Venezuela: «no es un resfrío a estas alturas, sino una enfermedad estructural…el poder es una maternidad que aborta fetos ancianos»

Es costumbre en sociedades patriarcales, llegar una y otra vez a un punto en el que solamente la destrucción del otro aparezca como la única salida. Siempre, en esas condiciones, más importante que resolver asuntos críticos, de fondo, para pueblos y territorios, estos (pueblos y territorios) son suplantados por los bandos en conflicto y por la pugna por la destrucción de uno u otro. En estos contextos, a uno le exigen sumarse a uno u otro bando. Reclutar, aunque aquí se nombre así, fácilmente, en los hechos, echan mano de la memoria, de los muertos, de las ilusiones y promesas, de luchas que se dieron para abrir caminos y que ahora pretenden representar quienes de manera egoísta y calculada se roban todo para ganar para ellos, que es para que gane el poder, el capitalismo, el autoritarismo. Venezuela, no se nos olvide, nos conmovió cuando un pueblo se cansó del poder de unos pocos, controladores y dueños de la renta petrolera y gobernantes privilegiados por costumbre (COPEI/ADECOS) al servicio del capitalismo. Fue el pueblo cuya fuerza y rebelión se sintió representada desde el Caracazo por Hugo Chávez Frías. No era Chávez la fuerza y el rumbo, sino la fuerza de un pueblo queriendo salir del olvido. Todo esto se ha desvanecido. Los de siempre, vuelven por el poder, por la riqueza, desde el desprecio. En su lugar quieren al pueblo, servil, obediente y trabajando duro, donde lo requieran, para explotar, extraer riqueza y disfrutar cómodamente del privilegio de siempre. Esos que habían sido vencidos ahora resurgen de su fango repugnante gracias a que en el poder pretenden perpetuarse unos que nada cambian y que todo lo aprovechan. Si no fuera por el predecible fracaso de la arrogancia, de la corrupción, del poder, sería imposible la fuerza de las derechas de siempre y peores. Unos y otros han suplantado al pueblo. Lo han asesinado. Lo han negado. Izquierda Diario reporta los resultados electorales…la abstención, la ilegitimidad. Juan Carlos la Rosa Velasco señala cómo se trata de un robo, de un despojo, de lo que unos y otros desde el poder y por el han fagocitado: «todo está marcado para recordarte que te fue despojado y aquí después de 20 años, el poder fagocita los símbolos de la resistencia cultural y ancestral para remozarse. Algo asi como esos brujos de ficción que en el cine, se chupan la energía de los inocentes para mantenerse jóvenes y fuertes.» Venezuela se ahoga en un remolino que gana fuerza impulsado por dos bandos que pugnando por el poder, acaban de negar al pueblo y su camino. ¿Cómo detener este camino al abismo? Hace un tiempo, aún parecía posible que una derrota electoral, por ejemplo, sirviera para reconstituir la fuerza de los pueblos en su lugar, más allá y más acá del estado, en territorios y autonomías, desbordando el rentismo y la dependencia. Hoy, quien quiera que gane pierde el pueblo y renovar a los mismos no hace más que alimentar a quienes se aprovechan y señalan una verdad: la ilegitimidad y la sin salida. Un día después de las elecciones, Maduro no ganó y perdió el pueblo. El hambre, el destierro y la desesperación serán peores por minutos, por segundos. Ya estalló Venezuela. ya ganó la derecha, a menos que, más acá de los patriarcas que se disputan la derrota y la ganancia, reaparezcan los pueblos. Eso no es problema ni desafío solamente de Venezuela, pero «no es un resfrío a estas alturas, sino una enfermedad estructural…el poder es una maternidad que aborta fetos ancianos». ¿Dónde Estamos? En tiempo Real. Pueblos en Camino

Con gran abstención el CNE adjudica triunfo a Maduro y Henri Falcón desconoce los resultados

Maduro fue declarado electo con uno de los porcentajes de participación más bajos desde 1959, en un proceso cruzado con fuertes denuncias de irregularidades y con los otros candidatos llamando a desconocer los resultados.

De acuerdo al primer boletín electoral de la presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), con una participación electoral del 46,01%, de más de 20,5 millones de personas habilitadas para votar, y con 96,2% de los votos escrutados, se le adjudica el triunfo a Maduro con 5,823,728. El CNE declaró que Henri Falcón obtuvo 1,820,552; Javier Bertucci 925,042; y a Reinaldo Quijada 34,614 votos.

De esta manera, estas elecciones presidenciales se caracterizan por una alta abstención electoral para los niveles venezolanos. En las elecciones presidenciales del 2006 la participación electoral fue del 74,7%; en las elecciones presidenciales del 2012, fue de 80,56%; en las presidenciales del 2013, las realizadas tras el fallecimiento de Chávez, las primeras de Maduro, la participación fue de 79,69%. Incluso, si se compara con las elecciones presidenciales de 1998, en la primera elección presidencial de Chávez, la participación electoral fue de 63,45%.

Y esta abstención electoral no fue mucho mayor por el chantaje político del gobierno de Maduro que llegó incluso a ofrecer dinero a través del Carnet de la Patria para el que fuera a votar “libremente”, es que a través de dicho carnet el gobierno dispone de una megadata de los votantes, sus necesidades, su ubicación y los beneficios que recibe del Estado. No era casual que fuera de los centros electorales se propagaban los llamados “puntos rojos”, donde la persona que votaba pasaba a registrar su Carnet de la Patria, en la esperanza de obtener el dinero ofrecido reiteradamente durante la campaña electoral.

Los votos obtenidos por Maduro representan el 28% del padrón electoral. Son porcentajes sumamente bajos en un país sumido en una gran catástrofe económica y social, lo que indudablemente expresan un rechazo político de un pueblo que viene sufriendo los grandes padecimientos de esta prolongada crisis económica. En las elecciones presidenciales del 2013 Maduro había obtenido7,505,338, perdiendo con el actual resultado 1,681,610 votos con un padrón electoral mucho mayor, es decir, en números relativos la caída es más grande aún.

Es que la jornada electoral estuvo marcada durante todo el día por la inexistencia de filas en los centros de votación y las irregularidades, tal como anticipamos en La Izquierda Diario. En Caracas y el interior del país se observaron calles vacías mientras que pocos centros electorales exhibieron colas que han sido una foto constante en elecciones presidenciales pasadas.

Pero momentos antes de que el CNE emitiera el primer boletín oficial, y antes de que el alto mando de las Fuerzas Armadas llamaran a respetar los resultados, Henri Falcón declaraba de antemano que desconocería los resultados de las elecciones presidenciales por las reiteradas violaciones a los acuerdos preelectorares del propio Maduro, según sus afirmaciones.»El proceso tiene serios cuestionamientos de nuestra parte (…) y sin duda alguna el proceso carece de legitimidad y nosotros desconocemos este proceso electoral categóricamente», sostuvo enfáticamente en una rueda de prensa. Agregando que: «No reconocemos este proceso electoral como válido. Como cierto, como realizado. Hay que hacer nuevas elecciones en Venezuela…Pudieran hacerse elecciones en el mes de octubre y nosotros estamos dispuestos a participar. Pero sin ventajismo…”.

Al mismo tiempo exigía al Poder Electoral que las elecciones presidenciales venezolanas celebradas este domingo sean declaradas como nulas y que se convoque a un nuevo proceso tras considerar que “se violó el acuerdo preelectoral”. Entre sus denuncias estaba que, de acuerdo a Falcón, existieron casi 13 mil “puntos rojos” que representaban el 87% de los centros electorales y unas 120 mil denuncias de “voto asistido”, entre otras irregularidades. Habrá que ver de hoy en más el camino que seguirá la oposición de conjunto, pues horas antes el grueso de los partidos aglutinados en la llamada Mesa de Unidad Democrática, lo llamaban a desconocer las elecciones y sumar fuerzas contra Maduro.

La derecha criolla, el imperialismo y todo el derechismo continental seguramente celebrarán los niveles de abstención, y se adjudicarán que habrá sido por sus llamados. Pero su objetivo es completamente reaccionario, pues lo que buscan, detrás de la demagogia de la demanda de democracia, bandera que le dejan servida en bandeja las maniobras bonapartistas de Maduro, es imponer la más directa injerencia imperialista, la dictadura del FMI y la sumisión completa al capital financiero internacional. En este camino, quieren un fracaso del plan de Maduro para volver a insistir en un pacto con los militares que les permita imponer ese programa. A esos partidos de la derecha les interesa un comino los derechos y libertades populares, así como tampoco y mucho menos le interesa que el pueblo trabajador pueda pesar en las decisiones sobre el rumbo del país, ante la catastrófica situación nacional.

Maduro festejará su «triunfo electoral», pues no puede hacer otra cosa. Pero con un porcentaje electoral de participación tan bajo de las últimas décadas con respecto al conjunto del padrón electoral, e incluso un porcentaje bajísimo de votos obtenidos en relación también a dicho padrón, realmente será un gobierno con una gran crisis mayor de la que ya viene arrastrando. No consiguió su objetivo de buscar relegitimarse con un porcentaje más importante de votos en unas elecciones que incluso fueron diseñadas a su medida, al contrario, la alta abstención le constituye un revés. En tal sentido, para poder seguir gobernando, no lo podrá hacer más que acentuando su bonapartismo reaccionario asentado en las Fuerzas Armadas. Aún está por verse que hará el gobierno de hoy en más, pues como muchos analistas afirmaban, el gran problema de Maduro estará el “día después” de las elecciones.

Como ya habíamos anticipado en la declaración de la Liga de Trabajadores por el Socialismo frente a estas elecciones que: “Nada nuevo podemos esperar de la reelección de Maduro, más de lo mismo es lo que propone el chavismo, en medio de una crisis catastrófica a que ha conducido su proyecto de falso “socialismo del siglo XXI” con empresarios y transnacionales asociadas, sobre la base del viejo capitalismo dependiente y rentista del petróleo”. Así como también sosteníamos que “ni con la derecha y el imperialismo, que llaman a desconocer las elecciones para debilitar y aislar lo más posible al gobierno de Maduro y así forzar una negociación con las FFAA o cualquier otro esquema de “transición” que se subordine a los dictados de sometimiento del FMI y el capital financiero como salida a la crisis, y para imponer en Venezuela un gobierno abiertamente obediente a las directrices del imperialismo”.

Llamamos a redoblar el combate por la organización política independiente de la clase trabajadora, porque es la única fuerza social que puede dar una salida progresiva a la monumental crisis actual, pero para ello, necesita unir sus filas conquistando la más amplia independencia respecto al gobierno, al Estado y los partidos políticos patronales.

La Izquierda Diario Venezuela
http://www.laizquierdadiario.com.ve/Con-gran-abstencion-el-CNE-adjudica-triunfo-a-Maduro-y-Henri-Falcon-desconoce-los-resultados?id_rubrique=5442
@laizqdiariove
Lunes 21 de mayo | 07:38

 

Elecciones, manipulación
y fagocitación simbólica

“Qué hacer con la ciudad chorreando orines milenarios”
Lydda Franco Farías
Anoche, en vísperas de las elecciones presidenciales del 20 de mayo, estuve escuchando radio hasta tarde y escuché al Presidente Chávez llamando a votar unas cincuenta veces en tres horas de programación. Esta resurrección clientelar es dolorosa y enfermiza y me da la segura evidencia del usufructo que el poder hace de un símbolo acaso que, por músculo mediático y por testamento, mas le pertenece, hasta que finalmente lo seque, lo desgaste, lo erosione hasta hacerlo polvo.
Igual sucede cuando la gobernación del Zulia, use el nombre de Lydda Franco Farías para justificar una destitución a la que nos guste o no, tiene derecho administrativo. Vaya usted a saber si legitimidad en un tiempo donde no se le cree ni la embriaguez a un borracho. Y el esfuerzo posterior, relativamente gratuito, en el que pendejos comunes como yo, pretenden justificar y polarizar las razones para la destitución con tal soltura que pareciera que el Gobierno Regional los consultó ampliamente, recordándonos que Lía Bemúdez es guarimbera y opositora, cómo si ella hubiera ocultado con celo ese “alarmante” secreto.
Aquí hago una apunte a nuestro asunto principal: esta rendición espiritual frente a la pranización de la política y las relaciones sociales sólo es imaginable desde un refugio cómodo en medio de esta guerra, o desde algún oratorio unilateral, no desde el diálogo con los nuestros. Es decir, si aceptas y justificas que desde las últimas elecciones el estado-gobierno elabore a través del carnet de la patria una data donde cruza la lista de beneficiarios de su política social con el ejercicio del voto y que de un día para otro un censo de necesidades se convierta en la nómina de un movimiento llamado “somos venezuela”, no sólo te estás saltando el privilegio de las críticas que la modernidad se hizo a si misma y la violación de la propia carta de derechos humanos, sociales y culturales que esa modernidad convino en su sistema mundo, estás rindiendo todos tus fueros y entregando tu alma cultural entera.
El cambiarle el nombre y la imagen a una institución en cada cambio de gestión es lo que llamaba nuestro profesor fundador de la EDG-LUZ, Andrés García, nominalismo vandálico. Cada vez que ves una nueva identidad, decía, ves un contrato para hacerla a espaldas de las necesidades y la opinión de la gente y del servicio a la gente, y ves el anuncio de un saqueo mayor!, nos decía el viejo. Esta identidad “nueva” ya no pretende construir una cultura de relaciones de servicio y pertenencia, sino marcar la gestión como “mía”, llegando al extremo de poner la foto del mandante en los camiones de recolección de basura y pasearlos con la imagen chorreada por toda la ciudad.
Este nominalismo, vale decir, cambio de nombre y de imagen y de más nada, no solo señala cambios de turno en la polarización, sino en la continuidad de un mismo partido en el gobierno, muchas veces las medidas administrativas y comunicacionales cuando cambia un funcionario chavista por otro son tan drásticas que se les hace necesario igualmente apelar y sugerir la filiación “guarimbera” de la gestión saliente. Esta enfermedad no es un resfrío a estas alturas, sino una enfermedad estructural donde nada termina siendo creíble y donde el poder es una maternidad que aborta fetos ancianos. Todos se desgasta hasta el desprecio y el asco en esta histérica dilapidación comunicacional de los fondos públicos.
Nadie logra cerrar la boca por estos días cada vez que el Presidente Maduro pide el voto para impulsar un cambio al punto de ponernos a pensar si no es el mismo tipo que está gobernando. Ningún diseñador o impresor de oficio puede evitar sacar las cuenta de los gastos que se evidencian en la calle para que el presidente se derrote a si mismo, o triunfe sobre si mismo en estas elecciones.
Sin ser invadidos físicamente por imperio alguno todo funciona ahora, con la credibilidad que funcionaba la llamada “república de Vichy”, el gobierno francés de los títeres de la ocupación nazi en la segunda guerra mundial a los ojos de la población francesa de entonces, nadie siente pertenencia ante la representación simbólica del poder, todo está marcado para recordarte que te fue despojado y aquí después de 20 años, el poder fagocita los símbolos de la resistencia cultural y ancestral para remozarse, Algo sí como esos brujos de ficción que en el cine, se chupan la energía de los inocentes para mantenerse jóvenes y fuertes.
Así es la fagocitación desesperada y cada vez más insuficiente de los símbolos ancestrales y de las luchas sociales, así cada vez mas insuficientes para mantener el vigor requerido para el día siguiente. Me recuerda a un gran amigo pornólogo que me dijo que el consumo pornográfico es desechable, nadie consigue la misma expectativa en la misma imagen dos veces, por eso lo prospero de esa industria.
Así el nombre de los rebeldes en las entradas de los edificios y en las campañas, así el de Lydda Franco Farías, así el de Sabino Romero Izarra, asesinado por los agentes del poder colonial que intenta con alguna inversión considerable de fondos enmascararse con su imagen mientras sigue exterminando a los suyos.

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