En Brasil ahora la victoria o la derrota se definen con la verdad, en la calle y luchando

La derecha ha consumado el golpe de estado en Brasil, como era predecible. Ante los hechos, Carlos Aznárez de Resumen Latinoamericano esboza desde los hechos, de manera sencilla y clara, lo que sucedió, los beneficiarios, lo que implica y también reconoce la fuerza de los de abajo en las calles como lo que es, el corazón de una guerra que vuelve a las calles. Señala Aznárez ceñido a la verdad que las políticas del PT y de Dilma no fueron transformadoras ni de izquierda, por el contrario, reconoce, estos gobiernos no sólo hicieron concesiones a lo peor de la derecha, gobernaron con sus representantes más agresivos y rancios quienes ahora, desde el gobierno golpista, se ocuparán de imponer una agresiva agenda de despojo y terror. Pero hay unas omisiones evidentes que no pueden pasarse por alto. Así como señala la fuerza del pueblo de Brasil en las calles, debería recordarnos que ese mismo pueblo se levantó contra las más perversas políticas anti-populares de Lula y Dilma. Nadie puede olvidar el masivo movimiento Passe Livre. “Nao vai ter golpe” grita el pueblo en la calle. “Nao vai ter copa” gritaban los despojados por el circo de la Copa Mundo de Fútbol que rechiflaron a Dilma ante los ojos del mundo en la inauguración de la Copa Confederaciones acompañada de Joseph Blatter. No fue la derecha golpista de Sao Paulo o del Brasil la que reprimió estos movimientos y otros con formas violencia tan excesivas y violentas como no se habían visto desde la dictadura. Fueron los gobiernos del PT. Pero la mayor y la más grave de las omisiones de este texto y que parece ser contagiosa, es la de la corrupción. El escándalo que casi le cuesta a Lula su reelección y el actual, aún siendo investigado, de Petrobras, no tiene precedentes. Millones pasaban a través de mecanismos repugnantes a lo peor del poder de la derecha para comprar su apoyo a políticas del gobierno. La historia lo dirá, pero el PT gobernó para el beneficio insaciable de los líderes y se sirvió de la riqueza del Brasil para entrar en el círculo de las burguesías más reaccionarias del continente. Las mismas que hoy, ganaron con el PT en el gobierno y con el golpe para sacarlo. El PT metió en el circuito de la corrupción (operación Lava Jato) a personajes tan perversos como el propio destituido ex-presidente Collor de Melo. Pobre Brasil, pierde con la derecha y con esa izquierda que ha estado 13 años en el poder. Pero pierde aún más si para defenderse se le impone como condición encubrir y mentir sobre quienes abandonaron las causas del pueblo. Abajo el golpe! Arriba el Pueblo! Basta de derechas izquierdo-parlantes! La derecha gana en Brasil, pierde el pueblo, pierde toda América Latina. En tiempo real. Pueblos en Camino.

En Brasil ahora la victoria o la derrota se juega en la calle

Resultados de la infamia procedimental. El rito de la violencia maquillada

El golpe de Estado ya ha sido consumado. Brasil pasa a integrar junto con Honduras y Paraguay el listado de países donde el Imperio probó con indudable éxito, como si fuera un gigantesco laboratorio, la nueva fórmula destituyente de gobiernos neo-desarrollistas. Una receta “moderada” según algunos analistas que no la viven en carne propia, pero brutal, como es el capitalismo en su verdadera esencia, si se la mide teniendo en cuenta el ejemplo argentino, donde en pocos meses decenas de miles de personas perdieron su trabajo y las esperanzas de construir un futuro más o menos estable. Una embestida que es regional en primera instancia y mundial si se piensa en términos absolutos, ya que viene siendo trabajada desde hace varios años, para recuperar el tiempo que les llevó a los estrategas de Washington comprobar que lo que buscaron en Medio Oriente -destruyendo un país tras otro- lo podían obtener más fácilmente en Latinoamérica.

Michel Temer y Cunha, el corrupto Presidente de la Cámara de Diputados complotando

Lo particular de estos golpismos es que no admiten las más mínimas reformas, ya que cada uno de los gobernantes destituidos fueron marcados a fuego sólo por el hecho de iniciar emprendimientos que contemplaban políticas sociales dirigidas a los sectores que el neoliberalismo de los 90 había arrojado a la exclusión pura y dura. Ni siquiera, en los tres casos citados, se puede hablar de planteos revolucionarios de peso, que incluyeran en lo interno nacionalizaciones del comercio exterior o reforma agraria, por citar algunos ítems. Al contrario, como ha quedado patéticamente expuesto en el caso brasileño, a pesar de que Dilma Rousseff hiciera todo tipo de concesiones y generara alianzas inadecuadas que derivaron en políticas de ajuste notoriamente anti-populares, la poderosa burguesía paulista siguió atacando por todos los flancos y fue desgastando día a día al gobierno del Partido de los Trabajadores.

Un proceso en investigación. No fue éste el pretexto para el impeachment.

A diferencia de la derecha argentina que impuso a Mauricio Macri por las urnas, aunque con un muy ajustado resultado, sus pares brasileños llegan al gobierno por la ventana y con un “candidato” que además de ser ostensiblemente débil (como dice un humorista brasileño:»si Michel Temer se presentara a elecciones dudaría de votarlo, porque lo conoce, hasta su propia esposa») y con suficientes antecedentes delictivos como para ingresar en la emblemática cárcel paulista de Itaí y no en el Palacio de Planalto, como ahora le ha tocado en suerte. Sin embargo, las posibilidades que imponen las cada vez más desacreditadas democracias burguesas le permitirían a Temer intentar llevar adelante un plan de medidas que se han venido elaborando en distintas usinas de la oposición a Dilma. De hecho ya está anunciado el retorno de personajes que cohabitaron en la estructura política del ex presidente Fernando Henrique Cardoso, máximo exponente del neoliberalismo “a la brasileña”, o los aportes en tecnócratas y amigos del FMI y del Banco Mundial que llegarán de la mano del derechista Aecio Neves.

Nao vai ter golpe
Nao vai ter copa

En ese marco de incorporaciones, quizás la que más ruido provoca es el retorno de Henrique Meirelles, quien acompañara a Lula al frente del Banco Central entre el 2003 y 2011, cuando corrían tiempos de auge económico y no los actuales, donde la novena economía del mundo hace aguas por donde se la mire. Meirelles, actual ejecutivo de grandes empresas trasnacionales y hombre de confianza de sectores del partido Republicano estadounidense, promoverá desde la cartera de Economía, una política de más ajuste y endeudamiento como ya probara su colega Joaquim Levy en la gestión Dilma.

Dulces por la “victoria” obtenida, los partidos de derecha más ligados a instalar a Brasil en la Alianza del Pacífico y emprender relaciones carnales con Estados Unidos y Europa, tratarán de aprovechar el tiempo que va hasta fin de año para evitar no sólo que Dilma vuelva (algo que a esta altura parece improbable) sino que Lula da Silva, el único dirigente carismático de los sectores populares pueda aspirar a vencer en futuras elecciones.

Movimiento Passe Livre

Sin embargo, la derecha puede imaginar escenarios idílicos -desde su punto de vista- de privatizaciones, despidos y devaluaciones encubiertas, pero hay un factor con el que necesariamente tendrá que contar y que no es precisamente un imponderable. Se trata de la inmensa resistencia popular que desde hace meses viene ganando las calles de Brasil. Esos trabajadores y campesinos que no tuvieron dudas de enfrentar las políticas de ajuste del ministro Levy ni las provocadoras gestiones en defensa de los agronegocios de la ministra Katia Abreu, ambos de la gestión que ahora ha sido destituída. Esos hombres y mujeres que bloquean las carreteras, que están a pie de barricada, a los que se les ilumina el rostro cuando se encuentran con sus pares gritando consignas de “tierra, techo y trabajo”, o que marchan de un punto al otro denunciando que el Brasil de los de abajo tiene años de estar esperando por demandas incumplidas. Gente de pueblo que prefirió no ocupar cargos y defender la autonomía de clase, precisamente para no sumergir las ideas revolucionarias que poseen, en las cloacas burocracia y la politiquería.

La advertencia fue clara. Una y otra vez, tenían que volver al pueblo y no seguir con la derecha

Allí, precisamente allí está el Brasil real, con los Sin Tierra y los Sin Techo, con los metalúrgicos de ABC o los operarios de la Mercedes Benz, que estos días gritaron para que lo escuche el mundo “Nao vai ter golpe”. En esas andaduras está la savia que alimentará la resistencia que a partir de este fatídico 12 de mayo, deberá intentar que Temer y sus secuaces se den cuenta que cualquier gobernabilidad que trate de llevar a cabo será imposible.

Los pobres de Brasil saben que si no se mueven con fuerza se impondrá el gobierno de los ricos. Por eso lo proclaman en sus asambleas: ya no es tiempo de conciliábulos sino de acción, de paro general, de rutas y calles cortadas por multitudes, de desobediencia civil en todos los órdenes, de sabotaje a quienes intenten vulnerar conquistas obtenidas, de armar frentes de rechazo a empresarios voraces, de denuncia constante al terrorismo mediático practicado por la Red O’Globo y otras similares. Esas rebeldías de las que indudablemente el pueblo brasileño está nutrido, son los elementos básicos para que el golpe producido no funcione. Ahora «es tiempo de guerra” cantaba Chico Buarque hace años, y no de mansedumbre complaciente. Ya habrá espacio para pensar en elecciones anticipadas o potenciar la candidatura de Lula, hoy lo más importante se juega en las calles, que es a lo más le teme la burguesía. El resto, para que esa resistencia no quede aislada, será obra de la solidaridad internacional de todos los pueblos que quieren que Brasil le tuerza el brazo al Imperio

Carlos Aznárez
Resumen Latinoamericano
Mayo 12 de 2016
http://www.resumenlatinoamericano.org/2016/05/12/en-brasil-ahora-la-victoria-o-la-derrota-se-juega-en-la-calle-por-carlos-aznarez/

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