La verdadera paz de los pueblos es la libertad de sus territorios

Cuando los indígenas le declaramos al país que queremos fuera a todos los grupos y ejércitos armados de nuestro territorio  entendemos que este no sería el fin de la guerra en nuestro territorio. Para nosotros es claro que este es solo un paso hacia el retorno a la armonía de nuestra madre tierra.

Para los Nasa como para otras comunidades indígenas, afro y campesinas, igualmente ultrajadas, está totalmente claro que la guerra en nuestros territorios la trajeron las transnacionales con ayuda del gobierno. ¡Para que haya paz se tienen que ir las transnacionales!

 

Que entienda el presidente y sus delegados que no puede pretender  una negociación de la guerra de las balas y la sangre por la guerra fría del sometimiento y el maltrato a la madre tierra con las empresas transnacionales. Es que los abusos a nuestro pueblo no son cosa de ahora, hace 10 años hemos enfrentado la agudización del conflicto.  Con el dolor y la sangre que nos ha costado les aclaramos que no pueden subestimar este proceso, que es proceso y no coyuntura, que los indígenas del norte del Cauca no queremos la paz de la que habla Santos y Timochenco, no queremos la paz de la opresión para negociar nuestra autonomía, no queremos la paz de los que usan nuestra lucha y esfuerzo para callarnos y ordenarnos qué hacer.  La paz que queremos es la armonía de la madre tierra, armonía que significa la salida de todo lo que atenta contra la vida, la salida definitiva de las transnacionales que son las que traen la guerra a ‘despejar’ el territorio para comerciar con sus riquezas.
 
A todo el país le dijimos que no queremos más guerra en nuestra casa. La respuesta del gobierno, en representación del ministro del interior, es faltar a la palabra incumpliendo a la reunión con las autoridades indígenas en Popayán, por atender una reunión de concejales en Bucaramanga. La respuesta de la guerrilla en la carta de Timochenco es igualmente irrespetuosa, con formal cinismo dice que la lucha guerrillera es la misma que asume el movimiento, esquiva las exigencias de las autoridades indígenas frente a los ataques continuos a la población y al reclutamiento de los niños y jóvenes y en cambio advierte, ‘si se va el ejército no vamos nosotros’… Sigue el mismo juego de los violentos, sus respuestas pretenden ubicarnos donde supuesta e irremediablemente hay sólo dos caminos, donde serían ellos quienes decidan por nosotros.  Y como si fuera poco también los paramilitares reaparecen ahora con amenazas a nuestras autoridades y territorios, nada tan diferente a las acciones del ejército y la guerrilla, cual si fuera un acuerdo entre estos porque a todos les estorba una comunidad organizada y en resistencia.
 
Pues las comunidades indígenas no reciben que no sean de su propia comunidad, ellas mandan obedeciendo (como bien dicen los zapatistas), la orientación en las acciones de la comunidad la imparte la misma comunidad. La comunidad exige la salida de todas las transnacionales quienes son las que se lucran del daño a la madre tierra.
 
Los pueblos originarios, todos, quieren sacar la guerra de sus territorios. La lucha de los Nasa por sacar a los actores armados es la misma lucha de los Awá en Nariño, que en ejercicio de la ley de origen y de la jurisdicción especial indígena desalojaron la empresa minera “La Esperanza” ubicada ilegalmente en el Resguardo Hojal La Turbia, comunidad de Peña Caraño. La comunidad Awá ya ha recibido amenazas por estas acciones pero ratifican que seguirán desalojando a todas las mineras que invadan y usurpen sus territorios.
 
Es la misma lucha de los indígenas, afros y campesinos del Putumayo que han decidido movilizarse pacíficamente y frenar  los atropellos que les ha impuesto el gobierno nacional con los proyectos inconsultos de desarrollo de infraestructura y de extracción de recursos, debidos al auge de expedición de licencias para explotación minera, hidrocarburos y de recursos naturales que vulnera su territorio y su cultura.
 
Es la misma lucha que llevan a cabo pueblos de otras latitudes del continente. Los hermanos Mapuches se congregaron para rechazar las políticas racistas, violentas y discriminatorias del estado derivadas de su ‘Cumbre de la seguridad’ y para definir las medidas que les permita hacerle frente a la fuerte arremetida del gobierno que ha afectado gravemente a su comunidad en los últimos días. Han tenido que soportar la brutalidad de la policía que dejó gravemente heridos a niños y ancianos, señalamientos a sus comuneros, el aumento de la militarización de las zonas donde llevan a cabo las tomas pacíficas de las recuperaciones de tierras colectivas.
 
Es la misma lucha de los hermanos peruanos que se levantaron contra el proyecto Conga de la empresa Yanacocha (consorcio formado por la estadounidense Newmont, que tiene el 51% de las acciones, la peruana Buenaventura, que participa con un 43%, y la Corporación Financiera Internacional, una institución que pertenece al Banco Mundial y posee el 5%or la transnacional Newmont), que a pesar de la brutal agresión del gobierno a manos del ejército contra el pueblo de Celedin, las empresas y el gobierno no han podido contra Cajamarca porque hoy comunidades de todo Perú se movilizan en apoyo a Cajamarca por la defensa del agua.
 
De igual manera los hermanos zapatistas de Chiapas enfrentan un grave riesgo de agresión y desplazamiento de casi 200 bases de apoyo del EZLN en la comunidad indígena de San Marcos Avilés, ya que desde las elecciones mexicanas en julio se ha visto el incremento de las amenazas en su contra. Pero su movilización no se detiene. Tras varios días de caravana llegaron a la capital del país para seguir con una marcha “con el fin de exigir respeto por su derecho a la tierra como pueblos originarios y que no se  les despoje las 130 hc. por parte del municipio y gobierno del estado.”
 
La lucha de los Nasa no es un proyecto separatista, es una lucha por el derecho al ejercicio autónomo de control territorial y no es un levantamiento reciente sino un proceso ancestral. La defensa de la vida y la armonía de la madre tierra no es una lucha sólo para los Nasa, o para los pueblos indígenas que la defienden, sino para todos y todas. Esta lucha no es sólo para sacar a los uniformados que se matan y nos matan en nuestra casa, es para sacar la guerra, para sacar las locomotoras minero energéticas que avala el gobierno a las empresas extractivas y para las que envían ejércitos a reprimir a los pueblos que son un estorbo en su macro-negocio. Ya estamos cansados de que todos vengan a hablarnos de paz, ¿cuál paz? Hay muchas paces según cada interés. La única paz que queremos es la de nuestros territorios libres de empresas extractivas y concesiones mineras. ¡Fuera las transnacionales de nuestra madre tierra!
 
Tejido de Comunicación – ACIN
tejidocomunicacion@gmail.com

 
Para ampliar la información de esta palabra, compartimos este texto realizado el año pasado donde se expresa la voz de nuestras comunidades ratificando la verdadera Paz que buscan para liberar la Mama Kiwe. La paz de la Mama Kiwe en libertad, de la mujer sin amarras ni silencios
 

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