Venezuela: el «tercero excluido» es la gente que pone la vida desde y con la tierra

Compartimos dos miradas críticas a lo que está sucediendo en Venezuela pues nos parecen vitales para empezar a reconocer los poderes reales que están en juego y el «tercero excluido», que no aparece ni aparecerá en los medios ni en las discusiones más visibles actualmente. Ese tercero, siempre negado, el primero eliminado en las crisis y con las guerras, es el sujeto de las revoluciones, el que está harto del sistema con sus dos caras que son la misma moneda. Hombres, mujeres, pueblos, que no aceptan la sin salida recurrente de «nos explotan peores o menos malos, así es y así será» ni su co-relato de «ojalá gane el menos malo para después sí seguir con la lucha». La gente que pone la vida desde y con la tierra, desde siempre, contra el capitalismo y sus engaños vengan de donde vengan y que ahora en Venezuela, luego de la decepción, están eliminando como inútiles tanto los fascistas de la burguesía oligárquica de siempre apoyada por el imperio, como los de la izquierdo-parlante corrupta trenzada por la acumulación con el despojo y aliada de capitales transnacionales (Rusos-Chinos y otros) pretendiendo ser el pueblo al que han abandonado por sus intereses y ganancias. Es que el tercero, así no nos lo perdonen, pues es el único para nosotras y nosotros. Los otros son uno solo, el mismo de siempre con o sin máscaras: la codicia, el odio, la explotación, la clase capitalista, la negación nuestra en el olvido que no aceptamos y al que no se dejan reclutar desde su dignidad ejemplar quienes de veras dejan atrás al capital pase lo que pase…y lo que pasa es una guerra total para que, gane quien gane, pierda el pueblo y se consolide el capital

El primer texto es del compañero Raúl Zibechi titulado » Cuando la izquierda es el problema», en el que nos advierte que: «Estamos ante una lucha entre una burguesía conservadora venezolana que fue apartada del control del aparato estatal y una burguesía emergente que utiliza el Estado como palanca de acumulación. Lo que está sucediendo en Venezuela no tiene la menor relación con una “revolución” o con el “socialismo”, ni con la “defensa de la democracia”, ni siquiera con la manida “reducción de la pobreza”, por desgranar los argumentos que se manejan a diestra y siniestra. Podría mentarse “petróleo”, y estaríamos más cerca. Pero los hechos indican otras inflexiones. Estamos ante una lucha sin cuartel entre una burguesía conservadora que fue apartada del control del aparato estatal, aunque mantiene lazos con el Estado actual, y una burguesía emergente que utiliza el Estado como palanca de “acumulación originaria”….»

El segundo texto es del compañero José Ángel Quintero Weir, quien desde el dolor y la rabia por haber perdido a uno de sus hermanos Wayúu víctima del sistema de muerte, denuncia las complicidades del llamado gobierno revolucionario con el extractivismo que afecta la pervivencia de los pueblos originarios para beneficio de las élites nacionales y transnacionales. Y al mismo tiempo, rechaza la complicidad intelectual izquierdo-parlante que alcahuetea el despojo de los territorios para la reproducción del capital. Por eso reitera una vez más:

«…No sabemos en qué va a parar todo esto en Venezuela, la verdad, no tenemos idea; de lo que sí estamos seguros es que, si sale o no este gobierno colonial y entreguista, intelectuales como Dussel o Atilio Borón, tendrán siempre la posibilidad de mirar a otro lado, que es como decir, cambiar su “objeto de estudio”. La Ministra Showsera de los “indígenas” de Venezuela, se habrá casado con algún jefe militar y vestirá sus mantas superbordadas para asistir siempre a reuniones oficiales o de muy alta alcurnia. Pero, nuestro maestro de Danzas wayuu, vivirá en nuestro corazón, y danzará por siempre la palabra de Juyá cuando al caer sobre la madre tierra mma, nos da la vida que, a pesar de todo, estamos siempre dispuestos a compartir con los alíjunas, así no logren entender lo que el mundo, desde siempre, les han intentado enseñar pero que no aprenden…» En Tiempo Real, ¿Dónde Estamos? Así no Carajo!!! Pueblos en Camino

Venezuela, el Estado y el poder
Cuando la izquierda es el problema

Estamos ante una lucha entre una burguesía conservadora venezolana que fue apartada del control del aparato estatal y una burguesía emergente que utiliza el Estado como palanca de acumulación.
Lo que está sucediendo en Venezuela no tiene la menor relación con una “revolución” o con el “socialismo”, ni con la “defensa de la democracia”, ni siquiera con la manida “reducción de la pobreza”, por desgranar los argumentos que se manejan a diestra y siniestra. Podría mentarse “petróleo”, y estaríamos más cerca. Pero los hechos indican otras inflexiones.

Estamos ante una lucha sin cuartel entre una burguesía conservadora que fue apartada del control del aparato estatal, aunque mantiene lazos con el Estado actual, y una burguesía emergente que utiliza el Estado como palanca de “acumulación originaria”.

No es la primera vez que esto sucede en nuestras breves historias. Las guerras de independencia fueron eso: la lucha entre los decadentes “godos” (peninsulares monárquicos) y la emergente oligarquía “criolla” que utilizó el control del aparato estatal para legalizar la usurpación de tierras de los pueblos originarios. Los segundos se apoyaban en las potencias coloniales británica y francesa que competían con la decadente España por el control de las colonias independizadas, con la misma lógica de los progresismos que se apoyan en China, incluyendo conservadores como Macri, frente a la imparable decadencia estadounidense.

La débil burguesía criolla se montó en la movilización de los pueblos (indios, negros y sectores populares) para derrotar a los poderosos peninsulares. Concedió la emancipación de los esclavos con los mismos objetivos que hoy la nueva burguesía aplica políticas sociales que reducen la pobreza: en ambos casos los de abajo siguen estando en el sótano como mano de obra barata, sin haberse movido un ápice del lugar estructural que ocupan.

Nuevas élites

Las nuevas elites venezolanas, lo que popularmente se denomina “boliburguesía”, son una mixtura de altos funcionarios de empresas públicas y del aparato estatal, militares de alta graduación y algunos empresarios enriquecidos a la sombra de las instituciones. Gestores incrustados en el aparato estatal. Por eso se resisten a perder poder, ya que todo el entramado se les vendría abajo.

Algunos ya consiguieron trans­formar la renta apropiada en propiedad privada. Pero una buena parte está aún en ese proceso. Por eso el sociólogo brasileño Ruy Braga denomina a los gestores sindicales de los fondos de pensiones de su país, la nueva clase emergente, como parte de una “hegemonía frágil”.

Roland Denis sostiene que en su país gobiernan las mafias: “Maduro podrá tener la mejor voluntad pero se ha impuesto un lobby muy fuerte de mafias internas del gobierno” (La Razón, 27-XII-17). El filósofo y ex viceministro de Planificación y Desarrollo (2002-2003) asegura que varias de estas mafias son banqueras y otras vienen de viejos grupos de “chupa-renta petrolera” instalados desde hace muchos años.

Le pega duro a los “intelectuales” que encubren las matufias del poder. “Con un lenguaje de izquierda justifican una política que sólo ha favorecido a banqueros, grandes importadores, cadenas monopólicas y trasnacionales. A su vez, es una política que mediante la imposición de precios y corporaciones ha destruido al pequeño productor de azúcar y café para beneficiar a los importadores. Mientras tanto, los paquetes de Café Venezuela que vienen en las bolsas de los comités locales de abastecimiento y producción (Clap) sólo sirven para confundir a incautos.”

La otra mirada, la chavista-madurista que culpa de todo a otros, es la que esboza Marta Harnecker: “El tiempo histórico está a nuestro favor. Lo que nos ayuda en esta lucha contra las fuerzas conservadoras es que el tipo de sociedad que proponemos, y que estamos empezando a construir, responde objetivamente al interés de la inmensa mayoría de la población, en contraste con las fuerzas conservadoras que sólo benefician a las elites” (Rebelión, 4-IV-17).

Misma urdimbre

A la luz de lo sucedido en la región en las dos últimas décadas podemos arribar a una redefinición del concepto de izquierda: es la fuerza política que lucha por el poder, apoyándose en los sectores populares, para incrustar sus cuadros en las instituciones que, con los años y el control de los mecanismos de decisión, se convierten en una nueva elite que puede desplazar a las anteriores, negociar con ellas o fusionarse. O combinaciones de las tres.

La izquierda es parte del problema, ya no la solución. Porque, en rigor, aunque ahora empiecen los deslindes, los progresismos son hechuras de la misma urdimbre. Miremos al PT de Lula. Niegan la corrupción que es evidente desde hace una década, cuando Frei Betto escribió La mosca azul luego de renunciar a su cargo en el primer gobierno Lula, cuando se destapó el escándalo del mensalao: “La picada de la mosca azul inocula en las personas dosis concentradas de ambición por el poder. Las personas, entonces, son más receptoras al veneno de la mosca cuando viven situaciones en las cuales disponen, de hecho, de posibilidades más concretas de ejercer un poder mayor. Esto es, cuando las condiciones objetivas son favorables a los impulsos que están siendo estimulados en el plano subjetivo”.

¿Qué tipo de personas (militantes, activistas, dirigentes) surgirían en un proyecto político que no se proponga tomar el poder? Esta pregunta se la formularon, palabras más o menos, los zapatistas hace ya cierto tiempo. ¿Cómo le llamaríamos a una fuerza que se proponga, “apenas”, transformar la sociedad desde la vida cotidiana?

No lo sabemos porque el imaginario construido durante dos siglos apunta en dirección al poder estatal. Como si lo que hubiera que transformar fuera algo externo y no pasara, en primerísimo lugar, por las mismas personas que se dicen militantes. Lo que sí sabemos es que la izquierda realmente existente se ha convertido en un obstáculo para que las mayorías se hagan cargo de sus vidas. La polarización derecha-izquierda es falsa, no explica casi nada de lo que viene sucediendo en el mundo. Pero lo peor es que la izquierda se ha vuelto simétrica de la derecha en un punto clave: la obsesión por el poder.

Raúl Zibechi

Publicado el 7 de abril de 2017

Fuente: Brecha

 

Siguen sin entender
Bastardos sin gloria

En Homenaje al Maestro Wayuu José Domingo González,
muerto por falta de medicamentos en Venezuela.

Fotografía de Ruptura.info

Ha muerto José Domingo González, maestro de la danza wayuu en la Escuela Ekirajüikai del reterritorializado espacio de lo que el poder municipal criollo llama “Barrio El Mamón”. Murió nuestro hermano, como dirían los alíjunas, de causas naturales, pues, él no andaba en las protestas que hoy llenan las calles de Venezuela, él murió porque su familia nunca pudo encontrar en Venezuela el medicamento (por lo que muchos hoy están en las calles), que alargaría su vida permitiendo que su enseñanza de la danza wayuu se distribuyera mucho más en el tiempo entre los niños y niñas wayuu, estudiantes de la escuela Ekirajüikai.

Casi al mismo tiempo, un encuentro de muy importantes filósofos e intelectuales se dieron cita en Caracas, convocados por el gobierno, con el oscuro propósito de justificar “filosófica, ideológica y políticamente, como humanista y de izquierda la entrega del Arco Minero del Orinoco a mafias rusas o chinas y que, ciertamente, pondrá fin a la vida de, por lo menos, ocho pueblos indígenas del sur-oriente del país.
Pero además, y casi al mismo tiempo, la Ministra de Pueblos Indígenas de Venezuela, wayuu que no habla el wayuunaiki porque ya no sabe si es wayuu o si es alíjuna, pero que puede ser wayuu y alíjuna al mismo tiempo, habla en nombre de los pueblos indígenas de Venezuela para justificar el Arco Minero, pero también la muerte por hambre de los wayuu que sufren la pérdida de su río en Colombia así como la totalidad de su territorio (por las Fuerzas Armadas Bolivarianas de Venezuela, pero también por las FARC y el ELN), militarmente ocupado en Venezuela.

A los intelectuales, entre ellos Enrique Dussel, se le hizo entrega de una comunicación solicitándoles una palabra de solidaridad con los pueblos indígenas amenazados por el Arco Minero del Orinoco, sobre todo, porque asistían a un evento signado por lo que el gobierno ha llamado “Ecosocialismo y Descolonialidad”. Sólo les pedimos coherencia intelectual y política, nunca se les pidió que llamaran a protestas o que acompañaran a la MUD, ni siquiera a nosotros, que creemos en otro camino que no es precisamente el camino de la MUD. Sin embargo, el silencio de tales filósofos e intelectuales muy teóricamente descoloniales, es la expresión del ejercicio de la peor de las colonialidades: callar sabiendo, del etnogenocidio en desarrollo en defensa del poder.

De la Ministra Showsera no sumaremos nada, pues, se trata de la expresión del deterioro de nuestra propia lucha como pueblos, lo que nos averguenza; en todo caso, sabemos que nuestros pueblos nunca han sido suicidas y, por supuesto, no estamos en la disposición de entregar nuestras vidas sin luchar por ella; sobre todo, cuando vemos morir uno a uno de nuestros mas jóvenes maestros por falta de comida o de medicamentos.

No sabemos en qué va a parar todo esto en Venezuela, la verdad, no tenemos idea; de lo que sí estamos seguros es que, si sale o no este gobierno colonial y entreguista, intelectuales como Dussel o Atilio Borón, tendrán siempre la posibilidad de mirar a otro lado, que es como decir, cambiar su “objeto de estudio”. La Ministra Showsera de los “indígenas” de Venezuela, se habrá casado con algún jefe militar y vestirá sus mantas superbordadas para asistir siempre a reuniones oficiales o de muy alta alcurnia. Pero, nuestro maestro de Danzas wayuu, vivirá en nuestro corazón, y danzará por siempre la palabra de Juyá cuando al caer sobre la madre tierra mma, nos da la vida que, a pesar de todo, estamos siempre dispuestos a compartir con los alíjunas, así no logren entender lo que el mundo, desde siempre, les han intentado enseñar pero que no aprenden.
José Ángel Quintero Weir

Abril 27 de 2017 

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