Desafíos para seguir defendiendo la Vida y la Madre Tierra
“Los colombianos, principalmente las comunidades indígenas y todas las comunidades que tienen un arraigo con el territorio, nos enfrentamos a un contexto en donde el capitalismo global, la banca internacional, las grandes corporaciones, el sistema en el cual se encuentra Colombia, tienen un problema de carencia de recursos naturales tales como: agua, oxigeno, petróleo, biodiversidad, minería etc. Un déficit de riquezas, que las multinacionales transforman a través de procesos productivos y de explotación de mano de obra y de tecnologías, para convertir dichos recursos en mercancías y esas mercancías convertirlas en ganancias para las multinacionales”.
Manuel Rozental, colombiano, acompañante de pueblos indígenas e integrante del colectivo Pueblos en Camino nos presenta una mirada sobre los desafíos que tenemos los pueblos indígenas y las luchas de base que se vienen adelantando en el continente frente al Plan de Muerte. A continuación presentamos la entrevista que le realizó el Tejido de Comunicación a Manuel Rozental para el informativo Kueta Susuza de Radio Pa´yumat.
Un negocio y una forma de acumular que cada vez es mayor que la producción de mercancías es la transformación del dinero en mercancías, es decir, ellos venden dinero y después lo compran mucho más caro. Esto es a lo que llaman inversión, en realidad esto no es una inversión por ejemplo: ellos dan dinero para comprar una montaña en el Cauca, digamos que el Cerro de la Teta porque tiene oro. Ellos invierten una plata y deben garantizárseles que después de un tiempo esa plata que invirtieron les va a dar más dinero y esto el estado colombiano se los garantiza.
En conclusión este sistema del capital, tanto en la producción de mercancías explotando riquezas y el trabajo de la gente como el sector financiero que invierte recursos e invierte plata para ganar más plata, está en crisis debido a la escasez de recursos naturales. A ellos les falta el agua, les falta oxígeno, les faltan riquezas, porque las están agotando, es tal la explotación de riquezas que han hecho en el planeta que lo están destruyendo.
Todos los días mueren especies, hay una escasez de agua global increíble, la escasez de energía es tan grave en el planeta en cuanto a fuentes de energía como: el petróleo, el producto del agro-negocio, la caña de azúcar, la palma, la soya. La escasez de energía y la necesidad de energía del sistema son tan altas que para el final de este siglo vamos a tener entre la mitad y el 40% de la energía que hoy se produce cuando las necesidades van a ser mucho mayores que ahora. Se va a necesitar mucho más energía de la que ahora produce el petróleo y otras fuentes, pero, todas esas fuentes se van a ver reducidas a la mitad y en consecuencia va a haber un déficit profundo de los recursos para mantener este sistema que beneficia a unos pocos y los enriquece. Este es un problema que tiene el capital.
El otro problema y que nos debe preocupar mucho es que frente a la falta relativa de recursos es que va a sobrar gente, va a haber mucha más gente de la que el sistema necesita. La razón: Por una parte no tenemos la capacidad de consumir, de comprar porque estamos cada vez más pobres; por otra parte porque nos van a necesitar cada vez menos para producir porque ellos producen con máquinas o ganan dinero sin necesidad de producir, debido a la compra y venta del dinero. La crisis del capital en este momento consiste en que le falta naturaleza a ellos y les sobramos nosotros. Para resolver su crisis, el capital tiene que hacer dos cosas: tiene que quedarse, privatizar los territorios y la riqueza ponerla en pocas manos y por otro lado tiene que eliminar de todas las maneras el excedente de población.
Lo que estamos viviendo en Colombia y en otros países del continente:
Vemos grandes megaproyectos extractivistas: la minería, el petróleo, el agronegocio, la privatización de la biodiversidad para su explotación y la construcción de grandes represas. En Cajamarca, Tolima hay represas como el Quimbo que se van a construir para darle energía a las mineras con el proceso extractivo que destruye montaña para sacar el mineral. Al ver el efecto combinado de los proyectos extractivistas, nos damos cuenta que donde sea que lleguen estos proyectos, sacan a la gente de los territorios, destruyen la naturaleza, contaminan el agua.
En el norte del Cauca después de llevarse a cabo los proyectos de la locomotora minero-energética, del agro negocio, lo que queda al final solo son grandes huecos donde se aposentó la minería, la destrucción de los ojos de agua, donde se patentó y privatizó la fauna y la flota y el conocimiento de la comunidad. En el valle del Cauca y norte del Cauca, a causa de los monocultivos, sólo quedan desiertos verdes, en donde no crece nada más que caña y donde no vive gente, ni pájaros, ni nada más porque todo eso se convirtió en caña.
Con todo esto logran el propósito de acabar con el excedente de población ya sea porque desplazan masivamente, lo matan de hambre o porque matan a causa de la guerra y delincuencia y de esta manera se quedan con el territorio y las riquezas para enriquecerse ellos. El capital resuelve su crisis precisamente, despojándonos, desplazándonos de los territorios. De esta manera sólo unos pocos se quedan y acumulan las riquezas. Este es el desafío que enfrentamos en Colombia y en todo el continente, el cual es un proyecto gigantesco de exterminio a la mayoría de las comunidades ya sea físicamente o culturalmente, en donde las comunidades son para las empresas extractivas un estorbo que hay que sacar del camino, se quedan con el territorio y siguen acumulando gracias a la poca gente que queda y que tiene capacidad económica para comprar y seguir acumulando.
Entendemos que todo lo anterior se logra a través los tratados de libre comercio. Estos tratados convierten en el fundamental sujeto de derecho a las grandes transnacionales, a los bancos y las grandes corporaciones extractivistas. Estos tratados le dan el poder y el derecho legal a todos estos poderes que quieren quedarse con el territorio y despojarlo, eliminando pueblos indígenas, eliminando comunidades y quedándose con enormes territorios.
Esto es lo que está ocurriendo en Colombia. Ya los TLC están firmados, ya estamos en esa situación, frente a esto y en este contexto debemos preguntarnos: ¿los procesos de paz con las FARC y el ELN para qué sirven y qué resultados deben dar? Las organizaciones populares e indígenas dentro de este contexto ¿cómo no se confunden en esta lucha y cómo no caen en la trampa del despojo a cambio de dinero y de cargos políticos? ¿De qué manera se resisten?
Se debe entender que hay dos proyectos incompatibles en donde el primer proyecto tiene como propósito transferir todo el territorio a pocas manos para que sigan acumulando las corporaciones financieras o transnacionales. El otro proyecto es el de la comunidad del Quimbo, de San José de Apartado, del páramo de Santurbán, de lo dicho cuando la agenda de la minga de resistencia social y comunitaria se defendió, de lo que hacen los campesinos del Carare en el departamento Santander, es decir una agenda donde cuyo punto fundamental es permanecer en los territorios, tomar decisiones colectivas y mandar obedeciendo. No que manden unos sobre otros y no permitir que se transfieran las riquezas a pocas manos sino que se distribuyan las decisiones como las riquezas para garantizar la vida, garantizar la soberanía alimentarias en los pueblos. Es decir, que por un lado, mientras las corporaciones quieren transformar el planeta para seguir acumulando, del otro lado están campesinos, indígenas, comunidades urbanas, afros que todavía quieren vivir colectivamente en los territorios para lograr soberanía alimentaria, para lograr la defensa de las culturas y de los territorios e impedir que estos sean transferidos a las trasnacionales.
Analizando las políticas públicas, el proceso electoral, el proceso de paz y las decisiones que están tomando los movimientos en este momento parece que lo que está pasando es que los movimientos sociales estuvieran adaptándose e integrándose al proyecto del gran capital trasnacional y las decisiones colectivas y comunitarias se están debilitando a cambio de un poco de poder y de dinero.
Al participar del congreso nacional indígena en Chiapas México y al asistir a la Escuelita Zapatista de los pueblos Zapatistas del sur de México, que están cumpliendo 20 años del levantamiento y construcción de autonomía; note dos cosas. La primera es que no hay un milímetro de territorio nacional de México que no esté siendo afectado de la misma manera en la que está siendo afectado el territorio colombiano, allá se ve como se articula el narcotráfico con el paramilitarismo con las políticas de estado, con las trasnacionales para sacar a las comunidades indígenas del territorio y meter grandes megaproyectos extractivistas y han logrado asociar a las corporaciones con determinados líderes de comunidades indígenas para que estos llenen un pueblo de carteles que dicen “Sí a la minería. El cianuro no mata lo que mata es la ignorancia” y que el pueblo termine apoyando la privatización del agua y apoyando la minería.
La policía y el ejército le pagan a gente de la comunidad y le entregan la pintura para que ellos mismos hagan los carteles, es decir, que por la vía de la intimidación, el terror o por la vía política, o de comprar líderes, la comunidad está entregando el territorio las trasnacionales. Esto ha ocasionado la división de la comunidad, de la familia, por peleas entre personas que defienden la minería y los que defienden el territorio y la vida, es decir, que La agresión de las trasnacionales llegó la comunidad y la gente tiene miedo, ellos saben que lo que están haciendo los líderes, de entregar el territorio a la minera va a ser pan para hoy y hambre de ahora en adelante, y sin embargo lo están haciendo. El miedo a ser amenazados, intimidados o hacer llamados traidor del progreso, son las razones que tienen para no enfrentar a la minera. Esto está pasando en México, gente que se ha dejado engañar, que se ha cansado de luchar o que se vende por unos pesos.
Todo lo contario al pueblo Zapatista que cuenta con más de 200 municipios autónomos que no están bajo el control del estado mexicano, al que ellos llaman el mal gobierno. Comen lo que producen, tienen escuelas propias, las que eran haciendas ahora son territorios autónomos donde la gente en colectivo decide y mandan obedeciendo. Son las mismas comunidades las que defienden el territorio, defienden la soberanía alimentaria, donde lo colectivo, lo comunitario y la defensa del territorio no cayeron en la trampa de las campañas político -electorales en donde su posición es no defender candidatos, sino, defender su agenda de autonomía y su territorio.
Con ser como somos y no vendernos ya le ganamos al capital, que nosotros sobrevivamos o no, depende de que los demás ni se vendan, ni los compren, ni se dejen engañar y ni se cansen de luchar y creando territorios autónomos donde no se le entrega el territorio a las trasnacionales y donde se garantice la vida y la soberanía de los pueblos y se defiendan las decisiones colectivas, se consigue que las comunidades crezcan y se vuelvan escuelas de la libertad y la vida.
El norte del Cauca ha sido una escuela de la libertad y la autonomía, hoy me pregunto si pueden seguirlo siendo con las confrontaciones y la falta de claridad que hay. Esta es una pregunta que se tienen que hacer los comuneros. Un zapatista hombre o mujer se puede levantar y decir “Aquí decidimos en asamblea, aquí no le entregamos nada a los malos gobiernos a cambio de un dinero, aquí no entran los proyectos extractivistas, ni se privatiza el agua, aquí unos pocos no deciden por todos y aquí ningún líder amenaza al colectivo”.
Hay que rescatar el proceso porque el capitalismo no va a parar hasta no robarles el territorio. Uno no es indio porque tenga cara de indio, o porque hable el idioma, o porque siga diciendo el mismo discurso. Uno es indio porque vive con la tierra colectivamente y tiene muy claro que el proyecto de muerte de ellos no puede reemplazar el Plan de Vida y que el Plan de Vida no puede ser un discurso para conseguir algo de dinero y poder en el proyecto de muerte.