En tiempos de vorágine fascista, ¡Volver a ser nosotrxs, humanxs!

Sin más palabras que una invitación urgente a dos manos y una voz, las de Otto y Atahualpa…
Pueblos en Camino

 

Otto René Castillo nace en Quetzaltenango en 1936. En 1954 es exiliado a El Salvador por su oposición al golpe de estado contra Jacobo Arbenz perpetrado por la CIA y tropas mercenarias. En 1958 regresa a Guatemala. Entra a la Universidad de San Carlos a estudiar leyes, y se recibe en ellas. Obtiene una beca para hacer estudios en la R.D.A. En 1959 inicia sus estudios en Letras en Leipzig, abandonándolos 3 años después para ingresar a la Brigada Joris Ivens, grupo de cineastas, para la filmación de cortometrajes sobre la lucha armada de liberación de los pueblos latinoamericanos.

Regresa a Guatemala en 1964, compartiendo la militancia política con las actividades culturales. Dirige el teatro Experimental de la Municipalidad de Guatemala. En 1965 es capturado y mandado al exilio, pero las organizaciones revolucionarias lo nombran representante de Guatemala en el Comité Organizador del Festival Mundial de la Juventud en Argelia. Así, recorre Alemania, Austria, Hungría, Chipre, Argelia y Cuba, donde permanece algunos meses.

En 1966 regresa clandestinamente a su país para incorporarse a las guerrillas de las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR) comandadas por César Montes donde es nombrado responsable de Propaganda del Regional Oriental y responsable de Educación del Frente Edgar Ibarra. En marzo de 1967 es herido en combate y capturado por las fuerzas antiguerrilleras del gobierno, y conducido junto con su compañera Nora Paiz a la base militar de Zacapa donde después de torturado y mutilado es quemado vivo del 19 al 23 del mismo mes.

Otto René dejó tras de sí una excelente obra poética reconocida en su país y en el extranjero. Entre los premios de poesía que obtuvo podemos mencionar el premio Centroamericano de poesía en 1955, el premio Autónomo en 1956 y el premio “Filadelfio Salazar” en 1958, ambos de la Universidad de San Carlos de Guatemala, y el premio Internacional de Poesía en Budapest otorgado por la Federación Mundial de Juventudes Democráticas en 1957.

 

 

INTELECTUALES APOLITICOS

Un día,

Los intelectuales Apolíticos

De mi país

Serán interrogados

Por el hombre sencillo

De nuestro pueblo.

Se les preguntará

Sobre lo que hicieron

Cuando la patria se apagaba

Lentamente,

Como una hoguera dulce,

Pequeña y sola.

No serán interrogados

Sobre sus trajes,

Ni sobre sus largas Siestas

Después de la merienda,

Tampoco sobre sus estériles

Combates con la nada,

Ni sobre su ontológica

Manera De llegar a las monedas.

No se les interrogará

Sobre la mitología griega,

Ni sobre el asco

Que sintieron de sí,

Cuando alguien, en su fondo,

Se dispone a morir cobardemente.

Nada se les preguntará

Sobre sus justificaciones Absurdas,

Crecidas a la sombra,

De una mentira rotunda.

Ese día vendrán

Los hombres sencillos.

Los que nunca cupieron

En los libros y versos

De los intelectuales apolíticos,

Pero que llegaban todos los días

A dejarles la leche y el pan,

Los huevos y las tortillas,

Los que les cosían la ropa

Los que les manejaban los carros,

Les cuidaban sus perros y jardines,

Y trabajaban para ellos,

Y preguntarán

“¿Qué hicisteis cuando los pobres

Sufrían y se quemaba en ellos

Gravemente, la ternura y la vida?”

Intelectuales apolíticos

De mi dulce país,

No podréis responder nada.

Os devorará un buitre de silencio

Las entrañas.

Os roerá el alma

Vuestra propia miseria.

Y callaréis,

Avergonzados de vosotros.

 

El Poeta

Atahualpa Yupanqui

 

 

 

Tú crees que eres distinto,

porque te dicen poeta,

y tienes un mundo aparte,

más allá de las estrellas.

 

Tú crees que eres distinto,

porque te dicen poeta,

y tienes un mundo aparte,

más allá de las estrellas.

 

De tanto mirar la luna,

ya nada sabes mirar.

Eres como un pobre ciego,

que no sabe a dónde va.

 

Vete a mirar los mineros,

los hombres en el trigal,

y cántale a los que luchan,

por un pedazo de pan.

 

Poeta de ciertas rimas:

vete a vivir a la selva,

y aprenderás muchas cosas,

del hachero y sus miserias.

 

Poeta de ciertas rimas:

vete a vivir a la selva,

y aprenderás muchas cosas,

del hachero y sus miserias.

 

Vive junto con el pueblo;

no lo mires desde afuera,

que lo primero es el hombre,

y lo segundo, poeta.

 

De tanto mirar la luna,

ya nada sabes mirar.

Eres como un pobre ciego,

que no sabe a dónde va.

 

Vete a mirar los mineros,

los hombres en el trigal,

y cántale a los que luchan,

por un pedazo de pan.

 

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