Haciendo memoria del dolor para afianzar la lucha por la vida
Todavía me acuerdo como si hubiera sido ayer. La presencia física de mi hermanito Cristian me sigue haciendo mucha falta. Cómo no sentir su ausencia si lo vi nacer, si lo cargué atado a mi espalda con el chumbe, si con el mismo chumbe le ayudamos a caminar, si juntos disfrutamos de la compañía y sabiduría de Matilde y Gregorio en las montañas del Cauca. Afortunadamente nunca nos dejó, aún hoy su espíritu sigue y seguirá abrazándonos y continuará visitándonos a través del S´xaw. Así como discutíamos continuamente, también nos reíamos y bailábamos mucho.
Y no fue la guerrilla de las FARC que lo mató. Fue este maldito sistema de muerte que lo empobreció, lo despojó, lo desarraigó, lo moldeó para su beneficio al igual que a sus asesinos, otros muchachos como él. Quienes encarcelados en las drogas, terminan siendo el excedente, el desechable, el nadie… que usan las grandes y pequeñas mafias para controlar los territorios sean urbanos o sean rurales. Nosotroas ya los perdonamos, porque sabemos que también son víctimas, pero a quien no perdonamos es a este sistema “capitalista, patriarcal y racista” que históricamente y ahora con el extractivismo en todos los ámbitos, no sólo nos está agrediendo las resistencias y autonomías, sino también pretende despojarnos de las luchas represando, cooptando y capturando las dignas rebeldías.
Hace 6 años, precisamente el 27 de septiembre de 2010, le arrebataron la vida con 3 tiros en una esquina del barrio Belén, al norte del Cauca. Recuerdo que a mi compañero y a mí el Tejido de Comunicación de ACIN, de ese entonces, nos había delegado para participar en un Festival de Cine y Video Indígena en Marsella, Francia. Llevábamos tal vez dos días en esas tierras y aprovechando el viaje, antes de que iniciara el evento, mi compañero propuso que fuéramos a Torino a visitar a nuestro querido amigo padre Antonio Bonanomi, pues en este año había estado muy enfermo y lo iban a operar. Entonces gracias a Anick, quien se ofreció a llevarnos en su carro, emprendimos un largo y divertido viaje para regresar la día siguiente.
Ya cayendo la tarde de este día me quedé dormida en el carro, pero el S´xaw me despertó inquieta y preocupada, pues me había mostrado como intentaban asesinar a uno de mis hermanos. Me desperté angustiada y les conté el sueño. Manuel y Anick me tranquilizaron, con sus historias me calmaron. Esa noche, después de visitar al padre Antonio y pasar unas horas compartiendo alegrías y tristezas del momento, nos fuimos a descansar, pero nuevamente me desperté exaltada a la 1:00 de la madrugada. Algo apretada muy fuerte mi corazón, no podía dejar de llorar, un profundo dolor invadía todo mi ser. Mi compañero me abrazaba fuerte y consolaba sin saber lo que me pasaba, así pude quedarme dormida una hora después. Al día siguiente salimos de nuevo para Marsella, yo seguía preocupada, pero nuevamente la alegría y los cuentos de Manuel y Anick me llenaban de curiosidad y no podíamos parar de reírnos. Ya en la tarde del 28 de septiembre, cuando íbamos llegando, apareció una de las compañeras que estaba ayudando a organizar el evento y muy amablemente nos llevó a lugar donde éste se iba a realizar.
Al llegar nos dijeron que debimos llamar a Colombia que parecía que desde el Tejido de Comunicación nos necesitaban urgentemente (allí era difícil conseguir internet público). Cuando escuché eso, sentí un vacío terrible en el estómago y pensé que algo grave había pasado, pues casi siempre las urgencias eran porque algún actor armado había hecho de las suyas, por eso más preocupada aún pensé en las y los compañeros del Tejido de Comunicación. Entonces cuando nos prestaron un computador, Manuel desde su cuenta de skype llamó a mis familiares primero para saludar y averiguar, pero ninguno contestó. Luego le marcamos a la compañera Dora Muñoz. Cuando ella escuchó la voz de Manuel empezó a llorar. ¿Qué fue lo que pasó? le preguntó Manuel. Ella respondió: “Mataron al hermano de Vilma“. Esa frase la llevo pegada a mí desde siempre. Fue tal vez uno de los golpes más duros que recibí ese año.
El S´xaw nos avisó. Esa tarde cuando me desperté preocupada en camino a Torino eran las 12 del medio día en Colombia, hora en la que mi hermano recibió los 3 balazos. Y cuando me desperté a la madrugada llorando eran las 7:00 pm en Colombia, la hora en que mi hermanito murió.
Por esto reitero: Votar a favor del Plebiscito no tiene discusión, debemos decirle SÍ, pero la paz se construye bien desde abajo y sin blindar el modelo económico, éste hay que irlo desenraizando también desde nuestras prácticas cotidianas.
Muy a propósito de la Paz con nuestra Uma Kiwe, también les comparto este textico que escribí en septiembre de 2011 : La paz de la Mama Kiwe en libertad, de la mujer sin amarras ni silencios y este otro que escribimos en el 2013: La paz de los pueblos sin dueños
Por: Vilma Almendra
Septiembre 27 de 2016
Pueblos en Camino
La paz de la Mama Kiwe en libertad, de la mujer sin amarras ni silencios