«Nuestra voz más antigua y profunda: gracias, a ustedes, mis hermanos mayores, por su lucha»

El color de la tierra rebelde, desbordado, sabio y adolorido, pero alegre, se derramó sobre el asfalto. La obra del dominio quedó enterrada, como debe ser, como sigue debiendo ser, bajo la libertad de la vida. 12 de marzo de 2001, referente para la memoria en el almanaque del despojo que también quedó enterrado bajo la semilla de esa marcha del EZLN desde México. Porque indianizar-nos es escuchar y aprender, ese maestro de la escucha, Carlos Montemayor, les dio un saludo que resuena, narra y por una vez enormemente y de pie agradece, como debe ser.  Dijo «esa voz de los pueblos indios que no quieren oír está aquí.» Es la «más antigua y profunda.» Detrás de esa voz y de ustedes, «nos encontramos nosotros«: «Los nosotros que somos la verdadera vida de todos los que han vivido, de todos los que siguen vivos, de los que deben y tendrán y deberán tener derecho a seguir viviendo.» Que la tierra y sus colores vuelvan y y sigan desbordando y enterrando el dominio. Que esas voces antiguas resuenen por nuestras memorias y actos. Que la lucha no sea ajena ni despreciada como hasta ahora. Que hoy mismo, mientras, por ejemplo, en una audiencia dolorosa de una aldea del Cauca Nasa se juzga a unos que asesinaron hermanos indios mientras otros pretenden dirigirlos hacia el olvido por unos cargos, algo de fama, unas monedas a nombre de su lucha -que para su ganancia han convertido en mercancía-, que hoy mismo, saludemos siempre escuchando la llegada del indio, del color de la tierra con su fuerza, con el hermano (Monte)mayor; esa escucha que nos rebela y nos levanta detrás de ustedes pero juntxs. Que hoy sea siempre 12 de marzo y que nunca olvidemos lo que debemos escuchar «lxs que siguen vivxs… lxs que deben y tendrán y deberán tener derecho a seguir viviendo.» ¡Así Sí! Prácticas y Saberes. Pueblos en Camino

Un saludo al EZLN

Bejla’e’, ich maya t’aan. ¿Bix a beeleex, la’ako’ob ti kaajilo’ob u tulakal Mexicoe? U láak u téen: Mina’an mix jump’éel t’aan nojoch ken u láak’. Le maya t’aano’ nojoch je bix le ingleso’, frances, alemaan, kastláan t’aan, nahuatl, tzotzil, purepecha, didxazá, hebreo wa je bix u chuk’aano’obo’. Ba’ax sen yaan to’on wey Mexicoe’, leti’ le y’akach u jejeláasil le t’aano’obo’. Junp’éel ba’al jach k’a’ana’an k-kaláantik, tumen leti’ u piixan tuláakal u kaajilo’ob México. K’a’ana’an k-k’aay ichil le t’aano’oba’, k-dzíib ichilo’ob, k-tuukul ichilo’ob. Tuláakal le t’aano’obo’ ku bisiko’ob junp’éelili’ bej: ku yajsik u tuukul kaaj. Le t’aano’ ku much’kíintik kaajo’ob, junp’éelili’ u beelo’ob.

Ahora, en español, ya no en lengua maya, saludo a todos ustedes, hermanos. Digo otra vez, ante ustedes: no hay una lengua superior a otra. La lengua maya es tan importante como la inglesa, la francesa, la alemana, la castellana, el náhuatl, el purépecha, el tzotzil, el zapoteco, el hebreo o tantas otras. Una de las grandes riquezas de México es su diversidad de lenguas. Una riqueza que debemos cuidar porque son el alma de todos los pueblos de México. Debemos cantar en todas ellas, escribir en todas ellas, pensar en todas ellas. Las lenguas tienen un mismo fin: despertar la conciencia de los pueblos. La lengua conduce a los pueblos hacia un mismo destino.

Pues bien, los no indios han hablado de los indios a lo largo de 500 años. Los no indios han tratado de decir qué son los indios, qué no son; qué piensan, qué no piensan; qué creen, qué no creen; qué sienten o qué no sienten. Pero los no indios no han querido escuchar la voz india. Los dueños de las cosas que se compran y venden, los dueños del poder que compra y vende, los dueños de las muchas palabras que quieren imponerlas sobre todas las otras palabras, no han querido escuchar la voz de los indios. Creen que esa voz no existe, creen que los derechos de los pueblos indios son cenizas de un extinto fuego que puede dispersarse con soldados, policías, discursos, cercos militares, masacres, grupos paramilitares, desnutrición, represión, marginación, racismo, olvido, analfabetismo, miseria, discriminación, despojos, desalojos de comunidades en costas, selvas, bosques, desiertos, ríos, presas, llanuras.

Pero esa voz de los pueblos indios que no quieren oír está aquí, con ustedes, viva y más poderosa que nunca (es decir, tan poderosa como siempre). Es la voz y la lucha que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional ha hecho resonar en México y en el mundo. Es la voz y la lucha que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y el Tercer Congreso Nacional Indígena se han propuesto que resuene, a través de reformas impostergables, en la Constitución mexicana. Ésta es la voz del México que no hemos querido oír. Es la voz del México que también somos y que muchos nos hemos resistido a ser. Es nuestra voz más antigua y profunda. Con esta voz que ustedes impulsaron con las armas y ahora, sobre todo, con argumentos de paz, con esta voz que está llena de ustedes, nos han fortalecido a todos nosotros que no somos indios y que al mismo tiempo somos también ustedes. Porque también detrás de ustedes, de sus manos y brazos, de sus pies y sus huellas, de su corazón, de su rostro, de su aliento, nos encontramos nosotros. Los nosotros que somos la verdadera vida de todos los que han vivido, de todos los que siguen vivos, de los que deben y tendrán y deberán tener derecho a seguir viviendo.

Tomen mis palabras, hermanos, como un humilde reconocimiento, un sincero homenaje a la lucha por la dignidad que no solamente empezó al iniciarse el mes de enero de 1994, sino a partir de ese día reanudó, con poderosa voz, con poderoso canto, con poderosa verdad, la lucha por la dignidad que nació hace 500 años. Esta lucha, limpia y profunda, verdadera porque nace de los manantiales que respetan la vida, nos engrandece a todos. Por su lucha, el mundo ahora es más grande. Por su lucha, México debe ahora decidir ser más grande.

Permítanme decirles que en las lenguas indígenas de México hay conceptos que no contienen las lenguas europeas contemporáneas. La palabra “hermanos” en las lenguas europeas no distingue entre hermanos mayores y hermanos más jóvenes. En el caso de la lengua maya, empleé al principio de mi saludo la voz la´ak, hermano, que significa además pariente y compañero. La palabra suku´un significa hermano mayor, La voz tup significa el más joven hermano, el pequeño, como en el tzotzil k´ox o en el tzeltal xut.

«Beora, ma’ ich maya t’aan, ma’ ich kastl’aan t’aan. Beora ich puksi’ik’al t’aan: suku’uno’ob, bootik teex tumen a ti’alex ba’ate’el.»

Ahora, no en lengua maya, no en lengua española. Ahora en el idioma del corazón: gracias a ustedes, mis hermanos mayores, por su lucha.

Carlos Montemayor
Ciudad de México

Ante el arribo de la Marcha Zapatista

12 de marzo de 2001

Publicada en la Jornada el 13 de marzo de 2001

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