Brasil: “Aprovechan el Mundial para criminalizar la pobreza”
Leona Deckelbaum de la asociación Meu Rio.Leona Deckelbaum trabaja desde hace dos años en Meu Rio, una asociación en Rio de Janeiro que busca crear un diálogo entre los ciudadanos y el poder público. Usan aplicaciones de Internet, donde la gente puede presentar sus problemas y lo que necesita del Estado para que Meu Rio lo presione para llegar a resultados concretos.
MUNDIALSemana.com habló con una activista de Río de Janeiro que conoce lo que los brasileños más pobres sienten por la Copa Mundo.
Pueden ser llamados a manifestarse, a enviar emails o buscar un contacto directo con el responsable político. Tienen una red de 140.000 personas y sus acciones van desde buscar desaparecidos en las favelas hasta reclamar por tener una línea de buses en el barrio o proponer ideas al gobierno.
Conoce de cerca lo que siente la gente por el Mundial. Semana.com la entrevistó.
Semana.com: ¿Cuál ha sido el impacto del Mundial sobre la gente?
Leona Deckelbaum: Puede ser muy negativo. En Rio, para la remodelación del Maracaná, querían demoler una escuela pública que es la décima mejor del país. Ahí iban a hacer un parqueadero. Los padres de familia avisaron y nos pidieron ayuda. Lanzamos una movilización, fue difícil al principio. No es fácil juntar gente a una causa, pero era demasiado: niños, padres, educación. Después de 8 meses logramos que el gobierno diera un paso atrás. Fue una victoria grande, es absurdo quitar escuelas para parquear carros.
Semana.com: ¿Cómo está el ambiente ahora?
L. D.: Trabajo mucho en favelas y lo que más noto es el miedo. Por el Mundial aumentó mucho la policía y la gente está asustada. Llenaron las ciudades de uniformes para mostrar al mundo que todo está bajo control, pero en realidad aprovechan la Copa para criminalizar la pobreza.
Semana.com: ¿Cree que habrá más problemas en el Mundial?
L. D.: La verdad no como el año pasado, las movilizaciones funcionan por contagio, no puede ser planeado, eso fue lo lindo de 2013. Que la gente salga, pero de manera pacífica. No apoyo la violencia. Aunque en Brasil, con el fútbol, la samba y la cachaza la gente olvida sus problemas.
Semana.com: ¿Hay miedo de enfrentamientos violentos?
L. D.: Existe la posibilidad, espero que no, pero desafortunadamente la policía no tiene entrenamiento en derechos humanos, no tienen capacitación, actúan de manera muy violenta
Semana.com: ¿De quién es la culpa de todos los problemas: la Fifa, del gobierno?
L. D.: Trabajé con el gobierno del estado de Rio y hay muchos problemas dentro del sistema que dificultan el cambio. Hay falta de voluntad de política y mucho dinero en juego. La Fifa no está ayudando, tiene un poder absurdo.
Acaban de hacer una patente de los nombres que pueden ser usados en el Mundial. Pagode, una palabra para un tipo de samba, fue patentada por la Fifa. Copa 2014, son dos palabras que son de la Fifa, no la puedes usar en tu tienda. Si quieres ver el partido en tu casa con más de 30 personas te tienes que registrar con la Fifa.
Y los que tienen que vigilar esto son los de la prefectura y eso va a terminar en corrupción. Mira ten estos 300 reales y déjame en paz. Y eso contribuye aún más a la corrupción.
Semana.com: Se habla mucho de sostenibilidad. ¿Crees que megaeventos como los Juegos Olímpicos o el Mundial puedan serlo?
L. D.: Los estadios no creo que sean sostenibles. Fueron hechos de manera rápida, aún no han terminado todo y no tienen ni tiempo de pensar en sostenibilidad. Me da mucha tristeza, era un momento increíble en la historia, el mundo mirando a Brasil, Dilma fue torturada en la dictadura, pero la gente se olvida de su pasado por estar en un partido político.
Con MeuRio hicimos una campaña sobre el saneamiento básico, hoy en Brasil gran parte del país no tiene. En el caso de Rio, la ciudad olímpica, 60 por ciento de sus aguas negras terminan en el mar.
La Fifa viene, las olimpiadas vienen, pero en el día a día nada está siendo tratado de una manera seria.
Parte de la campaña por el saneamiento básico en el ciudad olímpica.
Por: Nathan Jaccard enviado especial a Brasil 2014
Fuente: Revista Semana