Desafíos en esta era, en esta hora: Defender la vida y enfrentar la guerra contra la tierra y contra los pueblos
La mirada del odio fascista. Se inicia la era Bolsonaro en Brasil. El presidente se posesiona y procede de inmediato a tomar medidas por decreto: explotar la Amazonía; suspender la financiación y detener de hecho todos los programas del gobierno en relación con los pueblos indígenas y la Agencia Estatal para los Pueblos Indígenas (FUNAI-Fundación Nacional del Indio) al ordenar retirar la licencia de emprendimientos a la misma; entregar la demarcación de tierras indígenas y quilombolas (afro-descendientes) a la bancada que representa a la ultra-derecha de hacendados en Brasil (ruralistas), el país con mayor concentración de tierras en menos manos del mundo; eliminar el Consejo Defensor de la Alimentación Saludable y sin Agro-tóxicos; ordenar el monitoreo y vigilancia de oenegés y organizaciones internacionales; eliminar a la población LGBT de las pautas de Derechos Humanos en Brasil… En síntesis, no es una declaración de guerra en las primeras horas de su Presidencia, sino las primeras acciones políticas de una guerra total contra la Amazonía (la Madre Tierra), contra los pueblos indígenas, contra los derechos humanos y los organismos defensoras de los mismos y en alianza con el sector más retardatario, intolerante, racista, asesino y rico del Brasil, los latifundistas. No es una guerra en Brasil; es una guerra desde Brasilia, por parte de un ex-militar cristiano intolerante y racista que cumple sus promesas y da a entender que las cumplirá todas, incluyendo perseguir a las mujeres, las organizaciones de empobrecidos y luchadores sociales y todas las organizaciones, movimientos y partidos de izquierda y oposición. Lo eligieron para implementar el odio racional y calculado, para enriquecer a los ricos, para eliminar a quienes les estorben y todo obstáculo a su insaciable codicia y para convertir en medidas concretas el ataque a la tierra y el exterminio de sus defensores… y Bolsonaro cumple. Cumple en un contexto en el que su par y patrón desde EEUU, Donald Trump y los sectores que lo apoyan desde arriba y abajo, ejecuta este mismo tipo de políticas y crea las condiciones de respaldo total a este orden de guerra patriarcal, fascista, racista que ya ejecuta acciones de destrucción para fomentar ganancias y odios. Muy seguramente la guerra contra Venezuela está en la agenda inmediata de este tirano electo y sobre esto habló de inmediato con su par Duque-Uribe, líder de la iniciativa contra Venezuela, quien lo llamó desde Colombia a felicitarlo y dedicaron la conversación a este tema. Guerra total contra los pueblos, guerra de conquista, eliminación de toda resistencia. Es la agenda continental y global que Bolsonaro ejecuta ya desde Brasil coordinado y apoyado dentro de una iniciativa global fascista. ¿Dónde Estamos? Lectura de Contexto. Pueblos en Camino
Mientras tanto, en el que se presenta como el otro lado del espectro político, Andrés Manuel López Obrador Presidente de México, no inicia su gobierno deteniendo el extractivismo, comprometiéndose con actualizar e implementar los acuerdos de San Andrés que se negociaran y firmaran con el EZLN, no se compromete a evitar la construcción del muro en la frontera con EEUU que pretende imponer Trump y que ahora mismo paraliza al gobierno de los EEUU por más de 12 días, no asume con firmeza la defensa de las y los migrantes ni la derogación de las políticas de despojo y “libre comercio” que los obligan a abandonar sus tierras y países y migrar arriesgando sus vidas por hambre, no detiene la industria extractivista, al contrario, en su discurso de triunfo tranquiliza a inversionistas y grandes capitalistas. Pero, eso sí, para legitimarse, encuentra eco en unos “indios” quienes orquestan un espectáculo con ritual incluido, en el que manifiestan que los respeta y se hinca ante ellos para las fotos, cuando en realidad con esta farsa arrodilla a los pueblos indios, los divide y debilita para penetrar sus territorios profundizando la guerra y el despojo.
La guerra, sí. AMLO ha anunciado la creación de la Guardia Nacional, como si el México que en 2017 asesinó en promedio más de 70 personal al día, necesitara de más guerra. Carlos Fazio presentó públicamente la evidencia no sólo en el sentido de que AMLO es más de lo mismo, sino que es peor, porque tras él y con él, respaldándolo, están fervorosas y fervorosos movimientos, partidos y procesos que se creen el cuento sin sustento ni evidencia alguna que lo presenta como un hombre de izquierda. AMLO re-legitimó un Estado perverso, corrupto, asesino, mafioso, racista, extractivista y misógino. AMLO procede con la conquista, porque AMLO es, a todas luces y a La Luz de sus actos, un “progresista” con todas las letras. Ahí va, cooptando, comprando, capturando y en tren, porque pretende construir el “tren maya” un proyecto extractivista para penetrar territorios de interés corporativo y militar, particularmente las tierras liberadas por la ejemplar y única lucha zapatista.
“Progresista”, sí, y no es un argumento teórico, sino una recopilación de hechos que duelen y hacen daño. Los gobiernos de Lula y Dilma no sólo no hicieron ni siquiera la reforma agraria que prometieron con el respaldo del poderoso y ejemplar MST, no sólo no cumplieron con la demarcación de territorios indígenas según mandato legal y constitucional sino que sometieron estas y otras reformas a los intereses de ruralistas, extractivistas e inversionistas extranjeros.
No limitaron la destrucción de la Amazonía sino que la impulsaron con proyectos como Belo Monte. No sólo no detuvieron la persecución y asesinato de jóvenes en las favelas sino que escalaron estas agresiones con fuerzas élite, se embarcaron en rentables proyectos que transformaron al PT de un partido de trabajadores en un emprendimiento económico que enriqueció a sus nuevos cuadros dirigentes a costa de los pueblos con discursos que pasaron de revolucionarios a reformistas y volvieron a ser revolucionarios ahora ante el ataque de la derecha fascista. Quienes pudimos experimentar de primera mano los impactos de los gobiernos del PT nos consta cómo no pasó de consumismo y asistencialismo limitados y condicionados a fomentar no sólo el enriquecimiento de los más poderosos del Brasil (incluido Odebrecht, por ejemplo) sino a sumirse en la corrupción más profunda que aún no ha sido expuesta en su magnitud real.
Fue por esto y mucho más que se dieron dos levantamientos populares sin precedentes durante el gobierno de Dilma: “Nao vai ter Copa”, contra el campeonato mundial y “Passe Livre”, manifestaciones de disgusto, ira y cansancio frente a este progresismo izquierdo-parlate que hoy genera nostalgia entre quienes ven venirse encima la ola fascista. Que los otros sean peores no cambia un hecho: si no hubiera sido por este progresismo, el fascismo que ahora llega con Bolsonaro no habría sido posible.
Progresismo como el del dictador y tirano Daniel Ortega en Nicaragua quien desde el 19 de abril de 2018 masacra, persigue y somete un movimiento popular que ha expuesto la catástrofe corrupta de su gobierno que hunde a Nicaragua en la miseria.
Daniel-y-RosarioProgresismo como el de Rafael Correa que logró, según lo dicen las y los ecuatorianos que en alguna época lo apoyaron, “logró realizar e implementar lo que nunca pudo hacer Febres Cordero, el tirano de la ultra-derecha”. Correa, como sus pares, hablaban de revolución y pueblos mientras se enriquecían y entregaban el país con las luchas sociales divididas y debilitadas, al imperio de las transnacionales y acumulaban beneficios incalculables. Progresistas como “el mejor gobierno del continente” el de Morales/García Linera cuya corrupción ya no puede dudarse y que incluye la carretera sobre el TIPNIS, la persecución a toda forma de oposición, la legalización de la producción transgénica, la entrega de recursos mineros y de hidrocarburos a transnacionales. Todo a nombre de la revolución y contra los imperialismos.
Progresismos de hecho sobre las luchas y las agendas y sangre de los pueblos, con su discurso y agenda, pero en la práctica al servicio del capital que, agazapado, fue acumulando fuerza para consolidar el fascismo que hoy avanza con su proyecto de genocidio, etnocidio, ecocido, terror y despojo para la acumulación de ganancias.
Frente a esto, ya se escucha el mismo viejo e injustificable argumento: “no se pueden comparar los progresistas con los fascistas”, o “no se puede negar lo que hicieron por el pueblo mientras los otros no hacen nada” y un largo etcétera. Al “modelo” progresista Kirchnerista le siguió el fascismo de Macri, y la ola de la derecha hunde al continente en esta guerra alta intensidad contra los pueblos que se intensificará con todos los pretextos: “Restaurar la democracia en Venezuela”, “fomentar la inversión y El Progreso”, invitar “la inversión extranjera”, “generar empleo y desarrollo con el extractivismo” y también hacer la guerra contra “el terrorismo”, el “narcotráfico” y por la “democracia”.
En otras palabras, el capital fomenta la guerra contra los progresismos para impulsar y profundizar la guerra capitalista, neoliberal, progresista o no, contra los pueblos. Nos reclutan a uno u otro bando para hacer la guerra contra la tierra y contra los pueblos. Guerra que nunca cesó y siempre continúa con los gobiernos progresistas.
Las y los zapatistas lo entienden, lo saben y lo han denunciado abiertamente actuando en consecuencia. Lo vienen haciendo frente a todos los gobiernos desde hace 25 años sin interrupción y lo acaban de hacer, en palabras del Sub-comandante insurgente Moisés cuando anuncian abiertamente que impedirán a toda costa la entrada de ese tren de la conquista a Chiapas y que se van a defender. Nos llenan de ánimo y fuerza estas palabras que siempre son coherentes con su hacer en un México en el que muchas y muchos se han dejado confundir y engañar.
El pueblo Pemón lidera en Venezuela desde la soledad a la que lo someten en las selvas de la Orinoquía, una declaración, ojalá no la única, de autodeterminación frente al extractivismo Bolivariano que ha concedido ese pulmón vital de la Amazonía a China, Rusia, Estados Unidos y Canadá. Mientras tanto, el gobierno de Maduro se asocia con el tirano turco Erdogán en el mismo momento en el que Trump retira a los EEUU de Rojava y deja la vía libre a Turquía para que la OTAN invada, cometa un genocidio y destruya la revolución de las mujeres, el confederalismo democrático y ecológico que ha traído paz y abierto un camino de libertad cantón por cantón y de hecho desde Kurdistán en el norte de Siria.
La alianza Maduro-Erdogan-Putin, en torno del más destructivo extractivismo, acaba de hundir a Venezuela en la miseria, expulsa millones fuera de las fronteras por hambre y, además, le brinda el pretexto a Duque-Uribe, el “Grupo de Lima”, el imperio de EEUU y Bolsonaro, para invadir Venezuela y así, reactivar, como en Siria y Yemen la economía con la guerra, eliminar poblaciones que les estorban, implementar ingeniería demográfica para el extractivismo, eliminar excedentes de capital y concentrarlo y apropiarse de recursos escasos y lucrativos, mientras esa guerra continental, como las de Medio Oriente, les permiten imponer una agenda que posterga y destruye las luchas de los pueblos por el tejido de las autonomías con y desde los territorios. El pueblo Pemón incentiva, como en Rojava el pueblo Kurdo, una confederación de pueblos arraigados a territorios que impidan la destrucción de la Orinoquía, resistan al capital y generen alternativas y paz.
El 1 de enero de 1994 era imposible un levantamiento de los pueblos Maya del sur de México. Imposible. Se celebraba el ingreso de México al Primer Mundo con el Tratado de Libre Comercio que ha generado pobreza, hambre, guerra, desarraigo y migración. Pero el 1 de Enero de 1994 se recuerda no por este triunfo neoliberal falso, sino por el levantamiento zapatista. Kobane, la ciudad de Rojava en el norte de Kurdistán estaba a punto de caer ante el ejército islámico que, con la complicidad de todos los estados de la región y las potencias globales avanzaba para ocupar toda Siria. Otro imposible nació allí: La revolución de las mujeres de Kurdistán.
Kobane fue liberado, Afrin y Czezire también y esta revolución inspira al mundo mientras el fascismo ya invadió Afrin y desde Turquía, en alianza económica con Maduro y encubierta con Trump y todas las potencias, pretende invadir toda Rojava. Pero la lucha Kurda, la revolución de y desde las mujeres no es la guerra, sino esa revolución aquí y ahora que nos inspira y contagia. También era imposible el levantamiento Mapuche, como lo fue el nacimiento del CRIC en el Cauca en 1970. La consciencia de los pueblos, la lucha por la tierra, la autonomía, en unidad y desde fundamentos culturales vivos, incluidas las amenazas, no enfrentar o encubrir contradicciones y caer en la trampa de las burocratizaciones jerárquicas, es el fundamento de estos milagros que una y otra vez en todas partes derrotan al capitalismo y son la verdadera resistencia y alternativa inseparables.
En 1996, el mundo civilizado y su propaganda habían proclamado a Paul Kagame, líder de Rwanda y Tutsi, liberador de su pueblo ante la masacre cometida por los Hutus; una matanza de negros entre negros como la presentó oficialmente “occidente”. En 1996, Kagame, alabado por el mundo, en alianza con un luchador de “izquierda”, Kabila, se sumaron para luchar por la liberación de Zaire. La verdad, según la expuso claramente Judi Rever (Rever 2018)(1) es otra, que nos aclara nuestro propio contexto y este fascismo que hace la guerra sirviéndose del progresismo.
En realidad, Kagame invadía Zaire (República Democrática del Congo) para las transnacionales mineras. Lo hacía según información satelital, mapas y datos recopilados y entregados por, entre otros, el Pentágono y la CIA. La invasión consistía en poner como carnada ayuda humanitaria para las y los desplazados Hutu de Rwanda, atraerlos y asesinarlos. Más de 500 mil en Zaire. Los EEUU sabían que allí estaban estos refugiados y mintieron anunciando que se trataba de unos pocos e implicando que eran armados y terroristas. La masiva masacre de civiles que permanece impune, le entregó la riqueza minera a las transnacionales que así, eliminaron la población que les estorbaba, pusieron un gobierno “legítimo y de izquierda” a su servicio y “desarrollaron” a sangre y fuego el territorio. Guerra total contra los pueblos. Racismo y fascismo para la acumulación.
El desafío es: ¿Entendemos esta realidad y lo que implica y viene con Bolsonaro? ¿Estamos dispuestas y dispuestos como el pueblo Kurdo, como las y los zapatistas, como el pueblo Pemón, a organizarnos, tejernos y resistir? Es la hora del tejido de autonomías o del fascismo y del terror. Lo que nos hacen no es alternativa sino muerte y destrucción.
“…Un día, el pueblo, el mundo, mujeres y hombres deciden cómo quieren vivir su vida, NO que hay un grupo que decide la vida de millones de seres humanos, NO. Decimos nada más en dos palabras: El pueblo manda, el gobierno obedece. Ésa es la que tenemos que luchar para eso…”
Sub Comandante Insurgente Moisés, 31 de diciembre de 2018.
Las mujeres “…hemos sido construidas y reconstruidas a lo largo de 5000 años, así que tenemos que decidir ahora quienes somos y que no queremos el papel que se nos ha dado, por eso lo haremos solas…”
Havin Guneser. Escritora, periodista y activista Kurda. 2 de enero de 2019
Pueblos en Camino
Enero 3 de 2019
(1) Rever, Judi. In Praise of Blood. The crimes of the Rwandan Patriotic Front. Random House Canada.