Argentina: Un ‘flash’ por el acampe indígena de Buenos Aires
Los pueblos indígenas en Argentina, continúan exigiendo los acuerdos incumplidos por parte de los gobiernos que durante sus periodos se han comprometido pero no llegan a cumplir. Hacemos un llamado para que reconozcan sus derechos en territorios donde puedan ejercerse como comunidades indígenas. En tiempo real, Pueblos en Camino!!!
«Las peticiones van desde la exigencia de territorio, pasando por tener documentos DNI, salubridad y educación, además de su integración en la toma de decisiones políticas referentes a las comunidades originarias».
Un ‘flash’ por el acampe indígena de Buenos Aires
Un breve recorrido por la lucha indígena de las comunidades de Formosa y el encuentro con el primer Mandatario, Mauricio Macri ¿todo fue una estrategia política?
Por: Claudia Milena González Bernal
Fotógrafo: Reinaldo Ortega
Eran las 6:00 a.m. del 6 de diciembre de 2015 y en plena Av. 9 de julio, una de las más anchas del mundo y Av. de mayo, dormían un puñado de indígenas de la provincia de Formosa en carpas y cambuches improvisados que les sirvieron por casi 10 meses de hogar, mientras daban la pelea por sus derechos.
Poco a poco, y desde afuera, se empezaron a ver contornos de cuerpos que se movían, mientras el día empezaba a despuntar y con él, el inicio de una larga jornada de trabajo y de desarme del acampe. Ese fue su último día en Buenos Aires.
Una vez dentro, parecía que hubiera pasado un huracán. Había cajas, ropa y hasta comida votada por el piso, pedazos de pan arrojados por doquier y una que otra rata dejaba asomar su cola por ahí. Desde el día anterior habían empezado con la labor de guardar sus cosas en maletas y cajas. Cada familia, tenía su propia montaña apilada de cosas en una esquina.
Con un marcador ponían sus nombres sobre los objetos para identificarlos fácilmente y en seguida, manos tras mano en una fila de niños, grandes y desconocidos como yo, nos pasábamos las cajas que llegaban hasta un camión que se encargaba de llevar las cosas hasta Formosa.
Pinturas, fotografías, baldes, sillas, utensilios de aseo, mesas, zapatos, carteras y muchas cosas más, desfilaron por todas partes. El acampe era un tipo de carpa enorme de circo en el que la función ya estaba por terminar.
Un par de horas antes, un hombre con una armónica y una guitarra empezó a cantar un tipo de lamento en el que le pedía perdón a estas personas a nombre de Buenos Aires y su indiferencia, por dormir a la intemperie, por ser menospreciados e invisibilizados. Frente a él estaba Félix Díaz, líder máximo de estas comunidades, sentado en un sofá, abrazado con su hija, cabeza con cabeza, mirando con nostalgia, no sé bien si al cantante o a esos recuerdos que llegan con claridad cuando todo termina.
La expresión de tristeza de Félix y unas pequeñas lágrimas, dejaron ver esa lucha que aunque acompañado por multitudes, la combate él y su gente, ellos a quienes les mataron y les siguen matando familiares y amigos, les quitan sus tierras y que tuvieron que dormir en invierno, bajo lluvia, en situaciones inclementes en el centro de Buenos Aires. Muchas veces, violentados.
Félix Díaz, se veía cansado, pero sus palabras y su mirada seguían siendo lozanas, amorosas, quizás con esa contemplación que la misma belleza de la vida impregna.
Su esposa, Amanda Asija, abrazaba amorosamente a las personas que llegaban al acampe, pero al mismo tiempo su sonrisa amplia y su voz fuerte, dejaban entrever una mujer aguerrida, luchadora, dueña completamente de sí misma y amante de la lucha. Ella misma manifestó que ya no era la misma persona que había salido de su tierra. La experiencia en la ciudad había terminado por cambiarla y su ímpetu de transformar las cosas, de pelar por causas justas le dieron un espíritu quizás más fuerte, pero al mismo tiempo amoroso.
En distintas oportunidades la escuché hablar del canto, de la música, sonriente, haciendo bromas, bailando un poco, hablando sobre la artesanía y su deseo de empezar a construir también desde ahí. La escuché hablar de lo mucho que se puede hacer siempre. Pasión fue lo que percibí en esa mujer. Su consejo de no estar en trabajos sin sentido o en vidas sin vida, fue quizás su mensaje más brutal y certero.
¡Y canta! ¡Oh qué manera de cantar! Elevó una canción llamada Mujer Originaria, en su lengua y con una cadencia y profundidad tan fuerte que conectaba a quien la escuchara con lo sagrado, con aquello que sobrepasa el ruido, la gente, el movimiento de las calles que te saca de lugar y te eleva sin duda alguna.
Mientras tanto, ese canto seguía limpiando amorosamente un proceso que parecía no tener fin… «Ese es el papel de las mujeres en la lucha», sentenció con una mirada amorosa y como quien dice lo obvio, añadió: “Las mujeres resistimos y sobrepasamos cualquier dolor y aliviamos el del otro también”.
Por el poco tiempo que compartimos, la miré con respeto y cargué gran parte de sus cosas al bus que luego la llevaría hasta su destino. “Lo que más me gusta de la lucha es que el camino continúa”, sentenció.
Finalmente llegó un bus que los llevaría a su destino, dejando atrás la carpa llena de escombros, basura y a la suerte de las mismas ratas que los acompañaron por largos meses. No fue fácil su vida ahí, pero quizás más valerosa y con sentido que la de muchos que duermes abrigados en sus hogares, porque la pobreza, también tiene sus aristas.
Bajo ese contexto, la carpa aquella estuvo en la mira de los más poderosos y con repercusiones serias en la vida nacional.
Mauricio Macri, actual Presidente de Argentina, fundador y miembro del PRO, considerado un partido de derecha, le dio un vuelco a su campaña e intentó proyectar una imagen más socialdemócrata y abierta al diálogo. No se puede perder de vista que él es el primer líder de centro-derecha que está en el poder desde que regresó la democracia y la opinión pública, si bien quiere un cambio, no quiere regresar a una derecha radical como la que se tuvo años atrás.
Macri, representante de la coalición política “Cambienos” intentó llenar esos vacíos dejados por el gobierno de Cristina Fernández y usarlos como estrategia de campaña política. El objetivo era erradicar al kirchnerismo del poder y en efecto le puso fin a los 12 años de ese gobierno; primero con Néstor Kirchner (2003 a 2007) y después su esposa, Cristina.
Es así como dentro de su intento por crearse una imagen progresista, usó el tema indígena como parte clave de su estrategia. Su campaña presidencial culminó con una ceremonia indígena en Jujuy y su acercamiento a la comunidad QOPIWINI que agrupa a los indígenas Qom, Pilagas, Wichis y Nivaclé y es liderada por Félix Díaz, dio mucho de qué hablar.
En realidad fueron dos los acampes realizados por las comunidades de Formosa. El primero, se llevó a cabo en 2010 y el otro, en 2015 con una duración de casi 10 meses.
Cristina Fernández de Kirchner, durante su periodo presidencial jamás recibió personalmente las solicitudes de la comunidad de Formosa y por el contrario, esta comunidad padeció de todo tipo de desavenencias contra su integridad personal.
El mismo Félix Díaz y también uno de sus hijos, fueron arrollados por autos desconocidos, incluso violaron mataron y descuartizaron a una joven Qom que dejaron atada a un poste como estrategia de miedo, por nombrar solo algunos casos violentos del número de asesinatos dados en la zona, hechos que la comunidad considera, hacían parte de la represión del Estado; en otra oportunidad, una persona que iba en una moto tiró una bomba molotov contra una de las carpas del acampe, mientras que en Formosa, desconocidos entraron en las instalaciones de la Radio Qom FM 89.3 MHZ y destrozaron el equipamiento.
Por su parte, Gildo Infran, Gobernador de Formosa tuvo un trato hostil contra los indígenas y cerró toda posibilidad de diálogo. De hecho, uno de los objetivos del acampe era denunciar las acciones del gobierno de Formosa y conseguir las firmas para legitimar su pedido.
Félix Díaz, afirma que no se cumplieron ninguno de los acuerdos pactados en la mesa de diálogo durante el gobierno de Cristina, mientras que Amnistía Internacional pidió al estado argentino cuidar de la seguridad de la comunidad, pero el 1 de julio de 2015 más de cien miembros de la Policía Federal rodearon el acampe y finalmente se presentó un comisario que tenía la orden de desalojo. Cuando la noticia se difundió por los medios de comunicación, se acercaron algunos representantes de los derechos humanos, entre ellos Adolfo Pérez Esquivel y Nora Cortiñas de las Madres de Plaza de Mayo para solidarizarse.
“En mayo de 2011 –recuerda Félix– se cerró el dialogo y después vino la gente de la Campora, un grupo activista de tendencia kirchnerista, integrado por el diputado Andrés Larroque y nos levantaron a la fuerza, apoyados por el movimiento Tupac Amaru”.
También por ese entonces se entabló un acuerdo con el Ministro del Interior, Florencio Randazzo en el que se constaba que quien fuera electo por la comunidad (Ya Félix Díaz, había sido elegido por su pueblo como máxima autoridad) debía ser el representante ante el estado provincial y nacional. “Cuando la comunidad me eligió, inmediatamente se cerraron las puertas del gobierno nacional, quedamos aislados y tuvimos que quedarnos esperando a que resolvieran los conflictos sociales de nuestra comunidad. Nunca tuvimos respuesta y tuvimos que volver a acampar para reiterar ese pedido”, manifestó Díaz.
Entonces se realizó el segundo acampe buscando el diálogo con la Presidenta para destrabar el conflicto. “Desafortunadamente no tuvimos respuesta”, sentenció el líder.
Así que Macri llegó con una estrategia bien pensada y el 3 de noviembre de 2015, en plena campaña presidencial, visitó el acampe, comprometiéndose con los indígenas a recibirlos y escucharlos en caso de ser electo. Como siempre había cámaras registrando el episodio, pero ese preciso momento en el que ambos, Félix y Macri, se dieron la mano, ésa imagen en especial, se expandió como un virus por las redes sociales. Hasta memes le sacaron a Macri con el pelo de Félix y la bincha que suele usar el líder indígena.
El hecho dio para todo y hasta se llegó a decir que Félix era un vendido, mientras el propio líder indígena por su parte argumentaba que al acampe siempre fueron bienvenidas todas las personas y que en vista de la negligencia de la administración de Cristina, valoraba mucho la voluntad de ser escuchados por Macri quien ahora en efecto es el presidente del país.
Ése día se firmó un acta de compromiso sin mayor validez jurídica y Macri se comprometió a trabajar por los derechos de los indígenas, pero con la condición de levantar el acampe antes de las elecciones.
“Él se comprometió a responder el reclamo indígena tan pronto asuma como presidente de la nación y también asumió el entregarle a los líderes indígenas la administración del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI)”, agregó Félix.
Un tema que ha sido por lo demás confuso. Primero se difundió de manera incorrecta por los medios de comunicación que Félix Díaz asumiría la presidencia del INAI el 17 de febrero, una noticia desmentida por el propio Félix e incluso el 2 de febrero el señor Raúl Eduardo Ruidiaz, asumió ese cargo. Sin embargo Félix persiste en que se está trabajando en la reestructuración del organismo y que Ruidiaz es un tipo de interventor, un funcionario de la transición encargado de sanear la institución que debería quedar en manos de los indígenas, aseguró Díaz en diálogo con el diario El Orejiverde.
En los primeros días de febrero y en entrevista con radio Uno y El Comercial, Félix volvió a decir que se están haciendo auditorias para saber cómo se encuentra la institución, “quieren entregarla sin problemas en cuestión administrativa”, añadió.
Así mismo, el hoy mandatario, según cuenta el líder indígena, asumió el compromiso de que el INAI no dependa del Ministerio de Desarrollo Social como lo ha venido haciendo, sino directamente de la Secretaria de Derechos Humanos a nivel nacional. Un cambio estructural que no depende tan sólo de la voluntad del mandatario.
Mientras tanto, los legisladores del oficialismo Kichnerista y todos los movimientos sociales que los siguen, dada la visita de Macri al acampe, se encargaron de emprender una campaña de desprestigio contra dicho proceso tal y como era de esperarse.
Pero también la noticia produjo malestar entre los aliados de Félix y su comunidad como Nora Cortiñas, quien hasta habló de infiltrados en este proceso. El hecho también tuvo fuertes repercusiones en la estructura misma del acampe y la comunidad Wichi que hace parte de QOPIWINI, recogió sus cosas y se marchó.
Todo hace parte de una estrategia política y eso que Cristina jamás pudo hacer: levantar el acampe, él si lo logró como una táctica exitosa de campaña, pero en el fondo hay serias repercusiones económicas. El actual presidente está a favor del libre mercado y ha formulado la continuidad del extractivismo tras su anuncio de hacer una millonaria inversión al yacimiento petrolífero Vaca Muerta, profundizando así la explotación de recursos naturales y desnudando su objetivo de hacer del extractivismo el motor del desarrollo económico de Argentina, un tema de territorio que tiene mucho y todo que ver con la problemática indígena y la violación de derechos humanos.
Por otro lado, son muchas las poblaciones del territorio con los mismos problemas o quizás peores que los que plantea la gente de Formosa, sin embargo éstos también manejaron sus propias estrategias y el acampe en sus versiones 1 y 2, sirvieron como tácticas de visibilización y empoderamiento de la comunidad. En este sentido, Félix Díaz, líder de QOPIWINI se convirtió en una figura pública y en la imagen visible de la lucha indígena del país entero.
La ubicación del acampe fue totalmente estratégico y por sus dos etapas pasaron todo tipo de personas públicas como Gustavo Cordera y Eduardo Galeano. La lucha de estos pueblos se hizo famosa en redes sociales, estuvieron en la mira de los medios de comunicación más influyentes del país, además de medios internacionales como The Guardian y sumaron poco a poco a distintos sectores del país como las Madres de Plaza de mayo, línea Fundadora con Nora Cotiñas, la Central de Trabajadores Argentinos, CTA no oficialista, algunos académicos e intelectuales, entre otros, que hicieron del acampe, una denuncia abierta de la violación de los derechos humanos, un tema no menor en el contexto internacional y algo con lo que ningún gobernante quiere lidiar y menos ante la mirada de todo el mundo.
La misma Amanda Asija, la esposa de Félix, se manifestó contra el levante del acampe, pero finalmente el 6 de diciembre de 2015, se marcharon. “Ojalá no nos mientan y así no tendremos que volver a acampar, pero si nos mienten acá estaremos de nuevo”, manifestó.
Por otro lado, tenían temor por las represalias que pudieran ejercer los jóvenes militantes de la Campora contra el acampe durante el proceso electoral. “Tienen mucho odio contra Macri y eso nos generaba mucha preocupación, porque nos insultan, nos agreden y era muy peligroso para nosotros mantenerlos ahí”, agregó Díaz.
Varios de los indígenas que acampaban tampoco querían irse con una simple promesa entre los bolsillos, pero lo cierto es que una vez fue electo Macri el 10 de diciembre, el 17 del mismo mes, sí los recibió en el Museo del Bicentenario.
En su corto discurso dijo que los indígenas se merecen tener una mejor vida y con cierta demagogia aseguró que esos niños que en ese momento estaban presentes en el recinto crecerían en una sociedad más justa. Mientras que Félix agradeció el recibimiento y manifestó que esperaba, se forjara una nueva relación con el estado.
Después del museo, las delegaciones indígenas que venían de distintas partes del país, acudieron a una reunión con el Ministro de Justicia, Claudio Avruj y el Nuevo Presidente del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), Raúl Ruiz Díaz, en la sede de Derechos Humanos, donde se habló de la necesidad de establecer una mesa de trabajo para crear una hoja de ruta que vaya en pro de solucionar las problemáticas indígenas de la zona.
Por el camino desde el Museo del Bicentenario hasta la sede de Derechos Humanos. Amanda se mostraba un tanto recelosa por la cantidad de indígenas provenientes de distintas partes del país que jamás se unieron a la lucha del acampe y que consideraba, eran una suerte de oportunistas. Sobre el presidente Macri, solo dijo: “no confío” y sobre su retorno a casa, añadió: “todo es raro para mí allá ahora, todo cambió”. La vida entera le cambió.
Días previos al recibimiento del presidente, llegaron alrededor de 30 pueblos indígenas a la iglesia Nazaret, donde se dieron cita para ir luego juntos al recibimiento de Macri en el Museo del Bicentenario, dando muestras de las dimensiones que ha tomado este proceso que empezó con la lucha de los Qom en 2010 con la comunidad Potae Napocna Navogoh (La Primavera) y que luego pasó a convertirse en QOPIWINI para terminar en una propuesta que reúne a los indígenas del país entero.
Las peticiones van desde la exigencia de territorio, pasando por tener documentos DNI, salubridad y educación, además de su integración en la toma de decisiones políticas referentes a las comunidades originarias.
El pasado viernes 19 de febrero y luego de tres días de jornadas, se realizó en la localidad bonaerense de Burzaco, la Asamblea Autoconvocada de Pueblos Originarios en la que participaron representantes de los pueblos indígenas de todo el país. Se creó una Mesa de trabajo y diálogo político con el Estado Nacional y se decidió designar como Presidente y Coordinador del espacio al mismo Félix Díaz. En la última jornada, se hicieron presentes el titular de la Secretaría de Derechos Humanos, Claudio Avruj, y el recientemente designado Presidente del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), Raúl Ruidiaz. Se exigió la creación de un Ministerio Indígena, la reglamentación del derecho de consulta previa, libre e informada, una ley de propiedad comunitaria y la institucionalización de la Mesa de Trabajo por decreto.
Revista Jallalla
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