Bono, embarazos, misoginia y un clientelismo miserable
El trabajo que acá compartimos merece una lectura atenta y cuidadosa y es, a nuestro juicio, un ejemplo de lo que hace tanta falta para nutrir las luchas populares y sociales de sentido, profundidad y compromiso más allá de retóricas fáciles y superficiales. El gobierno venezolano estableció el 15 de enero pasado un bono de 700 mil bolívares por un período de 9 meses destinado a mujeres embarazadas. «Bono, embarazos, misoginia y un clientelismo miserable» por Suhey Ochoa, publicado en Izquierda Diario, a partir de presentar la información de manera clara y sólida, analiza este tipo de política que es, de una parte, a todas luces insuficiente, inadecuada: «son 108.914 embarazadas las beneficiarias de la Gran Misión Hogares de la Patria, todas ellas portadoras del “Carnet de la Patria”, requisito sine qua non para merecer un derecho a la asistencia social, las que no lo tengan o no se lo quisieron sacar, ¡quedan fuera, así tengan la necesidad! Y además por supuesto que esos 700 mil bolívares están muy lejos de cubrir el costo de las necesidades elementales de un embarazo en medio de una escalada hiperinflacionaria que ya alcanza niveles de 1.000% y amenaza con duplicarse para finales de este año. De hecho el cacareado bono ni siquiera alcanza para las vitaminas y suplementos de rigor; tan solo un paquete de pañales, por decir lo menos, supera el millón de bolívares.»
La reacción de la derecha, que, como siempre, pretende desmantelar todo tipo de apoyos gubernamentales y programas asistenciales y de seguridad social, se beneficia y fomenta la reiterada y dominante lectura machista, patriarcal y misógina ante este tipo de medidas: «Repugnancia es lo menos que puede causarnos la imbecilidad que se apoderó de los machitos en las calles cuando con motivo del bono largan su abominable “Yo les hago el favorcito”, el horror no disminuye ante la misoginia de quines solo ven “vagas” y “sinvergüenzas” en las mujeres embarazadas que saldrán a cobrar el bono empujadas por la necesidad, y sin detenerse en ello, se las acusa de querer quedar embarazadas… solo por míseros 700 mil bolívares. Una acusación grave, gratuita e impune. »
La conclusion de Suhey Ochoa luego de un análisis cuidadoso desde diversos ángulos y sustentado con datos y evidencias que vale la pena leer con atención, es contundente: Son estas políticas miserables y las posturas burocráticas sindicales, patriarcales y machistas, gobiernistas o de la MUD, las «que mantienen casi paralizada la capacidad de lucha de nuestra clase.»
«De hecho el cacareado bono ni siquiera alcanza para las vitaminas y suplementos de rigor; tan solo un paquete de pañales, por decir lo menos, supera el millón de bolívares.
Una mujer asalariada requeriría prestaciones económicas por hijo y nacimiento mucho más dignas para poder sobrellevar la crisis. Se trata de un derecho elemental, a pesar de ser vilipendiado de la manera más denigrante…»
Ni manipular un derecho fundamental con una limosna a cambio de la sumisión y la humillación para encubrir con recursos miserables el hambre que cae sobre las mujeres y desde ellas sobre toda la familia y la sociedad pretendiendo silenciar la lucha social, so pena de perder estos apoyos, la necesidad, la exigencia y la lucha por responder ante la crisis con medidas justas y suficientes; ni acusar a las víctimas con argumentos repugnantes de embarazarse para conseguir el bono y seguir en la vagancia, con el propósito de desmontar los ya insuficientes, limitados y condicionados programas de redistribución de recursos y riquezas hacia la población más vulnerable y afectada por la catástrofe.
En consecuencia, asevera Ochoa, «No es dividiendo las fuerzas de los explotados y oprimidos como vamos a vencer la catástrofe económica que gobierno y empresarios descargan sobre los trabajadores, las mujeres y la juventud, sino desplegando la más sólida alianza contra los responsables de la crisis. Para esto hace falta un movimiento de mujeres independiente del gobierno y de la oposición de derecha…» Lo obvio se plantea con cada vez más contundencia y claridad. Superar la crisis de Venezuela (y más allá) desde abajo impone la consolidación de este movimiento de movimientos y procesos independientes del gobierno y de la oposición, de izquierdas y derechas que giran inevitablemente en torno del poder del estado y del rentismo autoritario y patriarcal al servicio de la acumulación capitalista. Un movimiento que rescate, restablezca, con mayor madurez y fortaleza, desde abajo, la fuerza de un pueblo que de esta manera retomaría el rumbo de su propia revolución. Una revolución, como lo demuestra este análisis, necesaria y fundamentalmente matriarcal, es decir, autonomista, desde abajo, tejida a territorios, de y desde las mujeres. ¿Dónde Estamos? En tiempo real. Pueblos en Camino
A PROPÓSITO DEL “BONO POR EMBARAZO”
Bono, embarazos, misoginia y un clientelismo miserable
El bono de 700 mil bolívares anunciado por Maduro, destinado a embarazadas en medio de la catástrofe económica que asola al país, atacado por derecha bajo un discurso misógino y machista, merece una implacable crítica.
Las mujeres asalariadas y de los sectores populares no andamos esperando cualquier ocasión para “salir corriendo a embarazarnos fácilmente”, nos lo pensamos una y mil veces, porque no es cualquier decisión, muchas veces nos asusta la sola idea de quedar embarazadas, mucho más en la situación que vivimos hoy. Queremos vivir y disfrutar nuestra sexualidad libremente, sin que este hecho elemental y universal signifique una condena a terminar embarazadas como único destino obligado de nuestra condición de mujer. Y esto no cambia en absoluto por el hecho de que el 15 de enero Maduro anunciase la asignación de un bono de 700 mil bolívares para mujeres embarazadas durante 9 meses, y madres de recién nacidos.
Aunque así no lo consideren quienes con ínfulas de reformadores sociales se oponen al mencionado bono a través de las redes sociales durante esta última semana, haciendo gala de contenidos machistas y misóginos terminan oponiéndose no a la política clientelar del gobierno en sí, sino más bien contra las propias víctimas que somos millones de mujeres, como veremos a continuación.
Se estigmatiza a las víctimas y no al Estado
Repugnancia es lo menos que puede causarnos la imbecilidad que se apoderó de los machitos en las calles cuando con motivo del bono largan su abominable “Yo les hago el favorcito”, el horror no disminuye ante la misoginia de quines solo ven “vagas” y “sinvergüenzas” en las mujeres embarazadas que saldrán a cobrar el bono empujadas por la necesidad, y sin detenerse en ello, se las acusa de querer quedar embarazadas… solo por míseros 700 mil bolívares. Una acusación grave, gratuita e impune. Destilan el más básico desprecio contra las mujeres, el más estúpido aire de “superioridad moral”, considerando a las mujeres con valores y principios inferiores, considerándonos en minusvalía para pensar y tomar decisiones acertadas, sobre todo contra las mujeres de la clase obrera y sectores populares, que padecen las necesidades económicas propias de la sociedad capitalista que las condena a la explotación y la pobreza.
No basta con detectar que ese discurso no es inocente (en medio de una feroz lucha de intereses sociales, ¿cuál discurso puede serlo?), de lo que se trata es de advertir quienes lo instalan, a quiénes beneficia y a quiénes perjudica. En la profunda crisis económica que vive el país, los principales partidos de gobierno y oposición pretenden que seamos los asalariados y el pueblo pobre quienes paguemos los platos rotos, pero con mayor saña si somos jóvenes y mujeres. Así, mientras el gobierno pretende disciplinar a la población a través de su política clientelar, la oposición de derecha que aspira el poder pretende suprimir al mínimo toda política de asistencia social dejando a los más vulnerables a la merced de la extorsión capitalista.
El sentido común profundamente machista y misógino solo logra estigmatizar la asistencia social para las mujeres más vulnerables, pretendiendo hacer creer que el ínfimo bono promovería el embarazo precoz, todo esto mientras escuda de todo cuestionamiento a quienes hacen su agosto con el negocio de los partos, las empresas aseguradoras, clínicas privadas e industria farmacéutica, amén de las grandes importadoras de artículos de uso diario y alimentos para la manutención de los bebés.
Obviamente, esta prédica infeliz no magulla la lógica del Estado, sino que –por el contrario– la fortalece, mientras vilipendia a las mujeres pobres que salieron embarazadas, deseándolo o no, precoces o no, y que se vieron de frente con gastos exorbitantes productos de una hiperinflación morbosa, y de un Estado y un Gobierno que con este bono pretende lavarse las manos, y encima es capaz de presentarse con total desfachatez como redentor de las mujeres.
Lo que calla el Gobierno y nosotras no debemos callar
Quienes a la ligera achacan al bono de 700 mil bolívares las causas de los próximos embarazos adolescentes y no deseados, ignoran la verdadera magnitud del problema. Cifras suministradas por el propio Ministerio de la Salud arrojan que más del 50% de los embarazos en el país no son planificados. Porque el problema de la educación sexual no se limita al conocimiento de los anticonceptivos, el 90% de los adolescentes conocen dichos métodos, pero son muchos menos los que tienen acceso real a los mismos, y sólo el 10%, según los estudios realizados los utiliza, donde en su mayor parte se debe a la enorme escasez de anticonceptivos en las farmacias y la casi inexistencia de programas de prevención del embarazo adolescente y educación sexual.
Como resultado de ello, según un estudio del FPNU (Fondo de Población de las Naciones Unidas): Venezuela tiene una de las tasas más altas de embarazos en adolescentes en toda América Latina y el Caribe, con 101 embarazos por cada 1.000 mujeres de 15 a 19 años de edad. Y esto no ha dejado de agravarse a medida en que se incrementa el problema de la escasez de anticonceptivos. ¡Una realidad pre-existente a cualquier “bono por embarazo”!
Los dueños del negocio farmacéutico también son responsables, al hacer de la salud pública una estrategia de chantaje político y un negocio millonario donde las mujeres somos víctimas. El presidente de Ferfaven, Freddy Ceballos, en 2014, señalaba que a partir del segundo semestre de 2014 comenzaron a escasear los métodos anticonceptivos, pero 4 años han pasado y la industria farmacéutica y el modelo rentista administrado por el gobierno solo han profundizado el problema de acceso a los anticonceptivos. Andrea Pereira del FPNU puntualizó que “No solo es un problema de salud, ni de educación es un factor de exclusión importante en el país”.
Por otro lado, un informe del Instituto Autónomo Consejo Nacional de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes (Idenna) el 13% de los embarazos no deseados terminan en aborto, y debido a que el aborto es penalizado por igual para mujeres que así lo deseen como para médicos que los practiquen, por los artículos 430 y 431 del Código Orgánico Procesal Penal (COPP) venezolano, se lleva a cabo clandestinamente, a precios inalcanzables y en condiciones inseguras e insalubres para quienes no tienen cómo destinar millones para eso, por lo que entre el 10% y 50% de las mujeres que acuden a practicarlo de manera ilegal sufren complicaciones graves y en algunos casos la muerte, que para 2016 escaló a tercera causa de muerte materna.
Estos los elementos de la verdad del embarazo no deseado y precoz en el país que el Gobierno pretende ocultar detrás de míseros 700 mil bolívares, y la realidad que desconocen tantos comentarios ignorantes y machistas como los que señalamos arriba.
Una política clientelar: no para todas y además insuficiente
Como denunciamos hace un año, la “falsa inclusión” del Carnet de la Patria se muestra aquí en toda su impostura, el gobierno pretende con esto presentarse como redentor de las mujeres y madres del país, al tiempo que filtra los “beneficiarios” como medida disciplinaria, y con esta acción implementa un recorte millonario a la inversión social que por derecho tocaría a toda venezolana en condición de madre o embarazada, esta es la verdad de la “inclusión social”.
Ya ha trascendido que son 108.914 embarazadas las beneficiarias de la Gran Misión Hogares de la Patria, todas ellas portadoras del “Carnet de la Patria”, requisito sine qua non para merecer un derecho a la asistencia social, las que no lo tengan o no se lo quisieron sacar, ¡quedan fuera, así tengan la necesidad! Y además por supuesto que esos 700 mil bolívares están muy lejos de cubrir el costo de las necesidades elementales de un embarazo en medio de una escalada hiperinflacionaria que ya alcanza niveles de 1.000% y amenaza con duplicarse para finales de este año. De hecho el cacareado bono ni siquiera alcanza para las vitaminas y suplementos de rigor; tan solo un paquete de pañales, por decir lo menos, supera el millón de bolívares.
Una mujer asalariada requeriría prestaciones económicas por hijo y nacimiento mucho más dignas para poder sobrellevar la crisis. Se trata de un derecho elemental, a pesar de ser vilipendiado de la manera más denigrante por quienes ignoran o no se ofenderían al saber que las mujeres en Alemania pueden llegar a recibir para el primer y segundo hijo hasta 184€ al mes.
La “injusta” relación entre estos bonos y el salario, y una frustración que se expresa “por derecha”
En los niveles más básicos de tosquedad y machismo vernáculo ya circulan frases tan horripilantes como “Yo me parto el lomo trabajando para cobrar 248 mil al mes, y una mujer solo tiene que abrir las piernas para obtener 700 mil” (sic) o “¿no era mejor otorgárselos a los estudiantes?” ¿Cómo logra un discurso tan reaccionario instalarse cómodamente en las redes sociales? Es solo aprovechándose de una gran frustración de amplios sectores sociales cuyo origen está encuadrado en las políticas de ajuste del gobierno como este tipo de discurso logra proliferar.
Este bono es una continuación de la misma estrategia clientelar y miserable que implementara el gobierno con el Bono de Niño Jesús de 500 bolívares, supuesto bono para adquirir juguetes para los niños en diciembre, que fue el correlato de la pérdida de un beneficio para miles de trabajadores cuya cláusula contractual obligaba a la empresa a otorgarles juguetes en diciembre, pero que apenas sirvió para hacer una compra mínima de alimentos básicos; lo mismo que el Bono de Reyes Magos.
El salario de los trabajadores ¡y trabajadoras! está por el suelo, entre los ataques de los empresarios y las medidas del gobierno (como las autorizaciones de aumentos de precios, las cientos de contrataciones colectivas vencidas sin renovar, la tercerización, etc.), además el gobierno ha bonificado brutalmente el salario (una política neoliberal) afectando las prestaciones y las liquidaciones, y pretende resolver esta realidad con estos miserables bonos, que además le sirven de mecanismo clientelar y de control social. ¡¿Qué responsabilidad tienen las mujeres embarazadas de los sectores populares en esta situación?! Si el salario no vale nada, es responsabilidad de los capitalistas y el gobierno, y si la clase obrera no está con toda su fuerza puesta en la escena nacional luchando su salario, es debido tanto a la coacción y represión que ejercen patronos privados y públicos, como fundamentalmente a las burocracias sindicales, tanto las subordinadas al gobierno como las alineadas con la MUD, que mantienen casi paralizada la capacidad de lucha de nuestra clase.
Marcha estudiantil de la MUD
La frustración por esta realidad, y los fuertes cimientos de la cultura patriarcal y machista, están en la base de este tipo de razonamientos que, sin ningún fundamento, y con total ignorancia y desprecio, se descargan contra las mujeres que eventualmente sean “beneficiarias” de etas políticas miserables del gobierno. ¡Más aún cuando somos precisamente las mujeres trabajadoras y pobres el sector más golpeado por la crisis, como lo demuestran todos los estudios disponibles!
Mujeres dejando de comer proteínas para dejárselas a los hijos/as pequeños y a sus parejas (a los hombres), madres solteras (por ausencia del padre) que pasan mil y una necesidad hoy para poder seguir asegurando el sustento de sus hijos, mujeres embarazadas que por falta de alimentos y vitaminas quedarán son fuertes secuelas en su cuerpo y su salud para el resto de sus vidas, son algunas de las situaciones que hacen de la mujer el sector más golpeado de entre el conjunto del pueblo trabajador y empobrecido.
Por la unidad de la clase trabajadora y las mujeres
No es dividiendo las fuerzas de los explotados y oprimidos como vamos a vencer la catástrofe económica que gobierno y empresarios descargan sobre los trabajadores, las mujeres y la juventud, sino desplegando la más sólida alianza contra los responsables de la crisis. Para esto hace falta un movimiento de mujeres independiente del gobierno y de la oposición de derecha, hace falta luchar por un plan de económico de emergencia, obrero y popular, que responda a las necesidades urgentes de los trabajadores, mujeres, jóvenes y sectores populares. Hace falta que el movimiento obrero –compuesto en buena medida también por mujeres– tome en sus manos las demandas de las mujeres.
Una unidad en la lucha que ponga en el centro de la discusión nacional cuestiones como el no pago de la deuda externa, para destinar esos recursos a medicinas, alimentos, distribución masiva y gratuita de anticonceptivos; un salario que cubra la canasta básica y con escala móvil, que aumente automáticamente al ritmo que aumente el costo de la vida; por un verdadero control de precios ejercido directamente por los trabajadores y las comunidades (donde las mujeres juegan un papel central), mediante delegados y delegadas electas democráticamente por la base, sin ninguna imposición de los empresarios, ni el PSUV, la MUD, ni los militares; por la repatriación obligada de toda la enorme cantidad de dólares que se fugaron en más de una década, so pena de ser confiscados sus bienes y su pase a administración directa por los trabajadores y las comunidades, ¡no por burócratas del gobierno!; por poner la distribución y abastecimiento de alimentos y medicinas en manos directa de los trabajadores y el pueblo, fuera del control de empresarios, funcionarios del gobierno y militares; entre otras demandas necesarias.
Suhey Ochoa
Estudiante de Estudio Políticos (UCV)
Militante de la agrupación internacional de mujeres Pan y Rosas
La Izquierda
Diario
Red Internacional
Martes 23 de Enero de 2018
http://www.laizquierdadiario.com.ve/Bono-embarazos-misoginia-y-un-clientelismo-miserable?id_rubrique=5442