La culpa es de los indios

…de nosotrxs lxs indixs*

Así lo señala Natalia Sierra en su columna de opinión desde el Ecuador mientras bajo el vaivén de la trampa político-electoral al servicio del poder estatal, patriarcal, racista…en fin; del poder, Ecuador y el continente siguen girando, nos siguen envolviendo en este remolino que nos hunde en el abismo sin salida. Giramos y nos convocamos a girar. La trampa exhibe sus mañas y sus engaños sin vergüenza y sirviéndose de la vergüenza nos reclaman salidas electorales. Esta vez sí ganar el poder por una vía u otra…sobre todo la electoral. Todo cambiará si es nuestro candidato, nuestro partido, nuestro movimiento el que llega al poder. Si una mujer, si un negro, si un indio, si un pobre, si un sindicalista…llegan al poder. Nada ha cambiado porque no ha sido así.
¡Falso!
Nada cambia con la toma del poder ni con la lucha por la toma del poder. La lucha por el poder es la lucha para que nada cambie. Si conseguimos y cuando conseguimos el poder por cualquier vía, el poder no nos permite cambiar nada, porque el poder es lo contrario al cambio, su enemigo, su contradictor, su impedimento…su trampa. Es el poder racista, patriarcal y capitalista el que gana.

En lugar de reconocer esta trampa de la relación social que niega la rebeldía y la revolución de los pueblos, de las mujeres, de empobrecidxs, racializadxs, condenadxs al olvido. Que niega así la Bolivia de los pueblos y ayllus, el Ecuador de los territorios y tejidos autonómicos, que niega el México sin malos gobiernos y de las muchas nacionalidades y territorios que no caben en un «nosotros» chauvinista y depredador, que niega la Argentina sometida a la continuidad inefable del extractivismo hoy fascista en Andalgalá, en Vaca Muerta y en todo el país bajo el progresismo, que no permite a Colombia salir de la guerra permanente y la masacre oficial…que, en síntesis, nos impone escoger entre dos males innecesarios, que nos sigue sometiendo a la mentira de los estados-nación, de las fronteras y los gobiernos y presidentes, mientras levantamos banderas nacionales y nos ponemos emocionadxs la mano en el pecho para que los ejércitos nacionales bajo el ejército imperial recluten para el terror y el despojo que llaman seguridad y alimentemos de todas las maneras a una guerra permanente en la que nos toca poner el dolor , la muerte, la obediencia, las tropas, el servicio a los fusiles o la impotencia…Mientras los propios procesos y movimientos indígenas, resisten y también se ven tentados, manipulados, divididos por la misma trampa del poder. Mientras tanto y todo, también y desde hace 529 años de resistir y girar en ésta conquista desde y por el poder que se profundiza: ¡La culpa de todo para unos y otros, fuerzas y máscaras de la misma mentalidad, del mismo orden servil y suicida, es de los indios y de las indias!

¿Culpa de qué en esta coyuntura? Pues de no habernos (¿nosotrxs?, ¿quienes?) podido tomar el poder en Ecuador. De no haber ganado las elecciones. De que haya ganado el fascismo (No había alternativa electoral. No la hay. No la puede haber.). No hemos aprendido a servirnos de las campañas para luchar por liberarnos del poder (proposición que resulta ridícula a los ojos de quienes son orgánicos al orden opresor). Las campañas son exclusivamente y por desgracia, un medio para perseguir los fines del estado, del orden de siempre.

No. La culpa no es de los indios ni de las indias. La culpa es de quienes sentencian culpables, en especial a indios e indias para evadir la crítica y para no aprender a asumir con valor la responsabilidad pendiente, fundamento de la revolución indispensable. Esa responsabilidad esencial es nuestra, por seguir habitando, reproduciendo y defendiendo una trampa. De seguirle sirviendo.

Si nos asumiéramos tejidxs y tejiendo territorios, en rebeldía frente a los estados y malos gobiernos para acabarlos, hartxs y asqueadxs del patriarcado que nos habita y nos autoriza a dominar, explotar, someter y culpar a otrxs, despojándonos de fronteras estatal-coloniales para que la vida no sea apenas una alternativa y la certeza de la muerte y la destrucción la normalidad. Si nos asumiéramos hijos e hijas de la Madre Tierra; sí, indias e indios para emanciparnos de éste orden putrefacto, de éste proyecto de Muerte, para luchar por nuestra libertad. Si dejáramos de encubrirnos en la salida fácil de lo político electoral, de la toma del poder del estado por cualquier vía, del señalamiento a otrxs, a las indias y los indios. Asumiéndonos indios e indias sentiríamos la necesidad y el afán por fin de liberarnos de nuestras ataduras a este orden de trampas y culpas, a reconocer, despreciar y despojarnos de la mentalidad que mantiene entre bandos y opciones falsas el orden del poder. El mismo poder que inventó, reproduce y mantiene esa categoría «indio» para el desprecio y el despojo. Nos asumiríamos indias e indios para volver a ser pueblos de la tierra. Reconoceríamos ante el espejo de nuestras miradas que culpar a las indias y los indios es seguirnos negando en nuestra raíz, nuestra esencia, nuestra tierra y nuestro movimiento. Nos pondríamos del lado de quienes fueron inventadxs para asumir la culpa. Tendríamos que hacernos indias e indios con ellas y ellos; ser por fin nosotrxs para resistir, criticarnos (criticándoles), pervivir y emanciparnos de quienes así nos señalaron y volver a ser naciones y pueblos originarios, de la tierra y dejar también de ser frutos del desprecio…indios e indias. No hacerlo, seguir señalando es seguir negando nuestro camino a la emancipación, justicia y a la vida. El día que con las indias y los indios, como indias e indios, habiéndonos asumido en rebeldía como tales dejemos de luchar por el poder que nos aplasta y nos ata a la ganancia, al desprecio, a la guerra y a la miseria para rebelarnos, ese día, tampoco necesitaremos ser indixs nunca más. Ese día y desde entonces sentiremos orgullo y gratitud permanente con quienes, indios e indias, a nombre de asumirse así durante los siglos del desprecio desde el poder han preservado nuestra rebeldía primera, nuestro futuro: ser hijas e hijos de la Pacha Mama en libertad con ella. ¡Así No! Dominación y Despojo. Pueblos en Camino

*Recordando al Mayor Hugo Blanco Galdos que se asumió indio para luchar por la tierra y lo ha sido desde entonces y para siempre.

La culpa es
de los Indios

Llegaron los conquistadores europeos trayendo su culpa judeo-cristiana y marcaron con ella al “indio” y, más aún, a la “india”, que era doblemente culpable por ser “india” y mujer. Culpables de habitar la tierra prometida para los blancos, culpables de ser “indios”, culpables de existir. Convertidos en el mal ontológico fueron instrumentalizados como chivos expiatorios, para que la universitas moderna colonice el planeta. Han sufrido el peso de esa culpa durante 529 años. Esa maldita culpa impuesta ha sido el argumento, primero de los blancos colonizadores luego de los mestizos colonizados y colonizadores, para justificar el despojo sistemático que han hecho y siguen haciendo de los territorios, las culturas y los saberes de los pueblos originarios. Esa maldita culpa ha sido el argumento para el etnocidio de la conquista y la colonización perpetua, de dimensiones mayores que el holocausto nazi, que cometieron y cometen contra los pueblos del Abya-Yala. Esa maldita culpa ha sido el argumento para esclavizarles, explotarles, someterles y humillares, con todo el derecho colonial y neocolonial.

Como cualquier pueblo digno, resistieron desde el inicio mismo de la llegada de los conquistadores a la brutalidad del sistema colonial, y obviamente también fueron culpables por eso, culpables por ser dignos. Cada virrey, cada terrateniente, cada oligarca, cada gobierno “democrático” han castigado a los “indios” cuando han sido “malos salvajes” y no “buenos salvajes”, es decir, cuando han sido culpables. En los últimos 40 años, han sido castigados con todo el peso de la ley del estado nacional, cada vez que se han “atrevido” a levantarse en contra de la opresión capitalista, neoliberal, colonial o patriarcal en cualquiera de sus versiones. La última vez en octubre del 2019, el regidor blanco-mestizo salió con todo su poder a castigar al “indio pecador”, al “indio culpable”, llenos de rabia racista volvieron una vez más, de las tantas veces, a acusarlos de “indios salvajes”, y poner todo el peso de la ley colonial sobre sus cuerpos, sus comunidades y sus territorios.

Antes de que se dé la segunda vuelta electoral, los unes y los creos ya se anticiparon a culpabilizar a los “indios” de su derrota. Con autoridad colonial gritaron: ¡!culpables del retorno del neoliberalismo fascista! decían los unos, ¡culpables de la continuidad de la dictadura totalitaria! decían los otros. En el fondo del sentimiento colonial, realmente eran culpables de haberse atrevido a “usurpar” tan alto porcentaje de votos entre la sociedad y volverse dirimentes de la segunda vuelta.  Culpables de atreverse a participar de forma autónoma en la política del blanco mestizo. No tenían escapatoria, cualquier resultado los hacía culpables. Como siempre “todo funcionaría bien si no existieran los indios culpables y su insoportable presencia”. Solo había que esperar el rostro del regentador colonial que oficiaría el rito del sacrificio al culpable.

Llego el día y el rostro del regentador fue el del progresismo colonial. ¡Culpable de que el neoliberalismo fascista retorne al país! Se oye gritar por todas las redes sociales “progresistas”.  El argumento perfecto para sacar las contradicciones internas de su movimiento político y concentrar todo “el mal” y sus responsabilidades en la figura del “indio culpable”. Establecida la premisa de la culpa viene el castigo necesario y ejemplificador. “ojalá sufran por lo que han hecho”, “ojalá pierdan un ojo”, “se quedarán solos en esa lucha por culpables”, y otras sentencias que la ética, la sensibilidad y la estética me impiden escribirlas.

Obviamente la culpa ontológica de ser “indios” no les da derecho a ser diversos, a tener posiciones diferentes al interior de sus comunidades, a poder elegir por unos u otros, o por ninguno cuando su candidato ya no está en el balotaje, o, a no elegir a su candidato si así lo creen.  Por culpables y pecadores no tiene derecho a pensar solos, a acertar, a equivocarse, a disentir, a discrepar internamente, a cambiar de opinión, a resentirse con quienes consideren que les maltrataron, a tener sus propios proyectos, a tener sus propias concepciones políticas, a pelearse, a tener opciones distintas, a ser heterogéneos, etc., No, no tienen derecho porque son “indios”, porque ese es un privilegio de los blancos y de los mestizos. Ellos, los culpables, tienen que ser un abstracto folclorizado, deshistorizado y despolitizado que no haga daño a los rituales de la “sociedad civilizada”.

Solo quiero recordar que son esos mismos “indios” los culpables de alimentarnos, de cuidar la naturaleza donde nos hospedamos, de cuidarnos a pesar de nuestra violencia colonial, de haber puesto su cuerpo colectivo e individual para resistir a todos los poderes dominantes y depredadores a lo largo de esta historia colonial.

Solo quiero agradecer a esos “indios” y sobre todo a esas “indias”, culpables de darme un lugar donde acogerme sin culpa por ser india.

Natalia Sierra
Abril 17 de 2021
Ecuador Today
https://ecuadortoday.media/2021/04/15/opinion-la-culpa-es-de-los-indios/

Un comentario en «La culpa es de los indios»

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