Cálculos que matan y el imperativo de Cambiarlo Todo
“Si la industria transnacional de combustibles fósiles (al igual que toda la industria extractiva transnacional) siquiera señala que reducirá progresivamente, como lo exige la catástrofe climática en ciernes, la extracción y producción de estos venenos ambientales, de hecho, su supervivencia se verá amenazada de inmediato en los mercados especulativo-financieros.” Para sobrevivir, deben amenazar el planeta y la vida toda. ¿Donde Estamos? Pueblos en Camino
Cálculos que matan y el imperativo de Cambiarlo Todo
Naomi Klein, autora del libro This Changes Everything
En “Esto lo cambia todo” (This Changes Everything), Naomi Klein documenta, argumenta y demuestra de manera sustentada muchas cosas. Los expertos en el cambio climático han demostrado que es indispensable limitar el aumento de temperatura a 2º centígrados para evitar catástrofes irreversibles y globales.
Ello implica que, para fines de la década presente (2020), debería avanzar en firme la transición hacia combustibles no fósiles de modo que para el 2050 se haya suspendido definitiva y permanentemente su extracción y consumo. A pesar de estos datos y de tanto discurso verde, la última ha sido la década de mayor aceleración en la extracción y consumo de combustibles fósiles.
Peor aún, la explotación y consumo de combustibles fósiles no-convencionales (arenas bituminosas, fraccionamiento hidráulico de gas y petróleo etc.) cuyo proceso extractivo, procesamiento y consumo generan mucha mayor contaminación, destrucción de ecosistemas y calentamiento global han aumentado exponencialmente.
La industria transnacional de combustibles fósiles no sólo ha conseguido desmontar mecanismos de control, sino que, a través de un cabildeo intenso (lobbying) y del ejercicio directo de poder sobre y dentro de los Estados y organismos multilaterales y transnacionales, vienen diseñando e implementando políticas de desregulación que liberan y expanden la producción y consumo de los venenos que nos llevan hacia un exterminio observable y cuantificable.
Este absurdo resulta lógico y comprensible desde el punto de vista de las dinámicas de mercado de la economía global. Veamos
La extracción de combustibles fósiles no convencionales es mucho más costosa que la de los convencionales, por lo cual la industria ha invertido enormes cantidades de recursos desde Alberta hasta Brasil, pasando por Australia, Argentina, el Ártico y EEUU. Casi no hay un país en el mundo no afectado por este tipo de inversiones y proyectos.
La recuperación de esta inversión y la rentabilidad de la misma exige la garantía de seguir extrayendo durante décadas. Los mercados financieros, el valor de las acciones y los intereses de los inversionistas tiemblan ante el riesgo de “inversiones estancadas”, que no puedan recuperarse. La industria extractiva debe demostrar que la relación existencias-reservas es de por lo menos el 100% para evitar la huida del capital especulativo.
En otras palabras, la industria debe demostrar que va a seguir produciendo por lo menos la misma cantidad de combustibles fósiles que produce en el presente, durante la siguiente década. Si las políticas y acciones colectivas en defensa de la naturaleza, regulatorias y de protección ambiental limitan esta relación existencias-reservas, el mercado especulativo interpreta que se secará la fuente de combustibles fósiles y se perderá por ello la inversión.
La lógica de protección e incremento de rentabilidad de inversiones aplica de la misma manera a todos los sectores críticos para la economía capitalista transnacional y para la supervivencia del planeta (minería, agro-industria, megaproyectos de infraestructura etc.).
Si la industria transnacional de combustibles fósiles (al igual que toda la industria extractiva transnacional) siquiera señala que reducirá progresivamente, como lo exige la catástrofe climática en ciernes, la extracción y producción de estos venenos ambientales, de hecho, su supervivencia se verá amenazada de inmediato en los mercados especulativo-financieros.
Para sobrevivir, deben amenazar el planeta y la vida toda. Solamente con este ejemplo, único entre muchos, una vez más queda en evidencia que el capital es incompatible con la vida. Este no es un problema de las bolsas de valores o de los sectores involucrados. Es un asunto de vida o muerte que nos convoca. Afortunadamente hay otras lógicas, otros saberes, otras motivaciones y maneras de hacer que constituyen alternativas concretas ante esta aparente sin salida.
La destrucción para la acumulación no es inevitable. O como bien se viene manifestando: “Cambiemos el sistema, no el clima”.
*Pueblos en Camino. Especial para CORREO Canadiense, desde Puebla, México.
http://www.correocanadiense.com/2015/01/calculos-que-matan-y-el-imperativo-de-cambiarlo-todo/”