Colombia: La honestidad de un soldado valiente agrieta el terror del sistema
El ejército colombiano y toda la fuerza pública han sido impermeables, impenetrables y no han permitido una sola grieta en toda su historia para alterar el espíritu de cuerpo de una institución autoritaria, poderosa, culturalmente sólida y sólidamente corrupta en y por principio, no porque lo sean sus miembros necesariamente, sino porque la razón de ser, el sentido y la función de esa institucionalidad en armas es servirle al despojo y al terror despojando y sembrando terror y muerte. Esa maquinaria, naturalmente, nunca ha sido un cabo suelto. Por ello nunca ha habido golpes militares abiertos en Colombia. No ha hecho falta. En una institucionalidad que comparte objetivos, intereses, sentidos con toda la institucionalidad del Estado al servicio del capital y de las élites, a su vez orgánicas y articuladas inter y transnacionalmente. Este es el aparato del Pentágono, del los EEUU y en primera instancia, de la acumulación del capital y del experimento global permanente en el terreno, para la contra insurgencia y el sometimiento de los pueblos de y desde Colombia.
El ejército y la fuerza pública en Colombia son instituciones intocables del capital global. Un campo de entrenamiento, experimentación y ejecución de planes y estrategias en la permanente lucha por el control global de pueblos y territorios, su ocupación y despojo. Hay ríos de sangre y de dinero allí. Todo tan caro a los más altos rangos del sistema, del Estado, de los mandos militares y de policía, que nada puede saberse. Nadie puede hablar. Nada puede denunciarse. Aunque todo se sepa. ¿Cómo no va a saberse si llevan toda su historia ejecutando civiles y pobres, reclutando pobres para maltratar pobres, sirviendo a intereses particulares y mucho más y peor? Se sabe, pero no se sabe. Como todo lo que es secreto en Colombia. Pero esto ha cambiado. Un suboficial honesto ha decidido obedecer a la honestidad que no es excepcional, pero que no encuentra salida en este laberinto del terror y el poder. Acá está su testimonio. Ojalá Colombia y el mundo reconozcan el valor y la relevancia de este testimonio. Un hombre honesto, consciente, ha agrietado el aparato de terror desde Colombia. Nos corresponde escucharlo y defenderlo para que se sepa todo esto y se derrumbe. Gracias Cabo Carlos Eduardo Mora: Colombia y los pueblos del mundo te debemos mucho. Ocaña ya no llora falsos positivos en la desesperación de la impotencia! Usted es un ejemplo para todas y todos. Así Sí. Pueblos en Camino
Veamos su testimonio: «Decían que me iban a picar por sapo»: Suboficial que destapó escándalo de falsos positivos