Colombia-Venezuela: La frontera del lucro contra los pueblos

De uno y otro lado de esta frontera que ha creado la conquista y el capitalismo contra los pueblos hay víctimas y manipulaciones. La frontera y la crisis recurrente son un momento de una trama conspirativa que genera ganancias enormes, somete y explota pueblos, encubre el verdadero negocio trans-fronterizo y a sus beneficiarios y sirve, en últimas al propósito estratégico de apropiarse del petróleo por parte del capital imperial. Fronteras al Límite: Colombia/Venezuela muestra desde los hechos cómo se vive la cotidianidad en la frontera. Lo que no se ve, lo que se ha eliminado, el gran ausente es la lucha de los pueblos, sin frontera, contra los explotadores del sistema que crean y se sirven de las mismas y de la pobreza que han fabricado. Mientras no haya pueblos de pie, habrá guerra contra los pueblos y fronteras. Compartimos este texto para contrarrestar  la propaganda que polariza y fomenta una guerra que, gane quien gane, perdemos los pueblos. ¿Dónde estamos? Pueblos en Camino

Lo que no se consigue en Venezuela y viene de allá

Colombia-Venezuela:

La frontera del lucro contra los pueblos

En la frontera entre Colombia y Venezuela hay miseria, mafias y mentiras. El gobierno Venezolano subvenciona los alimentos y productos de primera necesidad para consumo en este país. La gasolina y estos productos, alimentos básicos, productos de higiene y toda la canasta básica son inalcanzables para las y los colombianos del otro lado de la frontera. Lo son por políticas de estado que favorecen la concentración de recursos en monopolios y mafias. Las tierras y el trabajo son despojados. Es la política del gamonalismo y del Libre Comercio. La agenda del capitalismo transnacional y sus contrapartes en el poder. 

 

En Venezuela de donde viene todo lo que se necesita y se vende, falta todo. No se consigue. La gente empieza a asaltar tiendas y depósitos para comer, para conseguir una toalla o un papel higiénico, porque en Venezuela “no hay nada”. Los anaqueles de los mercados están vacíos. La gente se desespera. 

 

Anaqueles vacíos en Venezuela

 

Los más pobres, a uno y otro lado de la frontera, buscan conseguir lo que necesitan para sobrevivir. Unos y otros se ven obligados a involucrarse en el contrabando, el rebusque, el robo, las mafias. Lo que se vende en Colombia deja alguna ganancia para sobrevivir y comprar. Esto es así intencionalmente y desde arriba. 

 

Ver: Fronteras Al Límite: Colombia / Venezuela. RTVE. Régimen de España

 

Las fuerzas públicas de Colombia y de Venezuela persiguen a los que llevan pequeñas cantidades a través de la frontera. Los venezolanos pobres, cruzan la frontera para comprar sus productos 7 veces más caros en Colombia. Hay una guerra contra los pobres en Colombia y en Venezuela con el pretexto del contrabando que se ha instaurado estructuralmente en ambos lados de la frontera como un sector fundamental del gran capital. Los beneficiarios, los grandes, en ambos lados de la frontera y en el norte, pasan de agache, desapercibidos, gracias a que esta guerra contra los pueblos se hace aparecer y se explota como una guerra por estos y sus derechos desde quienes los despojan para provocarla. 

 

Lo que llega a Colombia

 

Lo que se encubre

 

Así es: Mientras se cierra la frontera y los pobres de uno y otro lado se quedan sin acceso a la canasta básica y se promueve una guerra desde Colombia, el gran negocio que la genera y justifica se encubre:

 

La mayor proporción del gran contrabando de gasolina y de productos básicos no cruza la frontera a través de los pobres o de quienes arriesgan a atravesarla para traerlos evadiendo la vigilancia fronteriza. Un negocio de más de 3600 millones de euros al año, no puede estar en manos del menudeo de pobres como se presenta a uno y otro lado de la frontera. 

 

Paramilitares de Colombia, en articulación vertical y jerárquica con grupos económicos poderosos, tienen sus contrapartes en Venezuela. No sólo pasan enormes cantidades de gasolina y productos que no son requisados ni controlados, sino que persiguen a los pequeños intimidándolos, amenazándolos, matándolos y cobrándoles impuestos por esta mercancía, la mayor parte de las veces, en especie. Además hay toda una maquinaria que presta dinero a contrabandistas al menudeo para que arriesguen su vida, traigan productos y les paguen una vez los vendan. Si no pagan, sufren las consecuencias. Es decir que hay una mafia que transporta a gran escala, mientras se escuda se lucra, crea, fomenta y se aprovecha del tráfico a pequeña escala.

 

Paramilitares colombianos. Por lo menos 1600 en la frontera según informes de inteligencia

 

Este enorme sector del capital tiene vínculos al más alto nivel en ambos países. Vínculos con grupos económicos y de poder que no sufren ningún riesgo, ninguna amenaza y viven en la abundancia. Dirigentes del pueblo wayúu, entre otros, a ambos lados de la frontera, han denunciado que, mientras de una parte les matan de sed y de hambre con megaproyectos, dependencia económica y desempleo que los obliga al contrabando y los somete a las mafias, pasan toneladas de gasolina y los productos que satisfacen necesidades básicas para el gran capital del contrabando en el poder, sin que nadie las denuncie o señale. En el lado colombiano, esta maquinaria mafiosa de acumulación por contrabando tiene vínculos al más alto nivel que incluyen visiblemente al ex-presidente Álvaro Uribe Vélez quien, según aseguran testigos locales y dirigentes indígenas, está detrás del diseño e implementación de mucha de esta estructura y dinámica de acumulación, explotación y guerra. Pero el propio Uribe sería apenas un eslabón que requiere de capacidades operativas que superan cualquier grupo particular y requieren de respaldos logísticos supra y transnacionales, que el y sus aliados, sin duda, reciben y representan. Una estructura que además de generar ganancias incontrolables, promueve un conflicto entre Colombia y Venezuela y un golpe contra el gobierno Bolivariano. 

 

Mapa Frontera Revista Perspectiva. Ariel Ávila

 

Este negocio depende de “bandas criminales” o grupos paramilitares colombianos y la fuerza pública colombiana, cuya misión en Venezuela es desestabilizar al gobierno. Los paramilitares, además, están vinculados con el narcotráfico que crece a ambos lados de la frontera. La estructura paramilitar-militar colombiana, es la contraparte en el terreno, del negocio exportador masivo de productos básicos y de gasolina que llegan de Venezuela a través de operativos que requieren y cuentan con una articulación visible con la Guardia Nacional Venezolana, mandos de las fuerzas armadas de ese país y autoridades muy poderosas y al más alto nivel del gobierno Venezolano. Nada de esto sería posible sin esas articulaciones que se encubren y niegan, pero que no pueden ocultarse. 

 

Guerra en Ciernes…¿Por qué? ¿Para qué? ¿Desde donde? ¿Para quienes?

 

Hace unos días, otro ataque paramilitar colombiano en territorio venezolano, otros homicidios cometidos por estos grupos, obligó al Presidente Maduro a cerrar la frontera. El Gobierno Venezolano expulsó a colombianos de Venezuela. Entre estos, claro, paramilitares y narcotraficantes, pero, también, inevitablemente, a colombianas y colombianos pobres que viven del contrabando al menudeo. Desde Colombia y con la presencia de Álvaro Uribe en la frontera y luego, del propio Presidente Santos, se aprovecha esta crisis fabricada y provocada desde Colombia, para explotar el sufrimiento de los colombianos pobres expulsados de Venezuela y de toda la población de la extensa frontera que, como consecuencia de políticas de despojo en Colombia, dependen del contrabando y del narcotráfico para sobrevivir. El régimen colombiano ha creado las condiciones de hambre y ha promovido el narcotráfico. Ha creado los grupos paramilitares articulados a las fuerzas armadas y al servicio de las mafias. Ha puesto toda esta maquinaria al servicio de la acumulación de sectores poderosos y de la desestabilización golpista del gobierno venezolano, en beneficio de los intereses corporativos transnacionales y de los EEUU. Una vez más, al estallar la crisis que ésta estructura transnacional-mafiosa ha provocado, la aprovechan para movilizar la población fronteriza explotada en contra de Venezuela. A través de los medios, los empobrecidos por el régimen son utilizados por este para promover la unidad y la ira contra Venezuela. El riesgo de una guerra entre Colombia y Venezuela crece, se vuelve de nuevo inminente. La población colombiana ha sido y viene siendo violentamente manipulada y bombardeada para la guerra desde los medios de propaganda y el régimen. Luego de haber sido empobrecida y obligada a servir a la cadena contrabando-narcotráfico-guerra para sobrevivir, la población afectada directamente en la frontera, se convierte en el botín que llena titulares y recibe apoyos del gobierno. Todo al servicio de la acumulación de capital por sectores poderosos y al golpismo del Pentágono para los intereses transnacionales de la industria petrolera. Los beneficiarios y promotores de esta elaborada estructura capitalista-mafiosa son las corporaciones transnacionales. La joya de la corona: el petróleo Venezolano

 

Pero nada de esto podría suceder si en Venezuela y al más alto nivel del estado y de ramas de la fuerza pública, no hubiera contrapartes dedicadas a lucrar de este negocio a gran escala. No es el pequeño contrabando al que se señala el que mata de hambre al pueblo venezolano a la vez que se utiliza como provocación para levantarlo contra el gobierno en la desesperación del hambre y las carencias. Es la corrupción a gran escala y a la vista. La estructura mafiosa que de una parte hace negocio con gasolina y productos básicos con las mafias y paramilitares golpistas de Colombia y de otra, señala y persigue a los empobrecidos colombianos y venezolanos, los criminaliza y fomenta de este modo el golpismo dentro de Venezuela y desde Colombia. 

 

Ellos, su guerra, su negocio, su retórica y su frontera y…

¿Dónde estamos nosotras y nosotros?

 

El pueblo wayúu, de uno y otro lado de esta frontera que no lo es para ellas y ellos, es partícipe obligado y la víctima principal y primera de esta guerra contra los pueblos desde arriba. Los venezolanos que no conocen estas maquinaciones, solamente ven los anaqueles vacíos y la propaganda que culpa a los colombianos y a los wayúu. El resentimiento, el racismo y el odio contra indígenas y contra los colombianos es fomentado para crear chivos expiatorios que protejan el negocio de los de arriba. El hambre de Venezuela, es culpa de Colombia y de los indios. Escala el potencial de guerra. 

 

Sin lugar a dudas, desde Colombia y al servicio del capital transnacional se ha ido creando y aprovechando una situación con el objetivo estratégico de derrocar al gobierno venezolano. Se combinan las políticas de despojo y de libre comercio que generan la destrucción de la producción campesina, la concentración de tierras en pocas manos para el agro-negocio, el terror para desplazar y someter pobladores y el narcotráfico y la propaganda que distorsiona los hechos encubriendo las causas reales y sus beneficiarios y señala culpables y víctimas, para atacar a unos y explotar a los otros, todo en beneficio del libre comercio y del gran capital transnacional, a quienes sirve el régimen colombiano: los grupos de poder de ese país en la figura visible de Álvaro Uribe Vélez y sus maquinarias de terror y acumulación encadenadas y al servicio del terror, la propaganda y las políticas del capital transnacional. Simultáneamente, hay contrapartes al más alto nivel en Venezuela sin las que nada de esto podría suceder. Actores que, con discursos revolucionarios, aprovechan los subsidios a los alimentos, a la canasta básica y la gasolina barata para acumular enormes cantidades de dinero aprovechando las ventajas comparativas que les dan estos subsidios al otro lado de la frontera. El gobierno Bolivariano no ha denunciado ni desmantelado estas mafias que necesariamente incluyen cuadros que hacen parte de su estructura y que se han enriquecido enormemente aprovechando la Revolución Bolivariana en su beneficio. Cuadros que tienen el respaldo de grupos económicos y de amplios sectores de la fuerza pública al más alto nivel. Su ganancia inmediata y cuantiosa se hace a costa de pobres en Colombia y Venezuela mientras nutre desde dentro, la maquinaria golpista colombiana. 

 

Colombianos cruzan la frontera expulsados

 

La guerra entre pobres en la frontera, la guerra contra Venezuela desde Colombia, la organizan ricos, mafias y poderosos en Colombia y Venezuela. En últimas, es una guerra temporal, una acumulación coyuntural, mientras se logra a través de esta el objetivo final: el petróleo para el capital transnacional. 

 

Esto, que sintetiza la verdad, lo niegan unos y otros, pero lo saben comuneras y comuneros indígenas de ambos lados de la frontera que se niegan a caer en la trampa de estas maquinaciones y muchas de las víctimas, aún muchas de quienes hoy exigen que se abra la frontera, para seguir sobreviviendo con lo único que les ha dejado el capitalismo y el libre comercio: el bachaqueo. 

 

Venezolanos en uno de los asaltos recientes a supermercados por hambre y necesidad

 

La soberanía alimentaria a ambos lados de la frontera y la revolución de los de abajo por la autonomía y contra los agentes del capital, vengan de donde vengan, es el camino a la paz entre Colombia y Venezuela. Un camino negado al que hoy se le cierran todos los espacios. Uno que ni siquiera puede nombrarse ante la urgencia de lo inmediato: conseguir. No somos enemigos colombianos y venezolanos: somos pueblos explotados por el capital y las mafias que les sirven. Nuestra revolución es la misma y nos une. Esa frontera es de ellos para su poder que nos desaparece y explota. Somos empobrecidos e idiotas útiles a los intereses del capital transnacional y sus siervos. Mientras esta realidad de los de abajo no aparezca con su propia agenda de lucha, la nuestra, el camino será de terror, propaganda y acumulación para el capital, en su propósito de conseguir a sangre y fuego el petróleo en una guerra permanente que hacemos para ellos. 

 

¿Dónde Estamos? Pueblos en Camino

Agosto 30 de 2015

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