Libro de John Gibler convoca la verdad de Iguala en un canto coral desde el horror, la dignidad y la memoria

Una historia oral de la infamia: El ataque a los normalistas de Ayotzinapa, fue entregado por su compositor, John Gibler, a sus autores, normalistas, familiares, periodistas, testigos y otras, otros, que vivieron o conocieron los hechos del 26-27 de septiembre en Iguala. Sin una sola palabra de análisis, Gibler organiza esta coral de voces cronológica y viva. Aparece allí un material que grita verdades negadas por la “verdad histórica” del régimen que acaba de expulsar y obstaculizó al Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes en su trabajo de investigación sobre este crimen atroz de estado. La maquinaria del olvido que se puso en marcha y pretendió quemar de oficio en el basurero de Cocula la memoria y la dignidad. El régimen criminal que orquestó este operativo y que implementa un protocolo primero de terror y muerte y luego de administración cruel y perversa del dolor, se ve obligado a regresar al comienzo. Tiene que darle la cara a los hechos frente a esta historia oral de la infamia. Si leemos acá y en todas partes este testimonio a muchas voces y actuamos en consecuencia, será cierto eso que gritamos y que se diluye en el tiempo de los opresores y vencedores: “No están solos!” Para que no lo estén, debemos escuchar y dar a conocer esta historia. Material a partir del cual empieza a saberse, a exigirse y a surgir la verdad hasta hoy encubierta y negada. Surgirá únicamente si con lo que nos entrega Gibler, empezamos a trabajar. No sólo en México ni únicamente por los 43, sino en el mundo entero frente a esta maquinaria del terror para la acumulación que se aplica en protocolos de los que Ayotzinapa es solamente un ejemplo. En tiempo real. Pueblos en Camino

Libro de John Gibler convoca la verdad de Iguala
en un canto coral desde el horror, la dignidad y la memoria

El General Maximiliano Hernández Martínez aplastó un levantamiento indígena en El Salvador en 1932, exterminando 25 mil indígenas y declarando luego una “verdad histórica”: en ese país no hay indígenas. Pero no fue la única “verdad histórica” que impuso. Cuando se desató una epidemia de erisipela, debida a las condiciones de miseria e insalubridad a la que quedó sometida la población, el teósofo General ordenó cubrir las lámparas del alumbrado público con papel rojo, para que no fuera visible este tinte en la piel de los afectados. Siendo invisible la enfermedad, la epidemia había desaparecido, por orden del régimen: verdad histórica por orden del poder. Conocemos de estas curiosidades crueles y perversas normales en la época de dictadores y gamonales que pretenden enterrarse en el remoto pasado de nuestro continente, hoy superadas, según la “verdad histórica” que nos rige actualmente, pues ya, según nos ordenan, todo esto ha quedado atrás en nuestros estados modernos por nuestras instituciones democráticas, salvo aberrantes y ya superadas dictaduras.

GIEI

El Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), conformado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA (CIDH) de común acuerdo y con la anuencia del gobierno mexicano, como una instancia de coadyuvancia para investigar la desaparición la noche del 26 al 27 de septiembre de 2014, de los 43 normalistas de Ayotzinapa -con plena autonomía-, entregó ayer su informe titulado Avances y nuevas conclusiones sobre la investigación, búsqueda y atención a las víctimas. El gobierno de México había emitido a través de su vocero más autorizado, el Procurador General de la República Murillo Karam, una “verdad histórica” en marzo de 2015: los 43 habían sido “ejecutados” en el basurero de Cocula, donde luego fueron incinerados. El GIEI demostró científicamente la falsedad de esta verdad. Pero también señaló procedimientos esenciales y básicos de investigación, incoherencias, mentiras, inconsistencias, torturas a testigos, necesidad de testimonios y grabaciones de intercambios telefónicos y mucho más. El gobierno de Peña Nieto y quien quiera que controle el régimen que rige México y diseña operativos de muerte y de terror y protocolos post-muerte que son encubiertos por estas verdades históricas, de manera sistemática y generalizada con objetivos estratégicos, obstaculizó el trabajo de la GIEI y ahora ha determinado, de oficio, que ya no se requiere el trabajo de este grupo y así, de manera abierta (aunque no utilice este término) los expulsa de México. El último informe es presentado al país y al mundo hoy, cuando se cumplen 19 meses de este crimen. Los padres de los normalistas se han manifestado al respecto señalando que el propio Presidente Peña Nieto les mintió y exigiendo que el GIEI permanezca y continúe con su trabajo

La realidad contradice y niega la “verdad histórica”. El Estado, más aún, el régimen -mucho más que este Estado Mexicano- cometió este delito atroz y muchos otros antes y después. Las lámparas están cubiertas con papeles de colores hoy electrónicos, inalámbricos, digitales y maquillados. Las desapariciones, masacres, feminicidios y el aparato criminal -que experimenta desde México para el capitalismo global en crisis sus tácticas para superarla- no están sucediendo ni han sucedido. La época de los dictadores al servicio del imperio y del capital no está en el pasado. La historia de los vencedores ordena el olvido. En otras palabras, para saber la verdad, no empieza aún la investigación: aún es el 27 de septiembre de 2014. Una madrugada de espanto: se ha cumplido un operativo y se ha pretendido tirar al basurero de Cocula y del territorio del imaginario de todo México y el mundo, la memoria, el dolor, la verdad de los pueblos y de las víctimas.

Peña Nieto y Murillo Karam. La “verdad histórica”

Queda claro que el operativo no terminó en la madrugada del 27 de septiembre: por el contrario, empezó el 26 y sigue hasta el día de hoy. A toda masacre y atrocidad del sistema y de sus regímenes sigue la implementación, con el tiempo a favor del poder, de un protocolo de olvido por etapas y con técnicas de oficio que ocupan funcionarios a sueldo que matan, mienten, desaparecen, encubren, obstaculizan, intimidan, persiguen, gobiernan, según los manuales, en esta inmensa burocracia del terror al servicio de la acumulación que hoy es global y en cuya cima se encuentran bajo el mando de magnates corporativo-especulativos, perfumados Jefes de Gobierno, Gabinetes y Altos funcionarios, ejércitos y policías, ventrílocuos y ejecutores del horror a cambio de excesivas prebendas, privilegios, salarios y beneficios.

John Gibler luego de entregar el libro a uno de los padres de Ayotzinapa

Pero el 21 de septiembre de 2016, en la Normal Raúl Isidro Burgos, el periodista John Gibler entregaba un libro titulado “Una historia oral de la infamia: los ataques contra los normalistas de Ayotzinapa” a cada uno de los familiares y estudiantes sobrevivientes y compañeros de los 43 desaparecidos y tres asesinados ese 26-27 de septiembre de 2014. En realidad, les devolvía su verdad impresa. Un canto coral desde el horror y la memoria. Un recorrido por la vivencia y los hechos. John llegó el 2 de octubre a la Normal. El dolor era insoportable. Todas y todos, madres, padres, parientes, sobrevivientes, compañeros, esperaba que los 43 regresaran en cualquier momento. Que se hiciera algo para que aparecieran. Al abrazarlos y entregarles el libro se lo recordó a cada una, a cada uno: su palabra no había sido escuchada. No han regresado y ellas/ellos, con una dignidad inmensa, los siguen exigiendo. Su testimonio había sido negado. La tarea de la que se ocupó fue justamente la de recoger horas y horas de testimonios, de normalistas, pero también de otras y otros testigos e informantes directos. Paso a paso reconstruye en la voz de quienes allí estuvieron lo que sucedió. Mejor, son ellos quienes la reconstruyen. Se desmorona la “verdad histórica” oficial sin un sólo análisis. Se derrumba bajo el peso de los hechos. Eran 5, no cuatro camiones. Fue un operativo meticuloso, enorme, complicado, en el que participaron abiertamente fuerzas Federales Estatales y locales. No hay que resumir el libro. Hay que leerlo. Es un informe desde abajo y adentro. Un informe que tiene además lo que debe tener todo trabajo objetivo y respetuoso: una verdad llena de dignidad, de dolor, de horror. Una verdad inenarrable.

Presentación del libro el 25 de abril en la Ciudad de México

Al mismo tiempo que el Crimen Organizado del capitalismo global-que incluye al Régimen mexicano- (cuyo Presidente Peña Nieto fuera recibido unos días después de los hechos de Iguala en Washington por el propio Presidente Obama, como también por la hoy candidata y entonces Secretaria de Estado Hillary Clinton y felicitado por ellos por su ejemplar trabajo, en franca y abierta complicidad con este experimento de la atrocidad planificada y ejecutada con perfección militar) declara terminado este asunto y superado este problema, empieza a circular desde la Normal hasta el plantón de Chilpancingo, la Ciudad de México, todo el país y mucho más allá, el libro que Gibler escribió desde y para las víctimas. Mientras Don Damián dice que desde hace un año y siete meses espera la llegada de su hijo en la Normal, mientras han recorrido el país y el mundo con su firmeza y su dolor, mientras el estado los manipula intentando dividirlos y agotarlos, mientras aparentan abrir las puertas a una investigación seria y cuidadosa que obstaculizan expulsando al grupo de expertos que la dirige, la voz de los vencidos ve la luz en un documento que reclama la atención de México y el mundo.

Madres, padres, familiares, compañeros, los siguen esperando y exigiendo. Fue el estado

Nos faltan 43! Hoy es 27 de septiembre de 2014 y lo que acaba de suceder está narrado en Una Historia Oral de la Infamia. No es la única, pero es una que México y el mundo deben escuchar para ponerse a trabajar y movilizarse y ser consecuentes con una consigna que se ha vuelto tan débil como falsa la “verdad histórica” del régimen: Por las calles de México y el mundo gritamos “No están solos”. Para que no lo estén hay que conocer su palabra, el dolor y la angustia y la espera y la administración del horror y de la mentira que se inició ese día y retomar el camino abandonado para exigir justicia con los familiares y normalistas, desde su vivencia. Gracias John Gibler, por no dejarlos solos y en silencio con su verdad ahogada y su grito encadenado.

Pueblos en Camino
Abril 25 de 2016

4 comentarios en «Libro de John Gibler convoca la verdad de Iguala en un canto coral desde el horror, la dignidad y la memoria»

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