Somos Todas y Todos los Pueblos en Camino
Hoy en varias partes de nuestra AbyaYala, hoy llamada América, y en otros pueblos del mundo, estamos asistiendo, estamos sintiendo, estamos compartiendo, estamos tejiendo, estamos luchando de pie, los hombres mujeres y niños, juntos a ancianos y ancianas y jóvenes del campo y la ciudad, de los barrios y los ejidos, de las fábricas y las haciendas, de las escuelas y los parques, juntos y juntas.
Nuestras caminatas, nuestras marchas, nuestras barricadas, nuestras ocupaciones, se convierten en espacios no sólo de CERCO a los enemigos de nuestros Pueblos, sino también de CONSTRUCCION de nuestras vidas, de nuestros sueños.
Los indígenas del TIPNIS de Bolivia, los campesinos de toda Colombia, los Mapuches y estudiantes chilenos, los usuarios del transporte de Rio de Janeiro y Sao Paulo, los hermanos y hermanas de Cajamarca en el Perú, los Yukpa en Venezuela, los hermanos y hermanas de la CONAIE, nuestros queridos hermanos y hermanas, maestras y maestros en nuestro México lindo y querido; los ciudadanos y ciudadanas de Uruguay contra la mega minería, los valientes defensores del territorio en el sufrido Paraguay, las luchas de pobladores por el agua en El Salvador, Guatemala, Honduras, las valientes mujeres y ancianos de la herida Nicaragua queriendo recuperar su Revolución; las Madres de Ituzaingó -un barrio obrero de la periferia de Córdoba, rodeado de campos de soya- luchando con el dolor del cáncer de sus hijos; pueblos y sindicatos luchando por la autonomía y emancipación en varias partes de nuestros Pueblos, todas estas luchas, todos y todas, perteneciendo a movimientos aparentemente diversos, lejanos: no dejan de ser una sola lucha, la lucha por la Paz, por el Amor, por la Alegría, por la Justicia, por la Felicidad y la lucha en contra de la guerra declarada por el DESPOJO de nuestros bienes comunes, de nuestros territorios, de nuestra cultura, de nuestras Voces, de nuestras palabras, de nuestros sentimientos. Un DESPOJO establecido por los dueños de las armas y el dinero, los dueños del odio y el desprecio, los que ostentan el poder al servicio de matar y decidir, los que pretenden condenarnos a un presente sin futuro, a un pasado sin memoria.
Los enemigos de nuestros Pueblos son los mismos, no sólo por el nombre de las grandes Corporaciones, de los grandes Bancos, de los que venden armas, sino también los gobiernos, en todas partes en nuestra América, los Estado-gobiernos de todos los colores, que de todas maneras tiñen de oscuro y rojo nuestros campos, nuestras calles, nuestras escuelas, nuestros cuerpos, entregando nuestros territorios a esos dueños del mundo.
Pero nosotros NO ESTAMOS SOLOS NI SOLAS, nuestras broncas son las mismas, nuestras sangres son las mismas, nuestras montañas y valles son los mismos, nuestros ríos y selvas son los mismos; los hijos e hijas que luchan son nuestros y nuestras, nuestros padres y madres, abuelas y abuelos, son los mismos porque nuestra Madre es la misma, somos hijos de ella, de la PachaMama y por eso SOMOS HERMANOS Y HERMANAS, los quechuas y mapuches, los aymaras y guaraníes, los afrodecendientes y nasas, los náhuatl y yukpas, los maestros y maestras de los campos y las ciudades, los pobladores de las barriadas de nuestras ciudades, los estudiantes de nuestras escuelas y universidades, las mujeres y hombres de las calles: no estamos solos ni solas.
Nos acompañan nuestra historia, nuestros presos y presas, nuestros asesinados y asesinadas, los padecimientos compartidos, nuestros horizontes que colectivamente vamos construyendo, en esas barricadas, en esas marchas, en esos gritos, en esas lágrimas, en esos encuentros, donde todos nos convertimos en uno solo. Por eso sabemos que nuestras luchas tienen un tejido común: las ganas de vivir a plenitud, de ser íntegramente mujeres, hombres, niños y ancianos de verdad; con Alegría, con Paz, con Esperanza, con Rebeldía, para construir, para construirnos, en el Camino, en el Tejido.