Extractivismo: “Una Yaga en aumento en las venas de Sumapaz”

«…La crisis se destapa al evidenciar que en Sibaté no existen garantías de la calidad del agua, del aire, ni si quiera de la tierra en la que se cultiva y aun así se siguen otorgando licencias para permitir el avance de este tipo de actividades. 
 
Enfermedades como Silicosis generada al inhalar arena de sílice, así como también el diagnóstico de Asbestosis, Cáncer de Ovario, Mesotelioma y demás enfermedades derivadas, que son detonantes de las fibras de Asbesto, un mineral con el que aún se fabrican alrededor de 3000 artículos en el país, tanto así que Sibaté cuenta con una sede de Eternit, una empresa que fabrica tejas de fibrocemento con éste mineral que arrebata la vida de más de 110.000 personas al año. Es parte de la dramática situación de los Sibateños, que mueren a causa de tres empresas que  progresivamente han impactado y aumentado las tasas de mortalidad en la población al sur del Municipio…»
 

 

Extractivismo: “Una  Yaga en aumento en las venas de Sumapaz” 
 
Pareciera que hablar en Colombia sobre el sistema extractivo es más que una acción revolucionaria, un sacrilegio. Un país como el nuestro, Según Alberto Acosta, es un foco activo para las empresas dedicadas a la acción minero-energética., puesto que la riqueza se encuentra sustentada en la explotación y/o exportación de sus recursos naturales, dadas las dificultades y la inexistencia de programas para el desarrollo de una cadena económica del sector secundario y terciario, esto es la incapacidad de nuestro sistema de producir manufacturas y dedicarnos a los servicios. La incapacidad de nuestro sistema y la idea de desarrollo sustentada en el sector primario extrativista condena al país, al inminente subdesarrollo dada la “paradoja de la abundancia” o “la maldición de los recursos naturales”, extraemos y extraemos sin invertir e idear ningún modelo de transformación más que de tanto impacto ambiental”.
 
Ahora bien, este factor por consecuencia  predomina en cada rincón del país, debido a que el plan de desarrollo de la presidencia de la república sienta sus bases en el modelo adecuado a la locomotora minero-energética. 
 
La pregunta que formulo para todos los lectores es la siguiente, ¿Esta invasión en Sibaté tiene que ver con una lógica racista?
 
De seguro para la mayoría, el racismo se relega a dichas actitudes y afirmaciones “por falta de más ilustración”. Pero en realidad, el racismo es mucho más estructural, así como la crisis que enfrenta Sibaté. Las empresas que incursionaron en el territorio son parte de aquellos países cuya lógica de pensamiento nos sitúa en niveles elevados de subdesarrollo, es decir, somos “inferiores a su nivel de progreso” pero también fenotípicamente (color de la piel), de forma inminente permitimos que se ejerciera dicha autoridad, porque hoy presentamos una problemática que trasciende.
 
Por ende, reitero, es el caso de Sibaté, un municipio Cundinamarqués localizado en la provincia de Soacha a 27 Km del Sur de Bogotá. Un sector caracterizado por el impacto de diversas empresas, que han incursionado en un territorio que reclama autonomía en su embalse, en su aire y en la vida misma.
 
Si bien es cierto, esta imperiosa lucha de los Sibateños inició en el año 1967 cuando las aguas negras del rio Bogotá invadieron el embalse del muña, cuyo atractivo turístico aún es recordado con nostalgia en los habitantes antiguos, que rememoran con desdén y algo de rabia, el día en el que el derecho a su salud fue arrebatada por EMDESA, parte de la filial española EMGESA, quien convirtió el agua que un día fue transparente, en una cloaca que hoy es la entrada al municipio, pero que además es la entrada a un sinnúmero de dificultades que por años éste municipio ha reclamado.
 
La población durante los años noventa, encuentra el  diagnóstico de proporciones extremadamente elevadas de cáncer (en el pulmón y en el estómago), gripas anómalas, patologías epidérmicas e infartos. No hay contundencia en los informes elaborados, salvo un prospecto científico desde la Universidad de los Andes, que concluye que no existe ningún riesgo. Es entonces evidente, el vacío sobre el impacto generado por la emisión de gases del embalse del muña.
 
Es apenas obvio, que Sibaté no sólo ha presidido una batalla en contra de las bajas condiciones de vida por la afectación medio ambiental a la que ha sido sometida la población con EMGESA, sino que a falta de una problemática se sumaron otras más que actualmente son parte activa de la crisis estructural que enfrenta un territorio con un influyente potencial al éxito en todas sus actividades. 
 
A la crisis se suma el aprovechamiento del beneficio que otorga la presidencia de la república y el desconocimiento de los efectos a largo y corto plazo de la extracción de arena de sílice en cercanías a un ecosistema estratégico, como el páramo de Sumapaz, por parte de los habitantes. Llegando incluso a provocar uno de los efectos más nocivos en la salud de los pobladores aledaños, incluso a los lugareños a quienes les ofrecieron trabajo a cambio de la resistencia por el bien común, el agua. 
 
Esta multinacional italiana, Minerali Industriali adquiere en el año 2008 un yacimiento para la explotación de arena de sílice en el ecosistema de Bosque Andino en la vereda el Peñón de Sibaté, obteniendo además bajo el respaldo del Ministerio de Minas y Energía, una licencia de 30 años de funcionamiento; adicional del transporte de más de 40 toneladas diarias que encima de las grietas en las casas, el debilitamiento de las carreteras, la falta de señalización y las consecuencias nocivas en salud, realizan amenazas a aquellos que resistimos al avance de la acción invasiva y perjudicial de este “monstruo” mundial.
 
Hablar en orden meramente ortográfico de seguro descuidaría los sentidos que propongo establecer para hablar de la complejidad y el problema que enfrenta la población. Es a petición de los campesinos que surge el título del siguiente artículo, pues el detonante según ellos de la crisis es más que la Úlcera en el cuerpo humano, pues la palabra Llaga, remite al daño o infección en los tejidos de la piel. En este caso, “Yaga” trasciende, pues el recurso primario, como el agua está a punto de “Yacer”, debido al impacto del “Yacimiento” minero.
 
Tanto así, que los campesinos de las veredas San Miguel y el Peñón afirman que las cuencas de los ríos se redujeron de forma palpable, el Ph y el color del agua cambió, anidando uno de los problemas más grandes que el municipio enfrenta y enfrentará si esta catástrofe ambiental continúa actuando.
 
 Imagen Tomada por Miguel Ángel Forero
 
De igual forma, un líder de San Miguel con profundo dolor expresa que la fauna perteneciente a dicho ecosistema se ha visto damnificada en la alteración del orden biótico, “llegando al peligro de extinción” en una especie y en un caso determinado: el armadillo del páramo (1), “el guache”, una amenaza que sugiere a la arenera como la fosa de algunos más, en vista del deterioro de su hábitat.  
 
Agustín Zamudio explica que, el drama de los campesinos aumenta, al tener que salvaguardar animales de páramo con leche en polvo que logran conseguir de tiendas cercanas y días después de tener en sus brazos el cuerpo sin vida de los mismos, es la impotencia de ver morir aquellos que libremente corrían cerca a sus pasos.
 
Pero, la situación se acrecienta al ver el deterioro de la tierra, la arena que cubre las hojas de las plantas de los cultivos, acabando por enfermar y marchitar, el único sustento que tienen los campesinos. La problemática acalla las voces de los que sobreviven gracias a algunas hectáreas de siembra y enaltece a muchos que olvidaron que el sentido de la vida, está en inminente peligro. 
 
Foto tomada por Miguel Ángel Forero
 
La crisis se destapa al evidenciar que en Sibaté no existen garantías de la calidad del agua, del aire, ni si quiera de la tierra en la que se cultiva y aun así se siguen otorgando licencias para permitir el avance de este tipo de actividades. 
 
Foto tomada por Miguel Ángel Forero
 
Enfermedades como Silicosis generada al inhalar arena de sílice, así como también el diagnóstico de Asbestosis, Cáncer de Ovario, Mesotelioma y demás enfermedades derivadas, que son detonantes de las fibras de Asbesto, un mineral con el que aún se fabrican alrededor de 3000 artículos en el país, tanto así que Sibaté cuenta con una sede de Eternit, una empresa que fabrica tejas de fibrocemento con éste mineral que arrebata la vida de más de 110.000 personas al año. Es parte de la dramática situación de los Sibateños, que mueren a causa de tres empresas que  progresivamente han impactado y aumentado las tasas de mortalidad en la población al sur del Municipio.
 
El experto, el médico cirujano Julio Cesar Granada Camacho, atiende y reconoce la gravedad de la situación, tras años de realizar tratamientos, enfrentando los desastres que deja el sistema extractivo, el modelo desarrollista a cuesta de la vida de hombres y mujeres inocentes que mueren en las camillas y que en algunos casos han logrado salvarse en las manos de un hombre que dedica su tiempo completo a mejorar la calidad de vida de su gente.
 
Son ellos en conjunto, los que exigen que se haga una voz de protesta y que la gente conozca, la estructura de un proceso que hoy se desconoce. Las condiciones de vida dignas no deben estar supervisadas y controladas necesariamente por un experto en medicina para asegurar unos días, mientras el modelo extractivo continúa sus operaciones.
 
Bajo el uniforme de los trabajadores que exigen el derecho al trabajo, están los rostros de hombres y mujeres que en un municipio en el que se desconoció la profunda importancia del sentido de la vida y se alternó el desarrollo por extracción, anidan como camino la posibilidad de un sustento, que de seguro la agricultura y las actividades desprotegidas en el país, no les otorgará.
 
Fotografía tomada en la comisión séptima del senado de la república de Colombia. En la imagen aparecen: Julio Cesar Granada Camacho (Médico Cirujano), Carlos Elmer Velandia Barreto (Arquitecto), Senadora Nadia Blel Scaff, Catalina Suárez Criollo (Estudiante de Antropología y Arqueología).
 
Autora: Catalina Suárez Criollo
Octubre de 2015, Bogotá, Colombia.
 
(1) Palabras del líder de la Vereda San Miguel

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