Extractivismo cultural: Xahni, la muñeca bilingüe
«¿Qué nos dice Xahni? Nos dice que todo se pude mercantilizar, incluso la problemáticas sociales. También nos explica como el mercado va fagocitando discursos y conceptos que nacen desde la investigación y el trabajo comprometido con las comunidades, adecuándolos a su estrategia de ventas. Una de las cosas más tristes que nos comunica Xahni, es la existencia de científicos sociales que hacen uso de sus saberes y relaciones, para sustraer técnicas y conocimientos, es decir recursos, lucrar con ellos, y edulcorar este abuso con el discurso de la pertinencia social o el carácter aplicado.
Se ha dicho que este proyecto es antropología aplicada, y sí es así, denuncio esta antropología de la usurpación, poco ética y cuya aplicación gira en astucias para el éxito de un producto, con el fin de beneficiar a un grupos de empresarios a costa de otras/os. Apostemos por una antropología que se sume a los proyectos, nacidos desde distintos lugares y pueblos, en contra del despojo, la explotación y el desprecio.»
Preámbulo, dos situaciones
1
En el 2015, doña Sonia me comentó que un inspector municipal agredió a una mujer que estaba sentada a su lado, mientras vendían sus muñecas y bordados tradicionales sentadas en el atrio del templo de Santo Domingo en la ciudad de Querétaro. El inspector las abordo para exigirles de mala manera que levantaran las cosas que andaban vendiendo y se fueran de allí, ante el reclamo de las mujeres, el inspector se dirigió a la acompañante de doña Sonia y le dijo “aquí si vienen a andar de contestonas ¿verdad? pero allá en su rancho nadamas andan de chillonas cuando sus esposos les dan sus chingadazos”.
Actualmente doña Sonia, consiguió obtener un espacio en el Centro de Desarrollo Artesanal Indígena (CEDAI), donde pone a la venta las muñecas y carpetas bordadas que ella elabora. Este espacio, entre otras cosas, busca regular la venta ambulante que realizan las/os artesanas/os indígenas. Doña Sonia dice que obtiene menos dinero vendiendo en el CEDAI que en la vía pública, porque “[el lugar] está muy escondido“, pero tiene que estar algunos días allí porque si no pierde el espacio que le otorgaron. No obstante, doña Sonia sigue vendiendo sus creaciones en la vía pública por las noches.
Aunque la imagen de las muñecas que elaboran las mujeres indígenas se ha tomado como icono dentro de las estrategias oficiales de turismo, las artesanas que venden sus productos de forma ambulante, se enfrentan a los inspectores municipales que les impiden la venta en ciertos lugares y horas. El Reglamento para el desarrollo de las actividades en la vía pública del municipio de Querétaro, del cual se desprende la figura del inspector municipal, parece ser uno de los reglamentos favoritos de las cámaras de comercio que constantemente están exigiendo a las autoridades municipales el freno el comercio informal, como el de las artesanas, pues consideran que esta actividad afecta sus negocios. Basta leer las notas periodísticas que hay al respecto para darse cuenta de ello.
2
El 16 de mayo del 2016 en el periódico El Universal, en la sección de Cultura, se leía una nota [1] en la que, se daban a conocer un proyecto emprendido por jóvenes investigadores de la Universidad Autónoma de Querétaro, que a su vez son fundadores de una empresa de diseño, fabricación y distribución de “juguetes populares”; dicho proyecto trata de una “muñeca bilingüe”.
Una de las investigadoras-empresarias declara que gracias a la difusión que han hecho en medios y redes sociales, la muñeca ha tenido buenos niveles de aceptación y han logrado que los contacten de varios estados de la república y de países como Francia, España e Italia para adquirir el producto. El nombre de esta muñeca es Xahni.
***
Xahni es una muñeca de tela que tiene el mismo diseño de las muñecas tradicionales o muñecas de bola que se realizan en varias comunidades del sur del estado de Querétaro, particularmente de población indígena, como es el caso de Santiago Mexquititlán y San Ildefonso Tultepec. A primera vista, Xahni es igual a cualquier otra muñeca tradicional, con la diferencia de que ésta lleva en su interior un dispositivo electrónico que reproduce audios, es decir, es una muñeca que habla. Otra diferencia importante es que Xahni es un producto registrado por una microempresa llamada Yosoyoho de la ciudad de Querétaro; los que la distribuyen para su venta no son indígenas, sino personas que han trabajado con poblaciones indígenas del estado de Querétaro, como es el caso del representante de la empresa, el antropólogo Román Sauza.
Desde el 2016, integrantes de la microempresa Yosoyoho han presentado el proyecto de la muñeca Xahni en varios espacios y medios informativos. En palabras de Román Sauza: “Yosoyoho es una empresa queretana, somos aproximadamente siete colaboradores, entre pedagogos, socioterritoriales, antropólogos, sociólogos, que estamos preocupados por reconocer los usos y costumbres de los pueblos indígenas, pero pues bueno, también tenemos allí el carácter aplicado, entonces queremos que nuestros juguetes en Yosoyoho ayuden a la resolución de los problemas contemporáneos de estos pueblos” [2]. Por este carácter aplicado y “comprometido con la sociedad” crearon un objeto lúdico, innovador y atractivo: Xahni. Como ya lo mencione, se trata de una muñeca tradicional, que en su interior lleva un dispositivo electrónico que al oprimirlo reproduce seis frases en otomí y su traducción al español, de igual forma, lleva bordadas en la falda palabras en dicha lengua indígena y su equivalente en español. La razón de estas innovaciones, según este grupo de microempresarios, responde al propósito de que ésta muñeca contribuya a la revitalización de la lengua otomí. Las palabras bordadas y los audios, se anuncian como tácticas pensadas para que los hablantes de dicho idioma no dejen de hablar.
Además del traje tradicional, la muñeca porta un calzado tipo converse. Para Sáuza: “…un elemento muy significativo son los converse. Nosotros también queremos decir que la cultura otomí es dinámica, que cambia, que está en contacto cultural y los converse es una forma de reconocer que la mujer se ha tenido que incorporar a las dinámicas económicas, entonces camina bastante y bueno, los huaraches y los zapatos que utilizaban antes pues las ampollaban o les quemaban los pies, entonces bueno, los converse es una manera de decir cambia, tiene contacto cultural” [3]. Como es un proyecto generado por científicos sociales, esta iniciativa se ha presentado en espacios académicos y culturales, anunciándola como un proyecto social e incluso, como producto de la antropología aplicada.
Sin duda, es necesario realizar acciones que vayan encausadas al reconocimiento de las lenguas indígenas y a su revitalización, acciones que le hagan frente a las estructuras y discursos que formen el abandono de las mismas. Nos enfrentamos a un sistema de educación oficial que no cuenta con los mecanismos eficientes para que los procesos de educativos se lleven a cabo en las lenguas maternas o con programas realmente bilingües, a instituciones de gobierno que ofrecen sus servicios en sus distintas áreas solo en español, nos encontramos con un sistema de justicia que en términos pragmáticos no es accesible, en la mayoría de los casos, a las personas que hablan una lengua indígena. Observamos que el problema del abandono de las lenguas indígenas responde a un complejo entramado de causas de orden estructural, a un sistema occidental, integracionista más que intercultural, con políticas lingüísticas que legitiman unas lenguas más que otras.
De entrada, sorprende que científicos sociales como los que colaboran en Yosoyoho tengan un discurso tan laxo cuando hablan de los “problemas de los pueblos contemporáneos”, el “contacto cultural” (haciendo un reduccionismo banal al tratar el tema con unos converse) y sobre la revitalización de la lengua. ¿Es posible que las muñecas cuyos costos oscilan entre los $ 400 y 600 pesos, que se venden por internet y en algunas tiendas del centro de la ciudad de Querétaro, pueden coadyuvar a que las/os hablantes del otomí conserven su lengua, o que las/os niñas/os niños tengan en el interés por aprender la lengua de sus antecesores? ¿Quiénes podrían hacer uso de estas costosas muñecas? Al parecer, no se está buscando que esta muñeca llegue a un alto número de personas que hablan o entienden el otomí, si no a las personas que puedan comprarla, entonces ¿en dónde está la revitalización, si no es accesible para los grupos qué hablan o entienden la lengua? Supongamos que la muñeca ha llegado a una población otomí en la que hay pocos hablantes de la lengua, ¿las seis frases del dispositivo electrónico de la muñeca, realmente tienen tendrán impacto para contribuir a la resolución del problema citado?
Parece que el tema de la “revitalización de la lengua” como objetivo trasversal del proyecto, responde más una estrategia mercadológica. Presentar un objeto que se ligue con alguna causa social resulta un buen gancho para la venta, y más si se trata de un objeto tan florclorizado como las muñecas tradicionales otomíes. Aquí hay un punto importante a resaltar; los integrantes de Yosoyoho están compitiendo de una manera deshonesta con las personas que se dedican a la elaboración y venta de las muñecas tradicionales, especialmente mujeres, mismas que se reconocen como parte de los pueblos autores de estas creaciones. Estos microempresarios han tenido acceso a diversos espacios; centros culturales y educativos les han abierto las puertas e incluso se han colado en medios de comunicación masiva (como los espacios del gobierno del Estado de Querétaro que les apoyó con difusión [4]) para dar a conocer su producto. Mientras tanto un gran número de mujeres indígenas siguen vendiendo estas muñecas en la vía pública, en ciudades como Querétaro, en medio de los enfadosos regateos y del acoso de los inspectores municipales.
Los socios de Yosoyoho, los universitarios que tuvieron el privilegio de trabajar en campo en comunidades indígenas, están ganando dinero de un diseño que no les pertenece, lucrando con el conocimiento y saberes de otras/os, banalizando la importancia del reconocimiento de la cultura de los pueblos indígenas, particularmente de los pueblos otomíes de Querétaro, tomando las palabras del idioma otomí como plus para su producto. No estamos hablando de un proyecto horizontal, impulsado junto con mujeres y hombres de las comunidades donde se elaboran estas muñecas, ni mucho menos de una cooperativa, sino de jóvenes emprendedores que vieron en las muñecas tradicionales un nicho de mercado. Se trata de un despojo. Están obteniendo ganancias de una creación que no les pertenece, y que por sus condiciones privilegiadas, ganan más que las mujeres indígenas que desde hace años han comercializado estas muñecas [5].
¿Qué hace la muñeca Xahni en una exposición de culturas populares en el municipio de San Juan del Río? ¿O un mural de dicho producto a las afueras del Centro Educativo y Cultural del Estado de Querétaro? ¿Reivindicando los derechos de las/os otomíes? ¿Pugnando por el reconocimiento del trabajo de las artesanas o denunciando el acoso de los inspectores cuando éstas venden en los espacios públicos? No, son estrategias de mercado, publicidad bien pensada, presentada como un proyecto cultural.
¿Qué nos dice Xahni? Nos dice que todo se pude mercantilizar, incluso la problemáticas sociales. También nos explica como el mercado va fagocitando discursos y conceptos que nacen desde la investigación y el trabajo comprometido con las comunidades, adecuándolos a su estrategia de ventas. Una de las cosas más tristes que nos comunica Xahni, es la existencia de científicos sociales que hacen uso de sus saberes y relaciones, para sustraer técnicas y conocimientos, es decir recursos, lucrar con ellos, y edulcorar este abuso con el discurso de la pertinencia social o el carácter aplicado.
Se ha dicho que este proyecto es antropología aplicada, y sí es así, denuncio esta antropología de la usurpación, poco ética y cuya aplicación gira en astucias para el éxito de un producto, con el fin de beneficiar a un grupos de empresarios a costa de otras/os. Apostemos por una antropología que se sume a los proyectos, nacidos desde distintos lugares y pueblos, en contra del despojo, la explotación y el desprecio.
Por: Julio César Borja Cruz
Notas:
[1] “Xahni, la muñeca que habla español y otomí”, El Universal¸ 16 de mayo del 2016. http://www.eluniversal.com.mx/articulo/cultura/artes-visuales/2016/05/16/xahni-la-muneca-que-habla-otomi-y-espanol, consultado el 1 de abril del 2017.
[2]Entrevista en el programa Presencia Universitaria, publicada en la red el 4 de abril de 2016, en el canal de YouTube de TvUAQ. https://www.youtube.com/watch?v=qSMgDRQw6FM, y consultado el 1 de abril de 2017
[3]Entrevista en el programa Presencia Universitaria, publicada en la red el 4 de abril de 2016, en el canal de YouTube de TvUAQ. https://www.youtube.com/watch?v=qSMgDRQw6FM, y consultado el 1 de abril de 2017.
[4]Video en que se encuentra en el canal de Gobierno del Estado de Querétaro, publicado el 15 de junio de 2016 https://www.youtube.com/watch?v=PLc5M–G_hM, consultado el 01 de abril de 2017.
[5]Un caso similar es el de la diseñadora de modas francesa Isabel Maranat, que en el 2015 fue acusada por plagio del diseño de las blusas tradicionales del municipio mixe de Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca.
Fotografía tomada de: http://conacytprensa.mx/index.php/ciencia/humanidades/7192-xahni-la-muneca-otomi-que-habla