Venezuela: Golpe, intervención militar y guerra para el capital
Según parece, las condiciones están listas para derrocar el gobierno de Maduro en Venezuela, como fase definitiva de la intervención del Comando Sur de los EEUU. Ángel Guerra Cabrera, en su columna de La Jornada, resume la evidencia en este sentido y la coordinación entre la “Mesa de Unidad Democrática” (oposición reaccionaria venezolana) y el Comando Sur. Rafael Cuevas Molina señala cómo resuelto el problema con Brasil, avanzan contra Venezuela. Al respecto y con urgencia deben resaltarse dos puntos: 1. El capitalismo transnacional en crisis, a cuyo servicio está el más poderoso ejército del mundo, gana con el golpe, pero, ante todo, gana más con una guerra civil y más aún con una guerra continental desde Venezuela en la que ya se sabe, se involucran bajo el mando del Pentágono, bajo el comando de las transnacionales, los ejércitos “nacionales” contra los pueblos, de Colombia, pero también ahora de Brasil y otros. Esa guerra activa la economía, da acceso a territorios y recursos, recluta a pobres contra pobres, elimina excedentes de capital y captura déficits de naturaleza (recursos) creados por el sistema. 2. La intervención es posible ahora, contra Venezuela y su pueblo porque se ha cumplido un requisito indispensable: el gobierno (tal como en Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia, Nicaragua) ha perdido mucha parte del respaldo popular en mayor medida porque llegó al poder desde mandatos transformadores y cayó en la trampa de la institucionalidad del sistema, a su servicio. Incluyendo enormes niveles de corrupción, abusos de poder y abandono de banderas revolucionarias. En el caso venezolano, tal como lo planteara Roland Denis en “Adiós al Chavismo” entre otros textos. Ahora, la trampa es tener que defender regímenes electos por el pueblo atacados por el capitalismo fascista, contra estos ataques, cuando los pueblos han sido abandonados por estos mismos regímenes que favorecen sus intereses particulares y abandonan la lucha anti-sistémica que se reduce a airados discursos. Sin la combinación de estos dos factores, no habría golpe posible. Pero si hay golpe en Venezuela, el capitalismo puede acercarse a su meta de una guerra continental que nos reclute, desmovilice las luchas anti-sistémicas y entregue al capital, como en el Medio Oriente, el petróleo, el trabajo y el “excedente” de pueblos en una sola y permanente guerra. Lectura de contexto. Pueblos en Camino
Preparativos de intervención militar en Venezuela
El guión de la intervención militar de Estados Unidos en Venezuela ha sido escrito en el Comando Sur (CS) de sus fuerzas armadas y se aplica al detalle por sus aliados de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). Sigla que cobija a la contrarrevolución, o sea, el instrumento imperial para estimular el desabastecimiento creado por las grandes empresas, y las acciones de calle y violencia armada dosificada que favorezcan las condiciones idóneas para justificar la intervención militar directa en el país con las mayores reservas de petróleo en el mundo. Lo dice todo la afirmación del almirante Kurt W. Tidd, jefe del CS: nuestra intervención oportuna ha permitido delinear un camino para una salida rápida del régimen.
Algún amigo facilitó a Caracas los 12 puntos de la fase 2 del plan del CS. El documento sentencia “la derrota en las elecciones y la descomposición interna del régimen populista y antiestadunidense, recoge el impacto exitoso de nuestras políticas impulsadas con fuerzas aliadas en la región en la fase 1 de esta operación”
Entre sus éxitos, el CS destaca: a) poner en evidencia el carácter autoritario y violador de los derechos humanos del gobierno de Maduro (el burro hablando de orejas); b) destaca el “mecanismo de la Orden Ejecutiva” (de Tidd) para justificar el desarrollo de nuestra política, que tiene justificativo legal en la Constitución y las leyes de Estados Unidos de América; c) presume del aislamiento internacional de Venezuela; d) “generación de un clima propicio para la aplicación de la Carta Democrática de la OEA” (más adelante el documento menciona tal y como lo hemos convenido con Luis Almagro Lemes el mismísimo secretario general de la OEA), tránsfuga, a quien el ex presidente José Mujica, al comprobar la puñalada por la espalda que preparaba contra Caracas su ex canciller, fulminó: lamento el rumbo por el que enfilaste y lo sé irreversible, por eso ahora formalmente te digo adiós y me despido; e) “colocar en la agenda la premisa de la crisis humanitaria que permita una intervención con apoyo de organismos multilaterales, incluyendo la ONU” (las cursivas son mías).
Cuando uno lee el documento, confirma que todo lo que dice se está cumpliendo al pie de la letra y, a la vez, no puede si no recordar intervenciones como la de la CIA que derrocó al presidente Arbenz en Guatemala (1954), o la de los marines y la 82 división aerotransportada que impidió el regreso del presidente Juan Bosch a República Dominicana(1965), previamente derrocado por un golpe de Estado teledirigido desde Washington –ambas amparadas por la OEA–, o el falaz argumento de las armas de destrucción masiva para invadir Irak (2003), por mencionar sólo tres casos. Washington ha desarrollado una panoplia de instrumentos de control de las conciencias y replanteado el concepto mismo de guerra, apoyándose en las investigaciones de los académicos a su servicio y en las nuevas tecnologías, pero hay contenidos fundamentales del libreto desestabilizador e intervencionista que se remontan al siglo XIX como la campaña mediática desenfrenada.
Desde febrero de 2014 la oposición –pese a sus trifulcas internas– viene cumpliendo con este plan que incluye las guarimbas y la utilización de paramilitares colombianos en todo el territorio venezolano, quienes se han apoderado del mando de las redes delictivas y ejercen la violencia con propósitos que sirven al plan del CS.
También está la vertiente de las protestas de calle conjugadas con violencia. Esta semana, la segunda de dos marchas al centro de Caracas organizadas por la oposición, según ella para presionar la convocatoria el referendo revocatorio, terminó con estudiantes y policías bolivarianos heridos y actos vandálicos. Como explica el plan del CS el referendo es solo un pretexto y lo confirma que la MUD no ha cumplido con los requisitos para convocarlo. Como para recordar quién manda el CS hizo penetrar un avión militar en Venezuela dos veces en días pasados.
Venezuela se acerca como nunca a un punto de definición después del golpe en Brasil. El presidente Maduro ha prorrogado el estado de emergencia económica y firmado decretos que confieren facultades excepcionales a las comunas, los Consejos de Producción y Distribución y a la fuerza armada nacional bolivariana, ha ordenado un ejercicio conjunto de estas y las milicias y orientado ocupar las fábricas que cierre la burguesía. Radicalizar a fondo la revolución es el único camino para aplastar a la contrarrevolución.
Ángel Guerra Cabrera
La Jornada, Opinión
Mayo 19 de 2016
http://www.jornada.unam.mx/2016/05/19/opinion/025a1mun
Twitter: @aguerraguerra
En Venezuela los Estados Unidos han llevado a cabo una guerra económica que ha puesto al país al borde del colapso, y no han cejado ni un momento en la ofensiva mediática que, por más que se denuncie cómo propalan descaradamente mentiras y se transforman en verdaderos partidos políticos de la derecha, siguen haciendo mella en la mente y los corazones de la gente.
Resuelto el tema Brasil, ahora le toca a Venezuela
Ahora que en Brasil lograron desplazar, aunque sea solo temporalmente, a Dilma, todas las baterías de la derecha internacional se han enfilado hacia Venezuela, y no van a descansar hasta obtener un resultado que satisfaga su necesidad de revancha. Han tenido la paciencia y el apoyo necesario para construir las condiciones que les permitan pensar en ir al asalto del poder político.
En esta ofensiva están echando la casa por la ventana y tratan de no dejar ninguna punta de la madeja descuidada; aún así, la Revolución Bolivariana se mantiene en medio del griterío histérico.
Si por las vísperas se saca el día, por lo visto en Argentina y Brasil ya se sabe qué les esperaría a los venezolanos: una venganza en toda regla para tratar de dejar bien claro que quien se atreve a desafiar al los poderes del estatus quo lo paga caro.
Pero, aunque las medidas que toman estos nuevos gobiernos revanchistas de derecha son claramente perjudiciales para las grandes mayorías, son alabadas en las noticias que difunden los medios monopolizados por la derecha internacional, que entusiasmados dan cuenta de la tranquilidad y alegría… de los mercados.
Pocas veces se ha visto tal aparato puesto al servicio del objetivo de derrocar a un gobierno, lo que da cuenta de la importancia que tiene Venezuela para los intereses geoestratégicos de los Estados Unidos de América. Aunque ya hay muestras claras de su agotamiento, la civilización que se ha erigido sobre la base de la explotación petrolera no permitirá que justo la más grande reserva de hidrocarburos conocida quede en manos de nacionalistas que pretenden reivindicar el derecho de tomar sus propias decisiones, y de aliarse para su propio beneficio con pares de otras partes del mundo.
Para los Estados Unidos, ese ha sido siempre un pecado mortal, pero lo es más aún en nuestros días, cuando su poderío ha perdido la fortaleza que exhibió en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, cuando estuvo en la capacidad de modelar y ordenar el mundo según sus necesidades e intereses.
Por primera vez desde el derrumbe de la Unión Soviética y del campo socialista de Europa del Este a finales de los años ochenta, un grupo de países se atrevió a proponer no solo modelos de desarrollo que pensaban más en sí mismos que en los intereses de las transnacionales y del imperio, sino que conjugaron iniciativas para cooperar entre ellos sin la tutela norteamericana.
La nueva situación creada en América Latina llegó precisamente cuando, pensando que se había llegado al fin de la historia, el gran hegemón occidental no esperaba que nadie saliera a retarle.
De ahí el desconcierto de George Bush cuando, en Mar del Plata en 2005, se encontró con un muro que le dijo no al ALCA. Y de ahí en adelante no hubo cónclave americano en el que los Estados Unidos no saliera reprochado y regañado.
De todo eso sacaron sus propias lecciones y prepararon la contraofensiva. Fueron poco a poco, tanteando el terreno y perfeccionando la estrategia. Desde Honduras hasta la actual ofensiva han pasado más de siete años y en el transcurso han elaborado manuales, establecido políticas, identificado aliados y trabajado a la opinión pública.
En Venezuela han llevado a cabo una guerra económica que ha puesto al país al borde del colapso, y no han cejado ni un momento en la ofensiva mediática que, por más que se denuncie cómo propalan descaradamente mentiras y se transforman en verdaderos partidos políticos de la derecha, siguen haciendo mella en la mente y los corazones de la gente.
De las muchas lecciones que le queda de todos estos años a la izquierda latinoamericana, una de las más importantes tienen que ver con ellos, con los medios de comunicación. No solo el de su propiedad, que es central e impostergable, sino otros como el de cómo utilizarlos eficientemente. Y, mientras estén en manos de la derecha, saber cómo exponernos en ellos, no vaya a ser que terminemos como José Mujica, cuyas tal vez bien intencionadas pero torpes declaraciones en las que llama «loco como una cabra» a Maduro, terminan siendo caballito de batalla de los más recalcitrantes diarios reaccionarios del mundo.
Rafael Cuevas Molina/Presidente UNA-Costa Rica
Con Nuestra América
21 de mayo de 2016
http://connuestraamerica.blogspot.mx/2016/05/resuelto-el-tema-brasil-ahora-le-toca.html