Presidente Correa: Perseguir a quien nos defiende es defender a quien nos persigue

Señalar a la CIDH, como lo acaba de hacer el Presidente Correa como «instrumento de persecución de los gobiernos progresistas«, siguiendo la dinámica de declaraciones y acciones previas en el mismo sentido por estos gobiernos, favorece la intención estratégica del despojo neoliberal de deshacerse de este órgano, librándose de la única piedra en el zapato que queda en el Sistema Interamericano frente al proyecto totalitario transnacional. Es, perseguir a quién nos defiende. Pueblos en Camino

 

Presidente Correa: 

Perseguir a quien nos defiende es defender a quien nos persigue

 

Rafael Correa: La CIDH es un «instrumento de persecución de los gobiernos progresistas» ;

¿Como frente al golpe de estado que destituyó Alcalde Petro, al decretarle medidas cautelares? 

 

Evidentemente, el único órgano con alguna independencia y autonomía dentro de la OEA y la única protección mínima para perseguidxs y violentadxs por los estados de derecha y el aparato imperial transnacional en el continente es la CIDH. Si la CIDH se cayera, el primer beneficiario, quien se sacude la última piedra en el zapato, son las transnacionales y su proyecto especulativo-extractivista a costa del despojo, el exterminio y el sometimiento de los pueblos para su proyecto de acumulación. En un contexto de guerra total contra los pueblos para superar su crisis, el capital no puede tolerar mecanismos continentales supra nacionales de defensa de derechos humanos y protección de víctimas y amenazadxs. Si no arrasan totalmente con todo para despojar y apropiarse de todo para la minería, la privatización, el agronegocio, las represas, las patentes, la legislación que desmantela derechos y entrega riquezas, es en parte (por pequeña que esta sea) porque hay un recurso a la CIDH cuando el Estado y los estados no ofrecen garantías y son órganos de sometimiento al servicio del capital y su proyecto. Es el imperio el que necesita que no haya una CIDH. Es una verdad tan evidente y obvia que no hay nadie, mínimamente responsable y decente, aún sin ser de izquierda, que no reconozca este hecho. Y ahora, gracias a este tipo de discursos de los presidentes «progresistas» como el de Correa, (Maduro y Evo ya se pronunciaron en este sentido) se aprovechan los de la ultra-derecha, el proyecto extractivista transnacional, los gestores y beneficiarios del terror y del despotismo, para conseguir un objetivo estratégico viejo: desmontar la CIDH. Santos ya lo hizo! Aprovechó las decisiones de Venezuela y Evo para declarar no-vinculantes las medidas cautelares decretadas por la Comisión en favor de Petro y contra el Golpe de Estado en Colombia

 

Esto se llama dar un papayazo para que la derecha cierre la grieta por la que algunas y algunos puedan respirar y salvarse, o por lo menos protegerse. A ver, ¿Qué le pasa si se caen las medidas cautelares actuales en Colombia a todas y todos los dirigentes y líderes sociales y populares? ¿Qué va a pasar en el futuro? ¿a qué instancia recurrir cuando toda la maquinaria jurídica-represiva siga por el camino totalitario para beneficio del capital transnacional? La OEA es imperial. Esa no es la discusión. A pesar y dentro de la OEA existe la CIDH, lo que le da aún mayor vigencia precisamente por ser un órgano dentro de un aparato del sistema y sus normas, aún bajo sus normas, que defiende por encima y adentro de estas maquinarias, derechos violentados. No es ni puede ser perfecta y está sujeta a toda clase de presiones por todos los poderes, contra su independencia jurídica, pero es indispensable y no está al servicio de la maquinaria imperial, sino de contenerla y obligarla a ceñirse a un mínimo de normas y derechos adquiridos!

 

Además, la manera de presentar este «argumento» por parte de Correa es tan débil, que no pasa de ser retórica populista contradictoria, sin sustento y de la peor: La OEA es un aparato del despojo y del imperio, la CIDH está en la OEA, luego es un brazo de un aparato imperial para perseguirnos. No habla a nombre mío, ni de cientos, miles, aún millones de víctimas, perseguidas y perseguidos por el sistema. Habla en contra de todas y de todos. No es un error, es un ataque contra los pueblos y las luchas populares. Un ataque a la defensa mínima de los derechos humanos y su instancia más importante en este contexto asfixiante. Este discurso no aguanta un instante de confrontación frente a los hechos y evidencias. ¿Por qué no le preguntan a sindicalistas y familiares, a dirigentes de partidos de izquierda, y, en el dramático caso de Colombia, a toda la gente de la UP, al CAJAR, al Congresista electo Alirio Uribe, al propio Senador Iván Cepeda su opinión al respecto basada en evidencias? 

 

 

El contexto de esta declaración y lo que motiva a Correa es lo que debe ser reconocido para preguntarnos, en realidad, ¿quién persigue a quién? Más de 750 mil firmas fueron recogidas exigiendo al Gobierno Correa respeto a la Constitución de Monte Cristi y protección ante el inminente despojo y destrucción por parte de transnacionales petroleras Chinas (y otras) al ITT Yasuní. Correa y su tribunal de bolsillo, manipularon y descartaron arbitrariamente más de 200 mil firmas. Correa envió a la fuerza pública a arrebatar las cajas con las firmas, en un acto sin precedentes de abuso y arbitrariedad, para que el conteo se realizara sin transparencia según debe hacerse. Este es uno entre otros ejemplos que no tolerarían y denunciarían siguiendo todos los procedimientos e instancias jurídicas hasta llegar a la CIDH, los pueblos ni las izquierdas en Colombia o en ningún otro país del continente. Un hecho que denunciaríamos. Un hecho por el que, insisto, agotando las vías legales en el país, recurriríamos a la CIDH solicitando medidas cautelares. Ante la falta de garantías que este tipo de hechos exhiben, Correa, responsable de estos abusos y cabeza del gobierno, lejos de defender instancias que le den garantías a los pueblos, como lo haría si estuviera en la resistencia contra el imperio en las calles, ahora desde el poder, se lanza ahora contra la CIDH y con ello contra los pueblos y procesos del continente que hallan allí una última instancia de defensa y protección ante el abuso y el terror (incluido el del Procurador) generadas por la persecución desde el Estado a quien quiera que no le convenga al régimen. 

 

Si ante estos hechos aún se le da carta blanca a Correa porque es de los nuestros, así sus políticas fundamentales no lo sean. Si no reconocemos que la CIDH debe ser protegida del ataque de las transnacionales y el totalitarismo del capital y su «libre comercio», queda claro lo que ya salta a la vista: lejos de oponerse a los intereses del capital transnacional y a la explotación y despojo de nuestros pueblos, con estas actitudes y retórica, con las políticas de despojo encubiertas bajo discursos de izquierda o anti-imperialistas, los gobiernos progresistas le sirven al capital y los pueblos quedan indefensos y sin protección. Aún a costa nuestra y de lo que defendemos y de los pueblos, aún contra las luchas populares y la resistencia contra el sistema, hay quienes defienden a quienes en el discurso y desde el poder se dicen de izquierda y a nombre de esto, abiertamente remueven las últimas barreras de defensa ante el abuso (ni hablar de resistencia). Correa nos pone un espejo…¿qué vemos allí?

 

Emmanuel Rozental

Pueblos en Camino

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