«Los ricos no duermen debajo de los puentes»: La pandemia y la guerra contra los pueblos
Parar, ponernos de pie, organizarnos y actuar ante la crisis es Nuestra opción y responsabilidad. Deberíamos estar haciendo lo que ahora se nos presenta como imposible: enfrentarnos a la pandemia superando los mayores obstáculos que resultan inamovibles en nuestra normalidad y dentro de lo establecido y aceptado. Acá compartimos dos ejemplos de iniciativas para enfrentar la pandemia desde abajo, desde los pueblos; la humanidad. Uno del Ecuador y otro desde Popayán en el Cauca, Colombia. Así como estos hay muchos otros ejemplos y posibilidades que requieren de nuestra decisión y ganas. Compartimos con ésta palabra una reflexión/provocación en la que señalamos con vehemencia y argumentamos que falta la humanidad para enfrentar la pandemia y por ello ésta servirá para acabarnos de someter y superar la crisis del capitalismo racista y patriarcal. Que hable por sí misma esta palabra y que se levante en contraste con la mediocridad práctica de quienes desde el poder y sus siervos, no pueden siquiera imaginar que proteger a los que ya han disfrutado en exceso de excedentes no es inevitable ni evita contagios y muertes. Por el contrario, dejar atrás la condición de respetar el privilegio es la única manera práctica de entender, pensar y superar esta y las demás pandemias. Tomemos y exijamos las medidas que se requieren para superar la pandemia y salvar la humanidad y la vida…que quienes todo lo concentran a costa de la tierra y la humanidad devuelvan lo que no es suyo en estos tiempos de cuarentena y paguen lo que nos deben. La triada epidemiológica requiere que entendamos con los ojos abiertos y la consciencia clara, de pie, el agente, el contexto y a las víctimas aquí y ahora. ¡Así no! Dominación y despojo. Pueblos en Camino.
«Los ricos no duermen debajo de los puentes»:
La pandemia y la guerra contra los pueblos
Resulta indispensable e impostergable ubicarnos. Existiendo, como de hecho existe la pandemia de COVID 19, enfrentarla requiere identificar y distinguir con absoluta claridad entre ellos y nosotrxs. Una lección de la historia que debería ser tan clara y transparente como elemental y evidente es que cuando el capitalismo y los poderes identifican y resuelven sus crisis, lo hacen a costa de los pueblos y de la humanidad toda. La crisis nuestra y la forma en que la analizamos, comprendemos y enfrentamos no es la misma de ellos. Peor aún, por principio, permitirles que nos recluten para resolverla según su propaganda e intereses nos hará muchísimo daño en la medida en que les permitirá defender sus intereses y alcanzar sus objetivos que siempre empiezan por crear una realidad engañosa con propaganda que presentan como verdades incontrovertibles para reclutarnos dentro de un único bando y una única salida, la que a ellos conviene y actuar en consecuencia en contra de nuestros derechos y necesidades, sumergiéndonos en el olvido, la obediencia requeridas para actuar en aislamiento y contra nosotrxs.
En este punto hace falta reiterar algo: no se trata de negar la pandemia ni la amenaza del COVID 19, ni la enfermedad y muerte que esta causa. No se trata tampoco de asumir una posición de rechazo a medidas de prevención y protección frente a un agente biológico. Se trata de ubicarnos en el contexto global de una fase concreta de crisis del capitalismo transnacional bajo el cual existen complejas dinámicas, especificidades y diferencias sociales enormes. Ello a sabiendas de las vulnerabilidades inmunológicas de personas debilitadas e inmunosuprimidas. En otras palabras, la “triada epidemiológica” que parte de la relación “agente” (COVID 19), “ambiente” (todo el contexto actual) y “huesped” (susceptibles de contagio-enfermedad), no sólo es vigente y oportuna, sino que justamente nos sirve como pueblos, comunidades, organizaciones, para buscar información y evidencias, realizar análisis e ir alcanzando conclusiones que nos permitan planificar de manera ética-estratégica y a consciencia nuestro propio abordaje de la pandemia y no someternos de manera sumisa a los dictámenes y medidas del poder.
Hay que pensar criticamente sin negar el patriarcado, el racismo, el capitalismo transnacional, la estructura de clases, la concentración de poder sin precedentes, la marginación social en curso y las evidentes manifestaciones fascistas que son expresión de un proceso de acumulación que pasa una vez más de una tendencia siempre totalizante y autoritaria a políticas y estrategias totalitarias. En este contexto están comprando y confundiendo luchas, pueblos, individuos y procesos. Este es el “ambiente” de la triada epidemiológica de la pandemia y pretenden encubrirlo, negarlo y presentarlo como irrelevante cuando nos dicen “juntos resolvemos esto” y no se trata ahora de asuntos ideológicos sino de riesgos concretos que hay que abordar con medidas “draconianas” obedeciendo a “las autoridades”. Por duras que sean las medidas que hay que tomar, no puede ignorarse este contexto social, los impactos que causa en la población. No somos iguales. Este orden social genera, produce, se beneficia y es afectado por las desigualdades que ha creado, y estas afectan el impacto de la pandemia y de las medidas que se toman de manera sustancial y dramática. El mismo agente no actuará del mismo modo en un “huesped” empobrecido, anciano, hacinado, enfermo y sin derecho a pensión y seguridad social que en un “huesped” gerente de una corporación transnacional, dueño de territorios, riquezas, trabajo y poder y con acceso inmediato (y anticipado) a recursos, bienes, saberes y tecnologías que le permiten tener control sobre su vida y destino y la de millones y cientos de millones en el planeta. Los medios de paga de (des)información y propaganda nos avasallan de modo que el efecto de lo que transmiten es nuestra sumisión acrítica y obediente. No sólo somos reducidos a consumidores de saberes y seguidores de mandatos, sino que, más grave aún, nuestra realidad, la de las grandes mayorías, la de casi toda la humanidad es negada, ignorada, silenciada y suplantada por la voz oficial de los estados, los expertos y el poder. El “ambiente” de la pandemia, tiene dueños y se organiza para protegerlos y servirles.
Ni negar la pandemia, ni que esta acabe de negarnos y destruirnos para beneficio de quienes ya han usufructuado y acumulado a costa nuestra hasta la saciedad y más allá. Se trata de superar una amenaza para la humanidad, no de que todas y todos sumemos capacidades y fuerzas para proteger una parte de la humanidad que nos ha sumergido en la inequidad, la injusticia y el olvido. Se trata de que la pandemia no les sirva para acabar de someternos y destruirnos.
Hay una escena de “Rojo y Negro” de Stendahl que siempre recuerdo en estas circunstancias. Según lo que me llega a la memoria, desde el poder se dicta y se difunde una medida de obligatorio cumplimiento y para beneficio de todos: “¡QUEDA PROHIBIDO A RICOS Y POBRES DORMIR BAJO LOS PUENTES!”. Excelente medida en apariencia, pero como muy pronto descubre un personaje que reconoce la verdad…”en realidad, queda prohibido a los pobres, porque ¡los ricos no duermen debajo de los puentes!”
El poder ha ordenado una cuarentena global. Queda prohibido a ricos y pobres salir de sus casas…pero muchxs empobrecidxs no tienen casas o si allí permanecen, se hacinarán en condiciones sanitarias deplorables, o no podrán sobrevivir por carencia de ingresos y alimentos que ya, en condiciones “normales” son para la mayoría, bajo el capitalismo y el neoliberalismo crecientemente deplorables. Ordenarle cuarentena a la humanidad en estas condiciones es poco menos que obligar a la mayoría a someterse a un riesgo aún más alto que el cotidiano bajo la pandemia. Pero las políticas de los estados no priorizan esta realidad. Al ordenar el confinamiento frente a la pandemia necesarios, no dictan medidas de política pública para la redistribución de riquezas y recursos de modo que se garanticen condiciones de salubridad, bienestar, dignidad y atención adecuada para todxs. Particularmente para las y los más vulnerables: personas de edad, malnutridas, enfermas, empobrecidas y sin pensión, ingresos o seguridad social…la mayoría de las y los ancianos. No han dado la orden de construir hospitales, dotar unidades de cuidados intensivos, generar incentivos y protección para el personal de salud usualmente sobre-explotado y mal remunerado. No han convertido hoteles, mansiones, grandes superficies, haciendas, edificios de lujo-vacacionales en espacios para hospedar pacientes, familias y personas que las requieran. Ni siquiera han empezado a hacer este cálculo demográfico-poblacional-económico-ético. Pero hablan del “colapso del sistema de salud”. Como si las carencias de estos “sistemas” no fueran consecuencia de la concentración de riquezas, recursos y ganancias. Como si una medida draconiana urgentemente requerida no fuera la de cuantificar los recursos humanos, técnicos, económicos que se requieran para garantizar la vida de la gente en cuarentena, en condiciones dignas y frente a este cálculo movilizar los recursos donde se encuentran, no sólo en las arcas públicas sistemáticamente drenadas para beneficio de la acumulación de transnacionales, bancos y élites, sino justamente allí, donde se han acumulado ganancias y propiedades que ahora deben ponerse por ley, por la emergencia, al servicio de los pueblos y de quienes más las necesitan. Esto ni se piensa. De esto ni se habla. Las drásticas medidas que se toman, no son drásticas con quienes tienen excedentes en exceso, sino contra quienes apenas sobreviven en el olvido que las políticas contra la pandemia desde el poder reiteran.
Los supermercados y cadenas comerciales amplían sus horarios y aumentan sus ventas para clases medias y altas y para empobrecidxs endeudándose para sobrevivir. Mientras tanto, campesinxs-indígenas, agricultores familiares, vendedores ambulantes, plazas de mercado, cocinas comunitarias, no son objeto de medidas de protección. No se diseñan e implementan medidas para que nos alimenten en la emergencia sin arruinarse quienes aún hoy producen en contravía más del 60% de los alimentos que nos comemos y protegen además el planeta. Comer durante la pandemia y la cuarentena debe ser sano y fomentar salud y bienestar. Protegen a quienes fomentan agro-negocio, destrucción de la tierra, despojo al campesinado, envenenamiento de las aguas y del aire, importación de alimentos con ganancias para intermediarios y arruinan a quienes saben como alimentar-nos con la tierra y para la vida. ¿Esto nos ayuda a superar la pandemia? O claramente se sirve de la pandemia para consolidar la dependencia, la capitalización del agro-negocio, la destrucción ambiental y el exterminio.
Basta con preguntar, observar y escuchar para que lo que acá menciono apenas ilustre la profundidad de una verdad: las medidas contra la pandemia, o son de y desde los pueblos, o son dispositivos contra la humanidad y la vida que se sirven de la pandemia para ejecutarse.
Pero no puedo dejar de mencionar superficialmente uno de los abusos más atroces y obscenos: Mientras se hace propaganda desde las “autoridades de salud” poniendo la presión sobre la población para protegerse, reportar y buscar atención, la verdad es que las condiciones en las que debe trabajar el personal de salud son deplorables. Ni equipo, ni protección, muchas veces, ni siquiera tapabocas. Ni camas, ni materiales, ni medicamentos. No había nada de esto antes de esta pandemia de Corona Virus nuevo, porque la pandemia anterior en curso de profundización, la del hambre, el abandono, la miseria, la contaminación se complementó con la destrucción del acceso a servicios de salud. Al personal de salud lo explotan aún más y se debe echar encima la responsabilidad y la angustia por todo lo que la pandemia agrega de impotencia, devastación, irrespeto, maltrato y muerte. Se llenan la boca los gobernantes y altos funcionarios hablando de “protocolos de atención”. Culpan anticipadamente a quienes requieren de cuidados intensivos y ventiladores, de que lleguen a necesitarlos por no haber prevenido. Pero en cambio, los millones que acumulan en ganancias anticipadas de los pueblos y lo que acumulan en ganancias industrias y empresas, eso no se toca y no se reorienta, ni siquiera ahora, para enfrentar la pandemia. ¡No! ¡Lo de los ricos no se toca! Los ricos no duermen debajo de los puentes ni pagan la atención a la pandemia. Los gobiernos y los estados existen para protegerlos…peor aún, son ellos o quienes les creen y les siguen obedeciendo. De seguir así, sufrirán agotamiento, enfermedad, muerte, angustia, ruina, trabajadores de la salud conscientes y coherentes en todo el mundo, dedicadxs a la atención y entrega a las víctimas de esta pandemia, pero su sacrificio será ignorado, o, más claramente, explotado por quienes ordenan, se protegen y se lucran superando esta crisis para su beneficio.
Sobre el agente habrá que hablar muy pronto y la información ya está surgiendo. Todo apunta a que no hay ninguna evidencia científica que soporte de manera creíble que hubo un puente entre un tipo de murciélago y el caso 1 en China a partir del cual nos dicen que se desató la pandemia. Si lo que la ciencia va develando es cierto, el primer caso no provino de la China ni el virus mutó allí. Los datos y fuentes apuntan a experimentos desde el 2014 con Corona Virus en EEUU (la Univeridad de Carolina del Norte). Esto requiere de más información que va haciéndose pública y en abundancia. Por ahora y para insistir en abordar la crisis desde el nosotrxs basta con recordar entre muchas, las 3 mentiras con las que justificaron y realizaron la masacre de Irak como pretexto para una guerra global contra el terrorismo y como medio para destruir, reconstruir y capturar recursos para beneficio de ls transnacionales. El capitalismo ha diseñado e implementado este tipo de conspiraciones una y otra vez y debemos recabar información confiable para saber la verdad. Si la pandemia es como nos la presentan, no debemos aceptarlo por principio y aún si lo fuera, agente/huesped/ambiente confluyen en una fase del capitalismo global en la que para seguir acumulando y concentrando poder y ganancias en cada vez menos manos, el capital necesita razonable y racionalmente eliminar excedentes de población, eliminar excedentes de capital y acceder a recursos y riquezas que ha convertido en escasos. Una hipótesis sana sirve como principio desde la lucha contra la pandemia del COVID 19 desde la humanidad: esta pandemia y otras que vengan, son parte de una guerra total (componente biológico) contra la humanidad para salvar el capitalismo a costa de la vida. Aún si se descarta esta hipótesis, no podemos ignorarla. Es hora de asumir que ellos, los estados, los capitalistas transnacionales, los ejércitos a su servicio, sus medios de paga y (des) información y sus medidas son terapias de choque para seguirnos sometiendo y hundiendo en el olvido y la muerte. O la pandemia nos sirve para cambiar la sociedad que nos oprime, o los ricos seguirán prohibiéndonos dormir bajo los puentes.
Emmanuel Rozental
Pueblos en Camino
Quitapereza, Cauca
En Cuarentena,
Colombia, Abya Yala
20 de marzo de 2020
Ante la Crisis y la Pandemia
ante-la-crisis.pdfCarta Abierta:
Llamado a la Solidaridad
en Defensa de la Vida