Fotorreportaje: Luchadoras del color
Artesanas, madres, campesinas, amas de casa, vendedoras de su artesanía lidian con una sociedad patriarcal, con el asecho de la maquila devoradora de lo tradicional y con los desinformados clientes que regatean sus tesoros. Todos los días, en los altos de Chiapas, se puede ver a estas luchadoras del color –asomadas a las ventanas, o fuera de sus casas de humeante leña– horas abrazadas por la cintura, de sus telares-amantes, en un baile sensual donde la magia da vida a las perfectas tramas coloridas.
La armonía del sureste mexicano se compone de paisajes naturales de extraordinaria belleza y de un mosaico multicultural donde coexisten pueblos originarios de ascendencia Maya, cuyas tradiciones los distinguen. En los altos de Chiapas hay pueblos en lucha que resisten los embates de la ambición y del poder, que avanzan sin perder la memoria ancestral identitaria que los distingue como indígenas mexicanos.
Los diseños que incorporan en sus prendas reflejan las fuerzas de la creación y de la naturaleza; son el lenguaje a través del cual se expresa su cosmovisión, sus creencias, su mundo propio. Para ellas, los textiles están ligados a la divinidad lunar, al parto, a la creación, al universo, a los animales y al maíz.
La artesanía textil es una de las actividades de mayor importancia para la economía familiar de los altos de Chiapas, muchas mujeres solteras viven casi exclusivamente de ella y de sus plantaciones. Sus huipiles son mucho más que bellezas intrínsecas producto de largas horas de trabajo, sino la condensación última de un conocimiento transmitido generacionalmente desde tiempos precolombinos, marca indeleble de la identidad cultural de un pueblo.
Autor: Andrés Jorgensen
Fuente: Subversiones