A quince años de la Guerra del Agua

DSC_0018«…Cochabambinos y cochabambinas, necesitamos recuperar nuestra memoria, conocer la importancia mundial para los pueblos de lo que fue nuestra lucha hace 15 años. Es hora de que nuevamente nos pongamos de pie, perdamos el miedo, recuperemos la confianza y repongamos la agenda del agua que –reiteramos– fue construida colectivamente en las jornadas de abril del 2000, no sólo desde la perspectiva de que este regalo de la naturaleza llegue a todos y todas, que riegue nuestros campos y huertos, que podamos disfrutar de nuestros ríos y lagos, que podamos mojarnos con la lluvia que cae del cielo para reconstituir esos espacios de abril donde dialogamos, discutimos, propusimos, decidimos y ejecutamos y tomemos, como en el 2000, en nuestras manos, la construcción y el disfrute de una vida digna y caminemos juntos y juntas, como en esas jornadas, el camino que nosotros y nosotras decidamos sin patrones, sin caudillos y sin partidos.» Así Sí. Carajo!!

 

El día 7 abril de 2015 se realizó la conferencia de prensa rumbo al encuentro “A 15 años de la Guerra del Agua” a desarrollarse en ambientes del CEDIB el día jueves 09 de abril a hrs. 08:30 am. Oscar Olivera, portavoz de la Coordinadora en Defensa del Agua y la Vida, expresó ante la opinión pública una conmovedora declaración a propósito de este suceso histórico que marco un hito en la historia moderna de Bolivia.

Entre noviembre de 1999 y abril del 2000, nosotros y nosotras, las y los habitantes de este aguerrido y hermoso Valle, hicimos la Guerra del Agua.

Nuestra lucha tuvo un profundo sentido histórico, político, humano y de dignidad.

 

Histórico porque la memoria de nuestro Pueblo le dijo ¡Basta! al despojo y al saqueo sistemático y criminal de nuestros bienes comunes, de nuestras riquezas expresadas en los regalos generosos de nuestra Pacha mama por parte del capital transnacional, en una permanente y delincuencial complicidad con los gobernantes de turno. Y defendimos el agua para seguir conviviendo con ella, para compartirla y para que esté al alcance absoluto de todas y todos los seres vivos.
 
Expulsamos a una de las transnacionales mas voraces del planeta: la estadounidense Bechtel.

 

Tuvo un sentido político y humano porque la unidad, la organización, la movilización, los procesos de deliberación, de toma de decisiones colectivamente, de los cientos de asambleas y cabildos en barrios, comunidades, sindicatos y comités de agua, hicieron posible devolver a la política su sentido real, para dejar de ser que unos cuantos gobiernan o mandan sobre el resto, para convertirse en la intervención directa de la gente en los asuntos públicos que más le afectan y en la capacidad de auto regular una forma de convivencia social basada en la confianza mutua, en el respeto, la solidaridad, la reciprocidad, la complementariedad. Los valores recuperados  al calor de las angustias y las esperanzas, de las tristezas y alegrías, de las debilidades y fortalezas, hirieron de muerte a un sistema de partidos y caudillos y desmantelaron una institucionalidad excluyente, racista, autoritaria, donde la gente sencilla y trabajadora no existía.

 

DSC_0022Logramos expulsar al Estado de nuestro territorio para comenzar a auto-gobernarnos. Arrinconamos al ejército y la policía. No existían mas los partidos políticos, menos “la autoridad.” La autoridad éramos nosotros y nosotras, los miles de jóvenes, mujeres, hombres, ancianos y ancianas, niños y niñas, del campo y la ciudad.

 

Esa recuperación de valores y actitudes posibilitó la pérdida del MIEDO y el que volvamos a confiar el uno en el otro, la una en la otra, es decir, entre todos y todas.

Demostramos que es posible construir en las calles y los caminos un nuevo tipo de convivencia social y de relacionamiento, nos sentimos y tratamos como hermanos y hermanas, como iguales, no como enemigos o ajenos. Eso hicimos en ese espacio de horizontalidad, de democracia directa que se llamó LA COORDINADORA.

Hoy luego de 15 años de la Guerra del Agua, hay tareas pendientes que quedaron en la agenda de nuestras asambleas y cabildos: decenas de barrios y comunidades no tienen agua suficiente y de calidad, los avasalladores de tierras están poniendo en riesgo las áreas agrícolas y de recarga hídrica, las cuencas se van cada vez deteriorando, Misicuni es un engaño hasta hoy, la institucionalidad del agua es inexistente o absolutamente débil, está basada en la inoperancia, ineficiencia, corrupción y la visión del agua está establecida en relaciones de mercantilización y/o poder, es decir estamos, no solo, dejando de vivir con el agua, sino ante todo estamos dejando de convivir con el agua.

Cochabambinos y cochabambinas, necesitamos recuperar nuestra memoria, conocer la importancia mundial para los pueblos de lo que fue nuestra lucha hace 15 años. Es hora de que nuevamente nos pongamos de pie, perdamos el miedo, recuperemos la confianza y repongamos la agenda del agua que –reiteramos– fue construida colectivamente en las jornadas de abril del 2000, no sólo desde la perspectiva de que este regalo de la naturaleza llegue a todos y todas, que riegue nuestros campos y huertos, que podamos disfrutar de nuestros ríos y lagos, que podamos mojarnos con la lluvia que cae del cielo para reconstituir esos espacios de abril donde dialogamos, discutimos, propusimos, decidimos y ejecutamos y tomemos, como en el 2000, en nuestras manos, la construcción y el disfrute de una vida digna y caminemos juntos y juntas, como en esas jornadas, el camino que nosotros y nosotras decidamos sin patrones, sin caudillos y sin partidos.

Oscar Olivera Foronda

Fuente: Fundación Abril

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