Desarrollan modelo de administración comunitaria del agua en Villa Elisa
La necesidad hizo que un grupo de vecinos se organizara para “hacer su propia agua”. Entre 92 familias empezaron a aportar 10.000 guaraníes mensuales y realizaron distintos tipos de actividades –ferias de comidas, rifas, torneos de fútbol y truco– para comprar el terreno e ir solventando las obras de perforación de los pozos, los motores y los tanques. Ellos mismos montaron la red de cañería. La distribución se inició con 4 tanques de fibra de cemento de 1.000 litros.
Desde hace 25 años, la Asociación Comunitaria Gloria María de Villa Elisa desarrolla un modelo de administración comunitaria del agua que supera la dicotomía Estado-empresa.
Es domingo cerca del mediodía en el tinglado ubicado en el barrio Gloria María de Villa Elisa, sobre la calle Haití casi Jamaica. La comisión directiva y socios que se sumen en la ocasión comparten un almuerzo o cena, de acuerdo a la hora y día que se realice la reunión, por lo general viernes de noche o domingo al mediodía. Los aperitivos amenan la conversación.
Raúl López, miembro de la comisión directiva y dos veces presidente de la aguatera, nos relata la experiencia del “pro agua”, como muchos aún llaman a la asociación.
Hasta el primero de mayo de 1989, fecha en que brotó el primer chorro de agua, compraban el vital líquido de carritos tirados a caballo. Quizás por analogía a su trabajo, el que manejaba el carrito tenía el apodo de camello. Este, que distribuía el agua en tambores petroleros, tenía fama de fayuto.
La necesidad hizo que un grupo de vecinos se organizara para “hacer su propia agua”. Entre 92 familias empezaron a aportar 10.000 guaraníes mensuales y realizaron distintos tipos de actividades –ferias de comidas, rifas, torneos de fútbol y truco– para comprar el terreno e ir solventando las obras de perforación de los pozos, los motores y los tanques. Ellos mismos montaron la red de cañería. La distribución se inició con 4 tanques de fibra de cemento de 1.000 litros.
En 1990 construyeron un tanque elevado de hormigón de 54.000 litros de capacidad, dos pozos e instalaron sendas motobombas que se alternan sin parar exceptuando, por supuesto, los infaltables percances: la ANDE con sus cada vez más frecuentes cortes veraniegos, las tormentas que dañan la conexión eléctrica o cuando el motor va a parar al fondo del pozo. En estos casos, se forma una cuadrilla que debe sacar manualmente más de 100 metros de cañería hasta llegar a la bomba averiada.
El local está cubierto por un tinglado de 26 x 12 que es utilizado para eventos sociales y cuenta con una sala en la que los domingos se proyectaban películas, una iniciativa que pretenden reanudar en breve. En el lugar ensaya el grupo de danza Paraguayete Villa Elisa, integrado por niños, jóvenes y adultos de la ciudad. Durante mucho tiempo funcionó como lugar de recreación deportiva del barrio, aunque ahora el play y las canchas sintéticas han ocupado su lugar.
López relata que el proyecto es hacer una biblioteca barrial para que los escolares tengan cerca un buen centro de consulta para sus estudios.
El pago por el servicio es apenas para mantener las instalaciones e instar al autocontrol a los usuarios con medidores. Los socios fundadores abonan una tarifa fija de 15.000 guaraníes y los usuarios con registros de consumo en promedio pagan 25.000 a 30.000 guaraníes. En la actualidad, la aguatería provee a 320 familias registradas, aunque en total el servicio llega a unas 2.000 personas, pues en las cercanías se encuentra un asentamiento donde muchos de sus habitantes se nutren de la canilla comunitaria instalada allí.
“El agua es un derecho humano y no para hacer negocio”, afirma sobre los fines de la aguatera. Añade que un estudio de la INTN concluyó que el agua tiene un 98% de pureza y que no necesita ser tratada, aunque el frescor cristalino de las aguas del Patiño ya nos ofrecen de por sí una prueba suficiente.
Firmes en la defensa
Ante la consulta sobre qué harían ante una eventual concesión del agua subterránea a empresas en el marco de las alianzas público-privadas y que con ello se pretenda ceder el manejo de los recursos a las corporaciones, dijo que jamás nadie les quitaría lo que es producto del esfuerzo mancomunado.
“Vamos a defender firmemente. Al Estado nunca le importó brindarnos un servicio y lo hicimos nosotros. No vamos a permitir que vengan a manejar lo nuestro”, enfatizó.
“Ndoikemoái ápe umi bandido”, desafía, por su parte, Ignacio Quintana.
En tiempos en que este gobierno, asumiendo su desinterés de hacerse cargo de los servicios públicos, ofrece el agua a las multinacionales, la experiencia de la asociación comunitaria muestra que lo público y el bienestar general son condiciones necesarias de la eficiencia. En efecto, la privatización de servicios públicos ha traído aparejadas desinversión, tarifazos y permanentes interrupciones.
A modo de cierre, evoquemos lo que había ocurrido en Bolivia con la privatización del agua, donde la voracidad de las multinacionales con la complicidad del Estado llegó hasta proscribir el almacenamiento de agua de lluvia, último recurso empleado por las comunidades para abastecerse. Precisamente, “También la lluvia” se llama la película que recrea aquella guerra del agua librada contra el pueblo para controlar el vital recurso y, por ende, la vida misma.
Autor: César Centurion
Fuente: E´a Paraguay