La Escuelita: un espejo que nos ponen en frente para reconocernos

La primera Escuelita «La Lbertad según los Zapatista» que se realizó en Chiapas, México, entre el 12 y el 19 de agosto, tuvo una gran respuesta mundial, ya que 17000 personas de diversos lugares del Abya Yala llegaron a las montañas para participar de la convocatoria citada por uno de los movimientos indígenas más importantes del continente. A propósito de esta experiencia, Vilma Almendra, responde a una entrevista realizada por J. Aldabi Olvera  de México y Manuel Rozental.

¿De dónde vienes, a qué colectivo perteneces y cómo llegaste a la escuelita?
 
Soy Vilma Almendra, indígena Nasa-Misak, del suroccidente colombiano. Hago parte del Tejido de Comunicación ACIN del pueblo Nasa. Proceso de comunicación que articula formas propias de comunicar con medios de comunicación apropiados para denunciar el proyecto de muerte y visibilizar los Planes de Vida de las comunidades indígenas, campesinas, negras y urbanas del Abya Yala. Además, desde el Tejido de Comunicación buscamos informarnos, reflexionar, decidir y actuar con y desde la comunidad en defensa de la vida y del territorio.
 
Llegué a la escuelita porque mi compañero Manuel Rozental -activista en luchas indígenas y populares en Colombia y el continente- y yo,-partícipes de la iniciativa Pueblos en Camino, dedicada a promover tejidos de autonomías y resistencias entre y desde pueblos-  sin pensarlo dos veces, aceptamos la invitación que nos llegó en marzo de 2013 firmada por los Subcomandantes Insurgentes Marcos y Moisés. Para nosotros fue un honor recibir esta invitación y por eso hicimos todo el esfuerzo hasta llegar a Chiapas y participar en este bello espacio.
 
¿Conocías desde la América profunda un esfuerzo así como el de la escuelita: en qué es especial?
 
Bueno, conozco en el Abya Yala algunas iniciativas y prácticas para revitalizar la otra educación, la educación propia con la que desde la conquista nos han estigmatizado, silenciado y hasta cercenado. Existen propuestas políticas, metodológicas y pedagógicas inspiradas en la cotidianidad de los territorios y en los ritmos de la Madre Tierra en nuestro Chxab Wala Kiwe (territorio del gran pueblo), Cauca, Colombia, pero, en realidad, un esfuerzo con la magnitud y la trascendencia de la Escuelita Zapatista en la que acabamos de participar,  no lo he visto en ninguna parte del mundo.
 
La Escuelita Zapatista es supremamente especial por innumerables razones que vivimos, sentimos y compartimos en los Caracoles. Es una semilla que las y los zapatistas nos entregaron a todas y a todos, para que las sembremos, las cuidemos, las protejamos y las alimentemos desde cada territorio, rincón, ciudad y espacio que permita verlas germinar en la palabra y acción dignas que necesitamos caminar en defensa de la vida toda. Para mí, la Escuelita Zapatista es especial porque además nos presentó con toda contundencia la dignidad y la autonomía de los pueblos rebeldes atados a la Madre Tierra y nos desafío a caminar hacia la libertad.
 
La dignidad: La dignidad marcada en los gestos de niñas y niños. La dignidad marcada en las manos trabajadoras de mujeres y hombres. La dignidad marcada en la sabiduría de las y los maestros. La dignidad marcada en cada consejo de abuelos y abuelas. La dignidad marcada en la malicia de guardianes y guardianas. La dignidad marcada en la experiencia que descubre cada pasamontañas. La dignidad marcada en las palabras de comandantes y comandantas del EZLN. La dignidad que reflejó la forma de vida que las y los zapatistas caminan desde sus territorios. Esa dignidad que nos hace falta a millones de seres humanos para reconocernos como hijas e hijos de la Madre Tierra y no como dueños de ella.
 
La autonomía la palpamos en cada tortilla y frijol que nos comimos; en cada limonada que nos calmó la sed; en cada elote que nos ahuyentó el hambre, en cada baño que disfrutamos; en cada trabajo colectivo en el que participamos; en cada día y noche que nos acompañamos; en cada lectura, intercambio, palabra y pensamiento que cruzamos con las familias zapatistas. La verdadera autonomía, más allá del discurso político, la vimos en los territorios recuperados, en los municipios autónomos cuidados como se merecen, en las decisiones colectivas que toman los pueblos desde abajo y en el buen gobierno que las obedece y sabe aprender de sus errores sin ocultarlos ni negarlos. Vimos la autonomía en el rechazo a las migajas y los proyectos con condiciones que siempre ofrece o impone el mal gobierno, y en el desprecio consciente y justificado con creces al proyecto de muerte y a las transnacionales.
 
La autonomía se hizo específica en palabra y acción de los pueblos, de las juntas de buen gobierno y de todo el proceso organizativo que han construido en estos largos años de lucha. Sentimos la imponente presencia de la autonomía como camino digno con lo necesario para resistir y lo suficiente para vivir.
 
Después de ver en los caracoles a cientos de comunidades conviviendo con la Madre Tierra, sin consumir, comprar, usar ni demandar los productos y mercancías que tenemos que usar en las ciudades y campos, transformados en necesidades falsas por el consumo que nos somete y mata la vida para que unos acumulen a costa de lo que debemos proteger confundiéndonos, el desafío es gigantesco. No sólo nos convocaron a revitalizar la esencia del compromiso que asumimos cuando decimos que somos hijos e hijas de la Madre Tierra, sino también a emanciparnos del modelo económico que busca regular hasta eliminar la vida de todas y todos si no les sirve para acumular. Así el llamado contundente desde la Escuelita Zapatista para todas y todos fue a reconocer y a asumir quiénes en realidad somos para definir nuestra palabra y acción dignas a caminar desde los territorios con los que habitamos.
 
La Escuelita Zapatista no fue el aula donde un profesor nos hizo repetir y repetir la lección, sino el territorio que nos recibió y la comunidad que nos acogió para mostrarnos que sí son posibles otros mundos por fuera del modelo dominante que nos homogeniza.
 
¿Por qué es importante el zapatismo para América Latina y el mundo?
 
Siento que todos los movimientos indígenas que estamos resistiendo el modelo económico transnacional; que nos oponemos al extractivismo y a la privatización de los bienes comunes; que defendemos nuestros territorios; que estamos construyendo alternativas desde la colectividad y la comunariedad; y que le apostamos a planes de vida en equilibrio y armonía con nuestra Mama Kiwe (madre tierra), somos vitales para el planeta. Pero sin duda, la semilla que sembraron durante décadas en el silencio de la invisibilidad y el camino que iban tejiendo públicamente desde 1994, ya dio el más jugoso y delicioso fruto: la autonomía.
 
Otro ejemplo para el mundo son las nuevas relaciones que están tejiendo desde abajo, porque además han estado luchando contra valores, prototipos y categorías impuestos por la conquista. Así, por ejemplo, el rol del hombre y la mujer se está empezando a trazar de una forma distinta, donde las mujeres más allá de aportar en los quehaceres de la casa, participan activamente en todos los niveles del buen gobierno. Los hombres además de trabajar la milpa ayudan a cuidar a sus hijas e hijos cuando las compañeras salen a cumplir compromisos con el movimiento.
 
El zapatismo es fundamental para el mundo porque vienen dejando huella, vienen abriendo caminos de vida para que los empecemos a transitar estemos donde estemos. El zapatismo, es quizás el proceso organizativo autónomo más importante de las últimas décadas, porque desde Chiapas desafían a la sociedad civil del mundo para que entiendan que el modelo actual no sirve y que tenemos que empezar a transformarlo desde abajo en esos otros mundos posibles y necesarios. Pero además es un espejo que nos ponen en frente para reconocernos. Un espejo inclemente y directo en el que, por ejemplo, la corrupción de quienes se sirven del lenguaje de los pueblos y de las luchas para insertarse en las trampas del Proyecto de Muerte y conseguir poder, recursos y beneficios manoseando la palabra y el sacrificio de las comunidades y de nuestros ancestros, se reconocen frente a la práctica coherente de estas bases de apoyo zapatista que contrastan con hechos lo que no podemos permitir que se siga transformando en mentiras para manipular, someter y aprovecharse. 
 
La Escuelita de la Libertad según los Zapatistas en su primera fase nos enseñó que sus estudiantes no fuimos los que alcanzamos a llegar, sino los pueblos a quienes ha de llegar su saber en lucha hecho camino. 
 

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