria abitazione. Il contratto di Mario sarebbe scaduto il 20 agosto, ma aveva deciso di anticipare il viaggio. Proprio il 15 luglio, giorno in cui è stato trovato morto, sarebbe dovuto andare a Bogotà per iniziare le pratiche per il viaggio di ritorno.
Mario Paciolla, sognatore
Sognatore, militante, attivista, poeta, artista, giornalista. Così viene descritto Mario Paciolla da chi l’ha conosciuto. Sotto anonimato per ragioni di sicurezza, una sua amica dalla Colombia lo ricorda così a Valigia Blu:
«È la determinazione e la lealtà che hai dimostrato nel difendere ciò che ti sembrava giusto che mi viene in mente quando ripenso a te. Ti vedo ancora impegnato in una di quelle discussioni appassionate che ti sono sempre piaciute tanto e che costringevano chi ti stava vicino a interrogarsi e a ripensare alle proprie certezze. Parlavi sempre di tutto con profondità e sincerità; leggevi, ascoltavi, osservavi e riflettevi, perché più di ogni altra cosa cercavi di capire. Hai voluto capire fino in fondo la violenza, capire questo conflitto che infuria da tanti anni, per sostenere nel modo più appropriato gli sforzi di pace in cui credevi. E lo stavi facendo in modo brillante. Il tuo impegno e il tuo idealismo sono stati la tua più grande forza, perché ti hanno impedito di arrenderti anche quando gli altri non ci credevano più. Sei stato instancabilmente con chi cercava la verità, con chi lottava per la giustizia, con chi consegnava le armi e si impegnava a invertire il corso della violenza. E tutto questo con un’umiltà di cui pochi sarebbero capaci. Mario, tu che irradiavi tanta vitalità, non ti saresti mai suicidato, non avresti mai rinunciato a tutto ciò in cui credevi. Puoi essere certo che continueremo a lottare per questo paese che avevi tanto amato, spinti dal ricordo ardente della bellezza e della poesia che segnava ogni tua battaglia«.
Come scrivono gli amici e le amiche nella pagina Facebook “Giustizia per Mario Paciolla”, Mario era un “cittadino del Mondo e con un cuore enorme. Sempre disponibile per gli altri ed impegnato nella quotidiana missione di aiutare chi ha avuto meno fortuna nella vita”.
Laureato in Scienze politiche all’Orientale di Napoli, Mario Paciolla lavorava da anni all’estero e aveva vissuto in India, Giordania e Argentina prima di trasferirsi in Colombia. Dal 2018, all’interno della Missione Onu, Mario si occupava di un programma di reinserimento sociale per ex-guerriglieri, partecipava spesso a incontri con le autorità locali, e con il suo lavoro di monitoraggio sul campo contribuiva alla stesura dei report della Missione. Tra i vari progetti seguiti, quello di “Remare per la pace”, con cui aveva portato un gruppo di ex-guerriglieri a una gara mondiale di rafting in Australia.
Gli Accordi di pace tra il governo colombiano e le Farc
Gli Accordi di pace tra il governo colombiano e le Farc sono stati ratificati nel novembre 2016, sotto il governo di Juan Manuel Santos, dopo lunghe e difficili trattative. La firma ha posto ufficialmente fine a una brutale guerra civile durata 52 anni e che ha causato più di 260mila vittime, oltre a 80mila desaparecidos i cui cadaveri non sono mai stati rinvenuti e milioni di sfollati interni che hanno perso la propria casa a causa del conflitto.
Ma si tratta di una pace fragile, che esiste solo sulla carta e che tarda a diventare realtà. Le autorità colombiane infatti – per incapacità, mancanza di volontà politica, o spesso per complicità – non riescono a controllare e pacificare il paese, dove il vero potere sta nelle mani di una complessa rete di paramilitari, narcotrafficanti, organizzazioni criminali, gruppi armati legali e illegali, guerriglieri, imprenditori e politici collusi. Sono questi gruppi, con alleanze spesso mutevoli, a controllare la produzione e il traffico di cocaina, schizzato alle stelle in seguito alla firma degli Accordi, il traffico di armi, e lo sfruttamento delle risorse naturali come minerali preziosi, legname e petrolio.
A farne le spese sono la popolazione civile e soprattutto quelle persone considerate “scomode”: sindacalisti, leader indigeni, campesinos, attivisti e attiviste per i diritti umani. Secondo l’ultimo report pubblicato dall’Istituto di Studi per lo Sviluppo e la Pace (Indepaz), dalla firma degli Accordi di pace al luglio 2020 sono stati assassinati 971 difensori e difensore dei diritti umani. Di questi, 95 sono stati uccisi dall’inizio della pandemia. Come denunciano le ONG che si occupano di diritti umani, gli attivisti – obbligati a restare soli e confinati nelle proprie case – sono infatti divenuti un bersaglio ancora più facile.
Nell’ultimo rapporto sulla Colombia dell’ex-Relatore Speciale dell’ONU, Michel Forst, pubblicato nel 2019, si legge che «la maggioranza dei difensori e delle difensore dei diritti umani è in pericolo». Tra le cause strutturali di questi attacchi, si citano la mancanza di volontà politica e di finanziamenti per l’attuazione dell’accordo di pace, l’aumento della violenza perpetrata da gruppi armati legali e illegali, e l’altissimo livello di impunità.
Come spiega un report a cura di alcune ONG italiane che fanno parte della rete “In Difesa Di, per i diritti umani e chi li difende”, la situazione è ulteriormente peggiorata sotto la presidenza di Iván Duque, eletto nel 2018. Mancano i fondi per l’implementazione degli Accordi, ma soprattutto manca la volontà politica: non è un caso che Duque abbia nominato come direttore del Centro nazionale per la memoria storica Darío Acevedo, uno storico negazionista del conflitto armato interno colombiano, e che abbia fatto entrare nella squadra di governo diversi generali coinvolti in gravi violazioni dei diritti umani.
Come si legge nel report, nei territori lasciati liberi dalle Farc sono avanzati rapidamente gruppi di paramilitari e di narcotrafficanti. I paramilitari di estrema destra, che secondo i dati del Centro Nazionale per la Memoria Storica sono stati i responsabili della maggior parte dei crimini perpetrati durante la guerra civile, non sono mai stati smobilitati.
“Appare sempre più evidente la mancanza di volontà politica per portare pace nel paese”, dice a Valigia Blu Monica Puto, referente per la Colombia di Operazione Colomba. “L’Accordo di pace, uno tra i più belli scritti sulla carta nella storia dell’umanità – è stato ridotto in briciole, a cominciare dai punti fondamentali come la riforma agraria o lo smantellamento dei gruppi paramilitari. Il governo continua a negarne l’esistenza. Ma in qualunque modo li vogliamo chiamare – neoparamilitari o Bacrim [ndr, acronimo per bande criminali emergenti] – quello che è certo è che ogni angolo della Colombia è stato occupato da questi gruppi non appena si sono ritirate le Farc e sono quotidiani gli scontri armati, gli omicidi, le vittime tra i civili, le violenze”.
Inoltre si sono arenati i negoziati con l’altro gruppo armato ribelle, l’Esercito di Liberazione Nazionale (ELN) e anche la smobilitazione delle Farc procede con difficoltà. La maggior parte dei guerriglieri ha accettato di lasciare le armi, permettendo la trasformazione delle Farc in un partito politico, con lo stesso nome ma il cui acronimo sta oggi per Forza Alternativa Rivoluzionaria del Comune. Tuttavia alcuni gruppi di dissidenti, attivi in particolar modo nel dipartimento di Caquetá dove viveva Mario Paciolla, non hanno mai accettato gli Accordi.
La lotta contro i guerriglieri inoltre è spesso divenuta pretesto per ulteriori violazioni dei diritti umani. Nell’agosto 2019, nelle campagne intorno a San Vicente del Caguán il governo autorizzò un’operazione militare contro l’accampamento di un fronte dissidente delle Farc. Nell’attacco, definito “operazione impeccabile” dal presidente Iván Duque, morirono 18 minori. Secondo il sito Colombia Reports, dal 2016 sono stati uccisi 219 ex-combattenti che avevano deposto le armi.
La giornalista Duque scrive che Mario Paciolla, che aveva seguito da vicino la vicenda, aveva espresso la sua indignazione, “per un’organizzazione che nel suo report del 2019 aveva dedicato solo un paragrafo di sei righe a un bombardamento militare in cui erano morti 18 bambini e bambine reclutati dai dissidenti delle Farc”.
E aggiunge Duque, rivolgendosi a Mario: “So che ti disturbava il tono delicato dei report dell’ONU, la complessa relazione di alcuni funzionari con le forze dell’ordine, i civili contrattati dalle forze militari, l’atteggiamento passivo della Missione di fronte ai bombardamenti contro i civili nel sud del Meta e l’aumento degli omicidi mirati contro gli ex-guerriglieri delle Farc”.
In questo difficile contesto, ciò che faceva Mario – prima come volontario di PBI e poi all’interno della Missione – era un lavoro delicato, complesso ma estremamente prezioso per le comunità locali.
«L’accompagnamento internazionale è fondamentale per garantire sicurezza a tutte quelle comunità e persone che, per il loro lavoro di tutela dei diritti umani, corrono altissimi rischi. Con l’accompagnamento internazionale cerchiamo di disincentivare le violenze e mettere queste persone in grado di svolgere il loro lavoro. E per chi ‘accompagna’, è un vero e proprio onore mettersi affianco di chi arriva a mettere a repentaglio la propria vita per i propri ideali, per i propri valori, per la costruzione della pace«, dice Puto a Valigia Blu.
Verità e giustizia per Mario
Dal momento in cui in Italia è arrivata la notizia della morte di Mario, gli amici e la società civile hanno lanciato diverse iniziative per far luce sulla vicenda e tenere alta l’attenzione. La petizione su Change, lanciata dagli amici e dalle amiche di Mario, ha già raccolto quasi 60mila firme. Oltre 500 adesioni anche all’appello di Europaz, una rete di accademici e ricercatori nata a sostegno degli Accordi di Pace, in cui si chiede un’indagine indipendente, verità e giustizia per Mario.
Da Napoli è subito partita una forte mobilitazione e giovedì 30 luglio si terrà un evento pubblico di commemorazione. Il sindaco Luigi de Magistris ha dichiarato che “Napoli è protagonista in questo momento per la ricerca della verità e per fare giustizia su questa morte assurda di un ragazzo impegnato fortemente per i suoi ideali”.
Sono state inoltre presentate diverse interrogazioni parlamentari, tra cui quella di Sandro Ruotolo e di Erasmo Palazzotto. Il ministro degli Esteri Luigi di Maio, ha assicurato il massimo impegno della Farnesina “per un caso che ha coinvolto un giovane brillante impegnato in una missione delicata».
Numerosi anche i messaggi dalla Colombia, dove chiunque lo abbia conosciuto si sta impegnando a cercare giustizia. Scrive Duque a Valigia Blu: “Mario era un appassionato di musica salsa, di film classici, di poesia, di calcio, e amava le persone sensibili. Un uomo curioso, un investigatore inquieto, un sognatore che credeva la pace fosse possibile. È stato questo sogno che lo ha portato in Colombia, prima come accompagnatore di Peace Brigades International e poi con la Missione delle Nazioni Unite. È stato questo sogno che gli è costato la vita. Mario è la faccia di tutti quegli uomini e donne che fanno accompagnamento sul campo, e che mettono a repentaglio le proprie vite per salvare le nostre. Mario non è morto: Mario lo hanno ucciso. Questo crimine segna uno spartiacque, c’è un prima e c’è un dopo. E lascia in una terribile condizione di vulnerabilità tutti coloro che, come lui, vengono in Colombia come volontari o come osservatori internazionale. La mia promessa per Mario, e per tutti, è arrivare alla verità e ottenere giustizia”.
Lorena Cotza
Lorena Cotza
Valigia Blu
https://www.valigiablu.it/mario-paciolla-colombia-indagini/
29 Luglio 2020
Immagine in anteprima via _Sanacore_
Nessuno crede al suicidio: verità e giustizia per Mario Paciolla
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