De la mujer olvidada a la mujer histórica

«… Ser mujer ya no consistía en parir, tampoco en ser madre, tampoco en ser hijas, ni esposa, ni compañera, ni tía, ni obediente, ni sumida, ni mucho menos devota, ni teníamos por que tapar nuestro rostro, ¿acaso de que lo ocultábamos?. Tampoco consistía en ver enemigos que más bien podían aportarnos energía vital.
Considero que tenemos todo a nuestro servicio y apoyo para librar tales cadenas (al menos todo lo que necesitamos) La voz, el cerebro y la fuerza. El principal pedal proviene de interpretar un poco la historia de esta especie, conocerla. Entenderla. Simplemente analicemos la desde la cotidianidad, que papel ejerces, que labor desempeñas que importancia tiene tu cerebro en la sociedad. Tiene más importancia que tú culo y tus senos. Si es así te acompañas mal del despreciable machismo.
Debes entonces retomar la labor de nuestras hermanas. Volver al lugar de donde vinimos. Escuchar y sentir el viento de nuestra madre que te dice como ser libre, que te dice que eres tuya, que no eres obligación, ni obligada. Te darás cuenta de que serás insurgente en el mundo. Te darás cuenta de que liberaras una bestia enorme. Que se pondrá de pie para romper las cadenas de la piel y de la sociedad. Te quitaras la venda de la boca, de los ojos. Saldrá de ti una voz que no podrán callar, que brotara por tus poros. Estarás de pie, seguirás siendo madre, hija, bruja, loca, insurgente, mujer fuerte, mujer puta, mujer linda, mujer emancipada, mujer anti patriarcal y antifascista. Seguirás siendo obrera, seguirás siendo india, seguirás siendo campesina, seguirás siendo joven, anciana, vieja, maestra, bombera, textilera, abogada, seguirás siendo tierra y agua.»

 
Mujeres latinoamericanas y el machismo
 
De la mujer olvidada a la mujer histórica
 
 

Somos un olvido histórico. Por épocas prehistóricas, he históricas, han pretendido no mencionarnos. Desde las épocas primitivas fuimos simples máquinas de reproducción para la historia, nuestra labor como agricultoras, tejedoras, madres y procreadoras de la humanidad se haya aún difusa. En las diferentes mitologías y herencias seriamos diosas astrales, como también de la libídine perfecta (lujuria). Sin embargo, la decadencia de la época también nos convertiría en  la mujer fatal de la mitología y la historia procedente nos culparía de haber ocasionado guerras y disputas creadas por el ser humano en general y nadie más.
 
Más adelante, en épocas feudales, seriamos utilizadas como esclavas sumidas a la misoginia, otras seríamos conejillos de indias de las monarquías, seríamos sometidas a tener relaciones sexuales despreciables con cada rey, noble, caballero, clérigo y vasallo de la comarca.  No obstante, seguiríamos dándole vida al mundo ya que también seriamos  brujas, alquimistas, madres ancestrales de la tierra, pensadoras, escritoras, científicas , creadoras de la medicina, por esta razón nos convertirían en  cenizas.
 
En la época moderna la mujer dejaría de ser esclava, al menos de la sociedad. Pero no seríamos reconocidas actoras históricas, todo aquello que había precedido su lucha se vería resumida a la vida familiar. Una vida resignada a  la crianza, a la inexperiencia, al yugo patriarcal de la esposa sumisa y obediente, que ante los ojos de dios actuaba de manera correcta si no se rebelaba ante su hombre.
 
Más adelante pasaríamos a ser parte del desarrollo industrial y económico del mundo. En el campo seriamos algodoneras y agrícolas pero no se reconocerá que gracias a nuestro trabajo se alimentaba a un país, y se vestía una pequeña parte del mundo. Nuestro trabajo como parias, agricultoras y textileras llevaría al mundo a una revolución. La revolución industrial llevaría nuestro trabajo al  rincón más lejano del mundo.
 
Por otro lado,  La medicina alternativa o natural hecha por chamanas crearía todo tipo de alternativas curativas a base de las plantas. En la india, la siembra y cosecha de algodón hecha en su mayoría por mujeres vestiría el mundo.
 
En tiempos de guerra seriamos nosotras quienes sostendríamos las fábricas, viviríamos extenuantes horarios laborales que debíamos cumplir ya que muchos de nuestros esposos iban a la guerra. Al mismo tiempo, éramos esposas, madres e hijas, guerreras. Conformábamos escuadrones completos, nos llamaron luchadoras, obreras y proletarias, nos llamaron mamás de la tierra, nos llamaron luciérnagas. Nos llamaron compañeras y camaradas, batallamos juntas contra el opresor y nos dimos cuenta que unidas éramos más.
 
En el palidecido y actual tiempo ya hacíamos parte del mundo, éramos mujeres, al menos oficialmente. Habían sido tan barbáricos los tiempos que en un pequeño rezago de vana cordura se nos nombró como «mujere». Teníamos por fin derecho a existir. Pero algo pasaba, todo lo antes vivido ahora se resumía a una imagen desdibujada de tal lucha. Parecía que algo manchaba la mente de millones de nosotras.
 
Una luz extraña hacia que la humanidad se entretuviera mirándolas y se ensordeciera escuchándolas. Pero ella no hacia nada. No salía el más mínimo de los pensamientos de su cabeza. Las grandes madres de la historia y aquellas que no nos resignábamos a ser tan morbosamente cosificadas, sin entender cómo era imposible inmovilizar al ser más importante del mundo, nos dimos  a la lucha por entender tal fenómeno.
 
Al investigar tal fenómeno se consideró que se había generado un mal entendido histórico. Los logros que para nosotras eran batallas, para los señores de la “historia” eran obsequios dados por ellos. Era intolerable e imposible volver a épocas esclavistas,  el trabajo y la sumisión religiosa ayudarían a mantener al margen a tantas mujeres.  Y  se repetiría constantemente que la labor del hombre no se equiparaba al débil esfuerzo y a las facilidades que tenía la mujer en el mundo.  (Aún no logro comprender a que facilidades se refieren).
 
La belleza (virtud de la naturaleza) ya no estaría en aquellas mentes que  produjeran con ágil rapidez la cura contra un mal mortal,  su forma de mujer, sus dimensiones, olores y colores serían cruelmente utilizadas como armas contra si mismas. La perfección de la naturaleza era opacada por  un idioma no entendido. Se hablaba de belleza contrapuesta con la fealdad, se hablaba  de perfección, se hablaba de discriminación. Tal entendimiento nos llevó a conocer que el enemigo interno sería denominado machismo
 
Siglos y siglos habíamos tratado de nombrarlo pero no podíamos, algo tapaba nuestras bocas. Lo confundíamos con el hombre, pero claramente no tenia nada que ver. Teníamos las de ganar para emprender esta lucha, solo nosotras conocíamos el significado de la vida y lo difícil que era traerla y sostenerla,  así que emprendimos la lucha por recuperar aquello de lo cual habíamos hecho, en gran parte, las mujeres.
 
Ser mujer ya no consistía en parir, tampoco en ser madre, tampoco en ser hijas, ni esposa, ni compañera, ni tía, ni obediente, ni sumida, ni mucho menos devota, ni teníamos por que tapar nuestro rostro, ¿acaso de que lo ocultábamos?. Tampoco consistía en ver enemigos que más bien podían aportarnos energía vital.
 
Considero que tenemos todo a nuestro servicio y apoyo para librar tales cadenas (al menos todo lo que necesitamos) La voz, el cerebro y la fuerza. El principal pedal proviene de interpretar un poco la historia de esta especie, conocerla. Entenderla. Simplemente analicemos la desde la cotidianidad, que papel ejerces, que labor desempeñas que importancia tiene tu cerebro en la sociedad. Tiene más importancia que tú culo y tus senos. Si es así te acompañas mal del despreciable machismo.
 
Debes entonces retomar la labor de nuestras hermanas. Volver al lugar de donde vinimos. Escuchar y sentir el viento de nuestra madre que te dice como ser libre, que te dice que eres tuya, que no eres obligación, ni obligada. Te darás cuenta de que serás insurgente en el mundo. Te darás cuenta de que liberaras una bestia enorme. Que se pondrá de pie para romper las cadenas de la piel y de la sociedad. Te quitaras la venda de la boca, de los ojos. Saldrá de ti una voz que no podrán callar, que brotara por tus poros. Estarás de pie, seguirás siendo madre, hija, bruja, loca, insurgente, mujer fuerte, mujer puta, mujer linda, mujer emancipada, mujer anti patriarcal y antifascista. Seguirás siendo obrera, seguirás siendo india, seguirás siendo campesina, seguirás siendo joven, anciana, vieja, maestra, bombera, textilera, abogada, seguirás siendo tierra y agua.
 
Nos convertiremos en mujeres luchadoras. 
 
Autora: Diana Rojas

Publicado el 3 de octubre de 2015

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.