Reactivación capitalista y guerras de demolición
Reactivación capitalista y guerras de demolición
Héctor Mondragón
El mundo está asistiendo a una cadena de guerras: Iraq, la antigua Yugoslavia, Somalia, Ruanda, Afganistán, Sudán, Chechenia, Congo, Osetia del Sur, Libia, Sudán del Sur, Malí, República Centroafricana, Siria, Ucrania y por enésima vez Iraq y Palestina. Las tensiones han rondado a Corea y aun más a Irán.
Cada conflicto tiene su historia, sus características y su dinámica, pero ninguno se puede entender si no se comprende su articulación con la economía capitalista internacionalizada y con los intereses del gran capital transnacional.
Es necesario entender que las guerras son un mecanismo de recomposición del capitalismo y en las condiciones actuales son esenciales para reactivar la economía capitalista mundial y en particular las economías europeas y norteamericanas.
Las guerras siempre han sido un mecanismo de despojo, de tierras, de territorios, de recursos naturales y de todo tipo de bienes materiales. Han sido también una forma de conquistar mercados y expandir las economías de los vencedores. La población despojada de sus bienes y medios de producción se convierte en mano de obra barata, esclavos en épocas anteriores, obreros baratos, desempleados que se emplean por cualquier cosa, migrantes sometidos a pésimas condiciones de trabajo, las peores cuando son “ilegales”.
En las crisis cíclicas del capitalismo, la guerra tiene además, otro objetivo, porque la causa principal de estas crisis, especialmente de las más graves, como la que comenzó en 2008, es la caída de la tasa de ganancia, es decir de la rentabilidad de las inversiones. Este descenso puede contrarrestarse mediante la destrucción de capitales,[1] que normalmente se cumple mediante una competencia desgarradora que inutiliza grandes masas de capitales provocando cierres o quiebras de numerosas empresas. El “libre comercio” entre países puede servir a ese propósito, provocando la ruina de empresas en el país más “atrasado”.
Pero además, en las grandes crisis es posible y necesario para los grandes capitalistas y así ha ocurrido históricamente, que la destrucción de capitales sea realizada físicamente, mediante las guerras., que además de destruir los capitales competidores o rivales y provocar así la propia reactivación mediante la destrucción de capital, le permite a la industria militar vender toda clase de armamento y a las demás empresas ganar contratos para la reconstrucción y adicionalmente, garantiza a los vencedores la acumulación mediante la apropiación gratuita de los recursos de los países conquistados, aprovechados como mercados y una vez producida la reactivación, convertidos en territorios de inversión nueva.
La masa de capitales destruidos en Iraq es enorme. Primero con el apoyo de Estados Unidos Sadam Husein desató la guerra Iraq-Iran, después vino la guerra del golfo y tras ella años de ataques y bombardeos de Estados Unidos hasta la destructora invasión de 2003 que permitió la reactivación de la economía norteamericana afectada por la crisis desde 2001. Ahora el norte de Iraq sufre una nueva invasión por las tropas de llamado “Califato de Iraq y el Levante”, que fue financiado y entrenado por Estados Unidos, Qatar y Arabia Saudita para derrocar al gobierno de Siria. En la práctica Iraq está ahora dividido en tres: norte, sur y Kurdistán iraquí.
Siria y Libia han sufrido también inmensas destrucciones de capital. Libia ra el país con mayor ingreso per cápita y más alto nivel de vida de África. Los bombardeos de la OTAN destruyeron infraestructura, empresas y locales de servicios públicos y el país quedó dividido de varias zonas de influencia de grupos armados sectarios de diferente índole, que continúan ahora la guerra entre ellos y continúan destruyendo el capital de Libia, mientras que el gobierno central es una ficción jurídica para firmar contratos petroleros.
En Siria la OTAN no pudo obtener carta blanca de la ONU para bombardear el país, pero como sustitución financió y entrenó grupos extremistas y los armó con explosivos de alto poder que desde tierra cumplieron y siguen cumpliendo un papel de fuerzas de demolición del país que no solamente ha destruido entidades, empresas e infraestructura sino bienes culturales resultados de siglos de historia siria que habían dejado un rico patrimonio cultural. También en Iraq, Afganistán y Libia muchos monumentos culturales han sido destruidos con pretextos religiosos iconoclastas y en Iraq los museos y sitios arqueológicos fueron saqueados por las tropas norteamericanas y decenas de profesores universitarios y académicos han sido asesinados.
Las nuevas guerras del Medio Oriente han facilitado el exterminio del pueblo palestino. El guetto de Gaza ha sido atacado por enésima vez por Israel, recodando la represión nazi del guetto de Varsovia. Los yacimientos de gas del mar adyacente han sido confiscados por Israel.
Se trata de un gran proceso de recolonización: La guerra de Libia desestabilizó la región central de África y ha dado la oportunidad a Francia de llevar tropas a Malí y la República Centroafricana, mientras ,la guerra continuó azotando el Congo y Somalia y se reinició con sevicia en Sudán del Sur, donde la cuestión religiosa fue sustituida por la étnica para continuar la destrucción, de la misma manera que en Malí la cuestión étnica que inició el conflicto fue sustituida por la cuestión religiosa.
La extrema manipulación de las identidades étnicas y religiosas y de los conflictos políticos y sociales ha sido la característica común en todos los casos, de modo que la capacidad de resistencia de los pueblos a la guerra es quebrada totalmente. En Iraq han terminado enfrentados sunitas y shiitas, yazidíes, cristianos, kurdos… En Siria alawitas y sunitas, cristianos, armenios, kurdos, Al Qaeda, el califato… En Libia los clanes de cada región, Al Qaeda, los pro OTAN, los kadafistas…
Un nuevo episodio de guerra de demolición para impulsar la reactivación se está desarrollando en el oriente y suroriente de Ucrania. Allí, la firma del acuerdo de libre comercio con la Unión Europea firmado por el nuevo gobierno ucraniano apoyado por grupos de ultraderecha y el conflicto étnico han desatado el separatismo y una guerra civil en la cual los bombardeos aéreos y de artillería destruyen ciudad tras ciudad, fábrica tras fábrica y aldea tras, aldea además de haber causado la tragedia de un avión civil malayo. Se trata de regiones industrializada de Ucrania, que además son las mayores productoras de carbón. Los alineamientos internacionales en torno a Estados Unidos y la Unión Europea, de un lado y a Rusia del otro, llevan al extremo las tensiones que mantienen y agudizan el conflicto. Cualquiera que sea el resultado de la guerra, la destrucción de capitales está garantizada.
No puede dudarse de la necesidad que tiene el capital transnacional de hacer la guerra para reactivar las economías. La recuperación económica internacional ha sido parcial y vacilante, algunos países como España y Grecia siguen padeciendo situaciones muy graves; otros se reactivan pero tiene caídas transitorias como Estados Unidos a principios de año; en otros como en Francia el desempleo sigue siendo problemático; en América latina la industria está en retroceso.
Los países más desarrollados, Europa, Japón y Norteamérica se encuentran en la fase descendente del ciclo largo, en la cual las recuperaciones son débiles y cortas y las crisis fuertes y prolongadas. Los economistas más serios han detectado o que Paul Krugman ha llamado “el retorno de la economía de la depresión”, caracterizado por una tendencia a la caída de la demanda agregada y de la utilización de la capacidad instalada de las empresas. Las recetas neoliberales de planes de ajuste a costa de los ingresos de los trabajadores y de la reducción de la inversión social y los servicios sociales, no han servido para salir del atolladero y en España y Grecia han garantizado el estancamiento.
Tyler Cowen es un economista estadounidense, destacado exponente del neoliberalismo del siglo XXI, autor entre otros de los libros Destrucción creativa y El gran estancamiento (“The Great Stagnation”). Según él la mayoría de los factores que históricamente impulsaron el crecimiento de Estados Unidos se han agotado. En su columna del New York Times del 13 de junio de 2014 ha planteado su opinión sobre la correlación directa entre crecimiento económico y guerra:[2]
La lentitud de continuación de un crecimiento económico en las economías de altos ingresos ha llevado a examen de conciencia entre los economistas. Ellos han mirado hacia la demanda débil, el aumento de la desigualdad, la competencia china, el exceso de regulación, la infraestructura inadecuada y a un agotamiento de las nuevas ideas tecnológicas como posibles culpables. Una explicación adicional del crecimiento lento está recibiendo atención… Es la persistencia y la expectativa de paz. El mundo no ha tenido tanta guerra de los últimos tiempos, al menos no en términos históricos… la mayor tranquilidad del mundo puede hacer que el logro de mayores tasas de crecimiento económico menos urgente y por lo tanto menos probable… la posibilidad misma de la guerra centra la atención de los gobiernos en lograr tomar decisiones básicas correctas. Puede parecer repugnante el encontrarle un lado positivo a la guerra en este sentido, pero un vistazo a la historia de Estados Unidos sugiere que no podemos descartar la idea tan fácilmente.
Para Cowen, en las circunstancias actuales la guerra tiene “un lado positivo” y aunque sea la amenaza de una gran guerra (¿mundial?) podría ayudar a superar el estancamiento, como con la carrera armamentista nuclear en los 50 y 60 del año pasado. ¿Servirá para eso Ucrania? Peligrosos juegos de guerra mundial.
Krugman ha insistido en otra vía, el aumento de la inversión social y sabe bien que son ls más ricos, los grandes capitalistas los que se oponen a un aumento de la inversión pública constructiva y sostenida que permitiría terminar la depresión. Sin embargo recueda lo que pasó en la Gran Depresión desde 1929, cuando, como ahora, voces influyentes advertían de los peligros de os gastos públicos excesivos y en consecuencia los programas de creación de empleo fueron muy pequeños. En 1937 la ilusión de la reactivación se vino abajo con otra recesión y en 1939 aunque ya había pasado lo peor, la depresión no había acabado. Pero la economía de Estados Unidos entró en guerra desde 1940, antes del ataque de Pearl Harbor y los gastos militares se dispararon. La amenaza de guerra extinguió las voces de la austeridad fiscal y abrió las puertas para la recuperación. “El objetivo de esos gastos era básicamente la destrucción, no la construcción”, pero la depresión acabó.[3]
Lo que uno podría concluir es que para el gran capital la inversión social no es rentable, la guerra sí e incluso la amenaza de una gran guerra. Pero seguro que no es así para la mayoría de la población mundial. Millones de personas pueden movilizarse por un futuro alternativo, contra la demolición de la vida; millones podemos parar y salir a las calles de todo el mundo a decir ¡basta ya de guerras!
9 de agosto de 2014
[1] Marx, Karl (1867-1894) El Capital III: 251-252. México: Fondo de Cultura Económica, 2ª ed. 1959.
[2]Cowen, Tyler (2014) «The Lack of Major Wars May Be Hurting Economic Growth«; New York Times, June 13, 2014.
[3]Krugman, Paul (2012) “Despejando con gastos nuestro camino para la prosperidad”; !Acabad ya con esta Crisis! Capítulo 2. Barcelona:Editorial Crítica.