Nuestras contradicciones: El Patriarcado y el 8M

Nunca dejaré de conmoverme viendo las masas verdes y violetas que como ríos desbordan las principales avenidas en grandes y reconocidas ciudades exigiendo leyes y derechos. Nunca dejaré de conmoverme marchando contra todos los extractivismos y todas las formas de dominación que ejercen las guerras en nuestros territorios. Nunca dejaré de conmoverme denunciando las violencias contra las mujeres y la Madre Tierra vengan de donde vengan. Nunca dejaré de conmoverme escuchando a quienes se rebuscan día a día para sobrevivir y no les queda tiempo ni para exigir. Nunca dejaré de conmoverme cuando entre mujeres, también reconocemos nuestras contradicciones y no sólo pregonamos triunfos que hasta enceguecen nuestras luchas cotidianas.

La lucha de las mujeres en el mundo no debería encasillarse en una sola fecha, en un solo lenguaje, en una sola forma, en una sola bandera, en un solo símbolo, en una sola voz, en un solo ámbito, en un solo himno, en una solo grito, en un solo pensamiento… Si encapsulamos todas las luchas bajo un concepto y las sometemos a una teoría; simplemente reproducimos los mismos sistemas de dominación que denunciamos y sencillamente ejercemos el mismo poder que señalamos. Sin darnos cuenta, a nombre de la libertad de las mujeres, negamos o invisibilizamos las luchas cotidianas por la sobrevivencia que no caben en la línea correcta.

Sería maravilloso que en cada territorio recuperáramos nuestra memoria milenaria para honrar también a las mujeres que nos marcaron el camino. Sería maravilloso que todas tuviéramos las mismas condiciones para movilizarnos de diversas formas el 8M en todo el mundo. Sería maravilloso que todas pudiéramos parar cuando fuera necesario para garantizar condiciones de vida digna. Sería maravilloso que algún día todas pudiéramos hablar sin miedo al padre, al jefe, al líder, al marido, al párroco, al policía, al macho… que siempre está juzgando sea del género que sea.

Sería necesario deconstruir el sentipensar patriarcal, colonial, capitalista, racista, estatal que nos habita a todos, todas, todes como humanidad. Sería necesario desempoderarnos hasta de los poderes más pequeños e invisibles que nombramos como libertarios. Sería necesario excluirnos hasta de las políticas públicas que buscan igualarnos al macho opresor. Sería necesario desagendarnos de la oenegización que captura las rebeldías insurgentes. Sería necesario despolitizarnos del régimen estatal que nos absorbe para domesticarnos. Sería necesario autocriticarnos para reconocer cuando reproducimos el sistema a nombre de transformarlo.

Evidentemente las mujeres han sido fundamentales para la política comunal de sus territorios y ellas también han garantizado la participación política más visible de los hombres en otros ámbitos. Debemos volver a distinguir entre la política comunal con la que se gobiernan los pueblos en sus territorios y la política estatal con la que nos asimilan e incluyen al sistema dominante. Desafortunadamente la política estatal en estos 200 años capturó y sigue erosionando al política comunal. Entonces, también las mujeres tendríamos derecho a decidir si queremos transformar e incursionar en la política comunal y en la política estatal. No podemos confundir ni reducir la política comunal a lo que nos permita la política estatal.

Entonces tendríamos que reflexionar entorno a las demandas que promulgamos masivamente como femeninas, para reconocer hasta dónde estamos minimizando otras demandas situadas y emergentes que desbordan la agenda establecida mundialmente. Obviamente el derecho al aborto tendría que ser una apuesta transnacional que responda a los contextos y decisiones de las mujeres. Pero si esta no es la prioridad de las mujeres ni del pueblo en su localidad, esta decisión tendría que respetarse y no imponerse.

El machismo es una realidad cotidiana que atraviesa a toda la sociedad y debemos irlo erradicando en todos los espacios. No solamente los hombres están enfermos como producto de esta sociedad patriarcal, nosotras somos su contraparte. Morimos todos los días cuando reconocemos las violencias y las denunciamos; morimos todos los días aún estando en silencio aguantando las agresiones; morimos todos los días cuando nos liberamos; morimos todos los días también cuando abortamos; morimos todos los días cuando nos cosificamos; morimos todos los días cuando de otras abusamos; morimos todos los días cuando a nombre de dar voz suplantamos.

No hay una línea correcta para evaluarnos. No hay una fórmula mágica para organizarnos. No hay un único mandato para movilizarnos. No hay una ley para liberarnos. Sí hay luchas diversas para tejernos. Sí hay experiencias concretas para reconocernos. Sí hay esfuerzos pequeños en la penumbra para alumbrarnos. Sí hay sabedoras que nunca leyeron y pueden curarnos. Sí hay cultivadoras que nunca se instruyeron y pueden alimentarnos. Sí hay maestras que nunca estudiaron y pueden educarnos. Sí hay académicas que quieren reciprocidad y no extractivismo. Sí hay mujeres liberándose sin anuncios comerciales mientras sobreviven, pero también hay mujeres que nunca sobrevivirán a esta sociedad patriarcal porque no tienen las mismas condiciones de nosotras las privilegiadas.

Como dicen las compañeras desde Kurdistán: “Sin crítica y autocrítica no hay transformación”. Entonces ¿cómo hacemos para reconocer nuestros privilegios? ¿cómo hacemos para tejer nuestras luchas con y más allá del 8M? ¿Cómo hacemos para dejar de repetir la fórmula y reconocer otros caminos que quieren ir más allá del estado? ¿cómo desinstitucionalizamos la vida misma? ¿Cómo priorizamos la agenda femenina más allá de la agenda global que nos financia? ¿cómo territorializamos agendas por la libertad de la madre tierra, de las mujeres y de nuestros pueblos? ¿cómo reconocemos nuestras contradicciones para no seguir reproduciendo el sistema? ¿cómo nos vamos sanando también con los hombres?…

Todo esto y todo lo que no nombro porque apenas nos invito a desafiarnos, además para decir que entre nosotras a nombre de disputarnos el más legítimo feminismo, reproducimos y superamos muchas veces los más despreciables patriarcas. Pero también que quienes más enfermos están de patriarcado son los hombres, claro y es a ellos también a quienes van estás palabras, porque liberarse del hombre de la historia es nuestra libertad, la de todas que les deseamos y les seguiremos exigiendo con toda la fuerza de la vida.

Vilma Rocío Almendra Quiguanás
Pueblos en Camino, marzo de 2023.

Escuchar audio columna completa 8M: contradicciones

Agradecemos al programa Relatos de Resistencia por la invitación que dio origen a esta columna de opinión. Acá compartimos el programa completo: https://www.relatosderesistencia.com/node/88

Ver menos

Un comentario en «Nuestras contradicciones: El Patriarcado y el 8M»

  • el 8 abril, 2023 a las 5:50 pm
    Enlace permanente

    Solo quiero resaltar el párrafo que más resono en mí, aparte de proponer dos correcciones (las resalto con mayúsculas):

    Entonces tendríamos que reflexionar EN TORNO a las demandas que promulgamos masivamente como femeninas, para reconocer hasta dónde estamos minimizando otras demandas situadas y emergentes que desbordan la agenda establecida mundialmente. Obviamente el derecho al aborto tendría que ser una apuesta transnacional que responda a los contextos y decisiones de las mujeres. Pero si ÉSTA no es la prioridad de las mujeres ni del pueblo en su localidad, esta decisión tendría que respetarse y no imponerse.

    Respuesta

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.