Brasil: El Nuevo Terrorismo
A propósito de la película de Adirley Queirós «El Blanco Afuera, El Negro Adentro»
«… No se trata de una mera ficción científica, sino de una ficción científica brasileña, o mejor dicho, de una nueva ficción científica, inédita en cualquier filmografía. La película de Adirley destruye los límites del tiempo diagnosticando los problemas del país que el tiempo nunca logró borrar. El tiempo de Brasil y el de la propia película son estáticos frente a nuestra impotencia en resolverlos. Si en la serie Mad Max la humanidad caminó hacia la decadencia y la destrucción, en El Blanco Afuera, El Negro Adentro, la humanidad jamás salió de su lugar, nació de la propia destrucción. Y en la destrucción permaneció. La película nos muestra un Brasil que se vició en lo que tenía de peor para construir su propia historia, hecha de sangre a cada día, sin cesar.
El Blanco Afuera, El Negro Adentro nos muestra la periferia con la mirada interna, de dentro hacia fuera, como poquísimas veces se vio en el cine nacional. No satisfecho en subvertir los conceptos de documental, ficción, ficción científica y tiempo, Adirley subvierte también el concepto de política y de venganza. Su venganza, aun explotando Brasilia, es sutil, noble, viene en forma de arte. Arte como insulto. La belleza como violencia (la manera con la cual el Brasil a lo largo de su historia siempre respondió a sus desventuras). Estamos frente a una nueva especie de terrorismo, artístico, fatal como trasformación estética y política para quién asiste. Con la intención de explotar Brasilia, Adirley acabó explotando (para el bien) el propio cine brasileño. Destruir para reconstruir…»
El Nuevo Terrorismo
El Blanco Afuera, El Negro Adentro (Branco Sai, Preto Fica [1]), de Adirley Queirós parte de un trágico hecho real ocurrido en un baile “função”, de Black Music, en los años 80, en la ciudad de Ceilândia (2). Frecuentado por jóvenes con edad promedio de 16 años, el baile fue invadido por soldados de la policía que llegaron en caballería y helicóptero, y sin motivos comenzaron un espectáculo de violencia contra sus frecuentadores.
Dos personajes/actores son los conductores de esa memoria no cicatrizada. Marquim (Marquinho da Tropa) y Sartana (Shokito), ambos fueron víctimas de violencia ocurrida en el baile de Ceilândia. A Marquim le dieron un disparo y quedó parapléjico. Sartana intentó fugarse por la puerta de enfrente, fue atropellado por la caballería, tuvo una pierna aplastada y amputada. Estamos frente a una tragedia corriente en el cotidiano brasileño. Crímenes de violencia por parte del Estado contra la población pobre y negra. Este factor podría llevar la película solamente a una naturaleza trágica, pero Adirley propone un nuevo e inédito abordaje, crea lo que él mismo denomina “película venganza terrorista”.
Ver triller de la película:
Pese a que Adirley denomina El Blanco Afuera, El Negro Adentro como película de género, él opta por un proceso de desconstrucción del propio concepto de género. Primero, parte de un acontecimiento real para construir una ficción y transforma esa ficción en película venganza. Como si fuera una promesa de justicia o ajuste de cuentas, sus personajes, tras desventuras, retornan para revidar el trato violento que la sociedad les dio. Los personajes son como hijo nacidos muertos de la patria que retornan para explotar los vicios de un Brasil calcado en los moldes del período colonial y esclavista. Sólo se contentarán con la destrucción total. Destruir para reconstruir. Y en la película en cuestión, lo que debe ser destruida es Brasilia.
En la parte ficcional de la película, Marquim es un DJ de radio que en sus programas nos narra el pasado (documental) de la vida en Ceilândia, de los bailes black, sus narraciones son nostálgicas, A veces divertidas y a veces melancólicas. El personaje guarda dentro de su casa una máquina que destruirá Brasilia con música de las periferias. En la compañía del DJ Jamaica, Marquim graba en un registro documental grupos de rap, romántica, forró (3) electrónico, funk. Su bomba sonora es la antítesis de la cultura del “buen gusto” de las clases dominantes, he aquí su venganza. Sartana es un personaje sereno e inteligente, hace muchas actividades manuales, arregla piernas mecánicas, dibuja, cuida de su casa y da buena forma a su cuerpo, parece estar siempre en pleno equilibrio, ayuda a Marquim a construir la bomba que explotará Brasilia con el sonido de la periferia. Ambos personajes nos confunden, traen mucho de los propios actores, se mezclan. En las partes documentales y ficcionales de la película, nunca tenemos seguridad de estar frente a Marquim o Marquinho da Tropa, lo mismo ocurre en relación a Sartana y Shokito.
En su película anterior, Adirley ya había osado ultrapasar los límites entre ficción y documental al mezclar en la misma película los personajes Dandara (documental) y Dildu (ficción). Ambos compartían el mismo espacio geográfico, Ceilândia. Sus trayectos, ficcionales o documentales, convivían con enredos comunes del cotidiano, se tornaban compatibles entre sí o a cualquier espacio suburbano del mundo. El drama de Dildu conseguía ser más denso que un simple drama ficcional, reflejaba la propia posibilidad de lo real. Su naturaleza era tan posible y tan viva, dialogaba tanto con la calle y con la vida de tantas personas y del propio actor que acaba por superar el propio género documental.
Un tercer personaje de El Blanco Afuera, El Negro Adentro, Dilmas Cravalanças (Dimas Durães), viene del futuro en su nave/máquina del tiempo para juntar prueba para enjuiciar el gobierno por los crímenes de violencia contra la población de baja renta. Dimas es un personaje fuera de control, viene de un futuro devastado bajo el gobierno de la Vanguardia Cristiana. La nave de Dimas es un simple contenedor, en su interior, entre luces, agitaciones o tranquilidad, el personaje viaja en el tiempo, junta pruebas, fotos del baile, se expresa a través de aglutinaciones de frases y pensamientos desconectados. Dimas es un personaje desesperado, venido de un Brasil asesinado, por el racismo, por la intolerancia religiosa, por la ganancia salvaje de la clase dominante. Parece haber salido de una película de Sganzerla o Candeias. La velocidad con que dispara sus pensamientos u observaciones es una especie de exteriorización del pensar humano silencioso, algo parecido, pero de modo diferente, ocurría cuando los ángeles en la película de Win Wender, Alas del Deseo, leían los pensamientos de las personas: las frases se mostraban sueltas y se encajaban de alguna manera, aunque confusas. El cerebro de Dimas Cravalanças está a muestra para el espectador, vivo, pulsante y pese a no parecerlo, goza de extrema lucidez. El retorno de Dimas del futuro al presente cobrando las injusticias del pasado, no deja de ser también una especie de venganza. No es fortuito que las inflamadas palabras finales de Dimas hayan dado lugar lugar al funk de MC Dodô:
Bomba explota en la cabeza y destroza al ladrón
Destruyó al toque la neurona que apacigua la razón
Lo voy a cobrar y seguro la guerra la voy a ganar
Los brothers y las carreras me van a ayudar
La ruptura de límites entre documental y ficción ya fue demostrada en el pasado de modo brillante en películas como Moi, Un Noir (Jean Rouch) o Iracema, Uma Transa Amazônica (Jorge Bodanzky/Orlando Senna). Además de romper esas barreras, Adirley resuelve transformar la ficción que podría ser real o documental en ficción científica. Estamos en una Ceilândia del futuro. Nadie puede ir a Brasilia sin tener pasaporte o visa. Los vecinos no deben salir de su espacio periférico, no muy diferente a como ocurre hoy en día con la población más pobre teniendo que vivir en lugares cada vez más distantes. El futuro de Adirley es ahora. La ficción científica de Adirley, además de flirtear todo el tiempo con lo documental, transforma sus limitaciones financieras en apogeo (como José Mojica Marins en sus primeras películas). El Blanco Afuera tiene un presupuesto insignificante. La salida fue caminar hacia la creatividad. La nave de Dimas es un contenedor, la bomba con la que Marquinho explotará Brasilia es una simple caja de metal, la manera con que Sartana hackea una pierna mecánica es filmada de modo simple y sin mayores recursos. El final apocalíptico es mostrado en forma de comic, hecho a lápiz. En momento algún echamos de menos efectos especiales. Así, El Blanco Afuera, El Negro Adentro acaba siendo una lección de cómo el cine de cada lugar del mundo debe procurar su propio camino sin rendirse a las tendencias hollywoodianas.
Adirley suele clasificar su película como “película de televisión”, dice que su película es como Mad Max (George Miller), Blad Runner (Riddley Scott), Bruce Lee, película de acción, película para ser vista comiendo palomita. Sin embargo, el director opta por inventar su propia película de televisión, con su propio lenguaje, la película de televisión que es posible ser realizada en Ceilândia. La película tiene un tiempo propio, casi oriental, dialoga de cierta manera con Yasujiro Ozu, tiene muchas cámaras estáticas. La acción de la película se refleja en los movimientos de los ascensores de la casa de Marquim o del metro, movimientos verticales y horizontales. Ese conjunto de elecciones tan originales y adaptadas a nuestra realidad resulta ser el punto fuerte de la película.
El concepto de tiempo y espacio de un Volver al futuro (Robert Zemeckis) y demás películas estadounidenses de ficción científica (exceptuando 2001 de Stanley Kubrik) quedan pequeños e ingenuos frente a la complejidad de El Blanco Afuera, El Negro Adentro. Adirley recurre al pasado del país para hablar del presente y del futuro hacia el cual caminamos. Saca a la superficie fantasmas del pasado del país, de los cuales nunca logramos desvincularnos a lo largo de la historia, como la esclavitud, opresión por parte de las clases dominantes, dictadura militar y violencia. Todos los temas (del futuro) que la película aborda son radicalmente actuales: aislamiento periférico, violencia policiaca, los evangélicos en el poder (Vanguardia Cristiana). El dramaturgo Plínio Marcos decía que mientras Brasil no cambie, sus obras seguirían asustadoramente actuales. Lo mismo ocurre en la película
No se trata de una mera ficción científica, sino de una ficción científica brasileña, o mejor dicho, de una nueva ficción científica, inédita en cualquier filmografía. La película de Adirley destruye los límites del tiempo diagnosticando los problemas del país que el tiempo nunca logró borrar. El tiempo de Brasil y el de la propia película son estáticos frente a nuestra impotencia en resolverlos. Si en la serie Mad Max la humanidad caminó hacia la decadencia y la destrucción, en El Blanco Afuera, El Negro Adentro, la humanidad jamás salió de su lugar, nació de la propia destrucción. Y en la destrucción permaneció. La película nos muestra un Brasil que se vició en lo que tenía de peor para construir su propia historia, hecha de sangre a cada día, sin cesar.
El Blanco Afuera, El Negro Adentro nos muestra la periferia con la mirada interna, de dentro hacia fuera, como poquísimas veces se vio en el cine nacional. No satisfecho en subvertir los conceptos de documental, ficción, ficción científica y tiempo, Adirley subvierte también el concepto de política y de venganza. Su venganza, aun explotando Brasilia, es sutil, noble, viene en forma de arte. Arte como insulto. La belleza como violencia (la manera con la cual el Brasil a lo largo de su historia siempre respondió a sus desventuras). Estamos frente a una nueva especie de terrorismo, artístico, fatal como trasformación estética y política para quién asiste. Con la intención de explotar Brasilia, Adirley acabó explotando (para el bien) el propio cine brasileño. Destruir para reconstruir.
Notas de la traducción
* Genial multiartista brasileño, Kiko Dinucci es uno de los más importantes nombres del heterogéneo nuevo mundo musical del país, pudiendo bajarse los CDs de sus diferentes proyectos (en los que se encuentran otros brillantes músicos, como Romulo Fróes, Thiago França y su gran parceira Juçara Marçal) en su página web: http://www.kikodinucci.com.br/, en dónde también se encuentran los enlaces a su primer documental Dança das Cabaças – Exu no Brasil, a sus grabados y a su blog de crítica cinematográfica, del cual hemos traducido este texto y estamos en proceso de traducir otro, La guerra entre Itamar Assumpção y su tiempo, sobre el más importante músico brasileño del último cuarto del s. XX.
[1] “Branco sai, negro fica” fue la frase que dijo uno de los policías a quienes estaban en el baile.
(2) Ceilândia es el resultado de la prepotencia de las élites brasileñas que no previeron la atracción de la población pobre del país hacia Brasilia. Adirley ha realizado una excelente película sobre la ciudad, disponible en Youtube, con audio y subtítulos en portugués: https://www.youtube.com/watch?v=w-m_6JnpzKs. El director viene de una familia de seis hijos que se desplazó hacia Brasilia tras haber sido expulsada de su tierra por un latifundiario en el estado de Goiás. Para más información, vean la entrada de Wikipedia sobre la ciudad, de dónde saco la cita abajo:
En 1969, con apenas 9 años de vida, Brasilia tenía ya casi 80.000 habitantes viviendo en favelas. Las favelas se posicionaron como uno de los problemas sociales más importantes en la agenda brasiliense. Reconociendo la gravedad del problema, el gobernador Hélio Prates da Silveira solicitó la erradicación de las favelas a la Secretaría de Servicios Sociales. Ese mismo año fue creada la Comisión de Erradicación de Favelas. Fue entonces creada la Campaña de Erradicación de las Invasiones (C.E.I.). Se creó una zona, al norte de Taguatinga (en las antiguas tierras de la Fazenda Guariroba) para transferir a los habitantes de las favelas más cercanas al Plano Piloto. A partir de las siglas C.E.I. se creó el nombre de Ceilândia. El 27 de marzo del 1971, el gobernador Hélio Prates daba un paso fundamental para la entonces ciudad-satélite de Ceilândia. Ese día se transfirieron las primeras 20 familias a Ceilândia.
Hoy, la ciudad posee cerca de 398.374 habitantes (PDAD 2010/2011) y es la región administrativa con más habitantes del Distrito Federal.
(3) Forró es un género musical del noreste de Brasil, cuya popularidad es enorme en todo el país, sobre todo en las periferias.