Lloramos a Carmen y a Edilma mientras nos siguen negando la vida a muchas… ¿hasta cuándo?
Una semana dolorosa para la vida de las mujeres en Toribío Cauca porque nos arrancaron a Carmen Cecilia Cometa Casamachin (26 de diciembre de 2020) y a Edilma Tenorio Tróchez (01 de enero de 2021). Mujeres nasa, dignas cuidadoras de la crianza, de sus familias y de sus territorios. Pero su agresores en su propia comunidad, sintieron una vez más, que tienen derecho hasta de disponer de la vida de las mujeres.
Como decía Cristina Bautista Taquinás sobre la lucha constante de sus compañeras: “…El aporte es fundamental y la cosmovisión lo plantea, solamente falta es que se cumpla y que se cambien esos estereotipos de los hombres adultos. No todos pero en sus mayoría, se han criado pensando que las mujeres sólo tienen que obedecer y ser sumisas frente a las decisiones de las masculinidades…”. Entonces, no solo tenemos que luchar para deshabitar el patriarcado, el colonialismo, el capitalismo, el racismo, sino que además cuando les da la gana los patriarcas que disponen de nuestras vidas nos las quintan. Porque las múltiples violencias contra las mujeres y contra la Madre Tierra no son un problema de primitivos ni de culturas incivilizadas, son la consecuencia de un histórico modelo civilizatorio de despojo que se nos impuso y hoy seguimos reproduciendo en todos los niveles.
El dolor y la rabia de las denuncias
“…Tras varios tratos de agresión contra la integridad de Carmen Cecilia Cometa Casamachín, se había separado para evitar más dolor en su vida y sus hijas. Sin embargo, el agresor José Gian Pechene perteneciente al resguardo de Tacueyó no tubo límites ni reservas para cumplir su cometido. Incluso pasando por encima de las autoridades mujeres que ejercían el control para la detención, quien agredió con machete a la compañera Teresa meses antes, quién para entonces ejercía como coordinadora de mujeres del Municipio de Toribío, mientras se le detenían, dejándole daños contundentes en su mano en meses pasados. Después de estos hechos el agresor se voló, según comunicación de la comunidad, situación que le permitió la libertad para ir contra la vida de Carmen Cecilia Cometa Casamachin en su casa de residencia…” (CRIC, 2020)
“Con rabia y dolor hoy denunciamos una desarmonía más en el territorio ancestral de Toribío. Siendo las 08 am de hoy 1 de enero en la vereda El Manzano, un hombre que según testigos es su ex cuñado, pretendía asesinarla junto a su hija, ella intervino a lo que el agresor reaccionó disparando en la región frontal con exposición de masa encefálica. La compañera Edilma Tenorio Tróchez del barrio Belén Toribío de 33 años de edad madre de una menor de 14 años. La mujer fue trasladada a la ESE Cxayuçe Jxut y posteriormente al hospital universitario del valle con diagnóstico de muerte cerebral” (Movimiento Mujer Nasa Hilando Pensamiento, 2021)
Leer las denuncias alarmantes que llegan desde los territorios nos duelen en las entrañas. Aunque no las conocimos, nunca las vimos, nunca las escuchamos, sólo supimos de ellas por las fotos publicadas en redes junto a moños negros denunciando el feminicidio y exigiendo una “justicia más justa”, sentimos el dolor, la tristeza, la indignación, la impotencia que hoy mismo están sintiendo las madres, los padres, las hermanas, los hermanos, las hijas, los hijos de las asesinadas. Cada noticia nos arruga el corazón porque recordamos dentro y fuera del territorio a las mujeres violentadas y asesinadas por este sistema patriarcal que también se reproduce en el abuso y dominación desde la familia, el trabajo, la lucha, la organización, la resistencia.
Violencias que persisten
En el contexto de guerra para el despojo de los pueblos y la acumulación de riquezas para las élites nacionales y transnacionales la muerte no es fortuita, prácticamente se empieza a naturalizar: más de 1000 asesinadxs después de la firma de paz y 90 masacres en el 2020 en Colombia (Indepaz, 2020). También la guerra histórica contra las mujeres se hace más visible en los últimos tiempos. “…El boletín de feminicidios Vivas Nos Queremos – Colombia del mes de agosto 2020, informó que dicho mes tuvo el mayor registro de feminicidios en todo el año. Durante agosto, con el periodo de cuarentena aún vigente, se registraron 68 feminicidios y 36 feminicidios en grado de tentativa, es decir, mujeres en riesgo de perder su vida. Para un total de 104 mujeres víctimas de violencia feminicida. Con un aumento de 18 feminicidios de julio (50) a agosto (68), el país suma, en lo que va corrido del año 2020, 359 feminicidios. Siendo los departamentos de Antioquia (13), Valle del Cauca (9) y Magdalena (9), los que presentan mayor registro de casos…” (Radio Nacional, 2020)
Pero el departamento del Cauca también registra alarmantes cifras de violencia contra las mujeres: “Conforme a información del Instituto Nacional de Medicina Legal (INML), en relación con la violencia de pareja en el departamento del Cauca durante el periodo de 2015 a 2019, las víctimas fueron predominantemente mujeres: en el 88% de los casos (4.571). En este periodo la tasa más alta correspondió al año 2018, en el que, por cada cien mil mujeres en el Cauca, 170 fueron víctimas de violencia por parte de sus parejas” (Observatorio de Asuntos de la Mujer del departamento del Cauca, 2020)
Dolorosamente en el 2018, “El municipio que más ha registrado casos de violencias basadas en género fue Popayán con 586 casos, seguido por Santander con 211, Toribío con 136 y Páez con 117 casos. Sin embargo se advierte subregistro significativo, debido a factores como: el desconocimiento de la normatividad y protocolos de manejo que no permiten a la población víctima imponer denuncias, exigir derechos y buscar ayuda” (Radio Súper, 2018)
Tampoco podemos perder de vista las alertas que desde el 2017 se han informado desde Toribío. Por ejemplo, “… La experiencia del estudio piloto de investigación sobre la violencia contra las mujeres en el municipio de Toribío de población indígena Nasa, podemos decir que ha supuesto, en términos generales, una experiencia satisfactoria en cuanto que ha dejado al descubierto por primera vez, una realidad de dramáticas dimensiones que debe ser urgentemente intervenida. Según datos preliminares, en torno al 70% de las mujeres indígenas Nasa han experimentado, en algún momento de sus vidas, algún tipo de violencia ya sea por parte de la pareja u otras personas. Si bien no podemos hablar de prevalencia porque el estudio no tuvo una muestra representativa, si podemos asumir que se trata de una tendencia respecto a unos datos de frecuencia que son considerablemente superiores a los índices de prevalencia documentados a nivel mundial que están en torno al 30% de algún tipo de violencia a lo largo de la vida (Devries et al., 2014), o los que se registran en la región centroamericana (El Salvador, Guatemala, Hondudas) que actualmente lidera los índices de feminicidio en el mundo y que registra datos de prevalencia de violencia en torno al 50% en algún momento de la vida (Navarro-Mantas etal., 2015)…” (Leer informe completo)
Preguntas que resuenan
Además de los informes oficiales, es necesario fortalecer los espacios comunitarios mixtos donde las mujeres puedan expresar sus sentipensares sin temor a ser revictimizadas, pero también se requieren espacios de mujeres en confianza donde se escuchen y sanen sus dolores. Las comunidades en colectivo necesitamos recuperar espacios de diálogo profundo que nos faciliten repensar los caminos a seguir en búsqueda de equilibrio y armonía en nuestros territorios, pese a todos los sistemas de poder y dominación que nos siguen emboscando y donde las mujeres siguen siendo revictimizadas por denunciar a su opresor.
Una vez más resuena la palabra dulcemente firme de nuestra compañera Cristina Bautista Taquinás, que también fue asesinada junto a cuatro Kiwe Thegnas (29 de octubre de 2019), sabiendo, sufriendo y buscando justicia contra estas violencias que hoy siguen enlutando nuestros territorios: “El camino de las mujeres es difícil en el territorio, cuando no hay apoyo por parte de las autoridades ancestrales, ni desde la institución principal del municipio de Toribío. Ese sueño ha costado mucho desde 1978 y hoy 2019 las mujeres y algunos hombres seguimos preocupadas por fortalecer el liderazgo, concientizar sobre el apoyo mutuo entre mujeres que viven en el territorio, la participación política, el fortalecimiento económico para mejorar el buen vivir de la comunidad y la justicia para las mujeres en los diferentes tipos de violencia donde el Estado no responde y donde las mujeres Nasas somos parte de la organización y hay casos impunes” (publicación de Cristina Bautista, Enero 3 de 2019).
Otra vez nos preguntamos ¿cómo hacemos para que Carmen Cecilia Cometa Casamachín y Edilma Tenorio Tróchez no se conviertan en una cifra más? ¿Cómo hacemos para evitar un feminicidio más venga de donde venga? ¿cómo hacemos para reconocer contradicciones y tejer acciones que garanticen la vida digna de nuestros pueblos con nuestras dadoras de vida? No es fácil sentipensar y palabrandar con autonomía en territorios cooptados por las mercancías y el dinero, pero tampoco es imposible abrir grietas para reconocernos en nuestra ancestralidad tan urgente aquí y ahora.
Mientras tanto, y más allá de todo análisis, pero también mucho más acá de las cifras e incluso del dolor por las dos compañeras asesinadas, con rabia y amargura sentimos la presencia violentada, dolida, triste y muchas veces resignada de tantas mujeres indígenas nasa que ahora mismo pueden ser asesinadas como Carmen y Edilma y se encuentran sometidas a este no-vivir agotador y exigente, a esa condena infernal permanente con que nos castigan y nos niegan el derecho a ser, justamente por ser mujeres. Somos mujeres indígenas nasa, y sin nuestra libertad y dignidad nuestro pueblo seguirá siendo esclavo. Reproducir el patriarcado y ser hijos e hijas de la madre tierra no es solamente una contradicción sino un desprecio repugnante por la vida. No nos dejemos matar más.
Pueblos en Camino, enero 3 de 2021.
Quitapereza, Santander de Quilichao, Cauca, Colombia.
En mi condición de mujer originaria hago llegar mi más sentido pésame a los familiares de las dos hermanas fallecidas. También manifiesto mi tristeza por la partida de forma cruel. Quien es quién. Para quitarnos la vida. Necesitamos unirnos todas las mujeres para seguir defendiendo la Madre tierra y defendernos nosotras.
Pingback: FEMINICIDIOS: UN LUTO PENDIENTE.