Agricultura y Siglo XXI: Hugo Blanco responde a Ollanta
Ollanta Humala, Presidente del Perú a nombre de la «izquierda progresista» descalifica la agricultura ancestral como del siglo XIX. Hugo Blanco le responde «en el Perú ya existe la agricultura del Siglo XXI«. No es un problema del Perú, sino desde allí. Siglo XXI «moderno» para la acumulación o heredero de 10.000 años de armonía para lo colectivo. Lea a Humala y a Hugo Blanco.
Texto de la grabación de Ollanta Humala sobre el agua
Cuánta agua se está vertiendo al Océano Pacífico sin ser utilizada, aprovechada por nosotros.
Solamente para una muestra: El río Tambo que pasa por Moquegua y termina en Arequipa. El rió Tambo vierte 5 millones de metros cúbicos por año al océano sin ser utilizado por las diferentes poblaciones, valles y comunidades, que sin tener pues la tecnología y el apoyo del Estado, simplemente permiten que eso pase.
Entonces creamos una situación que los técnicos lo llaman el estrés hídrico.
Vemos pasar el agua pero no llega a nuestro caño, no llega a nuestros servicios y por lo tanto no llega a nuestros campos.
Eso genera una situación de tensión, de estrés, porque todos necesitamos el agua.
Creo también que otro tema que tenemos que poner en reflexión es la relación del agua con las actividades extractivas.
Y eso es fundamental, porque es el eje de la mayor cantidad de conflictos sociales que tenemos en el país.
Tenemos que reconocer que el Perú ha vivido de la minería. Mal o bien pero ha vivido de la minería.
En contraposición de otras actividades renovables como es la agricultura, ganadería y otras. Y hoy en día podemos ver que en las zonas alto-andinas tenemos pues una actividad minera del siglo XXI, moderna, con tecnología de punta; frente a actividades renovables como la agricultura, que corresponden más al siglo XIX. Y eso genera una profunda desigualdad, que tenemos como clase política, que resolverla. Y resolverla implica resolver el tema del agua.
Por eso creo que aprovechar esta política hídrica es una tarea que nos hemos impuesto como gobierno
Crear una nueva relación entre el Estado y las actividades extractivas, poniendo el agua por delante
Primero que se resuelva el problema del agua, primero vamos a resolver el problema del agua del entorno
Porque también estas actividades extractivas necesitan el agua y entonces viene el choque, más aún cuando el Estado por su propia naturaleza no está presente en estas zonas del interior de la república. Y entonces esa es una tarea que tenemos que hacer: Llevar el Estado allá y que el Estado sea el árbitro, sea el eje rector del respeto a una política de Estado. Donde no haya abuso ni de uno ni del otro lado. El Estado no se puede poner de parte de uno o del otro lado. El Estado se pone de parte del interés nacional.
Respuesta a Ollanta Humala sobre recursos hídricos
Hugo Blanco
Ollanta dice que la agricultura en el Perú es del siglo XIX.
Lo que el Perú necesita es volver a la lógica de la agricultura que se practicaba en el siglo XV, antes de la llegada de los invasores europeos (por supuesto incorporando adelantos técnicos y científicos, pero dentro de esa lógica).
El objetivo de la agricultura era nutrir a la población. La agricultura era planificada a nivel tawantinsuyano, señalando los lugares que eran aptos para cada variedad de papas, maíz, kiwicha, quinua, qañiwa, maca, chochos (tarwi). Todavía existen restos arqueológico de los almacenes dedicados a guardar los productos para que la población se alimentara en los años en que la helada, la granizada, la poca o mucha lluvia afectaran el año agrícola. No había hambre ni miseria, éstos fueron aportes culturales europeos.
El Perú tiene 84 de las 104 zonas de vida que hay en el mundo.
Heredamos una tradición agrícola de 10,000 años.
Vivimos en uno de los ocho centros mundiales de domesticación de plantas cultivadas.
Nuestros ancestros domesticaron 182 especies, entre ellas 3,000 variedades de papa.
Recordémosle a Ollanta que en el Perú ya existe la agricultura del siglo XXI, está presente en la agroindustria de propiedad de empresas transnacionales. Fundamentalmente produce para la exportación, no para nutrir a nuestro pueblo. El objetivo de esta agricultura es satisfacer la voracidad de lucro de las empresas, que es lo que le encanta a Ollanta (a quien le caería mejor el nombre de Harry o William).
Es enemiga de la naturaleza, pues practica el monocultivo que daña la tierra cultivable y usa agroquímicos (fertilizantes, insecticidas, herbicidas) que matan el suelo y matan la vida. Al matar los insectos mueren las aves que se alimentan de ellos. El intenso uso de fertilizantes químicos mata el suelo cultivable, lo que no les importa a las empresas transnacionales, pues luego de matar la tierra en el Perú irán a otros países o a otros continentes a continuar matando la tierra.
Es cierto que la moderna industria alimentaria usa “tecnología de punta” que tanto le gusta a Humala, pero esa tecnología no beneficia al consumidor, sino al productor. Por ejemplo la hormona rBGH hace que la vaca dé más leche, pero esa leche produce cáncer a los humanos que la ingieren. Los insecticidas puestos a los frejoles para que no sean comidos por los gorgojos envenenan a quienes comen los frejoles.
La agroindustria en el Perú, fundamentalmente en manos de transnacionales, principalmente produce espárragos y alcachofas para la exportación, estos cultivos chupan mucha agua quitándola de la producción de alimentos para los peruanos. Además el gobierno le ha obsequiado una legislación especial que le permite aplastar al trabajador rural.
Lo que necesita el pueblo peruano son los alimentos sanos con que le provee la pequeña agricultura. Necesita que se impida el robo del agua por la agroindustria del siglo XXI.
Ollanta dice “Tenemos que reconocer que el Perú ha vivido de la minería.”
Debiera decir “El Perú muere por la minería”.
El crimen por el oro comenzó con el asesinato de Atawallpa. Desde entonces, sometidos a la condición de colonia, dejamos de producir lo que la población necesitaba y pasamos a producir lo que nuestros amos de turno necesitaban.
El ataque de la minería a nuestra naturaleza y nuestra población podemos verlo en el paisaje lunar de La Oroya; en que Huancavelica, departamento minero desde el dominio español, es el más pobre del Perú. Cajamarca es el segundo departamento más pobre, gracias a Yanacocha y las otras empresas que están asolando esa hermosa tierra. De eso está consciente la experimentada población de Cajamarca y por esos es asesinada como respuesta a su lucha por “¡Conga No Va!”
Si la minería de socavón hizo daño al Perú, es mucho mayor el mal producido por la llamada “minería del siglo XXI, moderna, con tecnología de punta” como la denomina el presidente, pues ahora que ya no se encuentra vetas de metal, la minería a tajo o cielo abierto, debe hacer explosionar 4 toneladas de roca o tierra para extraer un gramo de oro, lo que naturalmente produce inmensos desastres naturales.
Si la minería a cielo abierto es nociva en cualquier parte, es CRIMINAL en cabecera de cuenca, como es el caso del proyecto Conga, que mataría no sólo las cuatro lagunas que menciona el EIA elaborado por la empresa, sino muchas otras que perderían el agua que se filtre a los enormes fosos que fabricará la mina. El sistema hídrico (lagunas, humedales y pantanos) nutre subterráneamente a manantiales que vierten agua para beber, para la agricultura y para la ganadería a miles de campesinos que viven en 5 valles, cuyos ríos desembocan en dos océanos. Lo que reste de esa agua quedaría envenenada.
La empresa está construyendo reservorios que dice dotarán de más agua que la actual con el agua de lluvia.
Ese cuento no lo cree Cajamarca, pues sabe que el reservorio San José de Carachugo, en el ámbito del proyecto Yanacocha, que debió estar almacenando 6 millones de m3 de agua, para atender a los canales circundantes en beneficio de la agricultura: ¡Está completamente vacío!
Por estas razones los cajamarquinos prefieren morir asesinados a balazos por orden de Ollanta Humala que morir sin agua.
El gobierno se pone al servicio de la gran empresa transnacional que obtendría 64 mil millones de dólares de dicho proyecto matando la vida de los campesinos y el resto de la población de la zona, perjudicando también a las ciudades que se nutren de productos agropecuarios de Cajamarca.
Entendemos que ante el argumento de los millones, no podemos convencer a los medios de comunicación, a los gobernantes y a las fuerzas represivas. Todos ellos prefieren ponerse al servicio de la millonaria empresa transnacional.
Aplicando la lógica expresada en las palabras de Ollanta, el agua debe ponerse al servicio de “…..una actividad minera del siglo XXI, moderna, con tecnología de punta; frente a actividades renovables como la agricultura, que corresponden más al siglo XIX”
No importa si el pueblo peruano quede sin comer o se alimente de los productos de la agroindustria que le envenenarán.
Ollanta concluye diciendo: “El Estado no se puede poner de parte de uno o del otro lado. El Estado se pone de parte del interés nacional.”
Lo que vemos es que “El Estado” se ha puesto de rodillas al servicio de una millonaria empresa extranjera asesinando a campesinos que defienden el agua y la vida para así garantizar que esa empresa mate a la naturaleza y a la población de Cajamarca.
Setiembre del 2012