La paz y la guerra sin paz y sin pueblos

El tema de la justicia es una mula muerta en el camino de la paz”: Iván Márquez
El jefe de la delegación de paz de las Farc, habló con Alfredo Molano Jimeno sobre las tensiones que vive la mesa de diálogos por los hechos de guerra. La contundencia y claridad, a la vez que la coherencia de estas respuestas en el marco de la dinámica y el contexto de las negociaciones entre las FARC y el gobierno colombiano son evidentes. En este marco, lo que plantea Iván Márquez a nombre de las FARC es cierto y pone en evidencia las maniobras del régimen a la vez que su anacronismo y sus cálculos errados y sangrientos. Los “estrategas” del régimen (que, de ninguna manera se limitan al gobierno, ni al Presidente Santos, ni mucho menos a Colombia) fabricaron una realidad, se la creyeron y actuaron en consecuencia. Sólo que, fabricada, la realidad es falsa y solamente puede funcionar si la imponen a fuerza de guerra y terror, de propaganda y de someternos combinándolas. En el marco de las negociaciones de paz, el régimen y Santos han decidido ganar la guerra. El régimen ha decidido ganar la paz ganado la guerra y esto es lo que denuncia Márquez y es lo que los debería exponer, en este caso, una vez más, en su vieja estrategia de arrogantes dueños del país sirviéndose de falacias, argucias, engaños y muerte. Sin cese al fuego, sin desbloquear la intención de condenar a los mandos de las FARC como criminales pero garantizar la impunidad de los criminales en el régimen que incluyen ex-presidentes, empresarios, militares del más alto rango y toda clase de asesores y agentes imperiales y transnacionales, las negociaciones se convierten en una farsa y el cálculo del gobierno, de negociar para condenar y salir impune para seguir masacrando, despojando y acumulando termina en más de lo mismo y ahora mismo. En otras palabras, ni siquiera quieren la paz que les conviene, esa paz limitada pero posible bajo el mismo sistema que ha engendrado la guerra pero que, tal vez, abra una pequeña grieta para que los pueblos, pudiendo manifestarse, se decidan por exigir su paz: la nuestra.
 
Pero en otra lógica que no puede ignorarse, una que sería la única justa y real, más allá e incluyendo en su lugar el marco de las negociaciones de La Habana, quedaría claro que Colombia no cabe en esa guerra, ni en esa mesa de negociaciones, ni en los intereses y maniobras de esas élites ni en las estrategias de las partes del conflicto. En cambio, La Habana y las partes involucradas, deberían caber en Colombia, en su lugar y respetándola. El país se hunde como consecuencia de un modelo perverso de despojo y la implementación de estas políticas mientras se negocia en La Habana, en la peor sin salida de su historia. El proceso de paz se ha convertido, una vez más, en una cortina de humo para que la paz sea la guerra por otros medios. Todo esto que se está haciendo, es guerra. La minería a cielo abierto, el agronegocio, la privatización y desmantelamiento de la educación, la profundización de un sistema de salud que roba, enferma y mata, la política laboral y la persistencia y profundización del terror y la muerte como sucedáneos de la imposición de estas políticas. Todo esto es el Libre Comercio: la guerra de conquista. Mientras se negocia esa paz del sistema, siguen los asesinatos, las desapariciones, la persecución. Perdón, no siguen, aumentan. Esto no pasa sólo. Esto lo ordena, orquesta e implementa alguien que está por encima de La Habana, en la cabeza del régimen, ocupado aún más el país y sometiendo a la gente para quedarse con todo y arrodillarnos en sangre, silencio y miseria. Las negociaciones de La Habana y la guerra con la que desde allí se coacciona, explotando el dolor y la experanza, profundizan la catástrofe planificada a beneficio de la acumulación privada, responde al propósito evidente del régimen de aprovechar para imponer el despojo y la muerte por la vía política. Es decir, o nos arrodillamos en un país que sale de La Habana más empobrecido y entregado a grandes corporaciones, o nos arrodillan sin acuerdos de paz y con más guerra. Lo que el régimen quiere, con La Habana es acabar de robarse el país. 
 
Ante esto, no es una la exigencia sino dos y firmes: 
Firmen los acuerdos empezando por un cese bilateral del fuego inmediato y levantando las mentiras que señalan a unos como bandidos y encubren a los bandidos de siempre, en el poder, como Santos. 
Detengan y desmantelen las políticas de despojo y de terror del modelo del Libre Comercio. 
 
O son las dos, o todo es guerra. No se sigan sirviendo de la paz y de las negociaciones de La Habana como la agenda única de Colombia, para meternos en ella en el propósito de exterminar y someter entre dos opciones que son la misma: guerra con guerra o guerra con la paz del modelo. 
 
Para que con cara ganen ellos y con sello perdamos todos, se necesita que sigamos siendo espectadores esperando que otros negocien y decidan por todas y todos para su beneficio y suplantándonos como siempre. La estrategia perversa está a la vista: negocian una paz limitada y trunca en medio de la guerra y sirviéndose de esta para que la aceptemos en sus términos, para seguir mandando y haciéndole la guerra a la vida y a la libertad. Colombia, en estas condiciones y bajo este régimen, no tiene futuro, a menos que las y los colombianos asumamos en todas partes y a toda hora que la agenda de otro país se hace desde los pueblos. En tiempo Real. Pueblos en Camino

 
Fotografía de Jesús Abad Colorado
 
“El tema de la justicia es una mula muerta en el camino de la paz”: Iván Márquez
El ciclo de diálogos va hasta el jueves
 
 
En una de las rondas más tensas en los más de dos años de proceso de paz entre el Gobierno y las Farc, el jefe negociador de la guerrilla explica que tras la muerte de más de 40 guerrilleros en la última semana la confianza de la mesa está mal herida y señala que sólo un cese bilateral puede ayudar a que el proceso avance con mayor celeridad. También habla del asunto de la justicia transicional, de la Asamblea Nacional Constituyente, y del avance de un acuerdo sobre una comisión de la verdad. Afirma que negociar con los militares le ha impreso un mejor ritmo a la mesa, y pide por la pronta instalación de un proceso de paz con el Eln.
 
Se habla de que la mesa ha entrado en un momento de estancamiento…¿qué hay de cierto?
 
Es así. Yo diría que estamos atravesando una turbulencia. Habíamos logrado aproximarnos en una visión en torno a la comisión de esclarecimiento de la verdad. En el ciclo anterior dijimos que esperábamos que en esta ronda pudiéramos darle la noticia al país la noticia de su conformación. Pero los hechos desatados en el campo militar lamentablemente han aplazado este asunto y es que esa comisión nos va a mostrar las responsabilidades que cada quién tiene. Si se va a hablar de justicia se necesita la verdad porque aquí se habla de justicia pero aplicable a los “malos” pero no de los responsables supremos, que es el Estado. El día que el Estado asuma como el máximo responsable creo que habremos empezado a desglosar el camino de la guerra.
 
Hace más de un año se discute el punto de víctimas, ¿qué tiene parada la discusión?
 
El tema de justicia se ha atravesado como una mula muerta en el camino de los acuerdos. Hay que remover ese obstáculo y dedicarnos a resolver el tema de las víctimas. En este proceso se han dado cosas novedosas, como las audiencias con las víctimas del conflicto. Pero ocurre que no se mueve nada a favor de las víctimas. Mientras discutimos el tema siguen matando defensores de derechos humanos reclamantes de tierra, siguen persiguiendo a los líder del movimiento social. La Marcha Patriótica ya lleva más de cien muertos. Pero además hemos puesto sobre la mesa un concierto de propuestas para discutirlas, que son más de 140. Pero están represadas aunque si ha habido algunos avances. Ahora estamos hablando de la comisión de la verdad, que es un instrumento muy importante para levantarle el freno a la discusión. Al mismo tiempo estamos discutiendo asuntos relativos al fin del conflicto, enfocados en dos aspectos: el cese al fuego y la dejación de las armas. Ahí se está haciendo un buen ejercicio y hemos ganado mucho en confianza y aunque parezca increíble ha habido una gran sintonía entre los altos oficiales de la Fuerza Pública y los jefes guerrilleros. La que se da entre los guerreros y estamos muy satisfechos de poder hablar con los destacados oficiales designados por el Gobierno y con ellos hemos podido constatar que ellos quieren la paz como lo quieren la mayoría de los colombianos.
 
Cuándo se habla de justicia inevitablemente uno piensa en la cárcel, ¿usted cree que si eso se resuelve se podría avanzar en la paz?
 
Lo que ocurre es que se ha pretendido difundir que las Farc rechazan las ideas de justicia transicional. Nosotros buscamos una justicia convenida entre las partes. Entiendo la justicia transicional como un acuerdo político. Pero en Colombia se ha dado que el Gobierno de manera unilateral ha presentado, sin tener en cuenta a su igual en la mesa, se fue por el atajo del Marco Jurídico para la Paz. Eso no deja un buen sabor. Nosotros creemos que podemos encontrar una fórmula de reconcilación sobre las bases de verdad histórica, justicia transformadora, reparación integral y no repetición. Creo que allí está la clave para sanar las heridas. Necesitamos remover las estructuras injustas que han generado el alzamiento armado, como derecho universal. Todo esto está ligado a transformaciones estructurales, que están contempladas en la agenda de La Habana. La paz de Colombia no se resuelve trazando líneas rojas.
 
¿Cuáles son esas líneas rojas que se han planteado?
 
Dice el Gobierno que no está en discusión la política económica, pero es que Colombia no puede estar condenada a la injusticia. Al saqueo de los recursos naturales por parte de las transnacionales, ni de los políticos recursos. No nos oponemos a la extracción mineroenergética, pero la queremos al servicio de la gente.
 
Y en el tema de sanciones, que se ha visto como la nuez del problema de la justicia, ¿cuáles son las alternativas que ustedes plantean?
 
Los colombianos debemos reflexionar sobre el mensaje que las víctimas nos trajeron. Ello dijeron que venían despojados de odio y la venganza a pedirnos que no nos levantáramos de la mesa hasta firmar el acuerdo final. Eso es lo que hay que entender. Se nos ha dicho que las benditas encuestas dicen que la mayoría pide cárcel para las Farc y uno se pregunta si no estarán mal planteadas los cuestionarios de las encuestas. Qué pasaría si les preguntan ¿si están de acuerdo con que la casta política corrupta vaya a la cárcel?. Nosotros no vinimos a La Habana a intercambiar impunidades. Hay que abrirle las puertas al margen nacional de apreciación, que nos invita a hacer una refleción en torno a los orígenes del conflicto, porque un tribunal internacional no conoce nuestra historia, nuestras costumbres. No saben que aquí hubo una época de violencia que produjo 300 muertos y no se pagó por ellos ni una misa. Hay que extraer las fórmulas de nuestra historia y encontrar los responsables. Ahí hablaremos de justicia.
 
¿Pero dígame cuáles son las fórmulas de justicia que ustedes plantean?
 
El problema radica en pensar la justicia como un tema punitivo. Lo importante es sacar adelante este proceso y conseguir la paz. Es un tribunal extranjero, que no conoce Guapi, ni Quibdó. Si es una institución razonable tiene que hacerse a un lado por falta de elementos de juicio. Ahora, la pregunta sobre la cárcel la devolvemos: pregúntele a los dirigentes políticos, a los expresidentes, a los empresarios. Será que ellos están dispuestos a pagar cárcel.
 
¿Pero qué garantías jurídicas pueden tener sin el aval de la justicia internacional?
 
Es que aquí se ha dicho que con vigencia del Tratado de Roma es imposible la amnistías generales y los indultos, pero eso no es cierto. ¿Dónde está el documento que dice eso?. Ese tema está abierto a discreción de los distintos países, pero como en Colombia hay obsesivos de colocar tras las rejas a la guerra, punitivistas de última hora que inventan ficciones jurídicas que dicen que si no hay cárcel no hay nada. Pero hablemos de determinadores. Imagínese a un general hablando de falsos positivos, qué va a decir, que es producto de una directriz presidencial, ¿y el presidente va a ir a la cárcel?. Es que no se ha sopesado el asunto, porque este no es un proceso jurídico, es un proceso de paz.
 
¿Entonces ustedes ven la Asamblea Constituyente como la única garantía jurídica de los acuerdos?
 
Se necesita un candado jurídico y eso sólo lo da una Asamblea Nacional Constituyente. Que sea el pueblo, el constituyente soberano el que diga de qué manera se resuelve esto. Un paz estable y duradera tiene que ser el resultado de un gran acuerdo político, en el que participemos la mayoría de los colombianos y eso solo se logra en una constituyente.
 
¿Pero cómo sería esa constituyente?
 
Se necesita que nos pongamos de acuerdo en tres aspectos: el contenido, la composición y la duración. Una constituyente para la paz, para eso la queremos. No para blindar a nadie. El pueblo es sabio y sabrá resolver esta situación.
 
Explique esos tres aspectos…
 
El contenido tendrá que ver con las salvedades que no hemos podido ponernos de acuerdo en la mesa; también sobre los temas de discusión y las reformas al sistema electoral, a la justicia, a la democracia, etc. En segundo lugar tenemos que acordar una composición. Nosotros planteamos que se creen circunscripciones especiales para los que nunca han sido escuchados, por ejemplo, que los campesinos, lo jóvenes, los afro o los indígenas elijan sus representantes. Y la duración, que puede ser de seis meses. Ahí está la constituyente, donde los guerrilleros debemos tener presencia, derivada del mismo acuerdo. Eso abre un horizonte muy extenso. 
 
¿Y no es peligroso que en esa constituyente en vez de ampliarse se achique la democracia?
 
Estamos hablando de un acuerdo político previo. En el fondo se necesita estar loco para oponerse a la paz. Sospechamos de la locura de Uribe, pero tal vez no lo esté. Nosotros tenemos que hacer cambios estructurales en Colombia. No estamos diciendo que se imponga un modelo, decimos que hay que fortalecer la democracia. ¿Por qué no puede haber un representante de los trabajadores en la junta del Banco de la República?. Es que están acostumbrados a la exclusión. Se puede adoptar una política económica que dignifique a la gente.
 
¿Qué impactos ha tenido en la mesa los últimos sucesos de guerra en Colombia?
 
Han estremecido la mesa de conversaciones. Pero los que estamos en este proceso sentimos que es necesario dedicar nuestros esfuerzos para superar este mal momento. Los garantes del proceso, Cuba y Noruega, expresaron su preocupación por perder los acuerdos alcanzados y sugieren trabajar en desescalamiento del conflicto y plantea la necesidad de avanzar hacia el cese bilateral de fuegos, y en eso damos una respuesta positiva.
 
El desescalamiento ha demostrado que los únicos gestos duraderos son los acordados por la mesa, y no las decisiones unilaterales de las partes…
Pero qué podíamos hacer, si el Gobierno se niega al cese bilateral aduciendo que otorgaría ventajas militares a la guerra. Hemos declarados varios ceses unilateral, el último de carácter indefinido. Fueron cinco meses de cumplimiento cabal, se evitaron muchas muertes y actos de guerra, permitimos que las multinacionales petroleras hicieran su agosto, pero el Gobierno lo ha aprovechado para desplegar sus fuerzas. Para ocupar territorios de control guerrillero. Fueron muchos los guerrilleros muertos en este cese unilateral.
 
Pero la muerte de los soldados del Cauca fue la que produjo la reactivación delos bombardeos…
 
El que no mira ese episodios desde el punto de vista militar no lo entiende. Eso fue en defensa propia. Hubo un desembarco de tropas que avanzaban contra nuestras unidades, entonces se produjo este resultado. Ahora el presidente dice que se cometieron errores militares, y eso habrá que esclarecerlo. Entonces vino el ataque a Guapi, en el que murieron 27 guerrilleros y eso acabó de tumbar el cese unilateral y fue en contra de nuestra voluntad. El Gobierno nos provocó durante cinco meses. Pinzón hizo hasta lo imposible por sabotear este esfuerzo, y lo logró.
 
¿Cómo solucionar eso?
 
Con el cese bilateral de fuegos. Es que nos han matado más de 40 guerrilleros, entre ellos los comandantes Román Ruíz y Efraín Guzmán, y dos delegados de la mesa que estaba cumpliendo tareas de pedagogía de paz en unidades guerrilleras, como lo son Jairo Martínez y Emiro.
 
¿Eso en qué afecta el plan de desminado humanitario?
 
Pues en que cada vez que se vayan a hacer esta operaciones, que exigen el traslado de guerrilleros de la mesa a Colombia, los que estamos en La Habana quedamos tensionados porque puede surgir cualquier situación. Pero lo importante es que este acuerdo se ha llevado de manera muy responsable por parte de los generales que están en la mesa. Pero la confianza está minada.
 
¿Qué significa para la guerrilla trabajar con su adversario en el campo de batalla?
 
Ya estamos trabajando juntos y para nosotros eso ha sido decisivo porque nos va a permitir hacer una tarea eficaz. Pero hay algo absurdo en todo esto y es que se ha pretendido que sólo la guerrilla siembra minas y no. El Ejército abandona artefactos explosivos. Hace unos días los plenipotenciarios aparecieron con la bota del pantalón arremangada por la muerte de una niña que supuestamente había pisado una mina. Pues les va a tocar desarremangarse el pantalón porque la información dice que se trataba de una granada de mortero abandonada por el Ejército. Y es que en Buenos Aires (Cauca) no hay campos minados. Esperamos que empiece en serio el desminado para beneficiar a las comunidades.
 
Ustedes también han hablado de que en los bombardeos de Guapi fueron rematados los guerrilleros, ¿qué pruebas tienen?
 
Los sobrevivientes oyeron a sus compañeros heridos clamando auxilio y los militares los remataron con tiros de gracia. Por eso hemos pedido que un equipo de forenses internacionales nos cuenten qué pasó y sería bueno que se hiciera lo mismo con el cadáver de Alfonso Cano, que fue asesinado en estado de indefensión.
 
¿Qué ha aportado a la mesa el encuentro con altos oficiales de la Fuerza Pública?
 
Ha significado una oportunidad muy grande para propulsar el proceso de paz. Entre guerreros los acuerdos fluyen con más facilidad. Ahí no hay retórica. Un militar no le puede mentir a un guerrillero, ni un guerrillero a un militar sobre asuntos del campo de batalla. Además ha sido un buen ejercicio conocernos. Eso nos ha permitido constatar que somos gente de pueblo, de abajo y se ha acrecentado la voluntad de buscar el fin del conflicto. Esta guerra ha sido entre pobres. Los guerrilleros no han escuchado los disparos de los hijos de los presidentes o empresarios. Las batidas se dan en los barrios pobres.
 
Cada vez que se conoce de una visita de Timochenko a La Habana en Colombia se arma un escándalo…
 
Si Timochenko viaja a La Habana no es para reunirse con Gabino, es para reunirse con las Farc. Él es el jefe de las Farc y con él se acuerdan las decisiones sobre el rumbo de la mesa, como lo hace el Gobierno. Ellos cada ocho días vana a la Casa de Nariño a darle el parte al Presidente. Nosotros no tenemos esa posibilidad. Es más difícil que vayamos a Colombia que él venga. Algunos se escandalizan, pero entonces cómo vamos a tomar decisiones para llegara al entendimiento con el Gobierno. Nosotros no tenemos un avión para ir a hablar con Timoleón, que tiene que estar conduciendo los bloques en el país.
 
Se habló de una reunión entre Timochenko y Gabino, ¿para las Farc es imprescindible que el Eln se incorpore al proceso de paz?
 
Sí, sin ninguna duda. Necesitamos que el Eln aporte a la construcción de la paz. Tiene mucho que decir y se necesita para preparar el terreno para levantar el nuevo edificio de Colombia.
 
¿Qué falta para evacuar el punto de las víctimas?
 
Sentarnos a redactar acuerdos. Nosotros no somos el problema, ya presentamos nuestras propuestas. Quisiéramos que fuera lo más pronto posible, pero esto no se resuelve con un cronómetro en la mano. Ojalá en este tema de víctimas no se presenten desacuerdos. Y estamos de acuerdo en que se necesita acelerar la marcha de la paz. 
 
***
 
Nuevos aires en La Habana
 
Luego de varias semanas de tensión generada por la reactivación del conflicto armado en Colombia, con la cual se dieron importantes bajas tanto de guerrilleros como de militares que pusieron las negociaciones en un punto de no avance, los negociadores del Gobierno y de las Farc tomaron un nuevo aire en la discusión y ratificaron el viernes, en una rueda de prensa, el compromiso de continuar con el diálogo hasta lograr la firma del acuerdo para la terminación del conflicto.
 
Con este renovado ánimo conciliador se dio la llegada de dos nuevos negociadores del Gobierno: la canciller María Ángela Holguín, la encargada de articular los acuerdos con los compromisos normativos internacionales que tiene el país, y el empresario Gonzalo Restrepo, quien tiene como misión establecer estrategias para la reinserción laboral de los guerrilleros que dejen las armas y evitar el alto porcentaje de reincidencia delincuencial que tienen los demovilizados.
 
El histórico desminado conjunto
 
Uno de los avances más importantes logrados en la mesa de negociación de La Habana y que se puso en práctica sin estar firmada la totalidad del acuerdo es el desminado. El plan piloto, según dijo el jefe negociador del Gobierno, Humberto de la Calle Lombana, fue en la vereda El Orejón en Antioquia, donde aseguran que hay más minas que población civil.
 
“Es una primera muestra de lo que se puede lograr mediante el trabajo coordinado, ya que por primera vez, un batallón del Ejército colombiano y las Farc en forma conjunta llevan a cabo acciones que favorecen a una población afectada en forma dramática”, dijo De la Calle, quien también hizo referencia al cumplimiento de las Farc en cuanto a la entrega de mapas de ubicación de las minas, sobre lo cual aseguró que para eso están los acuerdos, “para cumplirlos”.
 
Por: Alfredo Molano Jimeno, La Habana (Cuba)
Política
 
Mayo 30 de 2015

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