Ordenar, cometer y justificar la masacre de el Junquito, Venezuela, es un crímen repugnante
Sergio Sánchez, «una persona de izquierda desde carajito«, desde Venezuela, se pronuncia frente a «Lo ocurrido ayer en el Junquito, en donde un grupo insurrecto (es decir, alzados contra el gobierno y movidos por ideales políticos) de 10 jóvenes miembros de organismos de seguridad, luego de haber anunciado públicamente su rendición y estar negociando las condiciones de su entrega (pidiendo las mismas condiciones que exigió Chávez en el 92, fiscales y medios), son atacados con lanza cohetes anti tanques, con explosivos y con cientos de hombres élites, sin haber agotado los procedimientos de negociación en este tipo de situaciones (que hasta días podría haber durado).»
Juan Carlos La Rosa reacciona frente a este texto y esta postura que compartimos diciendo lo que nos representa; nuestra voz: «No tenemos que compartir nada con los asesinados para denunciar su asesinato. Lo contrario es aceptar que los derechos quedan abolidos como en efecto parece que está sucediendo. Una oficialización del ajuste de cuentas.»
Alguna vez asumimos que eran ellos, la derecha, quienes torturaban, desaparecían y cometían masacres. Desde Stalin, sus masacres y purgas y luego en todo el mundo, esta creencia ha quedado invalidada por actos de terror inaceptables…perversos, repugnantes. La izquierda de la derecha; el otro del sistema, no contra el mismo, sino en pugna por el poder, por el estado, por hacerse al control de medios y recursos del capital/patriarcal/autoritario, por ser del sistema, lo reproduce y actúa del mismo modo, presentando argumentos que se reducen a aseverar que cuando somos nosotros quienes hacemos las mismas porquerías, los mismos actos de barbarie, pues son necesarios, o, a lo sumo «errores«. ¿Cómo podemos denunciar la política fascista del Nobel de la Paz Santos y de las fuerzas represoras del estado frente a San José de Apartadó, ni la liberación de Fujimori y la represión contra las defensoras del agua en el Perú, ni al perverso y corrupto gobierno de Guatemala, ni la masacre en curso en Honduras luego de robarse las elecciones, ni la inmundicia de terror de oficio que es el régimen de México (Ayotzinapa no se olvida) ni las violaciones, torturas, invasiones asesinatos, bombardeos de la OTAN, de EEUU, de Rusia, Turquía, Israel en Siria, en Palestina, en el Medio Oriente en el mundo entero, ni el horror fascista desplegado contra el pueblo Mapuche en Chile o Argentina y contra los pueblos que defienden la vida, no podríamos resistir ni allí ni en ninguna parte en un mundo en guerra contra los pueblos con toda clase de pretextos y discursos en nombre de la libertad, la democracia, la justicia, si no señaláramos con la misma fuerza, el mismo repudio y la misma decisión de resistencia a quienes asumiéndose izquierda contra el sistema por sus actos son el sistema contra los pueblos.
No hacemos silencio ante el fascismo, venga de donde venga, ni lo justificamos, ni lo encubrimos. Tan grave como la masacre es la complicidad, señal inequívoca de la degradación recurrente que se profundiza. Las «razones prácticas» que aducimos para respaldar actos de terror y abuso son exactamente las mismas que nos llevan a cometerlos. Hoy mismo, si nos reclutan a nombre de quienes ordenaron la masacre a cometer una, lo haremos porque ya la hemos justificado y apoyado. Como lo dice Sergio Sánchez en este texto: «Pero después de los hechos de ayer, ya no puede haber ingenuos de izquierda, confundidos de la vieja guardia, “guerrilleros” luchando internamente, internacionalismo solidario automático. Esto rebasó todos los límites y exige pronunciamientos claros. O se está con el respeto a la vida, a la libertad de disentir, a la justicia o se esta con la muerte, con el atropello, con el abuso, con la injusticia.» ¡Así No! ¡Ya Basta! Pueblos en Camino
“MASACRES:
SEÑAL INEQUÍVOCA DE LA CAÍDA DE GOBIERNOS”
No conocí a Oscar Pérez ni a nadie de su grupo. No comparto ni la ideología (que aparentaba ser de derecha) ni los métodos foquistas que asumieron estos ciudadanos. Por sus videos me parecía un joven con mucho show y preparación mediática, con posturas de poca profundidad ideológicas y muchas consignas. Llegué incluso a valorar la posibilidad de que fuese creación del propio gobierno.
Me enteré por la vía de una vieja amiga, que a uno de sus familiares, una persona que Oscar Pérez conocía, lo habían detenido y torturado ferozmente para tratar de ubicarlo. La única vinculación que tenía esta persona con Oscar Pérez es que ambos eran masones. También me enteré que detuvieron a varias personas que trabajaron con él en una película, entre ellos a un fotógrafo de Santa Rita, Aragua. Más adelante, ví afiches pegados en alcabalas donde se decía que Oscar Pérez era un asesino, a pesar de que en ninguna de las operaciones que hizo hubo algún asesinato. A estas alturas comencé a pensar que no podía ser una creación del gobierno por el nivel de despliegue que se estaba haciendo y la furia con la que se estaba actuando.
Soy una persona de izquierda desde carajito, porque la izquierda mundial defiende la democracia, la vida, las ideas, el respeto a los DDHH, el respeto a las mayorías populares. Son principios irreductibles del pensamiento de izquierda y progresista en general.
Cuando el Gobierno de Luis Herrera Campins, ese 4 de octubre de 1982 ejecutó el despliegue militar por tierra y aire en Cantaura contra un campamento guerrillero, toda la izquierda y organizaciones de DDHH alzaron su voz y calificaron de masacre este hecho, entre otras razones, por el uso desproporcional de la fuerza. Todos los años se reúnen en Cantaura sectores de izquierda para conmemorar esta fecha.
Cuando el 6 de noviembre de 1985 el Ejército colombiano inició la incursión en el palacio de Justicia de Colombia en contra de la operación realizada por el M19, con el trágico saldo de 103 personas muertas, también allí la izquierda latinoamericana condenó el hecho como una masacre.
En 1989, frente a la aplicación de un paquete neoliberal del gobierno de Carlos Andrés Pérez que disparó los precios de los alimentos, el pueblo venezolano se lanzó a las calles a saquear los comercios. En ese momento la decisión del mundo político fue sacar el ejercito a la calle y ametrallar miles de ciudadanos para luego meterlos en fosas comunes.
Cuando Fujimori ordenó el 22 de abril del 97 la incursión armada a la residencia del embajador de Japón y en la misma se ajusticiaron a los militantes del MRTA que tenían tomado el edificio, toda la izquierda latinoamericana se pronunció condenando el hecho.
Recuerdo también que cuando Uribe introduce las acciones paramilitares en Colombia, todos los tratados de guerra como el estatuto de Roma, fueron violentados. A las guerrilleras las violaban y a los guerrilleros apresados los torturaban y asesinaban. Así actúa la derecha en el poder.
Hace varios años un profesor de la UCV, exiliado Chileno y buen amigo me decía “una de las diferencias de la violencia que administramos los revolucionarios a la violencia que ejecutan las policías, paramilitares, etc, es que nosotros respetamos la vida” y me ponía como ejemplo el atentado que el 7 de septiembre, el Frente Patriótico Manuel Rodríguez realizara al dictador Augusto Pinochet, en el que quedan heridos varios de sus escoltas. El FPMR no ajustició a ninguno de ellos.
Cuando en el 2004 se detectó la presencia de 135 paramilitares, se realizó un operativo de disuasión y negociación que trajo como consecuencia la detención, sin un solo tiro, de los paramilitares. Toda esta operación fue coordinada por el presidente Chávez y dirigida por el General Miguel Rodríguez Torres. Luego, Chávez perdonó los delitos y devolvió a esos jóvenes a Colombia. Así actúa la izquierda en el poder.
Dicho esto, para una persona de izquierda queda bien claro que nosotros militamos en la vida, en el respeto mas profundo a la humanidad. Las acciones de ajusticiamiento extrajudicial, venganzas, torturas, tratos crueles a prisioneros, adversarios, políticos, disidentes o combatientes rendidos no solo son inaceptables, sino claro símbolo de prácticas fascistas.
Lo ocurrido ayer en el Junquito, en donde un grupo insurrecto (es decir, alzados contra el gobierno y movidos por ideales políticos) de 10 jóvenes miembros de organismos de seguridad, luego de haber anunciado públicamente su rendición y estar negociando las condiciones de su entrega (pidiendo las mismas condiciones que exigió Chávez en el 92, fiscales y medios), son atacados con lanza cohetes anti tanques, con explosivos y con cientos de hombres élites, sin haber agotado los procedimientos de negociación en este tipo de situaciones (que hasta días podría haber durado).
Es un mensaje claro del Gobierno a cualquier civil o militar que decida desafiarlo: Quien nos enfrenta se muere. Pero es, en última instancia, la clara expresión de un comportamiento fascista del sector del gobierno que dirigió esa operación. No se le dio tiempo a la negociación, no se quería negociar, no se querían vivos. Se dio la orden de asesinarlos porque se necesitaba una acción ejemplarizante.
El Gobierno tratará de huir hacia adelante diciendo que ellos abrieron fuego primero, lo cual a todas luces es descontextualizado porqué nadie negocia disparando ni entregando las armas. Si se negocia, se mantienen distancias y cuando se llegan a acuerdos, se produce el desarme. Si hubo muertos en medio de la negociación es que estaban tratando de incursionar las fuerzas externas. Si se hubiese apostado realmente a la negociación, ni un solo muerto tendríamos que lamentar. Quizás algunos funcionarios afuera querían negociar y otros querían asesinar. Pronto se sabrá que ocurrió afuera realmente.
También tratarán de confundir vinculando a los insurrectos con personalidades nacionales para que los no experimentados en política salgan corriendo detrás del palo y distraigan la atención del hecho central: ayer el gobierno de Maduro realizo una masacre.
Ya ha habido bastantes señales de profunda descomposición ética y política de este gobierno. Sin embargo, jamás creí que serían tan gorilas como para hacer algo que los expusiera en su plena condición reaccionaria. Jamás creí que harían una masacre públicamente (porque las OLP son masacres sin medios). Ayer se traspasaron todos los límites de las zonas confusas, de la permisividad ética, de la elasticidad de los principios. Ayer el Gobierno demostró su militancia en el abuso, en el autoritarismo, en la soberbia y mandó un mensaje con su muerte colosal. Ayer se demostró que no hay constitución ni garantías al derecho mas importante de todos, el derecho a la vida. La constitución es el Gobierno.
Luego, hay que preguntarnos ¿Quiénes nos están gobernando?, ¿Qué mecanismos legítimos y reales le queda a la sociedad para controlar a este Gobierno que perdió toda capacidad de autoregulación?, ¿Acaso si llega a haber un estallido social como en 1989, este Gobierno también ordenara ala FAN que se ametralle al Pueblo como lo hizo CAP?
Los hechos del Junquito también comprueban que éste Gobierno está actuando con mucho miedo a su caída, con pánico, porqué sé se sintiese fuerte hubiese negociado con este puñado de jóvenes rodeados y sin mayor incidencia organizativa o programática en las masas. Siente esta pequeña dirigencia, que se les acaba las alternativas, que la mayoría del pueblo ya no cree sus mentiras, que su salida inevitable del gobierno hará público cosas muy oscuras que los condenará. Por eso están dispuestos a todo, incluso a sacrificar al pueblo y los valores humanos más elementales.
Pero de todo esto, lo que me deja sin palabras, no es que la lógica mafiosa haya tomado control de los hechos del 15 de enero en el Junquito, sino el silencio que han guardado cientos de “camaradas” que históricamente lucharon en contra de las masacres. Que entienden perfectamente la diferencia del ejercicio de la violencia de la izquierda y el de la derecha, que se les hace imposible justificar tan grotesco hecho. Allí está el naufragio ético más desconcertante para el pueblo.
Pero después de los hechos de ayer, ya no puede haber ingenuos de izquierda, confundidos de la vieja guardia, “guerrilleros” luchando internamente, internacionalismo solidario automático. Esto rebasó todos los límites y exige pronunciamientos claros. O se está con el respeto a la vida, a la libertad de disentir, a la justicia o se esta con la muerte, con el atropello, con el abuso, con la injusticia.
Podemos fallar como amigos, como padres, como hijos, como vecinos, como militantes de causas justas, pero no podemos fallar como seres humanos. Es hora de pronunciarnos en defensa de la vida.
Sergio Sánchez
Punto de Corte
Agencia de Información
http://puntodecorte.com/masacres-senal-inequivoca-la-caida-gobiernos/
Publicado por María Alejandra López
Ene 16, 2018 4:07 pm