Desplazadas de San Juan Copala: “¿Entonces a quién acudimos?”
En el México de hoy las cifras de desplazamiento forzado interno están en aumento. Miles de adultos, ancianos, jóvenes, niños y niñas han salido de forma forzada y violenta de sus comunidades. Las causas son varias: la presencia y agresión por parte del crimen organizado, la imposición de megaproyectos de muerte y/o el control político de los territorios indígenas. Todos estos despojan a los pueblos de sus tierras y de los recursos que de ella obtienen, así como de sus modos de vida.
Entre 2009-2010 indígenas de San Juan Copala, Oaxaca, impulsores de un municipio autónomo fueron desplazados de su comunidad por grupos paramilitares, después de nueve meses de resistencia, de negarse a abandonar sus casas y comunidad, decenas de triquis huyeron de su pueblo pues era la única manera de salvar sus vidas. A cinco años del desplazamiento forzoso los y las triquis siguen exigiendo justicia, siguen tocando puertas en las dependencias de gobierno a nivel estatal y federal, pero estás se siguen cerrando.
Como una de las tantas acciones que han realizado desde que fueron desplazados, un grupo de hombres, mujeres, niños y niñas triquis permanece desde el 27 de mayo en un plantón a las afueras de las oficinas de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), en la ciudad de México. Los hombres y mujeres que permanecen en plantón, han sido beneficiarios de las medidas cautelares 197-10 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y de la recomendación 26/2011 de la Comisión Nacional de Derechos Humanos; sin embargo no han sido reconocidos por la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas como desplazados ni víctimas de la violencia que se vive en el país, pues los funcionarios de esta dependencia dicen desconocer su situación.
Según lo establecido por la CEAV las y los triquis desplazados de San Juan Copala, cumplirían los requisitos para ser reconocidos e incluidos en el registro nacional, pues pertenecen a un pueblo indígena, han sido desplazados de su comunidad por la violencia paramilitar por motivos políticos, han sufrido daño físico, psicológico y patrimonial. Sin embargo la CEAV, afirma desconocer la situación y señala que no son candidatos a ser reconocidos en el Registro Nacional de Víctimas.
Así, la respuesta por parte de los funcionarios de la CEAV ha sido la amenaza de desalojo, la cual cumplieron el lunes 1 de junio. Desde ese día las triquis instalaron una plantón sobre la banqueta, fuera de las oficinas de dicha Comisión, sin embargo las amenazas han continuado con la presencia de la fuerza pública y con el señalamiento del responsable de la Comisión quien señala que: “mantener un plantón frente a las oficinas de una dependencia federal, es un delito”, de vez en cuando también salen trabajadores de la dependencia y les piden que se vayan, que su presencia “impide el acceso a la oficina a las víctimas que llegan a dejar sus solicitudes”, tremenda contradicción.
Y es que la situación de los hombres y mujeres triquis ha ido en franco deterioro desde que fueron forzados a abandonar su comunidad. Desde entonces se buscan la vida en condiciones aún más adversas, sin casa, sin trabajo, con graves problemas de salud física y emocional; además cada familia nuclear busca conseguir una renta barata, siempre en pequeños cuartos, por lo regular sin servicios básicos; ésta situación genera mayor dispersión y dificultad para vivir en comunidad lo cual impide una vida digna acorde a su cultura y modo de vida como pueblo indígena.
“¿Y entonces a dónde acudimos?” preguntan las mujeres triquis a Angélica Mandujano, trabajadora social, que afirma ser la intermediaria entre los desplazados y las autoridades del CEAV, pues éstos, ya no hablarán más con ellas. Y las triquis insisten: “usted que es mujer, ¿no tiene un poco de sensibilidad? Usted puede ir a su casa todos los días y ver a sus hijos y estar con ellos, pero nosotras venimos aquí y hemos dejado a nuestros niños solos, pero tenemos que estar aquí porque alguien nos tiene que dar respuesta, estamos sin casa, sin trabajo y sin nada que ofrecerles a nuestros niños, y ustedes nos mandan de regreso a Oaxaca, pero allá nadie nos escucha, nos mandan a la policía como aquí y entonces quién nos va a dar respuesta a nuestro problema?” e insisten desde la banqueta de la oficina de Atención a Víctimas: “llevamos cinco años, ya perdimos el miedo, sus amenazan no nos asustan, seguimos exigiendo respuesta”.
Por: Carmen Cariño
Tomado de: http://www.radiozapote.org/desplazadas-de-san-juan-copala-entonces-a-quien-acudimos/