Rebeldía y resistencia, en paz y en guerra que nos niegan

El capital, la conquista, la masacre, la máscara que encubre el horror y el dolor, son contra-insurgentes: no sólo niegan la injusticia, el cúmulo de dolor y calamidades, sino que imponen y condicionan las rebeldías. Se adueñan de las luchas para nutrir también con estas y de estas su metabolismo, su relato de vencedores sin-salida. Luchadores y luchadoras, en sus triunfos y derrotas, en sus intentos, resumidos a través del resultado que ordena el poder para que sirvieran y sirvan al sentido del que sigue ganando. Párrafos en el argumento, para el guión de lo inevitable en la versión del poder que captura. Paz y guerra en rebeldía y resistencia y los resultados con las que son negadas y atrapadas: unas y otras, el otro del sistema. Su propiedad. Su producto, su argumento, aunque nunca lo fueran ni lo son. Juego macabro posible con la participación cómplice del público espectador: fichas esenciales de esta manera de someternos denigrando a quienes con la dignidad abren el camino.

“Pablo Catatumbo”, sin la menor duda, se entregó totalmente a una vida de sacrificio que solamente puede entenderse y explicarse por su compromiso total, desbordante, sin claudicar, por una sociedad otra, a pesar y en medio de sufrimientos y desafíos enormes. Colombia y el despojo que define a esta nación de horrores de codiciosos respaldados desde el imperio de la ganancia, lo empujaron a la guerra…lo obligaron a la guerra. Hizo la guerra y ha tenido que asumir los horrores cometidos y vivir los sufridos. Eso se dice, pero quién sabe lo que significa. Lo que se siente. Lo que se ha vivido. Lo que cambia en una persona capturada en el horror queriendo, a través de este y sin que lo destruya, mantener el horizonte y el camino. Fijado por la historia, siempre de los vencedores, aún de los vencedores, “Pablo Catatumbo” no cuenta su vida y si lo hace, capturado en el tiempo lineal del despojo, del espectáculo, de los bandos y la propaganda, de los actos que lo ataron, queda fijado en el límite que impide reconocer una humanidad en la constelación de un sistema que fabrica a los suyos y a los otros, también del sistema. En uno y otro lugar, aún sin buscarlas, encontramos momentos de esa vida que agrietan el poder de la historia que lo encierra. Alguien cuenta de una casa en Cali donde le salvan la vida cuando lo han mandado asesinar, siendo aún muy joven, acusado injustamente de traición. Lo salva, según cuentan, una mujer valiente que sale a la puerta en la noche y los confronta poniendo su vida de por medio. Otra vida, dedicada a la creatividad, al teatro, a darle voz a lo negado…lo salva ¿Será cierto? También cuentan de una de sus hermanas, hermosa, joven, madre de un hijo, que no sale como otras de sus familiares al exilio y es asesinada por Carlos Castaño. La historia que se acepta y se repite como rumor, que también contaron “informados” protagonistas, es negada aquí y ahora por Alfredo Molano Bravo quien por fin nos dice que no fue amante del asesino sino su víctima y esto le arranca al comandante su “última lágrima”. Se rompe el rumor del engaño y del desprecio y llora el comandante la amargura y la ira, mientras ese que se niega a la paz porque se alimenta perverso y enfermo de insaciable delirio de grandeza y poder, estaba allá en el campamento donde Castaño destrozó a Yanet: Álvaro Uribe Vélez. ¿Seremos capaces de hacer justicia, un poquito de justicia, más allá de las leyes y de los jueces escuchando este relato y poniéndonos en el lugar del hermano, de su hermana para que nos encontremos en la repugnancia impotente frente a otra verdad oficial?
Al mismo tiempo, decididos por la paz, militando en sus fuerzas, la Comunidad de Paz denuncia de nuevo, sufre de nuevo. Esa comunidad maestra entregada totalmente desde la paz a la rebeldía y a la resistencia que está siendo aplastada y lucha en su perseverante vivir en paz. Han hablado con el Premio Nobel de la Paz, Juan Manuel Santos quien sabe lo que les hace el ejército con escuadrones de la muerte mientras hablan de paz. Santos puede detener este horror y sabe que las fuerzas armadas bajo su mando son responsables de este exterminio en curso, pero con la medalla y el certificado de la paz, ha ordenado asesinar la paz verdadera y libre para regodearse en esa otra de palabras y ordenes de muerte. Esto tampoco está sucediendo aunque sucede, porque así es el exterminio, la injusticia, la historia con dueños y la impotencia. Así es la historia del horror que captura negando y niega capturando. Destruye, desangra, viola y aplasta. Se llora a gritos y en silencio. Se ha llorado demasiado. Todo el dolor, en paz o en guerra, negado y en la negación la humanidad. La historia de Colombia es la de ellos. Hoy en el escenario haciendo espectáculo, Uribe y Santos…peleando egoístas y ensangrentados por su imagen en el espejo y la permanencia de lo ordinario. Bajo las garras del horror de la ganancia que los pone en escena, en torno de esta, aplastada, la verdad de Yanet, del comandante y la guerra, de la Comunidad de Paz, con la complicidad confundida y ocupada de quienes no nos sacudimos de tener nuestro imaginario ocupado por la tarea que nos hace útiles a esta versión putrefacta que no tolera otras y se alimenta de humanidad negada. Dos textos cortos cuyas palabras señalan en la dirección de lo extra-ordinario que nos reclama despertar y abrazarnos. Re-conocernos y deshacernos de este seguir no-siendo que le sirve al metabolismo del oprobio perfumado y sacralizado para la injusticia. Rebeldía y resistencia en la paz y en la guerra a las que nos impulsan, las que nos imponen y esas otras con las que les enfrentamos para que nos capturen…o no. A pesar de esto…todavía sí está esto, que nos convoca y seguimos postergando.

Así No! Pueblos en Camino

La última lágrima de “Pablo Catatumbo”

Los recuerdos debieron acumularse en el umbral de la zona de concentración: las torturas en la III Brigada que lo llevaron a cortarse las venas antes que delatar; la frustración al no poder comprar armas antiaéreas para defenderse del Ejército; el miserable asesinato de Alfonso Cano con las gafas rotas y desarmado; el escape por entre minas quiebrapatas en las Hermosas; el empujón de Patricia, su compañera, que lo salvó de un rafagazo. Todo queda atrás, seco, congelado. Menos el asesinato de Yanet, su hermana menor.

A fines de los años 80, los paramilitares secuestraban familiares de los mandos de la guerrilla para obligarlos a arrodillarse o a entregar los soldados que habían capturado. Era una estrategia ya practicada por los narcos del Valle: su hermana mayor fue secuestrada por Chepe Santacruz y canjeada por un familiar del capo que tenía el VI Frente de las Farc. Pasaron los años. Los carteles fueron golpeados y agolpados en bloques paramilitares. En 1993 fueron asesinados 20 trabajadores por Carlos Castaño en las fincas Honduras y La Negra, y ordenó secuestrar familiares de los comandantes: una hermana de Simón Trinidad, un hermano de Iván Márquez, un hermano de Alfonso Cano y, si no estoy equivocado, fue asesinado un hermano de Felipe Torres. Los buenos oficios de Piedad Córdoba y la presión de la opinión pública y de organismos internacionales obligaron a los paramilitares a soltarlos.

Pablo Catatumbo. Nosotros no matamos al papá de Uribe

La historia de Yanet fue peor. Fue secuestrada en julio de 1996 en Cali y liberada en Cartagena días después. Decidió irse a Costa Rica, donde abrió una tienda. Estaba tranquila porque Castaño le había dicho que su problema era con las Farc. Por eso un día volvió a Cali a vender una casa y un lote para regresar a Costa Rica. Ella no estaba al tanto de la situación del país en aquel tiempo, de masacres sistemáticas como las de Sonsón y Pueblo Bello. Era joven y bonita, y estaba enamorada. Miraba para otro lado. Compró el pasaje San José-Cartagena-Cali. Desapareció en Cartagena, nunca tomó el avión a Cali, como lo reporta la aerolínea. La fecha del pasaje coincide con la de su muerte dada por Medicina Legal. La raptaron en el aeropuerto. Al no llegar a Cali, su gente se dedicó a buscarla. Su marido, desesperado, hasta le pagó a la Policía por una información, que resultó, claro está, falsa. Sus parientes quedaron destrozados. No entendían por qué teniendo un niño de cinco años, una mamá y un marido, ni siquiera llamaba por teléfono. Nada. Silencio total.


De pronto, el consejero para la paz de Urabá entregó a la familia una mochila con huesos destrozados. El ADN coincidió con el familiar. El concepto legista era brutalmente encubridor: “Muerte violenta por causa del conflicto”. Encontraron los restos gracias a indicaciones de pescadores de la zona. Lo raro no era el tamaño de los huesos, que parecían de pollo, sino que estaban picados, lo que no podía ser causado por la humedad. Fue identificada por una mallita de oro en la boca. Su socio de Costa Rica dio la clave del asesinato cuando se liquidó el negocio: en una borrachera llorosa, confesó: “No me paguen, que eso ya me lo pagó el patrón; yo trabajo con ellos”.

Catatumbo es un hombre fuerte para la pena y para la guerra, pero lo que, al llegar a La Elvira, donde vivirá los próximos años, le hizo soltar la última lágrima fue el recuerdo de lo que la prensa dijo a raíz de la pérfida sugerencia de un coronel de inteligencia: “Búsquenla debajo de las cobijas de Carlos Castaño”. La especie tomó fuerza y los medios lo hicieron oficial: Yanet era, según ellos, la querida de Castaño. En su momento, Pablo se revolcó de la ira: ¿Cómo podían encubrir un asesinato político con un supuesto crimen pasional? ¿Cómo lograron que la versión oficial no dejara juego a una duda? La confusión, fabricada en un laboratorio de inteligencia, escondía, no obstante, una pequeña verdad: Yanet había visto a Uribe en el campamento de Castaño.

(Ver “Nosotros no matamos al papá de Uribe)

Alfredo Molano Bravo
El Espectador
Febrero 5 de 2017
http://www.elespectador.com/opinion/ultima-lagrima-de-pablo-catatumbo

Ante el asedio ¿Quien nos podrá proteger?

Acudimos nuevamente a la humanidad y a la historia para dejar constancia de los nuevos hechos de horror a los que somos sometidos continuamente. En un descaro total en presencia del campesinado, de la Defensoría del Pueblo y organismos internacionales la fuerza pública se ha unido en su vinculo criminal con el paramilitarismo en el corregimiento de San José de Apartadó.

Aquellos amenazan, torturan obligan a la población civil a trabajar con ellos, asesinan, violan y siembran terror y aquellos otros con una frase arreglan todo ‘’sabemos que aquí están los paramilitares pero nuestro objetivo no son ellos, son ustedes“ manifiesta la fuerza pública. Los hechos son:

El jueves 2 de febrero de 2017, varios paramilitares que vienen haciendo presencia en la vereda Mulato en el corregimiento de San José de Apartadó, ingresaron a la vivienda de la joven Diana Guisao Hernández, a la cual amenazaron de muerte si los denunciaba ante la Comunidad de Paz, bajo esta amenaza la mantuvieron durante dos días, sin dejarla salir de la vivienda, pues dichos paramilitares durmieron en la vivienda.

El jueves 2 de febrero de 2017, en horas de la mañana en la vereda Mulato, un grupo militar ingreso a la Aldea de Paz “Luis Eduardo Guerra”, a distancia de 800 metros también un grupo de paramilitares, quedando las familias de nuestra Comunidad de Paz en medio y rodeadas por los peores criminales a los que la comunidad le ha sobrevivido ya 20 años. Testigo de la presencia militar/paramilitar, son las distintas organizaciones que nos acompañan en la Aldea de Paz, además de la Defensoría del Pueblo, quien hacia presencia en el sitio y advirtió a la Fuerza Pública de la presencia paramilitar a escasos metros, sin que ello, en ningún modo generara alguna reacción inmediato por parte de los agentes del Estado.

El viernes 3 de febrero de 2017, paramilitares que vienen haciendo presencia en la vereda Mulato, a los alrededores de la Aldea de Paz “Luis Eduardo Guerra”. Se atrincheraron en varias viviendas campesinas aledañas con el argumento de que si el ejercito rompía los acuerdos de amistad que tienen entre ellos, y les hacían disparos, ellos no se iban a quedar quietos, pues se armaría una balacera.

El sábado 4 de febrero de 2017, hacia las 6:30 horas en la vereda Mulato un grupo de militares se acerco a la vivienda de Diana Guisao Hernández y allí capturo a un paramilitar con toda la dotación y camuflado, los demás sencillamente se fueron. Pero, si no existen paramilitares según el Gobierno, entonces ¿cual será el final de este sujeto retenido?, a lo mejor en dos o tres días estará suelto.
Este mismo sábado 4 de febrero de 2017, en horas de la mañana dos helicópteros sobrevolaron a una altura muy mínima sobre las viviendas de las familias en la Aldea de Paz en la vereda Mulato, dicha situación creo un estado de pánico por el ruido escandaloso de los aparatos, pero además porque en esa misma área la presencia paramilitar aun permanecía.


Este mismo sábado 4 de febrero de 2017, en la vereda la Esperanza miembros de nuestra Comunidad de Paz, acompañados de la Defensoría del Pueblo constato el arribo de una recua de mulas cargadas de víveres y alimentos conducidos a los paramilitares. Dichas cantidades tan enormes de comida transportadas hacia la vereda la Esperanza hace pensar que no son pocos el grupo de paramilitares que viene azotando las veredas, sino mas bien contingentes paramilitares a los que la fuerza pública dejó de prestarles atención y han hecho alianzas de amistades.

El domingo 5 de febrero de 2017, hacia las 12;00 horas en la vereda Mulatos, en el paraje de el barro, fue retenido ilegalmente German Graciano Posso, miembro y Representante Legal de nuestra Comunidad de Paz, por tropas militares al mando del cabo de apellido Díaz, quien lo amenazo y lo retuvo por varios minutos bajo el argumento de que Graciano tenia orden de detención y se lo llevarían en Helicóptero a la Brigada XVII del ejercito Nacional con cede en Carepa Antioquia. Ante esta situación miembros de la comunidad que acompañaban a Graciano, protestaron por la detención ilegal, a lo que el cabo contesto que ese era su objetivo y las instrucciones que había recibido de los mandos y superiores que era perseguir a los miembros de la comunidad, que a ellos no les interesaba los paramilitares pues trabajaban conjuntamente.

Todos estos hechos los hemos elevado al Presidente Santos a quien hemos puesto en conocimiento la gravedad del asunto de primera mano, pero, todo sigue de peor en peor. Ante el asedio ¿quién nos podrá proteger?…

Agradecemos toda esa inmensa solidaridad de muchas personas que desde distintas partes del mundo nos han seguido en nuestra tragedia y nos han sostenido con su fuerza moral insobornable por mas de 20 años.

Comunidad de Paz de San José de Apartadó
febrero 6 de 2017
Comunidad de Paz de San José de Apartadó
http://www.cdpsanjose.org
twitter; @cdpsanjose

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