Pruebas científicas: Minería y muerte desde hace 400 años y empeorando
En la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences se presentan los resultados de una investigación científica que documenta un crimen execrable e impune cometido por los conquistadores en contra de las comunidades indígenas. Como hasta hoy, el fin de la acumulación al servicio de la codicia, resultó superior a la vida de miles, seguramente cientos de miles. Lo grave no es únicamente que se haya demostrado esta masacre sino que, al momento de su documentación fehaciente, por parte de científicos, la codicia se ha incrementado y la capacidad de destrucción para acumular se ha multiplicado. Traducido en palabras simples: si entonces cometieron este delito contra pueblos y naturaleza que no pueden encubrir y por el que deberían enfrentar la obligación no sólo de compensar a las víctimas sino de reparar los daños cometidos y pagar su deuda con los pueblos andinos, hoy, sus herederos, las corporaciones mineras y extractivistas transnacionales, están destruyendo glaciares, contaminando fuentes de agua, destruyendo ecosistemas, expulsando y despojando comunidades, asesinando pobladores que les resisten y cometiendo, en suma, una masacre ambiental y humana mucho peor que la que este experimento documenta. El tono de esta noticia de Reuters, es el de un “hecho curioso” del pasado. Un “hallazgo espectacular” de científicos. Con esto pretenden encubrir lo que este hallazgo demuestra: la masacre desde el comienzo de la Conquista, continúa. Hoy, mientras las comunidades resisten el Proyecto Conga de la minera Yanacocha, cuyo símbolo es Doña Máxima Acuña Chaupe y su familia, el Perú, todo el Continente Americano de norte a sur, todo el planeta, está siendo sometido a un proceso extractivo mucho peor y más destructivo que el que queda demostrado por la ciencia. Hay, sin embargo, una diferencia consecuencia de la magnitud de esta destrucción para la codicia insaciable que cumple más de 520 años de impunidad y masacre: no habrá quienes descubran dentro de 500 años los efectos de lo que hoy amenaza con la destrucción inminente de la vida en el planeta precisamente porque, de no detener este proceso, el planeta no aguanta un siglo más. La noticia para nosotros, se levanta como un espejo en la cara de la conquista y de la ciencia que ha estado a su servicio para desarrollar tecnologías avanzadas de despojo: o este conocimiento les reclama exigir con evidencias el fin del proyecto de muerte para la acumulación, o seguirán siendo cómplices de este fin de la vida que se niegan a aceptar Doña Máxima y todos los pueblos en resistencia. Ciencia sí, pero ¿para qué y para quienes? Más acá de los científicos, el holocausto minero que se profundiza nos reclama levantarnos, todas y todos en el continente y detener a quienes para su privilegio insaciable matan pueblos, agua y la vida toda. ¿Cómo Así? Pueblos en Camino
Un glaciar peruano desvela la avaricia
de los conquistadores españoles
En esta imagen cedida y tomada en 2003, se ve una sección de hielo extraída por investigadores de la Universidad de Ohio en glaciar peruano Quelccaya. REUTERS/Paolo Gabrielli, cortesía de la Universidad del Estado de Ohio/Handout via Reuters
WASHINGTON (Reuters) – Después de vencer al Imperio Inca con armas superiores y un toque de traición, los conquistadores españoles buscaron satisfacer su ansia de riqueza forzando a la población local a trabajar en las minas de plata en condiciones extremas que cobraron muchas vidas.
Científicos revelaron el lunes pruebas de este amargo capítulo de la historia sudamericana, conservadas en una capa de hielo en los Andes peruanos en la forma de residuos de polvo metálico arrojado desde las minas a partir del Siglo XVI.
Las minas montañosas de Potosí en Bolivia eran la fuente más rica de plata del mundo.
Mientras que los incas habían extraído plata durante mucho tiempo, un nuevo método de procesamiento introducido por los españoles en 1572 aumentó drásticamente la producción, al tiempo que liberó polvo de plomo y otros contaminantes a la atmósfera.
La contaminación cayó sobre toda la región, incluyendo el Glaciar Quelccaya, ubicado unos 800 kilómetros al noroeste, en el sur de Perú.
El proceso de refino de los españoles implicaba pulverizar el mineral de plata, que contiene plomo y plata, lo que dejaba escapar polvo metálico a la atmósfera. El polvo se mezclaba con mercurio y la plata era separada por calentamiento de la mezcla para permitir que el mercurio se evaporara.
En un artículo de la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences, los científicos dijeron que perforaron en el glaciar a una altitud de unos 18.000 pies (5.600 metros) para aprender acerca de la contaminación del aire en el pasado.
La edad del hielo se determinó con precisión, ya que se estableció en capas discernibles causadas por la alternancia anual entre las estaciones secas húmedas y polvorientas.
Los contaminantes generados por las operaciones de plata de la época colonial española del Siglo XVI hasta el Siglo XVIII consistieron principalmente en plomo pero también había arsénico y otros elementos.
Los investigadores calificaron el descubrimiento como la primera más temprana de contaminación humana del aire a gran escala producida en América del Sur, comenzando más de dos siglos antes de la revolución industrial.
Los contaminantes eran recordatorios de «las condiciones tristes y el destino de decenas de miles lugareños explotados en las operaciones mineras de plata en la época colonial», dijo Paolo Gabrielli, científico ambiental de la Universidad Estatal de Ohio.
«Sus condiciones de trabajo deben haber sido verdaderamente terribles. Muchos murieron a causa del extenuante esfuerzo físico, pero también era frecuente que las galerías de las minas subterráneas se derrumbasen, enterrando y matando a cientos de personas», dijo Gabrielli.
El profesor de ciencias de la tierra de la Universidad Estatal de Ohio Lonnie Thompson describió al hielo de Quelccaya como la «piedra de Rosetta» para el estudio de la historia del clima, y añadió que las muestras también pueden revelar las temperaturas del pasado, la aridez y tal vez incluso la evolución de las bacterias y los virus.
El glaciar Quelccaya en Perú. REUTERS/Paolo Gabrielli, courtesy of Ohio State University/Handout via Reuters