Salarios de miseria en el país de la abundancia
El aumento del salario mínimo y el respeto de los derechos de los trabajadores de Wal-Mart, McDonald’s y las demás empresas multinacionales que dependen de subvenciones públicas para sus empleados no se lograrán mediante un decreto presidencial, sino que será el resultado del esfuerzo mancomunado de los trabajadores y sus aliados, tanto en las calles como en las urnas.
Se acercan las fiestas, la temporada de las compras navideñas y, lamentablemente, las grandes tiendas minoristas siguen pagando salarios de miseria a sus empleados. Mientras las tiendas ofrecen precios de liquidación, un ejército de trabajadores ganan el salario mínimo, o poco más del salario mínimo, y tienen dificultades para llegar a fin de mes, debido a la escasa remuneración y pocos beneficios que perciben. El secreto oculto que las grandes cadenas minoristas, como Wal-Mart, no quieren que se sepa es que muchos de sus empleados viven por debajo de la línea de pobreza y que, para subsistir, dependen de programas de ayuda estatal como los cupones de alimentación y el servicio de asistencia de salud Medicaid. Sin embargo, en estas fiestas, los empleados de tiendas como Wal-Mart o los restaurantes de comida rápida, que perciben bajos salarios, están luchando por sus derechos.
“Estas han sido las protestas más grandes que hemos visto contra Wal-Mart”, sostuvo Josh Eidelson, al referirse a las manifestaciones coordinadas en ‘Black Friday’ (el día posterior al Día de Acción de Gracias, cuando se inaugura la temporada de compras navideñas). “Hubo manifestaciones en 1.500 tiendas. Más de cien personas fueron arrestadas. Nuevamente Wal-Mart fue objeto de señalamientos públicos, en el que debería ser el día más feliz del año para la mayor tienda minorista del mundo”. Wal-Mart tiene 2,2 millones de empleados, 1,3 millones de ellos en Estados Unidos. La empresa registró alrededor de 120.000 millones de dólares de ganancias brutas en 2012. La tienda fue fundada por Sam Walton, patriarca de la familia Walton. Se estima que tan solo seis miembros de la familia amasaron, en su conjunto, una fortuna que ronda entre los 115.000 y los 144.000 millones de dólares. Estas seis personas tienen más riqueza que el 40% de la población estadounidense más pobre, tomada en su conjunto.
Josh Eidelson me dijo: “La mayor empresa empleadora de Estados Unidos, que es propiedad de la familia más rica del país, es una empresa en la que gran parte de sus empleados depende de los míseros programas de ayuda a los pobres de Estados Unidos. Esto dice mucho acerca de la situación de la economía y el empleo en el país”.
Los empleados de Wal-Mart se han organizado bajo el nombre ‘Nuestro Wal-Mart’, una iniciativa que fue apoyada por el Sindicato Unido de Trabajadores de la Alimentación y el Comercio. Los trabajadores han tomado medidas valientes, al protestar contra la empresa y participar en huelgas cortas. Wal-Mart tomó represalias y despidió a muchos empleados que participaron en las protestas. Barbara Collins es una de las empleadas que fue despedida, tras haber trabajado en la tienda de Wal-Mart de Placerville, California durante ocho años.
Collins contó en el programa de noticias “Democracy Now!”: “Antes de que me despidieran, ganaba 12,05 dólares la hora, y estaba dentro de la categoría de empleada de tiempo completo, pero eso no significaba que siempre trabajara 40 horas a la semana. Algunas veces solo trabajaba ocho horas a la semana, o 16 horas a la semana. De modo que a los empleados que están en la categoría de ‘tiempo completo’, no necesariamente les dan horas para trabajar tiempo completo. Participé en la huelga de ‘Black Friday’ el año pasado y también participé en la huelga de dos semanas realizada en junio. En junio me despidieron”.
El 18 de noviembre, la Dirección Nacional de Relaciones Laborales (NLRB, por sus siglas en inglés) determinó que las huelgas son acciones protegidas por la ley. Collins, quien habló con nosotros desde Bentonville, Arkansas, donde estaba protestando ante la sede mundial de Wal-Mart, nos dijo: “El fallo de la NLRB es sorprendente. Estamos muy contentos de que hallaran que estábamos diciendo la verdad, que [Wal-Mart] incumplió la ley y queremos que nos devuelvan nuestro trabajo”.
El grupo de investigación sobre políticas públicas “Demos” lanzó un informe denominado “A Higher Wage is Possible: How Walmart Can Invest in Its Workforce Without Costing Customers a Dime” (en español: “Un mejor salario es posible: cómo Walmart puede invertir en sus empleados sin que eso les cueste un centavo a sus clientes”). Demos analizó la creciente demanda de los empleados de Wal-Mart de un salario básico de 25.000 dólares al año para los trabajadores de tiempo completo. Catherine Ruetschlin, coautora del informe, sostuvo: “No es solo durante las fiestas que los empleados atraviesan dificultades. Cuando se gana un salario de miseria, siempre es difícil llevar alimentos al hogar. Tras hablar con los empleados de Wal-Mart una y otra vez, nos dimos cuenta de que sus salarios apenas les alcanzan para cubrir sus necesidades básicas y que, para llegar a fin de mes, tienen que sacrificar algo. Tienen que decidir si compran un medicamento o pagan la matrícula escolar, si compran alimentos o pagan la cuenta de electricidad. Los trabajadores como Barbara, que están allí afuera manifestándose, tuvieron la oportunidad de mostrarles la situación a los ciudadanos estadounidenses comunes y corrientes que compran todo el tiempo en las tiendas minoristas y quizá hayan visto que las protestas se han intensificado, pero no se sentían identificados con lo que eso realmente significaba”. El informe explica que “si Wal-Mart utilizara los 7.600 millones de dólares que gasta cada año en la recompra de sus propias existencias, esos fondos podrían utilizarse para darles a los empleados de Wal-Mart que tienen un salario bajo un aumento de 5,83 dólares la hora”, lo que satisface la meta salarial de los trabajadores.
Al mismo tiempo que se desarrolla la campaña por una mejora salarial para los trabajadores de Wal-Mart, existe una iniciativa para exigir mejores salarios en el sector de la comida rápida. Los trabajadores de los restaurantes de comida rápida han organizado protestas y huelgas en más de cien ciudades…y están ganando. En SeaTac, la municipalidad del estado de Washington donde se encuentra el aeropuerto Seattle-Tacoma, los votantes aprobaron una medida para aumentar el salario mínimo de los trabajadores a 15 dólares la hora. Al igual que sucede con los empleados de Wal-Mart, las grandes cadenas de comida rápida como McDonald’s y Yum Brands (que es propietaria de KFC, Taco Bell y Pizza Hut) sustentan parte de sus ganancias con el dinero de los contribuyentes. Mientras que sus empleados, que ganan salarios de miseria, dependen de los programas de asistencia pública como los cupones de alimentación y Medicaid, las empresas logran deducir impuestos de los grandes paquetes de beneficios que otorgan a los directores ejecutivos, como informó esta semana el Instituto de Estudios Políticos.
El salario mínimo nacional es de 7,25 dólares la hora, que equivale a un ingreso anual de 15.080 dólares para un trabajador de tiempo completo. Si el salario mínimo se hubiera ajustado de acuerdo a la inflación desde 1968, ascendería a 10,74 dólares la hora, una cantidad suficiente para hacer que una familia de tres miembros esté por encima de la línea de pobreza. Si los salarios hubieran registrado un crecimiento proporcional a la productividad de los empleados (ya que cada trabajador produce mucho más en una hora en la actualidad de lo que producía en las décadas anteriores), el salario mínimo sería de 18,72 dólares la hora. Y si el salario mínimo se hubiera disparado al mismo ritmo que los salarios del 1% que gana más, hoy en día sería de 28,34 dólares la hora. Estas cifras del Instituto de Política Económica explican por qué el Presidente Obama ha iniciado una campaña para que se aumente el salario mínimo.
El aumento del salario mínimo y el respeto de los derechos de los trabajadores de Wal-Mart, McDonald’s y las demás empresas multinacionales que dependen de subvenciones públicas para sus empleados no se lograrán mediante un decreto presidencial, sino que será el resultado del esfuerzo mancomunado de los trabajadores y sus aliados, tanto en las calles como en las urnas.
Autor: Amy Goodman
Fuente: Democracy Now
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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 750 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 400 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.