Contra los engaños de los TLC, renegociarlos
Intervención del senador Jorge Enrique Robledo, en el debate sobre seguridad alimentaria y sector lechero, en la plenaria del Senado, realizada el pasado 16 de abril de 2013 en Colombia. La soberanía y la seguridad alimentaria dependen de dónde se produce la comida. Colombia debe hacer esfuerzos por producir sus propios alimentos. Colombia está perdiendo su seguridad alimentaria y con los TLC la vamos a perder aún más.
Se ha mencionado el tema de la seguridad alimentaria en términos de la incapacidad de la gente para comprar sus alimentos. Es una manera de enfocarla, digamos. Y el balance en ese sentido no puede ser peor. Hay cerca de 8 millones de compatriotas que todas las noches se acuestan con dolor de estómago, no porque hayan comido mucho, sino porque no comieron nada. Colombia es un país con hambre crónica, con millones de colombianos, niños, adultos y ancianos, que cuando abren sus ojos por la mañana no saben qué van a desayunar. Es una realidad dramática de desnutrición.
Sin embargo, quiero poner la mira en otro aspecto de la seguridad alimentaria: dónde se producen los alimentos. Son dos cosas distintas. Puedo no acceder a los alimentos porque no tenga con qué comprarlos. Pero puede suceder, y en la historia de la humanidad suele ocurrir, que teniendo con qué comprar los alimentos, no se pueda acceder a ellos por alguna razón. Veamos unos ejemplos históricos: cuándo el sitio de Cartagena de don Pablo Morillo, los patriotas que estaban dentro de la ciudad tenían recursos de oro y de plata con que comprar alimentos, pero las tropas del rey de España no los dejaron entrar, con los efectos conocidos. Hay otro caso famoso en la India, en el siglo XIX, cuando unos especuladores ingleses compraron todo el grano de una provincia y provocaron una hambruna. Y otro caso más conocido todavía, cómo durante la Segunda Guerra Mundial hubo en Europa una hambruna, porque a pesar de que la gente tenía recursos de dinero, oro, plata, joyas, la guerra impedía producir los alimentos.
A partir de esta preocupación, del problema de si los alimentos están disponibles o no, así se tenga o no dinero, hace un par de décadas la FAO diseñó el concepto de la seguridad alimentaria, que para efectos prácticos podríamos asimilar al concepto de soberanía alimentaria: el problema de dónde se produce la comida. Yo tengo acceso a ella, sí o no, dependiendo de dónde se produce.
La visión del libre comercio, del neoliberalismo, es que no importa en qué país del mundo se produzca la comida mientras yo tenga dónde comprarla, Según ellos, la clave es tener dónde comprarla. Ven entonces el problema de la seguridad alimentaria como un problema global, mundial. Durante las discusiones del TLC con Estados Unidos me decía aquí un ministro que por qué Colombia tenía que producir alimentos si tenemos petróleo, carbón, recursos en dólares con que importar los que necesitemos. Luego esa idea de la seguridad alimentaria como un problema de producir los alimentos es una idea sin sentido, decía. Es la visión del libre comercio, del neoliberalismo, que apunta a concentrar la producción de alimentos en unos cuantos sitios de la Tierra y de allí distribuirlos para todo el planeta.
Otros concebimos la seguridad alimentaria como un fenómeno nacional. Y es que un país como Colombia, con agua, tierras y productores suficientes, debe hacer esfuerzos por producir sus propios alimentos. Porque la tesis de importarlos con las divisas del petróleo o la minería puede no garantizar la seguridad alimentaria porque quedamos sometidos al chantaje extorsivo que nos quiera hacer el país o la trasnacional a la que haya que comprarle la comida. O porque se interrumpan las vías de comunicación, por ejemplo, por una guerra, por una erupción volcánica, por una huelga. O porque se desate una plaga en el centro-oeste norteamericano y se produzca una hambruna de tipo global
Colombia ha perdido su seguridad alimentaria
Lo que voy a demostrar es que Colombia ha perdido en materia gravísima su seguridad alimentaria. Cada vez estamos más sujetos al chantaje o a las imposiciones que nos quieran hacer las potencias de donde estamos trayendo los alimentos. Las cifras son contundentes. En Colombia se producen 25 millones de toneladas de productos agrícolas al año. De ellos exportamos 4, principalmente café y banano y otras cosas. Quedan 21 millones de toneladas. E importamos 10, el 50% de la producción total para la alimentación. Estamos hablando de que si por cualquier razón se cortaran o se interrumpieran o se limitaran esos flujos hacia el país, Colombia quedaría abocada a una auténtica hambruna, porque aun teniendo recursos con que comprarlos, los alimentos podrían no llegar.
Veámoslo por sectores. En el caso de la producción de cereales, principalmente trigo y maíz, la clave de la dieta básica de todo país, estamos importando el 55% del consumo nacional. En el caso de las leguminosas, fríjol, garbanzo, lenteja, etc., también muy importantes, estamos importando el 44 por ciento del consumo nacional. Y en el caso de las oleaginosas y aceites, no menos claves, estamos importando el 37% del consumo nacional y con tendencia a aumentar. Aquí nos ha dicho el ministro Juan Camilo Restrepo: no, senador Robledo, la cosa no es tan grave, mire que estamos produciendo tanta carne de pollo y tanto de cerdo. Y es verdad. Pero ojo, esos pollos y esos cerdos en buena medida se están produciendo con cereales importados. Un pollo es algo así como un maíz con alas, pero el maíz es norteamericano o argentino. Luego ahí está embolatada la seguridad alimentaria.
Y también está amenazada en materia gravísima por los TLC que se nos vienen encima como una avalancha. Todos sabemos que el arroz va a sufrir pérdidas descomunales con el TLC con Estados Unidos, ya vigente. Si no está entrando más es porque todavía hay algunos controles, pero no porque seamos competitivos. El caso de la leche es pavoroso. Colombia es autosuficiente en producción de leche. Tenemos toda la seguridad alimentaria en leche, pero lo que se viene es una masacre contra el ganadero de la leche, que va a ser literalmente aplastado por las importaciones. El fenómeno tiende a agravarse. En los últimos 4 años las importaciones de cereales han aumentado en 75%, las de semillas y frutas y oleaginosas en 133%, los cárnicos en 42%, y eso que apenas está empezando a entrar en vigor el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.
Desde el punto de vista de la seguridad alimentaria, Colombia no puede entonces estar peor, porque la tenemos ya perdida en proporciones gravísimas y porque la vamos a perder aún más en los próximos años.
Les oigo a los ministros echarnos el mismo cuento de hace 23 años, desde los días de César Gaviria Trujillo, que se nos abre un mercado muy grande en no sé dónde. Lo debieran tener grabado, señor ministro, y al comparecer aquí, simplemente prender la grabadora. Que podríamos, que es de esperarse, que nosotros creemos, que hay que soñar. Y no dan una sola cifra, porque no pueden darla. Muéstrenos, señor ministro, pero con cifras, qué carajos es lo que vamos a exportar de productos agrícolas a Corea. Y mientras tanto, sí se abren las importaciones coreanas para destruir la industria nacional. Nos echan el cuento de que a Europa no sé qué. Paja, todas las exportaciones posibles de productos agrícolas a Europa ya se están haciendo, no va a entrar allá nada nuevo. Pero los europeos sí nos van a inundar, para poner un solo ejemplo, de productos lácteos y cárnicos. Que a Estados Unidos, un mercado abierto de 300 millones de habitantes. Paja, dónde está, qué es lo que vamos a exportar a Estados Unidos, no tenemos oferta exportable. Tampoco es cierto que a los países de América Latina que hayan suscrito TLC con Estados Unidos les haya ido bien. Ya se lo he demostrado en dos ocasiones al ministro Juan Camilo Restrepo en la Comisión Quinta del Senado y con cifras. Le mostré lo que ha pasado en Chile, en Perú y otros países que han sufrido retrocesos inmensos. No más cuentos, señores ministros, por favor.
Y no somos competitivos, no porque nuestros agricultores sean brutos ni vagos ni ineptos, no. Si no podemos exportar, es porque el gobierno no cumple con el deber mínimo de ofrecerles a nuestros productores condiciones básicas para ser competitivos. Cómo vamos a serlo con uno de los combustibles más caros del mundo, una de las energías eléctricas más caras del mundo, con tasas de interés superiores a las norteamericanas y a las europeas, con ciencia y tecnología subdesarrollada. Ustedes no le ofrecen a la gente del agro nada de aquello a lo que están obligados. Lo único que les aportan son malos consejos y decisiones equivocadas y eso sí, les exigen que compitan. Siempre se me han parecido los ministros a esos entrenadores de natación que cogen la piscina, le ponen el agua a cero o a cien grados y empujan el muchacho a que se sancoche o se congele. Y después lo regañan diciéndole que no puede nadar bien porque le falta un curso para mejorar la autoestima.
Cómo vamos a competir si los subsidios agrícolas norteamericanos valen 70 mil millones de dólares al año, si los subsidios europeos valen 70 mil millones de euros, una moneda más fuerte que el dólar. Y aquí la gran genialidad que se inventaron que dizque para competir en el TLC con Estados Unidos fue el AIS, Agro Ingreso Seguro. Parece un chiste, pero es verdad. Y ahora con el PIPE nos van a meter una versión recauchada de AIS. Sí, les podrá servir a algunos favoritos, podrá el gobierno aceitar algo de politiquería y algunos se enriquecerán con los subsidios. Pero el país como un todo va a ser severamente derrotado.
Una última explicación de por qué no podemos competir. Si en el 2006 el TLC con Estados Unidos era horriblemente malo para el país, hoy es treinta o cuarenta por ciento peor por causa de la revaluación. Es que el modelo económico del libre comercio fue capaz de destruir el café, increíble. Estamos importando 900 mil sacos de café. Si alguien lo hubiera dicho hace 20 años, se lo habrían llevado para el manicomio. La revaluación nos hace imposible competir con las grandes potencias.
Y cada vez se sabe más algo que los neoliberales han intentado ocultar. El grueso de la revaluación obedece a las devaluaciones masivas norteamericanas, europeas y de las grandes potencias que están creando una especie de dumping monetario a escala global. El libre comercio no es un fair play. Se lo inventaron Estados Unidos y los europeos para arrasar nuestras economías y la decisión es esa: arrasarlas de una u otra manera. Y como no les alcanzaron los subsidios ni la ciencia ni la tecnología ni la infraestructura, ahora se dedicaron a devaluar sus monedas, a hacernos abiertamente un dumping monetario. Luego la posibilidad de resistir a esta avalancha es ninguna. Y aquí se paran los ministros y nos hablan de numeritos que a las personas ignorantes les suenan a mucha plata, cuando son sumas insignificantes, como lo sabemos quienes conocemos los hechos en detalle.
La posición del Polo Democrático Alternativo es muy sencilla: no más TLC. Y que no venga este gobierno a echar el cuento de que los TLC son del gobierno pasado. No. Son de este gobierno, son del ministro Juan Camilo Restrepo, son del presidente de la República. Y segundo, el Polo estará al lado de los agricultores y de los ganaderos de Colombia. No solo dice que no más TLC con nadie, sino que está exigiendo que se renegocien los ya firmados. Que el presidente de la República, en una actitud de dignidad, de patriotismo, se pare y les diga a los gringos que vamos a renegociar el Tratado, porque quedó mal negociado y se le impusieron a Colombia condiciones leoninas. Y que se sepa que alguien, desde la jefatura del Estado, va a defender el interés nacional.
No puede ser que los extranjeros en Colombia, asociados con unos malos colombianos, de cómplices, de socios menores, de alcahuetes, sigan destruyendo el sector agropecuario colombiano y todas las posibilidades de progreso.
Para ver el video: http://bit.ly/12leD2i (VIDEO 14:00)